Puerto de Pajares.
Comprendí que algo me había despertado, posiblemente un ruido y no era capaz de distinguirlo. Entonces, por la abertura que deja el oscilobatiente de la ventana, entró el sonido seco y bronco de un trueno e identifiqué el sonido: lluvia torrencial golpeando contra la persiana.
El sabor seco y ocre del miedo se instaló en mi garganta y el picor incesante de los nervios en el vientre.
Miré el despertador, las tres de la madrugada y llovía torrencialmente. Dentro de tres horas debía levantarme y coger la moto para, entonces no lo sabía, vivir la mayor aventura que me podría haber imaginado dentro de mi anodina vida.
Fui al servicio y Blanky, mi esposa, se despertó.
-San, está lloviendo mucho, ¿lo oyes?
-Sí, cariño, duérmete.
-Ten mucho cuidado con la moto.
-No te preocupes, duérmete.
El despertador, tres horas después, dijo que ya era suficiente, que el V-Strom club me esperaba, que contaban conmigo. Fui a la cocina, tomé mi pastilla de la tiroides y me asomé a la ventana. No llueve, y el suelo está casi seco. Me serené un poco y traté de mantener una conversación intrascendente con Blanky para que no se preocupara; ella tenía que ir a trabajar, ya no tenía vacaciones...
Desayunamos fruta y yogur, café y tostada y ya no lo pudimos demorar más, tuvimos que bajar al garaje, ella al coche para ir al trabajo y yo a la Madreña Veloz, a la aventura...
Ella me hizo esta foto antes de salir. Nunca nos hemos separado para nada, vamos juntos a todos lados, pero ella, además de no tener días, le tiene mucho miedo a la moto y fue ella quien me animó, que fuera, que lo pasara bien, que no me preocupara por ella y que disfrutase de la moto... sin ella no sería nada, no sería nadie...
Salí del garaje y ya no la vi. Y me propuse divertirme, aunque sin ella sería difícil. Me centré en la V y conduje. Tuve que salir a la autopista, la "Y" la llamamos aquí, une Gijón, Oviedo y Avilés, nunca la tomo, no me gusta, no es de asfalto, es de hormigón rayado, y si bien tiene un agarre excepcional transmite mucho ruido y vibraciones al interior del coche, no te digo nada en la moto, pero después de la desviación a Avilés y sentido Oviedo hay una gasolinera en la que había quedado con Chispa, uno de los compañeros de viaje.
La madrugada estaba muy apacible, no hacía frío aunque estaba encapotado.
Aquí podemos ver a La Madreña Veloz esperando por Luis (Chispa).
Y aquí al ínclito, que llegó puntual.
Seguimos ruta por la misma autopista y volvimos a parar en la primera gasolinera una vez pasado Oviedo, ya dirección León, allí nos esperaba Jorge33 (Jorge).
Después de las presentaciones allá vamos, dirección Puerto de Pajares, primer hito y primer reto para mi, desde el principio del día tenía este puerto metido en la cabeza.
Es un puerto muy bien asfaltado, de amplias curvas fácilmente negociables (ahora lo sé) y fuertes desniveles (17%), ésto era lo que me asustaba.
Mis compañeros de viaje me habían animado, que no me preocupara, que se subía muy bien.
Yo tengo el puerto harto conocido, cuando salimos a la meseta nunca usamos la autopista del Huerna, está igual en alta montaña y pagas un dineral totalmente injustificado.
Estoy harto de subirlo en coche hasta con nieve y en bici en mis años mozos. Aún así, lo tenía atragantado.
En Campomanes abandonamos la autovía que lleva al peaje del Huerna y salimos a la general del Pajares. "ABIERTO" rezaba el cartel verde.
La general nos animó un poco, mucho más divertida y con curvas sinuosas que yo tomaba sin problemas.
Entonces nos enfrentamos a la casi abandonada localidad de Puente de los Fierros, principio de puerto, que ya te recibe con un 13% de desnivel.
Esta localidad del concejo de Lena recibe este nombre porque antiguamente el tren pasaba por un puente de hierro diseñado y construido por Eiffel.
Luis (Chispa) iba delante, yo en el medio y me protegía la retaguardia Jorge.
Primer pueblo del puerto, Flor de Acebos, para entonces ya era totalmente de día y no había excesivo tráfico, yo rezaba por no encontrar un camión, en coche son muy fáciles de adelantar porque suben muy despacito, pero en moto... ¡¡¡¡¡Joooooooooder, si primero lo pienso...!!! el camión más grande del mundo mundial, la madre que lo parió...
Mira oye, que lo adelanté como si nada, mucho mejor que con el coche y en un 15% La Madreña Veloz respondía sobradamente, cargada y todo, rugía y tragaba kilómetros y curvas sin dificultad. Fui relajándome y empecé a disfrutar del puerto, que era una delicia, fui cediendo la presión de las piernas sobre el depósito y fui relajando las manos y entonces disfruté de la moto, dejé que ella subiese el puerto, lo hizo con naturalidad, si había que reducir, reducía, como dotada de vida propia y fui dándome cuenta de que era yo el que lo hacía, que era más fácil de lo que yo pensaba
La Romía, y el precioso pueblo de Pajares, Payares para nosotros, los asturianos.
Parecía imposible que fuese a subir por las rampas que se veían después de la curva siguiente, pero cuanto más empinada la pendiente y más cerrada la curva más disfrutaba.
He de decir, en puridad, que el puerto de Pajares no entraña el más mínimo riesgo ni la más mínima dificultad de pilotaje, es una carretera muy ancha, con muy buen firme y, eso sí, muy empinada, pero nada más.
Segunda, tercera, ruuuuuuuuummmmm, moto arriba y contracurva a la izquierda, un coche, me lo desayuno. La moto iba sola y, por fin, sin darme cuenta, el premio. La gran curva de tres carriles con 17% de desnivel y la majestuosa imagen del abandonado Parador Nacional de Pajares.
Se nos acaba Asturias, empieza León, tierra de contrastes y cuna de mi familia paterna. Me gustó mucho. Luis nos hizo esta foto a Jorge y a mi.
Mañana más...