
Teníamos pendiente conocer Las Merindades, en Burgos, y pese a los avisos de lluvia y bajada de temperaturas, para allá que nos fuimos, como unos valientes

Primer destino: el desfiladero de Pancorbo.
Embalse de Sobrón, la carretera serpentea junto al Ebro. Una pasada.
De ahí, a la majestuosa Frías. ¡Qué calor!
(Nota: en estas fotos veréis que voy en vaquero, no es por descuido, siempre insisto en ir protegido. Yola lleva el de kevlar. Desde Enero vengo con problemas de ansiedad, he engordado y es el único pantalón que me vale

Muy cerquita está Tobera, con la ermita de Sta Ma de la Hoz y una cascada (en la foto, a la derecha. Allí parecía más grande

Volvemos a Frías y nos despedimos de su puente romano.
La cascada del peñón estaba atiborrada de bañistas, foto de rigor y a Trespaderne, al hostal Jose Luis, muy recomendable.
Al día siguiente desayunamos mirando un cielo nublado y amenazante. No llueve. Fue montarnos en la moto y empezar a llover, ley de murphy.
No pasa nada, mono de agua y a rodar.
Muy curioso el castillo de Cebolleros.
En Espinosa de los Monteros ya no llueve, pero a refrescado.
Llegamos al monumento de ojo guareña, uno de los destinos más esperados de esta ruta. Peeero….no quedaban entradas hasta por la tarde


Otro selfie en Puentedey.
Es época de girasoles.
Para ver la cascada de Tartalés de los montes, la cosa se pone divertida, cae un chirimiri, la carretera tiene dos metros de ancho, alguna curva de 180º, desnivel entre un 20 y 23 %…y el estómago vacío. Venga Alahurina, demuestra lo que vales! En primera y a 5.000 vueltas, la moto gritaba: ¡dame caña, que no suboooo!
Oña también es muy chulo, pero no encontramos donde comer a precio popular. Tampoco tuvimos éxito para entrar al monasterio, cerrado al mediodía y con una exposición de Auschwitch que nos echó para atrás.
Después de comer en Briviesca, llegamos al hostal en Burgos donde dejamos los bártulos y animados con la mejoría del tiempo, nos fuimos a ver monumentos y ahí las cosas se empezaron a torcer.
Nos costó encontrar un aparcamiento para motos, era como si nos dijeran que no debíamos estar allí. Aun así, lo conseguimos y empezamos a patear.
Sobre las 19 hs, subiendo al castillo, recibimos un wasap de un vecino, que había un incendio junto al pantano de San Juan, a unos 2 km de casa. La información que encontramos en internet era confusa. No me tranquilizó que el viento soplara en dirección contraria a nuestra casa.
Decidimos descansar un poco y volver cuanto antes, de madrugada. Imposible dormir, entre la cabeza que no paraba, el ruido de la tele de la habitación vecina y el colchón que se hundía en el centro, a las 4:30 estábamos en la moto con un fresquito típico burgalés de 7º. Y los bares cerrados, ¡mi reino por un café con leche caliente!
La guinda del pastel: cuando faltaban 10 km, habían cortado la carretera por el incendio. Rodeo por Robledo y Cebreros. No era el mejor día para disfrutar de una horita más de curvas.
A media mañana ya decían que estaba controlado, pero hasta que no dejé de ver y oír a los helicopteros (refrescando según ellos) no me quedé tranquilo.
En fin, que no nos aburrimos…