Esta etapa del viaje fue la más dura y que realmente me dejó agotado, el viaje entre Oruro y La Paz me dejó un gusto algo frustrado y alterado.
La carretera no tiene ningún problema, la Ruta 1 de Bolivia está muy bien mantenida y los paisajes son espectaculares.
El problema comienza al llegar a El Alto
No entiendo como puede haber tanto despelote en un solo lugar! De las dos pistas de ingreso solo queda media! Si, es una gran feria de kilómetros y kilómetros de largo donde la gente instala los puestos de venta de frutas, comida, ropa y todo lo que se pueden imaginar en la calle y además de eso las kombis se paran a recoger pasajeros en medio de la estrecha calle dejando a todo el resto parados sin poder movernos durante largos minutos.
Yo iba completamente concentrado de que no me chocaran, de no atropellar a nadie y de la pobre Mili que me ponía la patita en la espalda cada vez que alguien se nos acercaba mucho.
Ni hablar de los semáforos eternos y la más completa falta de letreros viales por lo que solo atinaba a seguir derecho.
Cuando por fin el tráfico se abrió llegué a las puertas de La Paz...

:-S
Ilusamente pensé que había pasado lo peor así que enfilé por una avenida ancha y rápida hacia la Capital de Bolivia.
Honestamente el tráfico era caótico, al menos en El Alto tu seguías al de adelante y las calles eran planas, en cambio La Paz no es así, muchas calles con grandes pendientes, rotondas con microbuses, kombis que se cruzaban como ratones huyendo de gatos gigantes, peatones y ni un maldito hotel!
No se cuanto entré en la ciudad y el calor era terrible por lo que temía por mi querida acompañante de cuatro patitas pero sinceramente no encontraba un lugar relativamente plano donde para a darle agua y refrescarla así que sin más trámite di la vuelta en U empeñado en salir de aquella ciudad caótica.
De nuevo en El Alto tenía dos desafíos, el primero era cargar combustible, el cual nadie me quiso vender

y la siguiente prioridad era tratar de encontrar el camino de salida que me llevara hacia la frontera con Perú.
Ya no quería hotel, ni comer, ni nada de nada, solo quería irme a algún sitio tranquilo.
No se cuanto anduve perdido, ni un solo letrero que me diera una pista hacia donde seguir y lo peor era que sin decir agua viene las calles desaparecían y entraba a barriales donde los golpes a las partes bajas de la moto me hacían apretar los dientes...
Cuando por fin alguien me dio una pista de como ir hacia Desaguadero (frontera con Perú) ya deben de haber sido las 6 de la tarde y la temperatura comenzó notoriamente a bajar por lo que me puse en campaña para encontrar un lugar donde hospedarme.
Así llegué a un poblado que se llama Laja y pensé que ahí encontraría por fin un lugar donde pasar la noche pero la única hostería estaba cerrada a Cal y Canto! Pregunté por todos lados pero nadie tenía idea de donde había un sitio donde alojar.
Ahí mismo en la plaza de laja me dí el segundo porrrazo del viaje... luego el tercero y un poco más allá el cuarto! La pobre Mili salió volando en las tres oportunidades y mis canillas me dolían a rabiar!
Mi querida VStrom es deliciosa cuando rueda por las rutas pero es un yunque cuando está detenida y pararla es honestamente imposible de hacer cuando va cargada.
Así seguí rumbo al poniente, el Sol se puso rápidamente y con horror veía como la helada caía en el asfalto de la ruta la cual se tornaba blanquecina...
Entré en pánico pensando que en cualquier momento me resbalaba y me iba a tierra con todo y moto (con Mili incluida).
Yo solo buscaba donde poder instalar mi aun invicta carpa, me sentía molido, frustrado, cansado y adolorido y la idea de dormir en carpa con temperaturas bajo cero me deprimía...
Llegamos a un pueblo aun más pequeñito, El Tambillo y sin esperanza alguna entré y en la plaza "principal" pregunté si había donde alojar... y un motocumpita de dijo "Si, allá en la Segunda Oportunidad"...
Amablemente me llevó a un local comercial muy modesto donde salió el dueño y me llevó a una habitación en medio de un patio con mucho pasto y un cachorro del tamaño de la Mili que lo único que quería era jugar y jugar....
Mientras entraba la moto y luego sacaba mis bolsos y maletas el par de cachupines corrían vueltos locos, tratando ambos de morderse las colas...
Sin duda esa pequeña habitación, sin TV, sin baño, sin WiFi fue un verdadero castillo, creo que nunca había dormido tan feliz y calentito....
