#1 cuento de cuarentena
Publicado: 17 Mar 2020 22:11
hola a tod@s hace mucho que no paso por aquí, pero con esto de la cuarentena y tal pues que vuelvo a tener tiempo parea escribir un cuento,así que como hice la ultima vez ,me gustaria colgarlo aquí para compartirlo con vosotros, para que os entretengais un poco y os olvideis como yo por un ratito del coronavirus, pues nada os culego la primera parte y espero que la disfruties y que la comenteis o critiqueis como os parezca, un saludo.
sulaco
El v8 del urus se detuvo con un ronquido grave, acaricie el volante de cuero y miré a mi acompañante, ella miraba al frente a través del cristal sucio por el polvo acumulado.
-creo que ya hemos llegado-dije mientras me desabrochaba el arnés de cinco puntos.
No dijo nada, su mirada seguía fija en las dos enormes hojas de acero de más de tres metros de altura que formaban una enorme puerta en mitad del puente en medio de la carretera.
Bajé del Lamborghini y estiré el cuerpo, al mirar hacia arriba y a pesar de que el sol me daba en los ojos casi de lleno pude apreciar varias siluetas de personas armadas apuntándome, les hice un gesto de saludo amistoso con las manos y esperé.
Me dio tiempo de sobra para fumarme el ultimo cigarrillo del paquete que me quedaba antes de que en medio de un estruendoso gemido de metal retorciéndose se abriera una de las hojas de la enorme puerta lo justo para que una persona cruzase por el hueco.
Para ese entonces Vera, mi acompañante también había bajado del coche y permanecía en pie junto a la puerta del Lambo.
A los pocos segundos estábamos frente a media docena de tíos y tías con cara de pocos amigos que nos encañonaban con fusiles de asalto.
- ¿esto es lo que llaman ciudad segura? -interrogué a nadie en particular.
Tras unos segundos de silencio una mujer de unos treinta y tantos de gesto serio respondía afirmativamente con un simple movimiento de cabeza.
Exhalé aliviado y sonreí.
- ¿aceptáis nuevos habitantes? -pregunté.
-eso depende...- dejo caer con tono irónico.
La miré a los ojos, pero no dije nada.
-debéis tener alguna habilidad que nos sea de utilidad, pasar el periodo de prueba y que se os acepte por votación del consejo de gobierno...no es sencillo, hay gente que no lo logra y la echamos sin miramientos- dijo taladrándome con la mirada.
-díselo a ella...-señalé a mi acompañante- yo no me voy a quedar.
Vera giró su cabeza y me miró con gesto de interrogación.
-un trato es un trato...-respondí encogiéndome de hombros.
**************
Mucho antes de aquello....
Ahora estoy seguro de que lo del coronavirus fue solo un ensayo, una simple forma de alguna mente retorcida de ver como se comportaba la humanidad ante una pandemia global de pacotilla como al final resultó ser el covid19.
Lo “guay” vino seis años y pico después, con la llegada del virus conocido popularmente como “dark eyes”, por la tonalidad negra de los ojos que presentaban los primeros infectados que aparecieron esta vez en estados unidos, no siempre iban a ser los pobres chinos los culpables de todo.
Este hijo de p*a no solo se contagiaba tan rápidamente como él otro, sino que su tasa de mortalidad inicial fue del cien por cien, una muerte horrible, por cierto, pero claro, estábamos preparados y la reacción de la comunidad científica fue sencillamente espectacular, en tan solo dos meses y tres semanas la primera vacuna se probó en humanos con unos resultados sorprendentes.
Digamos que detuvieron la muerte de los infectados, pero parece que a estos no les hizo mucha gracia del todo y se volvieron una especie de maniacos homicidas de hábitos nocturnos.
¿vampiros...? No exactamente, no bebían la sangre de los vivos, los despedazaban y se alimentaban de su carne, resultaba realmente perturbador ver el primer video subido a la red antes de que petara en el que se podía ver a uno de aquellos seres comiéndose a una enfermera y bebiendo una lata de Coca-Cola para pasar el bocado.
¿zombis...? Tampoco, estos mantenían en perfecto estado sus funciones cerebrales, se comunicaban, usaban herramientas...casi siempre para matar de manera más eficiente, conducían vehículos... en fin unos hijos de pu*a de primera, menos mal que solo actuaban de noche, ya sabes...Dios aprieta, pero no ahoga.
La luz del sol no los mataba, solo les jodia lo suficiente para mantenerlos ocultos e inmóviles durante el día, como una resaca de las gordas, y las gafas de sol no les servía de mucho, sus movimientos y reacciones eran mucho más torpes cuando se arriesgaban a usarlas y moverse durante el día.
Lo bueno, es que eran tan fáciles de matar como cualquier humano, nada de estacas en el corazón o tener que reventarles la cabeza, y que no contagiaban su mal a la gente que hincaban el diente haciendo crecer su número de forma exponencial, gracias a ello una pequeña parte de la población mundial seguimos vivos y que milagrosamente la pandemia desapareció tan rápidamente como llego equilibrando más o menos la balanza entre infectados y no.
Me parece estúpido volver a contaros como y que rápidamente esta vez sí, el mundo se fue a la pu*a mi*rda, si todos conocemos el cuento, mejor os digo como hemos hecho para apañárnoslas los pocos que seguimos en pie.
Los escasos recursos humanos y materiales se concentraron en pequeñas fabricas-fortaleza, cada una de ellas con un propósito especifico, que formaban parte de una comunidad más grande, algunas se dedicaban a generar electricidad en torno a una central nuclear o hidroeléctrica, otras eran ciudades refinerías de combustible, comunidades agrícolas que ser encargaban de cultivar los alimentos que consumíamos, fábricas de armas y munición...todas ellas enlazadas por tierra, mar y aire por el grupo único de transporte, que se encargaba de la logística entre comunidades a costa de grandes pérdidas humanas y materiales ya que eran el blanco principal de las hordas organizadas de infectados que también deseaban nuestra carne y recursos, pero sin dar palo al agua.
Y claramente como solo se dedicaban a jod*r, poco a poco nos estaban comiendo terreno logrando que nuestro sistema de comunidades siguiese en pie por puro milagro.
Creo que este es tan buen momento como otro cualquiera para presentarme, todo el mundo me llama Dj porque casi siempre me veras por ahí con unos auriculares de botón dentro de mis oídos oyendo todo tipo de música a un volumen poco recomendado por los escasos otorrinos que pueblan el planeta.
Lo hago porque me encanta la música, porque me gusta estar solo a mi bola, porque no quiero oír lo mal que van las cosas y porque mitiga muy bien el estallido de mi fusil de francotirador M40 A05 cuando lo disparo todas las noches en lo alto de la muralla, ya que ese es mi trabajo aquí, en la fortaleza Pegaso, donde hacen camiones y otros vehículos para el grupo único de transporte, detener los cada vez más frecuentes ataques nocturnos de los infectados y seguir vivo un día más.
1. una noche rara.
Salí del edificio donde ocupaba un pequeño cuarto a eso de las siete de la tarde, faltaban una hora escasa para mi turno de cena en el comedor común, tiempo de sobra para desmontar y engrasar a “killer Queen”, así llamaba cariñosamente a mi m40, un nombre tan estúpido como otro cualquiera, pero a mí me gustaba, deje de contar infectados abatidos a los mil y pico y de eso ya había pasado mucho tiempo, nunca me había fallado , me seguía manteniendo de una pieza y solo me pedía a cambio un poco de mantenimiento diario.
Mientras metía mano y lubricaba impúdicamente a “killer Queen” hice cuentas mentales de cuantos cargadores de diez cartuchos cada uno iba a necesitar esta noche, tal como se estaban poniendo las cosas últimamente no menos de treinta, esperaba que el inútil de pepe los tuviese listos en la armería cuando fuese a recogerlos después de cenar antes de subir a mi puesto en la muralla, de todos modos, le pediré que no pare de rellenar más por si acaso.
Cuando tuve listo de nuevo mi fusil ya era hora de cenar, o más bien de desayunar para los que como yo vivíamos de noche y mal dormíamos de día.
Tras ingerir una especie de hamburguesa reseca de carne desconocida y tragarme casi un litro de agua recogí el termo de café solo del mostrador que amablemente todas las noches me preparaba Luisa, nuestra cocinera. La lancé un par de piropos que como siempre acogió con una sonrisa traviesa y salí a la calle a encenderme el primer cigarrillo de la noche de camino a la armería.
*******************
La noche transcurría demasiado tranquila incluso para mi gusto, un par de pequeñas escaramuzas que resolvimos sin mayor problema que dejaron apenas doce cuerpos de infectados junto a la muralla, me empezaba a entrar el sueño, entonces pasaron tres cosas, cada cual más extraña, primero se empezó a levantar el aire, en ráfagas fuertes y heladoras, haciéndome estremecer de frio y de una rara sensación en el cuerpo, luego a lo lejos y contra todo pronóstico vi aparecer los focos de un vehículo, cosa totalmente prohibida por que como todo el mundo sabía, circular de noche solo atraía a las hordas de infectados y por ultimo y eso sí que me acojonó de veras, por mis auriculares comenzaron a sonar los back Street Boys , que los odio con toda mi alma y no sé cómo co*ones se habían colado en mi lista de reproducción de esta noche, y encima empecé a tararear como un idiota el estribillo,
“Tell me why...
Un escalofrió me recorrió todo el cuerpo...mientras seguía tarareando como un idiota vi que el vehículo que ya estaba próximo a nuestra muralla era un pequeño todoterreno semiblindado que usaban los del cuerpo de transportes como lanzadera para abrir sus rutas y prevenir posibles problemas de infectados o de obstáculos imprevistos en la carretera y que como era de esperar estaba atrayendo tras él a toda una horda de infectados, me dio tiempo justo para dar dos caladas a un cigarro y poner en repeat el “Tell me why” antes de que se desatara el infierno.
Mis compis de muralla y yo empezamos a abatir mierdosos antes de que el vehículo se detuviese con un gran frenazo frente a las puertas de la muralla, iban listos si pensaban que les íbamos a abrir las puertas con esa horda atacándonos, se dieron cuenta enseguida cuando sus pitidos incesantes no provocaron ninguna reacción en las puertas y se vieron rodeados de infectados.
Mi prioridad en estos momentos era cargarme a los más cercanos al todo terreno, a pesar de contar con un blindaje básico, no dudaba que aquellos seres fuesen capaces de acceder a su interior si les dábamos la mínima oportunidad, eran muy burros y no tenían nada que perder, su pellejo parecía importarles muy poco cuando se trataba de levarse carne fresca a la boca.
Los cargadores iban quedando vacíos y esparcidos a mis pies mientras seguía causando estragos en la horda, tras casi quince minutos de pura carnicería parecieron darse cuenta de que la posible cena les estaba saliendo demasiado cara y se retiraron a y escondieron entre el paisaje a salvo de nuestros cartuchos, aproveché para respirar con normalidad y hacer recuento de munición, siete cargadores incluido el que acababa de insertar en el fusil, algo justo, por si acaso, empecé a gritar as quien pudiera oírme y hacerme caso que necesitaba munición.
Desde la muralla arrojaron cuerdas para tratar de rescatar a los ocupantes del todoterreno que bajaron del mismo nada más verlas, eran cuatro tres tíos y una tía, por lo que veía por la mira nocturna no debía de estar nada mal por la manera que el pantalón del uniforme marcaba las formas de su trasero, sonreí un segundo antes de percatarme de que nuestros molestos invitados volvían a la carga.
Fue un ataque kamikaze, los pobres infelices de allí abajo lo iban a tener muy jod*d* para salvar el culo, me concentré en tratar de salvar precisamente ese bonito trasero que acababa de descubrir, esa sería mi misión de hoy, así que empecé a destrozar a balazos a cualquier mierdoso que tratase de acercársele, los de abajo también se defendían a tiros, pero su puntería no era tan certera y debían andar hacia atrás al mismo tiempo hacia las cuerdas que serían su única salvación.
Los dos primeros fueron izados a fuerza de puro músculo por la gente de la fábrica que se había acercado a la muralla alertados por la batalla que se estaba desarrollando a sus pies, ya solo quedaban bonito trasero y otro tipo junto a la muralla, prácticamente rodeados de infectados, que apenas se aventuraban a acercarse debido a la férrea disciplina de fuego que manteníamos los francotiradores desde aquí arriba, aun así, era cuestión de minutos que se los merendaran, las cuerdas volvieron a descender, y los de abajo dejaron de defenderse y se agarraron a ellas, momento que aprovecharon los infectados para lanzar un último y desesperado ataque.
Apenas podíamos mantenerlos a un metro de los supervivientes, mientras no dejaba de disparar y tararear esa estúpida canción empecé a rogar a Dios que permitiera que lo lograran.
Pareció escucharme ya que segundos después empezaron a izarlos del suelo, en un desesperado intento por procurarse una cena rápida un par de aquellos seres saltaron de entre la horda y se colgaron de las piernas de bonito trasero mientras desgarraban su ropa y su carne, a pesar de la música pude oír sus gritos de dolor y pánico, pero mi pulso no tembló y de sendos disparos casi sin intervalo entre ellos los envié primero al suelo y después de vuelta con el creador, entonces por unos segundos deje de disparar y me limité a mirar como bonito trasero era alzada hasta mi altura y era rápidamente atendida de las heridas en sus piernas, mucho más relajado me permití encender un cigarrillo antes de volver a la faena y seguir protegiendo la muralla de los cada vez más tibios ataques de los infectados, esta noche se habían llevado una buen, si señor, buen trabajo.
Pocos minutos después bonito trasero pasó a mi lado en camilla, la miré un par de segundos entre disparos sin dejar de tararear el “Tell me why” y su cara pasó de dolor a sorpresa cuando la guiñé un ojo al pasar.
sulaco
El v8 del urus se detuvo con un ronquido grave, acaricie el volante de cuero y miré a mi acompañante, ella miraba al frente a través del cristal sucio por el polvo acumulado.
-creo que ya hemos llegado-dije mientras me desabrochaba el arnés de cinco puntos.
No dijo nada, su mirada seguía fija en las dos enormes hojas de acero de más de tres metros de altura que formaban una enorme puerta en mitad del puente en medio de la carretera.
Bajé del Lamborghini y estiré el cuerpo, al mirar hacia arriba y a pesar de que el sol me daba en los ojos casi de lleno pude apreciar varias siluetas de personas armadas apuntándome, les hice un gesto de saludo amistoso con las manos y esperé.
Me dio tiempo de sobra para fumarme el ultimo cigarrillo del paquete que me quedaba antes de que en medio de un estruendoso gemido de metal retorciéndose se abriera una de las hojas de la enorme puerta lo justo para que una persona cruzase por el hueco.
Para ese entonces Vera, mi acompañante también había bajado del coche y permanecía en pie junto a la puerta del Lambo.
A los pocos segundos estábamos frente a media docena de tíos y tías con cara de pocos amigos que nos encañonaban con fusiles de asalto.
- ¿esto es lo que llaman ciudad segura? -interrogué a nadie en particular.
Tras unos segundos de silencio una mujer de unos treinta y tantos de gesto serio respondía afirmativamente con un simple movimiento de cabeza.
Exhalé aliviado y sonreí.
- ¿aceptáis nuevos habitantes? -pregunté.
-eso depende...- dejo caer con tono irónico.
La miré a los ojos, pero no dije nada.
-debéis tener alguna habilidad que nos sea de utilidad, pasar el periodo de prueba y que se os acepte por votación del consejo de gobierno...no es sencillo, hay gente que no lo logra y la echamos sin miramientos- dijo taladrándome con la mirada.
-díselo a ella...-señalé a mi acompañante- yo no me voy a quedar.
Vera giró su cabeza y me miró con gesto de interrogación.
-un trato es un trato...-respondí encogiéndome de hombros.
**************
Mucho antes de aquello....
Ahora estoy seguro de que lo del coronavirus fue solo un ensayo, una simple forma de alguna mente retorcida de ver como se comportaba la humanidad ante una pandemia global de pacotilla como al final resultó ser el covid19.
Lo “guay” vino seis años y pico después, con la llegada del virus conocido popularmente como “dark eyes”, por la tonalidad negra de los ojos que presentaban los primeros infectados que aparecieron esta vez en estados unidos, no siempre iban a ser los pobres chinos los culpables de todo.
Este hijo de p*a no solo se contagiaba tan rápidamente como él otro, sino que su tasa de mortalidad inicial fue del cien por cien, una muerte horrible, por cierto, pero claro, estábamos preparados y la reacción de la comunidad científica fue sencillamente espectacular, en tan solo dos meses y tres semanas la primera vacuna se probó en humanos con unos resultados sorprendentes.
Digamos que detuvieron la muerte de los infectados, pero parece que a estos no les hizo mucha gracia del todo y se volvieron una especie de maniacos homicidas de hábitos nocturnos.
¿vampiros...? No exactamente, no bebían la sangre de los vivos, los despedazaban y se alimentaban de su carne, resultaba realmente perturbador ver el primer video subido a la red antes de que petara en el que se podía ver a uno de aquellos seres comiéndose a una enfermera y bebiendo una lata de Coca-Cola para pasar el bocado.
¿zombis...? Tampoco, estos mantenían en perfecto estado sus funciones cerebrales, se comunicaban, usaban herramientas...casi siempre para matar de manera más eficiente, conducían vehículos... en fin unos hijos de pu*a de primera, menos mal que solo actuaban de noche, ya sabes...Dios aprieta, pero no ahoga.
La luz del sol no los mataba, solo les jodia lo suficiente para mantenerlos ocultos e inmóviles durante el día, como una resaca de las gordas, y las gafas de sol no les servía de mucho, sus movimientos y reacciones eran mucho más torpes cuando se arriesgaban a usarlas y moverse durante el día.
Lo bueno, es que eran tan fáciles de matar como cualquier humano, nada de estacas en el corazón o tener que reventarles la cabeza, y que no contagiaban su mal a la gente que hincaban el diente haciendo crecer su número de forma exponencial, gracias a ello una pequeña parte de la población mundial seguimos vivos y que milagrosamente la pandemia desapareció tan rápidamente como llego equilibrando más o menos la balanza entre infectados y no.
Me parece estúpido volver a contaros como y que rápidamente esta vez sí, el mundo se fue a la pu*a mi*rda, si todos conocemos el cuento, mejor os digo como hemos hecho para apañárnoslas los pocos que seguimos en pie.
Los escasos recursos humanos y materiales se concentraron en pequeñas fabricas-fortaleza, cada una de ellas con un propósito especifico, que formaban parte de una comunidad más grande, algunas se dedicaban a generar electricidad en torno a una central nuclear o hidroeléctrica, otras eran ciudades refinerías de combustible, comunidades agrícolas que ser encargaban de cultivar los alimentos que consumíamos, fábricas de armas y munición...todas ellas enlazadas por tierra, mar y aire por el grupo único de transporte, que se encargaba de la logística entre comunidades a costa de grandes pérdidas humanas y materiales ya que eran el blanco principal de las hordas organizadas de infectados que también deseaban nuestra carne y recursos, pero sin dar palo al agua.
Y claramente como solo se dedicaban a jod*r, poco a poco nos estaban comiendo terreno logrando que nuestro sistema de comunidades siguiese en pie por puro milagro.
Creo que este es tan buen momento como otro cualquiera para presentarme, todo el mundo me llama Dj porque casi siempre me veras por ahí con unos auriculares de botón dentro de mis oídos oyendo todo tipo de música a un volumen poco recomendado por los escasos otorrinos que pueblan el planeta.
Lo hago porque me encanta la música, porque me gusta estar solo a mi bola, porque no quiero oír lo mal que van las cosas y porque mitiga muy bien el estallido de mi fusil de francotirador M40 A05 cuando lo disparo todas las noches en lo alto de la muralla, ya que ese es mi trabajo aquí, en la fortaleza Pegaso, donde hacen camiones y otros vehículos para el grupo único de transporte, detener los cada vez más frecuentes ataques nocturnos de los infectados y seguir vivo un día más.
1. una noche rara.
Salí del edificio donde ocupaba un pequeño cuarto a eso de las siete de la tarde, faltaban una hora escasa para mi turno de cena en el comedor común, tiempo de sobra para desmontar y engrasar a “killer Queen”, así llamaba cariñosamente a mi m40, un nombre tan estúpido como otro cualquiera, pero a mí me gustaba, deje de contar infectados abatidos a los mil y pico y de eso ya había pasado mucho tiempo, nunca me había fallado , me seguía manteniendo de una pieza y solo me pedía a cambio un poco de mantenimiento diario.
Mientras metía mano y lubricaba impúdicamente a “killer Queen” hice cuentas mentales de cuantos cargadores de diez cartuchos cada uno iba a necesitar esta noche, tal como se estaban poniendo las cosas últimamente no menos de treinta, esperaba que el inútil de pepe los tuviese listos en la armería cuando fuese a recogerlos después de cenar antes de subir a mi puesto en la muralla, de todos modos, le pediré que no pare de rellenar más por si acaso.
Cuando tuve listo de nuevo mi fusil ya era hora de cenar, o más bien de desayunar para los que como yo vivíamos de noche y mal dormíamos de día.
Tras ingerir una especie de hamburguesa reseca de carne desconocida y tragarme casi un litro de agua recogí el termo de café solo del mostrador que amablemente todas las noches me preparaba Luisa, nuestra cocinera. La lancé un par de piropos que como siempre acogió con una sonrisa traviesa y salí a la calle a encenderme el primer cigarrillo de la noche de camino a la armería.
*******************
La noche transcurría demasiado tranquila incluso para mi gusto, un par de pequeñas escaramuzas que resolvimos sin mayor problema que dejaron apenas doce cuerpos de infectados junto a la muralla, me empezaba a entrar el sueño, entonces pasaron tres cosas, cada cual más extraña, primero se empezó a levantar el aire, en ráfagas fuertes y heladoras, haciéndome estremecer de frio y de una rara sensación en el cuerpo, luego a lo lejos y contra todo pronóstico vi aparecer los focos de un vehículo, cosa totalmente prohibida por que como todo el mundo sabía, circular de noche solo atraía a las hordas de infectados y por ultimo y eso sí que me acojonó de veras, por mis auriculares comenzaron a sonar los back Street Boys , que los odio con toda mi alma y no sé cómo co*ones se habían colado en mi lista de reproducción de esta noche, y encima empecé a tararear como un idiota el estribillo,
“Tell me why...
Un escalofrió me recorrió todo el cuerpo...mientras seguía tarareando como un idiota vi que el vehículo que ya estaba próximo a nuestra muralla era un pequeño todoterreno semiblindado que usaban los del cuerpo de transportes como lanzadera para abrir sus rutas y prevenir posibles problemas de infectados o de obstáculos imprevistos en la carretera y que como era de esperar estaba atrayendo tras él a toda una horda de infectados, me dio tiempo justo para dar dos caladas a un cigarro y poner en repeat el “Tell me why” antes de que se desatara el infierno.
Mis compis de muralla y yo empezamos a abatir mierdosos antes de que el vehículo se detuviese con un gran frenazo frente a las puertas de la muralla, iban listos si pensaban que les íbamos a abrir las puertas con esa horda atacándonos, se dieron cuenta enseguida cuando sus pitidos incesantes no provocaron ninguna reacción en las puertas y se vieron rodeados de infectados.
Mi prioridad en estos momentos era cargarme a los más cercanos al todo terreno, a pesar de contar con un blindaje básico, no dudaba que aquellos seres fuesen capaces de acceder a su interior si les dábamos la mínima oportunidad, eran muy burros y no tenían nada que perder, su pellejo parecía importarles muy poco cuando se trataba de levarse carne fresca a la boca.
Los cargadores iban quedando vacíos y esparcidos a mis pies mientras seguía causando estragos en la horda, tras casi quince minutos de pura carnicería parecieron darse cuenta de que la posible cena les estaba saliendo demasiado cara y se retiraron a y escondieron entre el paisaje a salvo de nuestros cartuchos, aproveché para respirar con normalidad y hacer recuento de munición, siete cargadores incluido el que acababa de insertar en el fusil, algo justo, por si acaso, empecé a gritar as quien pudiera oírme y hacerme caso que necesitaba munición.
Desde la muralla arrojaron cuerdas para tratar de rescatar a los ocupantes del todoterreno que bajaron del mismo nada más verlas, eran cuatro tres tíos y una tía, por lo que veía por la mira nocturna no debía de estar nada mal por la manera que el pantalón del uniforme marcaba las formas de su trasero, sonreí un segundo antes de percatarme de que nuestros molestos invitados volvían a la carga.
Fue un ataque kamikaze, los pobres infelices de allí abajo lo iban a tener muy jod*d* para salvar el culo, me concentré en tratar de salvar precisamente ese bonito trasero que acababa de descubrir, esa sería mi misión de hoy, así que empecé a destrozar a balazos a cualquier mierdoso que tratase de acercársele, los de abajo también se defendían a tiros, pero su puntería no era tan certera y debían andar hacia atrás al mismo tiempo hacia las cuerdas que serían su única salvación.
Los dos primeros fueron izados a fuerza de puro músculo por la gente de la fábrica que se había acercado a la muralla alertados por la batalla que se estaba desarrollando a sus pies, ya solo quedaban bonito trasero y otro tipo junto a la muralla, prácticamente rodeados de infectados, que apenas se aventuraban a acercarse debido a la férrea disciplina de fuego que manteníamos los francotiradores desde aquí arriba, aun así, era cuestión de minutos que se los merendaran, las cuerdas volvieron a descender, y los de abajo dejaron de defenderse y se agarraron a ellas, momento que aprovecharon los infectados para lanzar un último y desesperado ataque.
Apenas podíamos mantenerlos a un metro de los supervivientes, mientras no dejaba de disparar y tararear esa estúpida canción empecé a rogar a Dios que permitiera que lo lograran.
Pareció escucharme ya que segundos después empezaron a izarlos del suelo, en un desesperado intento por procurarse una cena rápida un par de aquellos seres saltaron de entre la horda y se colgaron de las piernas de bonito trasero mientras desgarraban su ropa y su carne, a pesar de la música pude oír sus gritos de dolor y pánico, pero mi pulso no tembló y de sendos disparos casi sin intervalo entre ellos los envié primero al suelo y después de vuelta con el creador, entonces por unos segundos deje de disparar y me limité a mirar como bonito trasero era alzada hasta mi altura y era rápidamente atendida de las heridas en sus piernas, mucho más relajado me permití encender un cigarrillo antes de volver a la faena y seguir protegiendo la muralla de los cada vez más tibios ataques de los infectados, esta noche se habían llevado una buen, si señor, buen trabajo.
Pocos minutos después bonito trasero pasó a mi lado en camilla, la miré un par de segundos entre disparos sin dejar de tararear el “Tell me why” y su cara pasó de dolor a sorpresa cuando la guiñé un ojo al pasar.