Etapa "cero"
Dicho y hecho: el viernes 8 de abril, a primera hora de la mañana, arrancaba el “pelotón madrileño” formado por Raquel, Mon_Madrid y yo mismo en dirección a la Terminal de Grimaldi Lines en Barcelona.

Camino de Barcelona con Mon
Como es habitual en nuestro viajes, evitamos las autopistas a toda costa y logramos llegar a las 20:00 horas al Puerto de Barcelona, atravesando las entretenidas carreteras del Alto Tajo, el Maestrazgo (ahora bautizado como “Valle del Silencio”) y varias comarcas catalanas (Terra Alta, Priorat, Penedés, Vallés…) hasta encontrarnos con el resto de los foreros que ya aguardaban al embarque en la cafetería de la Terminal.

Anochece en la Terminal de Barcelona
A los integrantes del viaje se unirían algunos otros buenos compañeros, como Davidespele y Rabasadas, que acudieron para darnos la despedida.
La previsión de la meteorología era buena, todo parecía estar dispuesto para el embarque previsto a las 21:00 horas pero… los de Grimaldi Lines nos regalaron ¡5 horas de retraso! En nuestro primer desplazamiento.

Primera etapa
La noche transcurrió un poco movidita en el barco pero, al acercarnos al Estrecho de Bonifacio, desde donde atracaríamos en Porto Torres, el mar se fue calmando y el desembarco fue tranquilo.

Desembarco en Porto Torres
Debido al retraso, Arturo (Stormbringer), improvisó algunos cambios en la ruta que, a posteriori, volvió a variar debido a las carreteras cortadas con las que nos íbamos encontrando. Estos inconvenientes, sumados a un fuerte viento que nos acompañó hasta la llegada al alojamiento, alteraron nuestra tranquilidad, pero nada conseguiría apagar nuestro entusiasmo y disfrutamos de un final de jornada en un maravilloso resort que la organización había seleccionado para pernoctar.

Parada en Castelsardo

La Roca del Elefante, en Castelsardo
Segunda etapa
La segunda jornada nos saludó con un cielo brillante, poco viento y muchas ganas de moto. Tras el reconfortante desayuno en una cafetería reservada a pocos kilómetros del alojamiento, recorrimos los primeros kilómetros por la costa para, enseguida, desviarnos hacia el interior en dirección a la villa de Nuoro, donde nos detuvimos para hacer una visita cultural a la ciudad.

Arranca la segunda etapa
Continuamos ruta por el interior de la isla hasta llegar a Orgosolo, población célebre por haber convertido las paredes de algunos de sus edificios en improvisadas obras de arte y, aprovechando la parada, se resolvió la comida del día en un establecimiento tradicional de la isla.

Uno de los murales de Orgosolo
La última parte de la ruta nos llevaría hasta la localidad de Fonni, uno de los puntos más elevados de Cerdeña (había nieve en las montañas colindantes) para después descender hasta la costa hacia la localidad de Arbatax, donde teníamos reservado el alojamiento.

Localidad de Fonni
La jornada terminaría con una visita a las Rocce Rosse, peculiares monolitos pétreos emergentes del mar con un acentuado color rosáceo.

La Roca Rosa
Tercera etapa
La tercera etapa nos llevaría a conocer la célebre carretera SS125, catalogada por algunos autores como la mejor carretera de Europa para hacer curvas en moto, haciendo nuestra primera parada en la Cala Gonone (Parque Nacional del Golfo Orosei).

Curvas de la carretera SS125

Junto al Passo di Tascusi
Desde la costa ascenderíamos a Nuoro (por segunda vez) para recorrer una de las estribaciones montañosas más pintorescas de toda la isla (Tonara y el Passo di Tascusi) hasta descender a la localidad de Barumini, lugar seleccionado para comer y realizar una visita guiada al complejo histórico Su Nuraxi, donde se encuentra el nuraghe (edificio megalítico clásico de Cerdeña, remontándose al 1.200 a. C. convertido en el símbolo de la cultura sarda).

Visita al complejo de Su Nuraxi
El final de la jornada nos llevaría hasta el alojamiento reservado en Sanluri.

Cuarta etapa
El cielo empezaba a cubrirse de nubes, pero tuvimos suerte y durante la cuarta etapa no vimos aparecer la lluvia.
Nuestra primera parada la realizamos en la localidad de San Sperate, otra de las villas tapizadas con murales de los artesanos populares y donde tuvimos un agradable encuentro con los chavalines de un colegio junto al que aparcamos las motos, causando un revuelo en el patio escolar.

Ciudad de Cagliari
Retomando la SS125, con sus entretenidas curvas, nos dirigimos a Elmas, población cercana a la capital, Cagliari, donde teníamos el alojamiento. Desde Elmas nos desplazamos hasta Cagliari utilizando varios taxis, y aprovechamos para visitar los rincones más emblemáticos de la ciudad.

Catedral de Santa María en Cagliari
Quinta etapa
Las nubes cubrían la totalidad del cielo y un fuerte viento nos acompañó en el comienzo de la quinta etapa, que nos llevaría hasta el extremo sur de la isla para visitar el Cabo Cipolla, en la localidad de Pula.

Costa de Pula

Cabo Cipolla
A continuación atravesaríamos los valles centrales de Cerdeña en dirección a la población costera de Bosa, otro de los puntos de interés para visitar la arquitectura tradicional sarda.

Calles tradicionales de Bosa

Ciudad de Bosa
La etapa terminaría en la segunda ciudad más importante de la isla: Alghero, donde reposaríamos durante la siguiente jornada para visitar esta monumental ciudad y los alrededores, con puntos de interés turístico realmente relevantes.

Etapa de descanso
En la penúltima jornada algunos aprovechamos para desplazarnos hasta el Cabo Caccia (poco más de 25 km en moto) para disfrutar de las vistas del Parque Natural homónimo y visitar la famosa cueva de Neptuno…

Vistas desde Cabo Caccia
Eso sí, para visitar la cueva hay que hacer un periplo de bajada y subida a través de los más de 640 peldaños que recorren el acantilado donde se encuentra la entrada a la cavidad turística.

Entrada a la Cueva de Neptuno

Interior de la cueva
Aprovechando la benevolencia meteorológica decidimos comer en el mirador del cabo, desplazándonos al final de la tarde hasta Alghero para visitar sus pintorescas callejuelas.

Comiendo en el mirador del Cabo Caccia
Sexta etapa
Ya olía a despedida, esta sería la última etapa en la que rodaríamos todos juntos y, aunque sobre el mapa Alghero y Porto Torres se encuentran muy cerca, Arturo nos había preparado un periplo por el interior de la isla que nos llevaría a seguir visitando los rincones monumentales de Cerdeña.

Mirador camino de Bosa
La primera parada la realizamos en uno de los miradores de la costa occidental de la isla, camino de Bosa, para seguir ruta por el interior de los valles del norte hasta llegar a la localidad de Codrongianos, donde se encuentra la pintoresca Basílica de Saccargia, una construcción realizada en su totalidad con piedra local (basalto negro y piedra caliza), con una apariencia típica del estilo toscano, siendo la mejor muestra sarda del románico.

Basílica de Saccargia
Al llegar a Porto Torres algunos decidimos continuar el itinerario hasta las playas de la Pelosa, junto al Cabo Falcone, uno de los lugares más turísticos de Cerdeña y que en esta Semana Santa se encontraba con muy pocos turistas, lo que nos permitió disfrutar casi de manera privada de este enclave maravilloso.

Playas de la Pelosa
El final de las etapas
Y llegó la despedida… demasiado temprano. Y no nos referimos solo a que el viaje se nos hiciera corto, pero es que arrancamos las motos a las 5:30 de la mañana para embarcar con los primeros rayos del sol sardo.

Amanece en Porto Torres
La travesía hasta Niza (no, en estas fechas no había posibilidad de ferry hasta Barcelona) fue muy cómoda y media hora antes de lo previsto desembarcábamos en la popular terminal de la ciudad francesa, cuando todavía no eran las 15:00 horas.

A punto de desembarcar en Niza
Caos por las calles de Niza, tristeza entre los moteros y una despedida breve: los compañeros ceutís y Mon saldrían zumbando hacia la Junquera para cumplir con sus compromisos, Raquel y yo nos subiríamos a los Alpes para regresar sin demasiadas prisas y aprovechando la cercanía con estas montañas y el resto se desplazaron hasta Toulón para pasar la última noche en el hotel reservado por la organización.

Fuera del menú
La ronda de circunvalación de Niza está en obras y a Raquel y a mi nos costó cerca de una hora perder de vista las calles de esta populosa ciudad: nos dábamos de cara con lo peor de la civilización tras una semana de paz y asueto.
Decidimos llegar casi hasta la desembocadura del río Var, al oeste de Niza, para remontar su curso desde los Alpes Marítimos hasta los de la Alta Provenza, en busca de la pintoresca localidad de Castellane, punto de entrada en las mágicas gargantas del Verdón.

Entrando en los Alpes de la Provenza
Los últimos kilómetros los hicimos acompañados por una tormenta imprevista (así son los Alpes) y al entrar en Castellane buscamos un alojamiento de nuestro agrado: dimos con una especie de albergue donde nos dejaron meter las motos bajo techo (llovió con intensidad por la noche) y donde pudimos aprovechar para vaciar algunas de las hortalizas que llevábamos en las neveras y prepararnos una cena de lujo sin gastarnos ni un euro.

Localidad alpina de Castellane

Las motos durmieron tapadas de la lluvia
Amaneció muy cubierto, pero no parecía que volviera a llover, así que decidimos recorrer las Gorges du Verdon en su totalidad. Junto con los valles del Tarn, el Vis y el Orb, son uno de los recorridos moteros más espectaculares de toda Francia y os aconsejamos que no dejéis de visitarlos de ida o vuelta a los Alpes.

Al fondo de la garganta el río Verdón

Continuamos ruta atravesando las más espectaculares plantaciones de lavanda de la Provenza (ahora no están en flor, pero tienen una gran belleza) y evitando pasar por Avignon y Nimes, en el intento de quitarnos cuantos más kilómetros mejor, ya que todavía estábamos a más de 1.200 kilómetros de Madrid.
Conducir por el interior de Francia es cansado ya que hay mucho tráfico, se tienen que atravesar infinidad de localidades y la oferta de carreteras es tan extensa que hay que consultar con frecuencia la mejor opción para evitar las aglomeraciones. Cuando ya teníamos los primeros síntomas de cansancio decidimos parar a dormir en Bedarieux, una población sin ningún encanto, en un hotel de apariencia siniestra (y sucio) pero que lo convertimos en nuestro palacio para las próximas horas.

Gasolina y supermercados, una rutina inexcusable en Francia
Al salir del hotel para cargar las motos comprobamos cómo el cielo estaba totalmente cubierto de nubes y el termómetro se resistía a subir de los 10 grados, pero había una cierta estabilidad en la atmósfera: no son malas condiciones para viajar en moto.
Salimos sobre las 7 de la mañana y no había nada de tráfico, por lo que aprovechamos para, atravesando las espectaculares carreterillas del Parque Natural del Languedoc, restar el mayor número de kilómetros posibles a la ruta prevista. La primera parada la realizamos en Mazamet, en una pastelería-croasantería-panadería: las reservas de las neveras estaban a “cero” y la cena fue bastante ligera.

Desayuno a la francesa
Tras dar buena cuenta de unos cuantos bollos y un (espantoso) café francés, nos encaminamos a los Pirineos, evitando los arrabales de Toulouse y recorriendo los pueblos más bonitos del Parque Natural Regional de los Pirineos del Ariège, hasta llegar a St. Gaudens, desde donde nos dirigimos a Saint Lary Soulan para pasar a España por el renovado túnel de Bielsa.

Entrada al túnel de Bielsa
El paso de la frontera, muy lejos de resultar reconfortante por sentirnos ya en España, nos cambió el gesto por uno de tristeza: ya olía al final de las vacaciones.

El Pirineo de Huesca aún cargado de nieve
Hicimos camino hasta Aínsa donde finalizamos la jornada en un alojamiento ya conocido, paseando por su villa medieval y cenando en un bar “típical espanis”.

Una ración de patatas asadas nos recibió en Aínsa
Como cada día consultamos las previsiones de wetterzentrale y nos llenamos de preocupación: una pertinaz borrasca iba a barrer Aragón, el norte de Castilla la Mancha y Madrid en las próximas horas… pagamos el alojamiento y recibimos instrucciones para abandonar muy temprano el hotel.

Plaza fortificada de Aínsa con la Peña Montañesa al fondo
El despertador sonó a las 6 de la mañana y 20 minutos más tarde las motos estaban arrancadas y circulando (totalmente de noche) en dirección a Barbastro, población a la que llegamos 40 minutos después.
Con las primeras luces del día mirábamos al cielo de manera preocupante y, al entrar en Alcubierre (siempre nos gusta atravesar los Monegros), nos cayó una tromba de agua. Por fortuna íbamos preparados y nuestros trajes de agua son bastante eficaces, pero conducir así es muy ingrato.
Al atravesar Zaragoza decidimos continuar por la autovía hasta Madrid, porque el Maestrazgo y el Alto Tajo ofrecían un pronóstico meteorológico lamentable.

Alto de la Muela, en Zaragoza
A las 9 de la mañana ya habíamos pasado el alto de la Muela, sujetándonos bien al manillar, porque el viento era un poco más intenso de lo habitual en este parque eólico, y antes de la Almunia de Doña Godina paramos en un restaurante a tomarnos un buen desayuno y a llenar las motos de gasolina.
Los que me conocéis y habéis seguido mis crónicas, sabéis que no me gusta correr, odio las autopistas y el hacer alardes de la velocidad siempre me han parecido auténticas “fantasmadas”, pero estábamos a 300 kilómetros de Madrid, las previsiones eran muy malas a partir de las 12 del medio día y teníamos unas motos llenas de gasolina y con muchos caballos dentro del motor.
A las 12:00 estábamos llegando a nuestra casa, no muy satisfechos de la ruta del día, pero a salvo del temporal de agua y viento que a las pocas horas asoló el centro de España.

Todos los viajes terminan... en el salón de casa
Entre amigos
Los que leéis las crónicas de viajes y quedadas de este Foro estaréis un poco hartos de las alabanzas que se hacen al resumir un relato de cualquiera de estas actividades: más que una aventura motera aguerrida parece muchas veces la historia de un encuentro entre ángeles y querubines. Pero hasta que no pasas un montón de jornadas con esas personas que tienen tus mismas intenciones, que asumen formar parte de un grupo y que saben compartir alegrías y problemas con el resto, no te das cuenta de lo afortunados que somos los que podemos participar en uno de estos eventos.

Todos los integrantes del viaje: (de izq. a dech.) Óscar, Arturo, Susana, África, Diego, Romeu, Olga, Paco, Rafa, Mon, Jaume, Raquel, Pablo, Luisa y Mariano.
Stormbringer y Susana: imprescindibles es poco. Y Arturo, en vez de agriarse con los años (prebenda de los jubilatas) cada vez nos trata con más cariño y condescendencia… y mira que le hemos hecho perrerías como para mandarnos a barrer a Merzouga. Susana es la “Primera Dama” con autoridad reconocida; hasta que no la conoces no entiendes porqué siempre hablamos tan bien de ella.
Mamut: si Jaume te da miedo al tratar con él, estás en el camino correcto. Te puede “maltratar” con su ironía y sarcasmo sin que te des cuenta, pero cuando le conoces sabes perfectamente que es su manera de tratar a sus verdaderos amigos. Jaume, no cambies nunca, no te extingas como los mamuts y sigue con esa candidez infantil que hay detrás de tu primera capa.

Baba y Cheri: los que lleváis poco tiempo curioseando en este Foro no sabéis la importancia que han tenido Paco y Olga en la historia más brillante del Vstrom Club. Eso son galones ganados con mucho trabajo y esfuerzo pero, dejándolos de lado (aunque justo es reconocerlos), pocos son los que no se alegrarían de recibir sus abrazos cada vez que los vemos. El hilarante humor del ceutí y el cariño de Cheri están por encima del resto de sus méritos.

Jara: nuestro buen Romeu participó en la invención de las pilas Duracel. Es inagotable. Si necesitas la filosofía para definir a un motero con ADN lleno de octanos está en su interior. Pero por encima de su enorme experiencia, su amor por las motos y su carácter amable y tranquilo está el comportamiento que ha tenido dentro del grupo. Muchas gracias por tu compañía Romeu.

Autobusero: ¡ese Rafa! Cuando hablas con él, algo nada complicado por lo extrovertido de su persona, encuentras un tío activo, dinámico… hasta nervioso. Pero cuando arranca la moto se sabe comportar como un caballero, con templanza, dándote seguridad si lo ves por tu retrovisor ¿será porque vive y trabaja en la carretera? No puede faltar un “rafa” en uno de estos viajes, es imprescindible.

Mon_Madrid: ya hace años que nos conocemos, hemos hecho miles de kilómetros juntos, y cada vez nos alegramos más de tenerle cerca. Es un hombre tranquilo y cauto, capaz de integrarse en cualquier ambiente desde el primer minuto y responsable de que parásemos cada 90 minutos: ninguno se atrevía a decirlo, pero gracias a Mon hemos tenido una ruta mucho más relajada (las facturas de los radares se las pasaremos a Arturo).

Mariano y Luisa: ¿te has fijado el aspecto bonachón, cariñoso y simpático que tiene esta pareja? Pues no le des más vueltas, es lo que hay. Mariano nos cuida en todos los viajes, hasta el punto de que tendrá que explicarnos algún día dónde lleva todas esas galletas, caramelos, chocolatinas… que nos regala cuando todos estamos ya rotos por los kilómetros acumulados. Y Luisa merece un capítulo aparte: se ha ganado un aplauso, como todas las artilleras de estas grandes rutas, por saber integrarse con todos y estar dispuesta a compartir con los demás el más mínimo detalle del viaje. Ha sido un auténtico placer conocerte.

Último Mohicano: si existe un profesional de las “kedadas”, en general, este es Óscar. Pocas personas saben aprovechar desde el principio, hasta el final, todo lo que nos brinda uno de estos eventos. Cuando llevas 5 minutos a su lado (y ya hace años que nos conocemos) es como si fuera tu amigo de toda la vida… pero cuidado, no le intentes seguir el ritmo nocturno: para eso hay que ser algo más que un profesional.

Diego y África: hasta este viaje no os conocíamos, pero nos gustaría poder seguir contando con vosotros en muchas más ocasiones. La caballería de su K 1600 es tan grande como la humildad de Diego a la hora de integrarse en el grupo, de la camaradería demostrada en cada jornada y del buen humor que ha aportado en todas las sobremesas. África: imagino que el carné de “sufridora artillera” lo tenías hace tiempo, pero el tesón y arrojo que has demostrado acudiendo a este evento, cuando no estabas en tu mejor momento físico, lo dice todo de ti. Es bueno tener siempre personas así a nuestro lado.
