PRAGA - JUNIO 2011 - 2º parte

Crónicas de nuestros viajes, rutas y aventuras, que merecen ser contadas.

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elnevado
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#1 PRAGA - JUNIO 2011 - 2º parte

Mensaje por elnevado »

Y seguimos la ruta volviendo a cruzar la frontera de Austria

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Por supuesto, entre la visita a Ljubljana, la lluvia que nos retraso 1 hora y el atasco de Bratislava, llegamos mas tarde de las 10 de la noche, por lo que el hotel que teníamos pensado, ya estaba cerrado. Le puse al gps que nos buscara otro hotel y también estaban cerrados.

Pero tuvimos suerte y en uno de ellos, aun estaba el recepcionista y nos dio habitación. Muy cara, por cierto, algo mas de 100 €, y eso que era de 2 estrellas, pero mas bien parecía "estrellao". Me recordó a un hotel en Marruecos y que ahora no recuerdo bien donde estaba o cómo se llamaba, donde mi amigo Roldan hizo una foto en la que ponía, que el hotel era de 4 estrellas, pero que también estaba "estrellao".

Pues bien, subimos a la habitación, nos arreglamos para salir a cenar y vimos que en recepción no había nadie para preguntar cómo entrar después de salir del hotel a esas horas. Por mas que llamamos, nadie aparecía. Ni timbre del mostrador, ni interfono de la calle, ni nada de nada. Y no habíamos cenado.

Empezamos a darle vueltas al asunto para ver cómo lo solucionamos. Podíamos salir por la puerta que entramos, pero no teníamos llave para entrar si se cerraba la puerta. El garaje estaba en el patio, y pasaba mas de lo mismo, o sea, podríamos abrir la puerta del garaje desde dentro, pero cuando se cerraba, era imposible tocar el pulsador para volver a abrir la puerta y entrar. Podría haberlo hecho, pero era saltando la puerta, que aunque era alta, se podría hacer con alguna que otra habilidad malabaristica de los circos. Pero Margari me dijo que de eso nada.

Así que salí yo solo para traer algo para cenar en algún bar por el barrio de la cuidad, mientras que Margari me esperaba en el hotel para abrirme la puerta. Creerme, eran las 11 de la noche y con una temperatura muy agradable para pasear o estar sentados en un velador, pero no había nadie por las calles, absolutamente casi nadie. Parecían calles fantasmas.

Recordé que al buscar el hotel, muy cerca había una pizzería y hacia allí me fui,. Pero cuando llegue, vi que estaban cerrando la puerta y que se marchaban. Seguí mas adelante y vi una especie de bar abierto. Bueno, solo vi las luces y me acerque. Estaba abierto y parecía que era un bar de estilo mejicano. Había gente sentada en una mesa por dentro y eso me alivio porque estaba abierto y con gente. Pero cuando me acerqué y los vi bien, resulta que eran los camareros que se estaban tomando una cerveza después de la jornada. Iba a echarle cara y decirle mi situación, pero vi que la cocina estaba mas limpia que los chorros de oro y que por supuesto me iban a decir que no. Ya que si algo habíamos aprendido, era lo fríos y serios que son y que no se casan con nadie.

Así que pase del tema, y resignado, regrese al hotel. Margari me abrió la puerta, le comente lo que había visto, y nos fuimos a la habitación a cenar lo único que teníamos, o sea, 2 manzanas.

Aquí me acorde de mi amigo Juan Ramón, que me dice hasta la saciedad, que debo cuidarme y cenar poco, como hace él, que la mayoría de las veces, tan solo cena un yogurt, y mira que delgadito esta, que el tio tiene que pasar 2 veces y hablar al mismo tiempo para que lo veamos y sepamos que esta al lado nuestro y no es una farola con 2 ojos.

Ya en la habitación, echábamos pestes de Viena, de la ciudad, de la gente y de la mi*rda de costumbre de dejar a la gente sola en el hotel. Y pensábamos, qué pasaría si un cliente extranjero, sin hablar el idioma le pasa algo, como ponerse malo o quedarse atascado en el ascensor?. A quien llama?, a que numero llama?, quien le va entender?, cómo se hace entender si esta malo, nervioso o atacado por la situación?, ya que es hablando en español y nos cuesta trabajo, no te digo nada si es en otro idioma.

Total, que amargados por lo que nos había pasado, olvidamos el tema y dormimos como pudimos. Por cierto, el hotel parecía la mansión de los Plaff, vieja que te cagas y con mas pasillos que la peli del laberinto del Fauno. Margari durmió sobre el edredón, ya que vio que la sabana era de color gris, pero decía que no, que era así por lo sucia que estaba y que le daba asco. Vamos un desastre de hotel que no se lo recomiendo a nadie por muy desesperado que éste como nosotros porque no encuentra hotel después de las 10 de la noche.

A la mañana siguiente cuando fuimos a desayunar, era evidente el desanimo que teníamos y se nos notaba.

Pero para que veáis como son las cosas, y que todo tiene un destino y un porqué.

Cuando entramos en el salón del hotel a desayunar, hablando en español, pues una pareja de Chile que había allí desayunando, nos escucho hablar en español y nos dijeron que les alegraba mucho escuchar hablar en español.

Hicimos las presentaciones, o sea, de donde éramos, de donde veníamos, hacia donde íbamos...., y de paso les comentamos lo que nos paso la noche anterior y que no entendíamos la costumbre de dejar la recepción del hotel a las 10, que la poca experiencia que habíamos tenido de Viena, no era buena, a pesar de saber que era una de las ciudades mas bonitas de Europa. Ella, sobretodo, nos escucho hablar en español desde el patio, la noche anterior, cuando pretendíamos salir a cenar y se asomo por la ventana de su habitación para ver quien era, pero que no dijo nada porque no entendía lo que nos pasaba.

Cuando se lo explicamos todo y que por culpa de esa costumbre nos quedamos sin cenar y que nos llevábamos un mal sabor de Viena, nos dijo que con la llave de la habitación debería estar otra llave, la de la puerta de entrada al hotel, y nos enseño la suya. Nosotros le enseñamos nuestras llaves y vio que faltaba esa.

Y es que el huevon del recepcionista no se dio cuenta de que faltaba. No quisimos montar el follon con el tio a la mañana siguiente, primero porque no estaba él, y segundo que hablando en alemán, no nos íbamos a entender. Que pasábamos del tema y seguíamos el camino aprendiendo la lección para otra vez.

Entonces ellos nos contaron sus problemas. Llevaban 30 años en Viena, estaban jubilados y estaban allí en el hotel porque una vecina que había puesto una calefacción nueva, y se le había filtrado por las paredes un producto químico y estaban reparando el daño de su piso, y la aseguradora les pagaba la estancia en ese hotel hasta que se arreglara todo. Por cierto, su habitación, no tenia nada que ver con la nuestra.

Hasta ahí bien. Ellos desayunaron y se fueron antes. Pero al rato la mujer vino y nos dijo que había hablado con la dueña de nuestro problema, en alemán, claro, y vino a decirnos que la dueña sentía mucho lo ocurrido y que podíamos coger toda la comida que quisiéramos. !A buenas horas, mangas verdes !, pero al menos se preocupo la dueña.

Por supuesto le di las gracias a la mujer, que se llama Carmen, y observe algo curioso, sus ojos se llenaron de lágrimas y no sabía el porqué. Le dije que qué le pasaba, que porque se emocionaba de esa manera, y me dijo que allí las gentes eran muy frías, y nosotros le dábamos "calor" con nuestra forma de expresarnos, con nuestra forma de ser, tan sencilla, acogedora, amigable y abierta.

Le di un tierno beso en la frente y le dije que no se preocupara por eso, que en España, en Sevilla, casi todos éramos así. Y que si ellos pudieran, ya que estaban jubilados, que se fueran a vivir a Sevilla y verían la vida de otro color. Me dijo que no podía porque sus hijos vivían allí en Viena. La mujer y su marido se ofrecieron con su coche a enseñarnos Viena, y por desgracia, tuvimos que decirles que no podíamos, que teníamos que seguir la ruta, aunque nuestro gusto era irnos con ellos. Más lagrimas sobre sus ojos.

Preparando la moto en el patio del hotel, para marcharnos, la mujer se asomo por la ventana de su habitación y nos tiro un papelito y que resulto ser una tarjeta de visita, diciéndonos que cuando volvamos a pasar otra vez por Viena, que los llamáramos y que estarían encantados de volver a estar juntos y enseñarnos la cuidad.

Ahora el que tenia lagrimas por los ojos éramos nosotros. Aquella mujer nos había tocado el corazón, con su bondad y su sinceridad.

Y cómo no podía ser menos, cuando salimos ya de la habitación para irnos, fuimos a la suya y le dimos en un papel nuestros datos por si algún día pasaban por Sevilla. Entonces, su marido nos dijo que hace tiempo que ellos estuvieron en Sevilla con unos amigos y que estuvieron buscando, desesperadamente, la plaza de Doña Elvira sin poder encontrarla. Y que la quería encontrar porque su madre, desde pequeño le cantaba la canción de Doña Elvira, y él quería estar en esa plaza y cantar a su madre, ya fallecida, la misma canción que le cantaba a él.

Me pregunto si dicha plaza existía, y por supuesto le dije que si y que sabia donde estaba exactamente. Y aproveche el momento para decirle, ya tienes una "excusa" para ir a Sevilla, que nosotros te enseñaremos la Sevilla mágica y oculta, la que solo conocemos los sevillanos y que los extranjeros ni saben que existe. Más lagrimas en los ojos de la mujer. Le di un tierno abrazo y un beso en la frente diciéndole que nos se preocupara.

Y nos tuvimos que marchar. Ya en el patio, y saliendo con la moto, vimos como la mujer y el hombre, en la ventana de su habitación, agitaban la mano diciéndonos adiós y que tuviéramos mucho cuidado con la moto, hasta que al doblar la esquina, nos dejamos de ver.

Pues bien, lo que decía antes, de cómo son las cosas y que todo tiene un porqué.

Estábamos amargados por el "recibimiento" de Viena, pero unas buenas gentes, nos hicieron cambiar de opinión. No vimos la cuidad, pero vimos y nos llevamos algo mejor, el corazón de Carmen y Antonio.

Seguimos ruta hacia Praga, pero con una etapa en Brno, que por cierto, no sabia como pronunciarlo y uno de allí, me dijo que se decía "Bruno". Al igual que la palabreja de la cuidad de Ljubljana, que se pronuncia "Liubliana".



El día era bueno para la moto. Hacia sol, pero nada de calor. La carretera era buena y con 2 carriles en cada sentido. El paisaje había cambiado y aunque era bonito, nada tenia que ver con Slovenia.





En Brno, hicimos una parada y vimos el centro de la cuidad. Había tiendas y cosas curiosas. La mayoría encaminada al turismo. Lo que me llamo la atención fue ver un restaurante cubano en el mismo centro del casco antiguo. Os digo esto, porque en cada cuidad que hemos estado, tenia que buscar una pegatina para la moto de que habíamos estado allí. Y claro, en el idioma checo, no tenia ni puñetera idea de cómo se decía, para que me entendieran.

Así que entré en el restaurante cubano, creyendo que habría alguien que hablara español. Pues bien, el camarero era checo. Así que en ingles le dije que si había alguien que hablara español y me dijo que esperase un momento y volvió con la dueña, que era cubana. Le dije mi problema y ella me lo soluciono. Entonces me dijo que de donde venia. Cuando le dije que de Sevilla y al verme con las ropas y botas de moto, me dijo, en moto?. Cuando le dije que si, se echo las manos a la cabeza, al tiempo que decía que teníamos mucho valor y que a ella también le gustaría hacer lo mismo.

La verdad es que esta situación la vivíamos cada vez que parábamos. Se acercaban a la moto a verla y veían las pegatinas por donde habíamos pasado y de donde veníamos. Lo que note, es que por donde pasábamos íbamos despertando ilusiones y los hacíamos soñar despiertos, de que ellos también querían vivir esa aventura. Hasta nos dijeron que la disfrutáramos a tope en su nombre, ya que ellos no la podían hacer.



Bueno, llegamos a Praga. Ya de lejos, al entrar a la cuidad, ya se podía adivinar, por lo que veíamos, que era una cuidad distinta y encantadora. Y no nos equivocamos.



Buscamos el hotel con el gps. Nos llevo a una calle, cerca del centro, que cuando la vimos, nos dijimos: " Y esto qué coñ* es?".

Era una calle cortita y que seguía a otra calle muy estrecha en la que no podían pasar los coches. A los laterales, había como 2 pub's de música, pero muy lúgubres, haciendo juego con la calle, que era mas lúgubre todavía. Pensé que la habíamos cagado con ese hotel, y eso que las críticas en internet eran buenas, y a punto estuvimos de buscar otro. Pero ya que estábamos allí, pues lo vemos, y si no gusta, aire y a buscar otro.



La chica de recepción nos abrió la puerta y entramos. Lo que vi al entrar, no me gusto nada. Un pasillo de una casa grande y antigua, que terminaba en unas escaleras que parecía no tener fin. Y nosotros, cuando veíamos escaleras y no había ascensor, y teniendo que subir las bolsas, con lo cansados que estábamos, nos echaba un poco atrás. Subí yo solo sin bolsas a ver el panorama, quedándose Margari en la moto. Y lo que vi, me encanto. Las habitaciones, no tenían nada que ver ni con la calle ni con la fachada del hotel. Una delicia de habitación, grande, espaciosa y con 4 ventanas.



Por cierto, tengo que deciros que en todos los hoteles donde hemos estado, no hay o no saben que coñ* son las persianas. O sea, que cuando amanece, allá sobre las 6 de la mañana, entra tanta luz en la habitación, que por co*ones, te desvelas y te despiertas. Tan solo tienen unas cortinas, que unas veces son tupidas, y se agradece porque no dejan entrar tanta luz, y otras son simples visillos de mi*rda.

Al ver, las 4 ventanas, no me preocupo mucho, porque ya casi estábamos acostumbrados. Así que no lo dude y cogi la habitación.

Nos arreglamos y fuimos a ver cómo era Praga de noche. Bien, ahora cómo explico lo que vimos?. Voy a intentar ser exacto, según fui viendo.

La calle y sus alrededores, me refiero al centro de la cuidad, el casco histórico, donde nos alojábamos, era cutre, viejo y no decía mucho en su favor. Pensábamos que era otra cuidad mas, sin apenas encanto, salvo lo que dicen de ella en Internet, pero que había que verlo con nuestros propios ojos y saber qué había de verdad y qué de mentira.

Cuando fui a aparcar la moto en el garaje que me indico la chica del hotel, vi a lo lejos, encima de una montaña, una especia de metrónomo gigante que te cagas. Al principio, cuando lo vi, tuve que echar mano del ordenador que llevo en la cabeza para tratar de averiguar, qué coñ* era aquello tan grande, dando giros a izquierda y derecha, y que me sonaba la imagen, pero no era capaz de averiguar que coñ* era. Hasta que apareció la imagen en mi cabeza y vi que era un metrónomo gigante que te cagas.


Pues tios, había un cacharro de esos, encima de la montaña y la aguja era gigante. Yo no soy muy buen ojeador, pero diría que la aguja podría medir 15 metros o mas. Era una pasada ver aquello de un lado a otro, sin hacer ruido, claro.

Al lado había un castillo o catedral, taco de guapo, al que por desgracia no pudimos visitar, pero que queda en reserva para otro viaje.

Cuando salí del garaje, justo al terminar la rampa, había un edificio grandísimo, de forma cuadrada y con filigranas en su fachada, taco de guapas. Recordaba a los edificios de estilo ruso, bien decorados en sus fachadas.

Cuando gire la esquina del edificio, vi a un montón de “pingüinos” todos fumando en la puerta. Y me di cuenta qué coñ* era aquel edifico tan guapo. Los “pingüinos” eran tios que estaban vestidos con traje de smoking, porque eran los músicos que iban a tocar dentro del edificio.

Y es que el edificio era la sala de conciertos de la cuidad. Al girar la otra esquina vi un montón de gente, pero un montón que te cagas, todos esperando a que fuera la hora para entrar. Vi el cartel de quien dirigía la orquesta y de lo que iban a interpretar. El director no me sonaba de nada, pero la música que iban a tocar, que ahora no me acuerdo bien de los temas, hubiera sido una pasada escucharla en directo y no en el cd del ordenador y que no suena igual. Lo digo porque en otras ciudades hemos escuchado a músicos de la calle, y no veas cómo suena en directo la música que siempre hemos escuchado el ordenador. No tiene nada que ver, vamos, una pasada.

Bueno, salimos a cenar por Praga. Mientras paseábamos por ahí, los monumentos tenían una iluminación que le daban un aire espectacular y único. Era una pasada verlos con esa majestuosidad y la iluminación que le daban. Pero no solo a los monumentos, sino a fachadas de edificios. Parecíamos 2 niños chicos deslumbrados por las luces. Jamás en mi vida vi algo tan bonito. Hasta llegue a pensar que era mucho más bonita que Sevilla.

Por cierto, eran ya mas de las 11 de la noche y todavía había un montón de gente por las calles, las tiendas abiertas y los restaurantes casi a tope. Nada que ver con las ciudades que habíamos visto hasta ahora, que a las 10, ya no había gente por las calles y todo estaba cerrado.

Una cosa que me llamo la atención, es que era un poquito mas barato que en España. Y viendo todo lo caro que hasta el momento habíamos visto, Praga es una gozada tanto para comprar como para comer.

En la plaza mas principal, hay una torre con un reloj, que según la guía que llevábamos, no marcaba las horas, para eso ya había otro reloj un poco mas arriba, sino que marcaba la rotación de la Tierra, las estrellas y los signos del zodiaco.

El reloj era guapísimo y digno de ver, con las esferas azules y doradas. A los lados, hay unas columnas con unas figuras, al parecer de santos o vete a saber quienes son, y en una de ellas una canina. Bueno, pues según la guía que llevábamos de la cuidad, decía que a las horas en punto, las figuras, que eran estáticas, recobraban movimiento al compás de las campanadas, a la vez que por unas ventanas aparecían varias figuras de apóstoles en movimiento.

Pues bien, para las campanadas de medianoche, o sea, a las 12 en punto, allí estábamos debajo del reloj para ver el movimiento de las figuras de las columnas y los apóstoles. Bueno, estábamos nosotros y unos 50 ó 60 turistas más. Pues nos quedamos todos con cara de tontos, porque dejaron de sonar las campanadas y aun seguíamos mirando a las figuritas para ver si se movían. Las miradas de todos y el silencio en la plaza era tal que se podía cortar. Parecía que estaba pasando el Gran Poder. Me tuve que morder la lengua, porque lo que se me pasaba por la cabeza, al ver aquel silencio y todos expectantes a ver si ocurría algo, era decir en voz alta señalando con el dedo:

!! Mira, mira, mira...esa figurita, se ha movido !!

El descojono en la plaza iba a ser de escándalo. Además, era como la puñetera bolita que se me sube por la garganta y que cómo no la escupa, me atraganto. Pero esta vez, me la tuve que tragar y no escupirla, cosa extraña en mi, pues tal como la pienso, la suelto.

Bueno, a la mañana siguiente, seguimos con el paseo turístico por la ciudad. Una de las cosas que quería a ver, era una cervecería, que aquí las llaman “pivobar”, cerveza se dice “pivo” en sloveno, en la que estaba ornamentada con cosas ferroviarias.

Una de las curiosidades era que la cerveza que habías pedido, no te la servia el camarero, sino que era una maquina de tren con un vagón, quien te traía la cerveza a la mesa donde estabas tu. !! Qué pasada, tio !!.

Había varias maquinas y vagones distintos, según lo que se pidiera, e iban desde la barra principal, donde estaban los camareros hasta la mesa donde estabas tu, por unas vías que recorrían un lateral del bar y terminaba en tu propia mesa.

Cuando levantabas, por ejemplo, las 2 cervezas, tenia como un dispositivo en el vagón que detecta que se han quitado las 2 cervezas, y el tren solito, dá marcha atrás, se hace el cambio solo y regresa por el lateral a la barra principal. jod*r, tio, qué gozada ver eso.

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Y de las cervezas, ni te cuento. Allí no tienen ni puñetera idea qué coñ* es una caña de cerveza. Allí, las cervezas, como mínimo, son de medio litro. Tal como suena, medio litro, casi "ná".

Dicho así, parece mucha cerveza, pero que vá, cuando empiezas a levantar el codo, se cuela de lo rica y buena que esta. Y mira que yo suelo beber cerveza sin alcohol. Pero que le den por c*lo a la sin alcohol, con lo rica y buena que esta la cerveza que nos pusieron.

Luego paseamos por las calles típicas de la ciudad, llenas de tiendas, tanto de souvenirs como de las otras. También había unas tiendas que vendían cristal de Swarosky y de Bohemia. jod*r, hasta que no las vi, no sabia que se podían hacer esas virguerías con el cristal. Qué cosas más chulas, y qué cosas más guapas hechas con cristal. Y jod*r, qué coraje me dio el llevar la moto, porque todo me gustaba, pero nada podía llevar, ya que no me cabía en la moto ni un puñetero alfiler.

Otra cosa que lo disfrutamos un montón, son los puestos callejeros que hay de salchichas. jod*r, tio, qué "peazo" salchicha. Parecía que, en vez de Praga, estuviéramos en cualquier cuidad alemana famosa por sus salchichas. Pero que vá, estábamos en Praga. No hace falta decir que me puse de salchicha hasta el culo, y nos comimos una tan larga y tan grande que parecía la p*cha de un perro gigante, jejeje. Y encima, barato, aunque no me acuerdo cuanto nos costo.

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REGALIZ GIGANTE

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Vimos un museo del terror y decidimos verlo

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Las cristalerias de Bohemia y Swarovsky son una pasada

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MEDIO LITRO DE CERVEZA CUESTA 29 CORONAS, O SEA, 1.20 €

Por cierto, aunque la Republica Checa esta integrado en la Unión Europea, la moneda es la corona. Os aconsejo que si vais a cambiar moneda no lo hagáis en las agencias de cambio en la frontera, sino en el centro de Praga, que hay muchas agencias de cambio y hay competencia.

Una cubana que estaba trabajando en una tienda de souvenirs, nos dijo donde daban mas coronas por un euro. Y no te lo pierdas, era una agencia de árabes que esta justo donde termina la calle del boulevard principal y comienza el casco antiguo. En la frontera me daban por 1 €, 10 coronas, y en la agencia de los árabes, me daban 24 coronas, por supuesto en las fechas que fui.



Una cosa que debo decir, es que me dá lastima cuando los checos se acojan al euro, porque les pasara lo mismo que a nosotros, que los sueldos se quedaran igual, pero los productos cotidianos, como las cervezas, la comida, souvenirs...serán mas caros y es posible que se pongan al mismo precio que en España, por lo que habrá perdido todo su encanto, salvo el de los edificios, pero todo lo demás, se habrá jod*d* para el turista y para ellos. Así que os aconsejo que si tenéis pensado ir a Praga, lo hagáis antes de que cambien al euro.

Y hablando de edificios en Praga. jod*r, cómo se nota que por allí estuvieron mucho tiempo los rusos. Los edificios son inmensos, majestuosos, serios y con una arquitectura y ornamentación que te recuerda a los clásicos edificios que vemos en las pelis cuando salen espías y todo eso.



Nos falto por ver, el otro lado del río, y es que un día entero se hizo corto. Así que nos dijimos que volveríamos a Praga, pero con mas días y sabiendo ya por donde movernos, donde alojarnos, donde comer y beber cerveza de la buena, aunque tenga alcohol.

Al día siguiente, salimos dirección a Munich. Hacia un buen día. El sol fuera, pero sin calor. La carretera era buena.



Disfrutamos del viaje y todo su paisaje lleno de bosques, taco de tupidos y unas vistas impresionantes de los pueblos por donde íbamos pasando, que parecían de película.



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Un pequeño descanso en el camino

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Una curiosidad. Por la autovía que fuimos desde Praga a Munich, no hay estaciones de servicio para repostar gasolina, sino que te tienes que desviar hacia los pueblos para repostar. Llegando ya Munich, si vimos algunas estaciones de servicio junto a la autovía. Así que tenerlo en cuenta si vais por ahí.


Una cosa que me llamo la atención fue las Autobahn, que son autopistas sin límite de velocidad. No hay ningún letrero que te diga claramente, que entras en una Autobahn. Tan solo te das cuenta de que, de 2 carriles, se pasa a 3 carriles. Y arriba, en un indicador luminoso, hay una señal de tráfico de las de fin de prohibición. Pero no sabes qué coñ* se ha dejado de prohibir. Te das cuenta, porque empiezan a pasarte coches a todo carajo por el carril central e izquierdo. Entonces comprendí que la señal de fin de prohibición, era el fin de prohibición, de toda velocidad, y maricon el último.


Esto no lo sabe Margari, mi mujer, y se va enterar cuando lea esto.

Veréis, en los foros de motos, de gente que habían ido por Alemania y habían cogido las Autobahn, decían que los coches iban tan rápidos que tenían que mirar el velocímetro de la moto para ver a qué velocidad iban, porque les daban la sensación de que iban casi parados.

Pues bien, comprobé que era verdad lo que decían los tíos en los foros. En la Autobahn, y esto no lo sabe Margari, puse la moto a algo mas de 150 km/h, y coñ*, tuve que mirar el velocímetro de la moto porque los coches me pasaban a tal velocidad que creía que iba a 70 u 80 km/h.

Y ojo, que los coches, además de los de gran cilindrada, gama alta y de lujo que te cagas, me pasaban coches normales de gama media, como Renault, Ford, Opel y por supuesto Seat. La madre que los parió. Viendo que ir así es una locura, volví a mi velocidad normal, entre 120 y 130 km/h.

Tan solo había unas advertencias en unos carteles enormes de publicidad en las que se veía a una persona en una cama de hospital hecho polvo y todo entubado y otra persona a su lado con la cara de preocupación. Y con unas letras en alemán, que aunque no tenia ni puñetera idea de lo que quería decir, se sobreentendía que, si no tienes cuidado y no eres responsable con la velocidad y vas como un loco, puedes verte, en el mejor de los casos, en el hospital haciendo daño a los que mas te quieren, o algo así.

Al llegar a Munich, como siempre a buscar hotel. Tenia en la guía, uno que por internet lo habían recomendado como uno de los mejores. Y claro, no lo dude y lo busqué.



Fue la mayor cagada hasta el momento. Lo único bueno que tuvo, es que el parking para la moto fue gratis. Del precio no me acuerdo bien, pero creo que eran unos 70 o 80 €. Hasta aquí, mas o menos, fue todo normal, tanto precio como el sitio. Una cosa que me dejo extrañado, es que una tia del hotel que parecía que era primeriza en el trabajo, nos acompaño a la habitación para decirnos cual era.

Como siempre, tuvimos que subir escaleras, con las bolsas a cuestas y con la chaqueta, pantalón y botas de motero, con lo que es eso, y encima cansados del palizon de kilómetros que nos habíamos dado ese día.

Pues bien, la tia no tuvo en ningún momento la amabilidad, de por lo menos, ayudar a Margari.

Nos abre la puerta, soltamos todos los bártulos donde pudimos, en un acto de "relajación" por quitarnos el peso, me gire y me dio la llave que era electrónica. La puse sobre la mesa, le di las gracias y empezamos a "remenear" las bolsas para sacar las cosas. Pero veo que la tia sigue allí de pie. La miro unos instantes, y veo que su expresión, que no os la vais a creer, era la de que estaba esperando a que le diéramos una propina. La madre que la parió con la jod*d* germana.

O sea, que ni ayuda con las bolsas, viendo lo "apurados" que estábamos ni "ná" de "ná", y encima tiene la caradura de quedarse en la puerta esperando una propina.. Pero si ella tenia cara, yo tenia mas cara. Así que la acompañe hasta la mismísima puerta con un gesto de amabilidad, y en un casi perfecto ingles, le dije. "Thank you. Bye", y si por si acaso, no se había enterado, se lo dije en alemán. “Danke", y cerré la puerta. A tomar por c*lo, coñ*.

Mal empezamos con las gentes de Munich.

Lo gracioso, y no os lo vais a creer, es que no había toallas. Mire en la traductora electrónica cómo se decía toalla en ingles, para decirles que faltaban en la habitación. Bajé a recepción, había otra tia, y se lo digo. Lo entendió y empezó a hablarme en ingles, pero muy rápido y no pillaba nada de nada.

Le dije que, por favor, hablara despacio. Y entonces pude entender que la toalla no venia en el precio de la habitación. Y que si quería 2 toallas de baño, tenia que pagar una fianza de 10 €, pero que cuando las entregara al día siguiente, sólo me entregaría 8 €. Toma ya.

Después de entender lo que me dijo, se me quedo una cara de entupido que, si me hubieran hecho una foto en ese momento, el fotógrafo hubiera ganado el premio Pulitzer a la mejor fotografía. Me acorde del mamonazo que escribió en internet, que éste era unos de los mejores hoteles de Munich. Y me puse a mirar por la paredes de recepción, porque aquello, o era una broma de cámara oculta o era la cueva de Ali Baba y los 40 ladrones.

Cansados, con todas las cosas en la habitación y con Margari en la ducha esperando las toallas, no tuve mas remedio que tragar sus "condiciones" y coger las toallas. Sacó unos botecitos de gel de baño y champú, que eran como las botellitas de whisky que dan en los trenes Ave, muy convencida de que se los iba a comprar. Me dijo que cuantos quería. La miré, con esa mirada de ingles estreñido e indiferente y le dije: "Nein, danke" (No, gracias).

La cabrona se quedo con una cara de no entender porqué no se los compraba. Y yo no quería darle explicaciones a la jod*d* germana, de que teníamos gel de baño y champú, y en cantidad, y no esa ridiculez que me ofrecía, y a saber a qué precio, porque no quise ni preguntar.

Le comenté la situación a Margari, y no se lo podía creer. Encima las toallas, eran pequeñas y se notaba el desgaste, vamos que no eran toallas de las que merecían la pena robar. Eran como las que nos daban en las pensiones cuando pernoctábamos por ahí con Renfe, o sea, pequeñas y desgastadas por los lavados.

A partir de ahí, cuando nos decían el precio del hotel, y con un poco de guasa, preguntábamos si las toallas y el gel de baño, estaban incluidos en el precio, y claro, se extrañaban de lo que decíamos. Y es que era normal.

Bueno, no queríamos amargarnos con el asunto, así que salimos por Munich a disfrutar de la cuidad.

Paseando y por casualidad, dimos con la estacion de ferrocarriles de Munich, y por supuesto, como buen ferroviario, entramos a curiosear

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Seguimos paseando hacia el centro de la ciudad

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Cuenta la leyenda que si se le pide un deseo al jabali, puede que se cumpla. Está en la calle KAUFINGER STRASSE

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Paseando por la calle principal de KAUFINGER STRASSE, dimos con esta cosa tan curiosa

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De Munich puedo decir que es bonita, no esta mal, y el ayuntamiento nuevo, que esta en el centro, es una pasada. Tiene unas filigranas en la decoración de las fachadas que son taco de guapas y dignas de ver.

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Aunque parezca mentira, este es el antiguo ayuntamiento

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Esta es la Iglesia de San Pedro

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Tropezamos con una pasteleria con cosas muy ricas, jeje

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Bueno, pues llegó el momento de tomarnos una buena cerveza alemana, no?.

Estábamos cansados, sedientos y queríamos sentarnos en un velador, frente al ayuntamiento y con una buena cerveza en la mano, disfrutar de su fachada y de las gentes que paseaban por allí, la mayoría turistas.

A duras penas, conseguimos una mesa en un velador frente al ayuntamiento, porque había mucha gente. Pedimos una cerveza, y el camarero nos dijo que, además de la cerveza, teníamos que pedir comida si queríamos sentarnos en los veladores.

Si al leer esto, se te ha quedado cara de gilipo**as, no veas, como nos quedamos nosotros.

Nada, no queríamos cabrearnos, así que nos levantamos y seguimos andando

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Había que buscar la plaza mas famosa de Munich, la Marienplatz, descrita por los que la han visitado, como muy bonita y las mas ideal para tomar cervezas y las famosas salchichas alemanas. Y la teníamos al lado. Así que nos dirigimos a hacia allí, y lo que vimos, no nos gusto nada.

Serian las 10 de la noche, una hora co*onuda para el tapeo y la comida, e imaginábamos que la plaza estaría llena de gente. Pero que va, tan solo había un quiosco abierto y no mucha gente.

La plaza no tenia nada de bonito. Tan solo, según nuestra opinión, era una plaza normal, no muy grande, y en la que había una especie de quioscos con veladores, donde servían comida. Pero solo había uno abierto y no con mucha gente, ya que no nos costo trabajo encontrar mesa libre. El resto de la plaza estaba desierta.

Bien, se nos acerco una camarera germana, de unos cincuenta y tantos años, que nada tenia que ver con lo típico de tias jóvenes, robustas, vestidas con el traje típico y con grandes tetas asomando por un generoso escote.

La tia estaba mas seca que la mojama y con una cara de mala leche que hasta a mi me acojonaba. Se parecía mucho a la Rotermeyer de la serie de Heidi. Las tetas?, coñ*, yo tenia mas tetas que ella. Pero eso si, el traje típico si lo llevaba.

Cuando me pregunto en alemán, qué queríamos, sin quererlo, mis ojos buscaron por la plaza a otra camarera, por lo menos, con tetas mas grandes, como salen en las películas, para decirle que gracias, pero que aquella camarera era la que nos iba a atender. Pero que va. Por lo que vi, parecía lo mejor en camareras germanas que había por allí. Así que resignación y a beber cerveza y comer salchichas alemanas de las buenas, que para eso habíamos ido hasta allí, no?.

jod*r, pues ni lo uno ni lo otro. Eso si, nos trajo una buena cerveza, pero a la hora de pedirle las salchichas, empezó a hablar muy rápido, unas veces en ingles y otras en alemán, y no había ni dios quien la entendiera.

Así que me fui para el mostrador donde estaba la comida y le señale, con el dedo internacional, 2 salchichas grandes y que era eso lo que queríamos. Pero la tia seguía hablando y yo no la entendía. Me entraron ganas de tomarme la cerveza y largarme de allí, pero entre "charla" y "charla", se acerco una muchacha alemana que hablaba español, y que se presto a decirnos lo que quería decir la camarera.

Y lo que nos estaba diciendo era que allí no se podía pedir una sola salchicha, sino que había que pedir un plato en la que venían, patatas aliñadas con una salsa de ellos y 2 clases de salchichas de todas las que había en el mostrador, pero que no se podía pedir solo salchichas ni poner un plato con todas las clases de salchichas que había en el mostrador. Que si queríamos solo salchichas, que allí cerca, en la misma plaza, había un quiosco donde nos ponían un perrito caliente con la salchicha que quisiéramos, pero que en su quiosco, en las mesas, eso era lo que había.

Toma ya, hospitalidad germana. Toma ya, cuidar al turista. La madre que los parió.

Cómo no queríamos cabrearnos, tan pronto, pedimos un plato para cada uno, y con 2 clases distintas de salchichas en cada plato, y así probábamos 4 clases distintas de salchichas.

La verdad, no estuvo mal el plato. Pero la cabrona nos cobro algo mas de 30 € por 3 cervezas de medio litro, 2 platos con patatas aliñadas en salsa germana y 4 salchichas distintas. Así no me extraña, que cada vez que Alemania, ha tenido una crisis económica, haya salido a flote antes que cualquier país e incluso tenga superávit. La madre que los parió una y mil veces.

Pero como ya os digo, no queríamos cabrearnos tan pronto.

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Seguimos con nuestra visita a Munich. En al guía de la cuidad que llevaba, decía que había una cervecería enorme y que era muy famosa por ser muy antigua. Se llama Hofbrauhaus.

Si, ya se que es difícil de pronunciar y memorizar. Así que yo lleve en el móvil una foto de la fachada y del interior de la cervecería para enseñársela a cualquier alemán y me dijera donde estaba. Le pregunte a 3 tios, altos, grandes, gorditos, de nuestra edad y con una cara de alemán que les delataba. Pensé que serian los mejores para saber donde estaba la cervecería, pues aparte de parecer auténticos alemanes, tenia una pinta de bebedores de cerveza que a nadie podían engañar. Y no me equivoqué, ya que rápidamente la reconocieron. Y con una amabilidad que nos dejo asombrados, teniendo en cuenta lo que habíamos vivido ese día con los germanos, fue muy grata su charla.

Y hasta nos preguntaron de donde veníamos. Y cuando le dijimos de donde y la ruta que estábamos haciendo en moto, se echaron las manos a la cabeza y nos felicitaron.

Para que no nos perdiéramos, porque había que callejear un poco, los 3 se prestaron a llevarnos hasta un sitio, que siguiendo sus indicaciones, ya no había perdida y lo encontraríamos sin problemas.

! Ea !, para que veas, que si te encuentras a alguien que te hace pensar que la has cagado en la cuidad, al poco, otra persona de la misma ciudad, te hace cambiar de opinión.

Pues aun así, a Margari le parecía que esos 3 tíos eran nazis, por la pinta que tenían. Y es que los 3 tíos eran iguales a los que solemos ver en las peliculas.

Y no te digo nada cuando hablan en aleman, que aunque hablen normal, parecen que estan cabreados.

Muchas veces, cuando he visto los reportajes de Hitler dando discursos a la gente, he pensado para mí. "coñ*, cualquiera no le hace caso al enano este", refiriéndome a cómo hablan en alemán y lo cabreados que parecen.

Bueno, encontramos la famosa cervecería Hofbrauhaus. Una pasada tio. Un edificio enorme con 3 plantas. Entramos, y esto si que parecía lo que nos imaginamos de Munich con sus cervezas y comida. Gente, muchísima gente, buen rollo entre todos y hasta músicos que en ese momento estaban descansando. Mesas alargadas, nada de mesas particulares, donde compartir sitio con otras gentes, codo con codo. Y buen rollo, muy buen rollo entre todos.

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Aquí si que había camareras jóvenes, vestidas con el traje típico, aunque no tenían grandes tetas, pero si iban con grandes jarras de cerveza en las manos. Por cierto, aquí lo mínimo que se puede beber, es 1 litro de cerveza. Y comida, buena y riquísima comida. Cuando vimos pasar los platos de comida, Margari y yo nos miramos como diciendo, era aquí donde teníamos que haber venido desde el principio y haber mandado a tomar por c*lo la plaza de Marienplatz.

Pero ya nada se podía hacer, ya que habíamos cenado y no había hambre para comer esos platos tan ricos y con tan buena pinta que pasaban por delante nuestra.

Por cierto, allí, en un salón que visitamos, y que en ese momento había una especie de celebración particular, era donde Hitler daba discursos al principio de su carrera. Pero en las paredes, cuadros, fotos y ornamentación, no había nada que hiciera referencia ni a Hitler, ni al III Reich, ni nada nazi. Tan solo, de cosas de los comienzos de la cervecería, ya sabéis, fundadores, maquinaria para fabricar cerveza, trabajadores en la fabrica, etc., etc., y que data del 1580, mas o menos, y que según decía la guía, al principio, solo eran para los monarcas, reyes, etc., y que luego el pueblo pudo entrar a disfrutarla, pero mucho mas tarde, poco después de 1900.

Si venís a Munich, os aconsejo no dejar de visitar la cervecería Hofbrauhaus y que os dejéis de tonterías de otros sitios para beber cerveza o comer que os hayan dicho.
No se trata de, mira lo que hago yo, sino de, mira lo que puedes hacer tu

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