COMO YA AMENACÉ ...HE VUELTO...

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SULACO
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#1 COMO YA AMENACÉ ...HE VUELTO...

Mensaje por SULACO »

Hola a tod@s de nuevo....

hace unos años tuve el placer de que un miembro de este foro el señor "spauser" colgara en este foro un cuento que escribí y aún recuerdo con cariño la acogida que me brindasteis en esta vuestra casa.

como dice la cancion.... ha pasado el tiempo, ha soplado el viento....

en estos años, como a tod@s, nos han pasado mil cosas y hemos apartado a un lado muchas de las cosas que antes haciamos y que nos gustaban, pero como dios aprieta pero no ahoga, a veces podemos retomar las cosas perdidas y eso es lo que me ha pasado a mí.

por eso me gustaria compartir con vosotros mi "vuelta al trabajo" , ya que como he dicho guardo muy buenos recuerdos de por aquí.

aún no esta terminado, pero estoy en ello, pero me pueden las ganas de volver a compartir mis cuentos y alli que va....

es una version libre del clasico "el prisionero de Zenda" espero de corazion que os guste....

un saludo , Sulaco



La frontera


Llegué al paso fronterizo un plomizo día de mediados de marzo, el cielo estaba tan gris como mi espíritu, y amenazaba con llover en cualquier momento.
Cansado de recorrer durante horas estrechas y pésimas carreteras, fue todo un alivio bajarme de la Moto y estirar un poco las piernas, mientras esperaba que alguien dentro de la pequeña caseta de guardia tuviera a bien salir y atenderme.
Me quité el casco y los guantes y me puse a hacer unos estiramientos, estaba molido, al menos ya estaba a punto de concluir mi periplo, pensar que esta noche dormiría a pierna suelta en un buen hotel de la capital hizo que se me pintase una media sonrisa en el rostro.
Menos mal que encontré gente amable durante el trayecto, hacia dos días que la pantalla del BMW navigator estaba en blanco, llegar a Ruritania había sido toda una odisea y de no ser por las indicaciones que me dieron, no lo hubiera encontrado jamás.
Por fin aparecieron un par de tipos vestidos de militar, caminaban despacio hacia mí, extrañados de la presencia de un extranjero en la frontera de su país.
Levante la mano a modo de saludo y sonreí.
Al acercarse hasta mí, pude observar divertido como cuchicheaban entre ellos y se daba pequeños codazos el uno al otro sin dejar de mirarme como las vacas al tren.
Les saludé en ingles.
Uno de ellos empezó a hacerme una reverencia, pero su compañero le dio un fuerte pisotón y le impidió acabar el gesto.

El agresor, sin dejar de mirarme fijamente, se dirigió a mí en un tosco ingles con fuerte acento, y con mal gesto me ordenó volver por donde había venido.
Sin dejar intimidarme por aquel funcionario de palo, no era el primero con el que me las había tenido que ver durante este largo viaje, rebusqué dentro de mi cazadora de cordura hasta que encontré mi documentación, y el visado de entrada que tanto me costó conseguir y se la planté en los morros sin decir palabra.
Cogió los papeles de mala gana y tras mirarlos un buen rato, no le quedaron más co*ones que poner mejor cara y pedirme que lo acompañase hasta la caseta para formalizar el visado de entrada.
Tras media hora de interrogatorio y papeleo, al fin estamparon el sello de entrada en mi pasaporte y me franquearon la entrada a Ruritania, Les di las gracias con la mejor de mis sonrisas y salí a por la moto.
La GS 1200 se había comportado como una campeona durante los más de seis mil kilómetros por Europa que llevábamos recorridos, y al ser una maxi trail, me permitió hacer sin mayor apuro los peores tramos del viaje, solo tenia elogios para mi compañera de aventuras, una vez más, arrancó a la primera y entré a golpe de bóxer en Ruritania, próximo destino, su capital, Strelsau.





¿Qué co*ones pinta un español en Ruritania?



Antes de seguir contando la mayor aventura de mi vida, creo que es conveniente poner a los futuros lectores en antecedentes, ya que estoy seguro de que como yo, Seguro que no conocen ni siquiera la existencia de ese pequeño y extraordinario país.
Todo empezó el día de mi vigésimo octavo cumpleaños, un día como otro cualquiera en mi cómoda y relajada existencia, he de decir que soy lo que la gente define como un niño pijo rico.
La noche anterior lo celebré por todo lo alto con una fiesta en un chalet propiedad de mi familia, éramos pocos ,pero no falto de nada, ni comida, ni bebida ,ni las mejores chicas de compañía de la ciudad ni por supuesto todo un amplio repertorio de drogas de moda.
Así que, como es de suponer, el día de mi cumpleaños me levante muy tarde, con la boca como el estropajo y con una resaca de co*ones.
Ni tan siquiera tenia idea de cómo había vuelto a casa de mis padres, seguramente, Honorio, el chofer, tuvo que hacer horas extras anoche.
Tras estar casi media hora bajo los chorros de la ducha de hidromasaje, me vi lo suficientemente espabilado como para lograr afeitarme sin seccionarme la yugular.

Cuando bajé inmaculadamente vestido y desprendiendo un agradable aroma a perfume de marca, ya estaban empezando a preparar la gran mesa del salón para celebrar la comida familiar de celebración de mi onomástica.
Me escabullí hasta la cocina, antes de entrar ya podía respirar el agradable aroma del fuerte café portugués que mi queridísima tata, Manuela, me tenia a punto. Entre de puntillas y traté de sorprenderla con un pellizco en su gordo trasero, pero justo antes de que mis dedos tocasen las generosas carnes de sus posaderas ella se giró de repente y me sacudió un balletazo en la cabeza.

-a mi me la vas a dar a estas alturas - dijo orgullosa.

Me senté en la mesa de la cocina y ojeé el periódico del día, más de lo mismo, ni una buena noticia.
Manuela llevó a la mesa una bandeja con un completo desayuno capaz de revitalizar a un muerto y comencé a devorarlo con avidez mientras pasaba sin prestar mucha atención las páginas del periódico.
Casi se me atraganta el bollo de chocolate cuando vi mi foto sonriente en los ecos de sociedad, lo primero que pensé fue en que co*ones haría yo anoche para salir en los periódicos.
Al empezar a leer el artículo me tranquilice al ver que no era de mí realmente de quien hablaban. La foto correspondía al príncipe Edgar de Ruritania, que próximamente seria coronado nuevo Rey del país tras la abdicación de su padre, el actual regente, por motivos de salud y edad.
Seguí leyendo, al parecer, nadie hubiera prestado atención a aquel pequeño país de no ser por que el príncipe Edgar era el actual novio y prometido de famosa cantante y actriz americana Alice Warning, la reina absoluta de la prensa rosa e icono mundial de todo adolescente pajillero que se preciase.
Pensé que no me importaría cambiarme por aquel tipo que realmente era clavadito a mí un par de noches para hacerle un destrozo a ese pedazo bombón de novia que tenia.
Sonreí con ganas al pensarlo y le mostré la foto del periódico a Manuela. Quedó helada al ver la foto, y se llevó las manos a la cabeza lamentándose por el disgusto que se iba a llevar mi señor padre al ver la foto de su hijo en la prensa nacional. Tras sacarla de su error, se sentó a mi lado y volvimos a leer juntos el artículo.

-ya podías ser un príncipe en vez del gandul que estas hecho- me reprobó.
-pero si ya lo soy - bromeé poniendo gesto de aristocracia.
-termina de desayunar y ve a ver a tu madre al jardín, lleva rato preguntando por ti.

Así lo hice, mi madre tomaba el sol junto a la piscina mientras devoraba con pasión otra novela romántica de Daniel steel ¡que fijación!
Puse cara de niño bueno y me senté en la tumbona de al lado, le di los buenos días y un beso de buen hijo, me la gané al instante, así que no fue muy dura su reprimenda. Charlamos un rato mientras me fumaba un pitillo, me puso la cabeza loca para que me comportara como el adulto que era durante la comida de hoy, no solo celebrábamos mi cumpleaños, mi padre, demostrando una vez más su instinto asesino para los negocios, había invitado a comer con nosotros a la familia de uno de sus mayores competidores, que pu*a casualidad… tenia una hija soltera casi de mi edad , tenia que andar con pies de plomo, seguro que me la quería enjaretar para fusionar los imperios tal y como hizo con el memo de mi hermano mayor, el cual se tuvo que casar con la hija de uno de nuestros mayores clientes asegurándose de paso mi señor padre el negocio de por vida.
No quise contrariar a mi madre, pero lo tenía jod*d* el viejo si quería volver a hacer la jugada conmigo.
Pensando como el cabronazo que soy, mi hermano no podía quejarse, con lo pan sin sal que era, se había llevado a toda una señora hembra, con un cuerpo divino y viciosa que no veas, hasta le cambió la cara cuando regresaron de la luna de miel, ¡pobre Fidel! mucho toro para un novillero, estuve a punto de cometer una estupidez y convertirme en amante de su mujer, pero en el ultimo momento me entró el juicio y me eché atrás, ya tenia bastantes problemas en casa como para cagarla a lo grande, no quería arriesgar mi cómoda existencia por un buen polvo, no merecía la pena, aunque reconozco que a veces cuando me lo estoy haciendo con una tía, al cerrar los ojos me imagino que me lo estoy haciendo con mi cuñada... ¡que retorcido soy!

En cuanto pude, me largué de allí, no me apetecía nada seguir haciendo el papel de buen hijo. Me escabullí por la piscina y acabé sentado en un banco del jardín inmerso en mis pensamientos. Por mucho que quisiera, no se me iba de la cabeza la foto del periódico, era exactamente igual que yo, como dos gotas de agua, se dice que todos tenemos un gemelo en el mundo, pero hasta que no lo había visto con mis propios ojos no le había dado la menor importancia.
Poco a poco se fue formando en mi retorcida cabeza una idea descabellada, ¿Por qué no iba a visitar el país? Tenia todo el tiempo del mundo, además me intrigaba el descubrir en un mismo día un país del que nunca había oído hablar y a mi doble, que encima era el príncipe heredero del mismo. Excitado por la idea, me puse en pie y me fui a buen paso hasta mi cuarto a ver que encontraba en la red sobre Ruritania.

Se notaba que mi fuerte no era la cultura general, en Google encontré multitud de referencias al país, muchas de las cuales además de sorprendentes, reafirmaron mi decisión de viajar hasta allí.
Ruritania estaba situada en la Europa central, era tan pequeño que no salía en la mayoría de los mapas, y al no pertenecer a ningún organismo internacional había pasado para la humanidad prácticamente desapercibido,
el pequeño estado era prácticamente una larga sucesión de grandes montañas y valles, tan radical era su holografía que no disponían ni siquiera de aeropuerto, la familia real, en sus escasos desplazamientos al extranjero, disponía de solo un par de helicópteros con los que se desplazaban hasta Viena, la capital austriaca, donde si tenían en propiedad un Airbus 340, con el que podían recorrer el mundo a su antojo. La única forma de llegar al país era por tren desde la frontera Austriaca, o por carretera. El mayor secreto y tesoro nacional se escondía en las entrañas de sus montañas, de donde se extraía el Wolframio, más conocido popularmente como Tungsteno, uno de los metales más escasos en la corteza terrestre, un material muy denso y duro que tiene el mayor punto de fusión de todos los elementos.
Este mineral tan escaso, es considerado como estratégico por las grandes naciones, las cuales incluso poseen reservas del mismo en caso de necesidad, ya que gran parte del uso que se da a este mineral es la fabricación de herramientas, con las cuales se hace posible fabricar las maquinas que todos tenemos y necesitamos.
En plena segunda guerra mundial, la conquista de este pequeño reino, Ruritania es una monarquía absolutista, fue objetivo primordial para el ejército alemán, pero gracias a la escabrosa holografía, la determinación de sus habitantes y el gran apoyo del ejército estadounidense, principal comprador del tungsteno Ruritano, nunca fue tomado por las hordas hitlerianas.
Sin embargo, desde el año 2002, El férreo dominio del mercado del tungsteno por parte de este pequeño país, había ido perdiendo fuerza, ya que china era ahora el mayor proveedor mundial de dicho mineral y Ruritania ya no era quien fijaba su precio en los mercados internacionales, y ante la falta de otros recursos, la economía se había resentido tanto que en estos momentos muchos de sus pobladores rozaban la indigencia y ya se levantaban voces para derrocar a la monarquía.
El monarca, anclado en el pasado, no había seguido el ritmo de modernización del resto del continente y ahora pagaban sus habitantes las consecuencias.
Era esa una de las principales razones por las que había decidido abdicar, no por ser viejo o estar enfermo como se decía en la prensa, sino por que se veía incapaz de llevar a su reino al siglo veintiuno y ahora dejaba tal responsabilidad al príncipe Edgar, su hijo menor. Esta decisión era otro motivo de escándalo, ya que todo el mundo había dado por hecho que su sucesor natural iba a ser su primogénito, el príncipe Rupert.
Según fuentes fidedignas, la decisión del monarca fue larga y dura, pero si de verdad quería que su país se pusiese al corriente de los tiempos, no podía tomar otra decisión. Todo el mundo sabía que Rupert era un calco perfecto de su padre, con todos sus defectos y virtudes, acostumbrado más a las grandes cacerías de ciervos en los frondosos bosques de Zenda que a las reuniones de negocios, con más afición a los grandes fastos y celebraciones que a prestar atención a las necesidades de sus súbditos.
Sin embargo, el hijo pequeño, había preferido salir joven del país y se había formado en las mejores universidades alemanas, licenciado con honores en ingeniería, no se conformo con eso y a continuación la emprendió con económicas, preparándose así quizás para el futuro que ahora le aguardaba.
A parte de contar con la simpatía de los habitantes del país, no había dudado nunca en expresar en voz alta la necesidad de un gran cambio de rumbo a Ruritania, y sus ideas atrevidas le habían llegado a enfrentarse incluso con su padre, el rey y con su hermano.
Una de sus proposiciones más polémicas, fue la de convertir Ruritania en paraíso fiscal, a cambio de un pequeño porcentaje que se distribuirá entre la población, grandes fortunas de dudosa procedencia reposarían tranquilas en las arcas del país.
Otra que tampoco despertó grandes simpatías fue la de potenciar el turismo, siendo un paraíso natural, el país tenia inmensas posibilidades de atraer el turismo de lujo, nieve, bosques vírgenes y la espectacular arquitectura medieval podían ser un filón, el problema era que los Ruritanos eran muy celosos de su intimidad y aún no estaban deseosos de abrirse al mundo.
La polémica generada por la decisión del monarca había llegado a tal extremo, que furioso, el príncipe Rupert cortó toda relación con su padre y hermano y se exilio voluntariamente a su castillo en Zenda, la parte más agreste del país, y juró que no se movería de allí ni para la coronación de su hermano ni para los funerales de su padre cuando falleciese, y emprendió una feroz campaña, apoyado desde la sombra por algunas de las familias más rancias y poderosas de Ruritania, para impedir que su hermano tomara las riendas.

Tras aquel atracón de información, creo que nunca en mi vida había leído tanto de una sentada, sentí hambre, y tras consultar el reloj, bajé al comedor, en diez minutos empezaríamos a comer.
Tal y como me esperaba, me habían preparado una encerrona, durante la comida, me sentaron frente a la hija de nuestro ilustre invitado y me la ofrecieron hasta con patatas, como si aquella joven, la verdad bastante atractiva, fuese solo moneda de cambio.
Gracias a dios, ella tampoco estaba en absoluto de acuerdo con las intenciones de su progenitor, y las cuatro palabras que intercalé con ella, solo por pura cortesía, me fueron devueltas con agrias respuestas.
Al final de la comida se podía respirar el mal rollo por todo el salón, y la verdad es que yo tuve que contener mi cara de satisfacción al ver que todo salía como quería. Tras el café, los dos hombres de negocios fueron al despacho de mi padre, mi madre, la mujer del pez gordo y mi ya ex-futura pareja salieron a pasear por el jardín, mi hermano y su mujer se fueron a su casa y yo me escabullí hasta el garaje, pille mi Porsche y desaparecí del mapa, no regresé hasta bien entrada la noche.

Mi padre y mi madre me estaban esperando con gesto serio cuando llegué, tras intercambiar un frió saludo, mi progenitor me ordenó acompañarlo a su despacho, me sentí como cuando siendo crío hacia una trastada y mi padre me hacia entrar en su oscuro y feo reino para echarme la bronca y ponerme un duro castigo, por desgracia, no iba muy desencaminado en mis suposiciones.
Me senté en un horrible sofá de cuero marrón mi*rda, frente a la mesa de mi padre, en el que me hundí hasta quedar casi atrapado entre sus pliegues y con gesto atento esperé a ver la que me iba a caer encima.
Mi padre se tomó su tiempo, como me jodia que actuase así, haciéndose esperar, teniendo a todos pendientes de sus movimientos, como si fuese un dios.
Se preparó un gran vaso hasta la mitad de su whisky escocés favorito, sin hielo, del que por supuesto no fue capaz de ofrecerme a mí ni una sola gota, y comenzó a caminar por la habitación dando grandes suspiros y aclarándose de vez en cuando la garganta, mal, pintaba muy mal, me encogí en el sofá.
Por fin, como si le hubiese llegado una inspiración divina, se fue para su gran sillón y se dejó caer en el mirándome como si en ese mismo instante me estuviese perdonando la vida.
Sentado tras su mesa, con su gran porte, sus canas engominadas hasta el extremo y su traje caro, la verdad es que imponía, tuve que echar mano de toda mi sangre fría para permanecer sentado y mantener un semblante tranquilo. Se le veía de lejos que lo tenía todo bien estudiado para acojonarme, su fría mirada, sus calculados gestos…hasta tuvo la sangre fría de encenderse un gran habano y darle tres profundas caladas sin dejar de mirarme pero sin abrir la boca.
Estaba a punto de soltarle a ver que co*ones quería de mí cuando empezó a hablar con su tono grave y seco.

-ya es hora de que asumas responsabilidades, tú buena vida se ha acabado.

Como decían unos cómicos, ahora vas y lo cascas.

- mañana mismo empezaras a trabajar, ya es hora que te hagas un hombre de provecho como tu hermano.

En estos casos, sabia por experiencia que era mejor seguir con la boca cerrada, pero dentro de mí, el calorcillo de la mala ostia empezaba a calentar mis tripas.

- vas a empezar desde abajo, barriendo si hace falta…ya es hora que sepas lo que cuesta ganar el dinero que tan alegremente te has gastado estos años.

No se por que me daba, que los planes de fusión se le habían ido a tomar por c*lo y que iba a ser yo, inocente de mí, quien iba a pagar los platos rotos.

-¿no tienes nada que decir?-me interrogó fríamente.

Tras meditar largo rato mi respuesta, y ante la que se iba a montar en cuanto abriese la boca, me levanté del sofá y me dirigí tranquilamente al mueble bar, Cogí un vaso y me serví una generosa ración del whisky del viejo, con el vaso en la mano, y viendo como su rostro se iba enrojeciendo de ira, regresé a mi asiento, di un sorbo y paladeé aquel exquisito licor.

-tiene razón padre…-comencé tranquilo- su rostro se desencajo, no se esperaba esa reacción de mí.

Esperé unos segundos a que se relajase antes de atacar.

- pero lo cierto es que me va ser imposible empezar mañana, tengo otros planes.

Mi padre se echo hacia delante en su sillón y se apoyó con furia sobre la mesa.

-¿me estas diciendo que no vas a acatar mis ordenes?
- me temo que si, padre- siempre lo trataba de usted, desde niño.
-¿sabes que una sola palabra mía y se te cierra el grifo?-me amenazó.
-por supuesto, ya le he dicho que tiene razón y que ya es hora que empiece a hacer algo en la vida, lo único que trato de explicarle es que no va a ser mañana, necesito algo de tiempo, tengo un viaje pendiente, en cuanto regrese, empezaré a trabajar y le juro que no tendrá ni una sola queja de mí, me mande donde me mande.
-tienes los huevos cuadrados- se desesperó.
No respondí.
-Esta bien…-dijo irónico- tú harás ese viaje tan importante que dices que tienes que hacer, pero cuando vuelvas… ¿sabes donde te voy a poner a trabajar?

No quise ni pensar el horrible destino que me aguardaba a mi regreso, pero fue peor de lo que esperaba.

- ¡a la conservera!-dijo sádicamente.
-¡serás ca…!-cerré la boca a tiempo.

El muy hijo de perra sabia que lo único que no soportaba en esta vida era el olor a pescado y me había jod*d* pero bien.
-¿Cómo dices?-espetó ante mi desliz.
-nada - dije resignado- me parece bien.

En esto que entró mi madre, caminando elegantemente y de puntillas casi como una aparición, me miró seria al pasar a mi lado y se colocó tras mi padre apoyando sus delgadas manos en sus hombros.

-¿Qué tal ha ido? - dijo con voz suave.
-estupendamente…- se jactó mi padre- tú hijo pronto empezara a trabajar en la conservera, donde yo empecé, seguirá los pasos de su padre.

Mi madre asintió un poco extrañada, conocía perfectamente mi aversión al pescado, pero no dijo nada.

- pero antes me iré de viaje - aclare yo.
-sí, le voy a permitir un ultimo capricho - se regodeo el viejo en su sillón.
-¿adonde piensas ir, hijo?- se interesó mi madre.
-me vais a perdonar, pero creo que eso no es asunto vuestro - dije con una media sonrisa.

Por supuesto que no les gustó mi respuesta, mi madre estuvo a punto de reprocharme la contestación, pero mi padre, agarrandole una mano se lo impidió, se le notaba en la cara que ya estaba gozando solo de pensar lo putas que las iba a pasar entre tripas de pescado. Lastima que yo no tuviera la menor intención de cumplir sus deseos, tengo muchos defectos, pero la estupidez no es uno de ellos.

-si no tenéis más que añadir…- dije mientras me ponía en pie.
-tienes un mes - graznó mi padre a pleno pulmón.
-claro, claro…- le respondí mientras me largaba de allí.

















Planes de viaje y otras cosas



En cuanto llegué a mi habitación, lo primero que hice antes de quitarme la ropa y enfundarme en un suave pijama de seda de Jesús Del pozo fue conectar mi portátil, tenía mucho trabajo que hacer antes de dormir.
Como ya dije antes no soy un imbéc*l, y tampoco hacia falta ser un lumbreras para saber que mi chollo de vida, antes o después se iba a terminar, así que hacia tiempo que llevaba tomando medidas para cuando llegase este momento.
Tengo que reconocer que la inteligencia para los negocios la tenia grabada a fuego de los genes que me traspasó mi padre, por eso, nunca tuve dificultad ni miedo alguno de jugar en bolsa, al principio, en el colegio ingles donde estudie, fue un trabajo de clase con dinero ficticio, en el cual destaqué, luego empecé con migajas de mi generosa asignación en el mundo real, y poco a poco la bola se había ido haciendo mayor, teniendo en la actualidad casi un millón de euros controlados a base de clic de ratón.
No hace falta decir que mi viejo de esto ni zorra idea… ventajas de la era informática, así que las tres horas siguientes me las pasé dando ordenes de venta de la mayor parte de mis acciones, y redirigiendo el capital obtenido a mi cuenta privada en Andorra.
Mañana a las ocho y pico de la mañana seria un tipo con la vida resuelta, sin lujos pero sin preocupaciones, el plan de emergencia se había ejecutado a la perfección, cuando volviese de mi viaje, tendría otra conversación con mi padre, y esta vez no me pensaba tragar ni una sola de las palabras que tenía ganas de decirle. Como no tenía sueño, decidí empezar a organizar mi viaje, la coronación era el próximo mes según la prensa, tenia que darme prisa.
Tras dejarme los ojos en la pantalla, averigüe que Ruritania no tenia embajada en España, pero que disponía de un pequeño consulado, agregado a la embajada Austriaca, en Madrid, mañana viajaría sin falta a solicitar un visado de entrada, rendido, apagué el portátil y me arrastré hasta la cama, donde me quedé frito en segundos.
Manuela no se podía creer que yo apareciese a desayunar antes de las ocho de la mañana, hasta me tocó la frente para ver si tenia fiebre.
Mi padre ya se había ido a trabajar, como siempre, se levantaba a las seis en punto como un reloj, así que compartí el desayuno con mi madre, la cual trato en vano mientras comíamos sacarme información, y agobiado por su interrogatorio, me tomé el café a toda prisa y me largué, diciendo que no me esperasen a comer.

Uno de los mayores placeres que un ser humano puede disfrutar en esta vida es estar sentado a los mandos de un 911 turbo, por una buena carretera, con el pie a fondo y deleitándose los oídos con el CD “hysteria” de los Leppard, vuelta y vuelta, a todo volumen por los exquisitos altavoces BOSE del coche, casi una experiencia mística, mucho mejor que el sexo, un indescriptible placer que solo se puede ver interrumpido por las luces azules de un coche camuflado de la guardia civil , tras pasarlos a más de doscientos cincuenta por hora, ni siquiera la abultada multa ni las amenazas de los agentes de llevarme preso pudieron cambiar mi buen humor, si me hubiesen pillado un mes después, cuando la nueva ley de trafico entrara en vigor no me hubiese librado ni el tato de ser detenido.
Con el pie derecho bastante menos alegre, entré en Madrid antes del mediodía, y dejé que el gps me guiara hasta mi destino.
Tras identificarme y firmar en la puerta, entre en la embajada austriaca, y gracias a que dominaba el ingles a la perfección, se lo debo a ocho años de disciplina de colegio ingles, enseguida encontré la pequeña oficina donde estaba el consulado Ruritano.
Una secretaria regordeta sonriente estuvo a punto de caerse de la silla cuando me planté ante su mesa, luego se levantó como un rayo y empezó a hacerme reverencias y a hablarme en alemán, la lengua oficial del pequeño reino.
Me costó largo rato hacerla entender que no era el príncipe Edgar, y aún así, creo que no se quedó muy convencida del todo de que no lo fuera.
Tras explicarla mis intenciones de visitar el país con motivo de la coronación del verdadero príncipe, torció el gesto y me explicó que los requisitos para entrar al país eran muy severos y que en cualquier caso, llevarían demasiado tiempo si me concedían un visado turístico como para poder llegar a tiempo a la coronación.
No dejé que me afectara aquel repentino revés, y con la más dulce de mis sonrisas le rogué que hiciese lo posible para agilizar los tramites, le dije lo importante que era para mí conocer su bonito reino y demás zalamerías y creo que logré conmoverla, ya que me rogó que esperase en una salita de espera y se perdió en otro despacho, no sin antes prometerme que haría cuanto estuviese en su mano para complacerme, antes de irse sin querer volvió a hacerme una reverencia involuntaria y al ver mi sonrisa se marchó sonrojada.
Tras veinte minutos de espera que pasé echando una ojeada a la edición internacional del National Geografic, mi querida anfitriona me guiño un ojo con media sonrisa picara y me pidió que la acompañase al despacho del cónsul.
Este me esperaba en medio del despacho, era un hombre alto y por su porte y ademanes, hubiese jurado que era militar, pero solo eran suposiciones mías.
Cuando llegué frente a él, se quedó mirándome de arriba abajo un buen rato, cuando pareció quedar satisfecho, lanzó una exclamación.

-¡realmente el parecido es endiabladamente sorprendente!
-gracias- dije estúpidamente.

Tras el cónsul había un gran cuadro de la familia real, y aunque se notaba que no era demasiado actual, me pude reconocer a la perfección en él, a la izquierda del monarca. La secretaria se retiró y nos quedamos solos. El cónsul, que al andar cojeaba un poco de la pierna derecha, me indicó amablemente que tomase asiento frente a su mesa y así lo hice.
Tras intercambiar los protocolarios saludos y ofrecerme una taza de café que rechacé amablemente, entramos en materia.

-así que desea conocer nuestro pequeño país…- dejó caer.
-así es señor - respondí conciso.
-¿y a que se debe tan repentino interés?- me interrogó descaradamente.

Le conté como había descubierto por casualidad la foto del príncipe heredero en el periódico y como me sentí intrigado por nuestro increíble parecido, que luego me había informado en Internet sobre Ruritania y que por eso tenía tantas ganas de ir allí.
Fui totalmente sincero, pero por las diversas expresiones de la cara del cónsul, no tenia nada claro de que me estuviese creyendo, reflexionó un buen rato antes de responderme.

-realmente no es el mejor momento para visitar nuestro pequeño reino, las cosas andan un poco revueltas, me temo que no va a ser posible concederle el visado hasta que se coroné al nuevo rey y las cosas se estabilicen, luego será un placer para mí invitarle personalmente a conocernos.

No había llegado tan lejos para recibir ahora un no por respuesta, así que insistí. Le explique que esta seria mi única oportunidad en mucho tiempo de poder viajar ya que me debía incorporar al grupo empresarial de la familia, me tiré un buen pegote, le dije quien era mi señor padre y sus cejas se levantaron involuntariamente al reconocer su nombre, y poco a poco vi que no todo estaba perdido.
Tras casi una hora conversando con el cónsul, al final solo pude sacarle su promesa de hacer todo lo posible por mi causa, y tras decirle como ponerse en contacto conmigo, nos despedimos, su apretón de manos fue seco, duro y corto, cada vez estaba más convencido que aquel tipo era o había sido militar.
Dejé la embajada poco convencido sobre mis posibilidades y emprendí el regreso a casa con cierto sabor a derrota en los labios.

La respuesta llegó por correo certificado, varios días más tarde, un mensajero entregó un abultado sobre que yo abrí a eso de las doce del mediodía, cuando por fin me levanté de la cama.
No solo me habían concedido el visado, que estaba entre los documentos, sino que además, el propio cónsul, me había regalado una estancia de una semana en el mejor hotel de la capital para asistir a la coronación. Una carta de su puño y letra me deseaba feliz estancia y me pedía que le acompañase como invitado a la recepción oficial a celebrar la noche antes del evento.
Con el viento a mi favor, me puse frenéticamente a organizar mi aventura, como los permisos y el alojamiento lo tenia resuelto, solo restaba ocuparme del viaje.
Tras mirar las escasas opciones, en coche o en tren, no quedé satisfecho, y en un último arrebato de locura de juventud, se me ocurrió la feliz idea de hacer el recorrido en moto, que además de resultarme tremendamente atractivo a mí, sabia positivamente que a mi padre le iba a jod*r un huevo.
Sabia que hacerlo en mi radical MV augusta seria un suplicio, así que necesitaba una moto nueva, solo la idea de fundirme la pasta del viejo ya me puso de un estupendo humor, y como aún tenia el grifo abierto, fue lo primero que hice.

Finalmente opté por una BMW r1200gs, una maxi-trail cómoda y potente, una perfecta compañera de viaje para la que iba a ser mi última aventura, la equipé con todos los extras, y además, en el contrato puse una bonificación de seiscientos euros si la tenia en una semana, y por supuesto que la tuve.


En Ruritania


No pensé jamás que me pudiera ocurrir esto a mí, pero juro por dios que llegó un momento en que estuve harto de tanta curva.
Aquel era el verdadero paraíso para todo buen amante de las dos ruedas que se precie, las carreteras parecían todas recién asfaltadas, sin un solo bache y con un grip más que bueno, no eran demasiado anchas al tratarse en su totalidad de carreteras de montaña, pero nada que ver con los estrechos y revirados puertos de nuestro país, hay que recordar que la casi la totalidad del transporte del mineral solo se podía hacer por carretera, quizás por eso estaban tan bien hechas y conservadas.
Tras disfrutar más de dos horas de subidas, bajadas, de curvas y del increíble paisaje, llegué a agotarme, tanto física como mentalmente y no tuve más remedio que detenerme un rato y despejarme un poco.
Lo hice en lo alto de un puerto, en un pequeño arcen que servia de mirador a un inmenso y verde valle, ¿Dónde estaban las casas en aquel país? Aún no había visto ninguna.
Me encendí un cigarrillo y me puse a estirar un poco las piernas por los alrededores. El aire sabia diferente, era más fresco y más intenso, no se como explicarlo, en cualquier caso resultaba revitalizante.
Al poco rato de estar allí, empecé a oír a lo lejos el rugido grave de varios motores, no tardé en identificarlos como bicilindricos de moto, y venían fuertes, otra de las ventajas del lugar era que no existía limitación de velocidad, las señales solo indicaban una recomendación en los tramos más revirados o en pendientes, cada segundo me sentía más a gusto aquí.
Desde el borde del mirador pude ver tres ktm supermoto totalmente negras, tanto las monturas como los pilotos, subiendo a cuchillo el puerto, se notaba de lejos que tenían buenas manos y que se conocían el terreno, hay que jod*rs* como iban los pavos, en poco tiempo llegarían a mi posición.
Vi al primero poco después, saliendo a una rueda de la curva, seguido a centímetros por los otros dos, impresionante…
Al pasar frente a mí les saludé con la típica V motera.
El primero del grupo frenó, y lo hizo tan bruscamente, que sus dos compañeros libraron por los pelos de no llevárselo por delante. Me asusté, había estado a punto de causar un accidente por una tontería, corrí hacia ellos para disculparme, pero ellos ya estaban dando la vuelta y en segundos se pararon junto a mi BMW.
Comencé a disculparme mientras se bajaban de las motos, pero me quedé mudo cuando el que había dado el frenazo se quitó el casco con pantalla negra y vi mi cara en la suya.


-¡válgame Dios...!-exclamó mi doble, En Ruritania eran muy católicos.

Yo sabia quien era él, pero el no conocía de mi existencia. Me presente cortésmente en ingles, ante la estupefacta mirada de los tres hombres.
Los que le acompañaban tenían toda la pinta de ser los guardaespaldas, dos tipos altos y fornidos como armarios, con el pelo casi rapado y mirada inquieta.
A mi particularmente, no me quitaban ojo y su expresión no era tan divertida ni afable como la del príncipe Edgar.
Este no paraba de dar vueltas a mi alrededor, lanzando toda clase de exclamaciones y hablando en alemán con sus compañeros, lastima que no entendiera ni jota, me hubiera gustado saber que les decía de mí.

-¿Qué haces en mi país? - preguntó por fin en ingles sin malicia.

Una vez más volví a contar la historia, y para mi sorpresa, al futuro rey le encantó. Tanto es así, que a partir de aquí todos mis planes se fueron al traste.

-tenemos que celebrar este agradable encuentro - dijo complacido- esta noche será mi huésped, le ruego que acepte.

Poco había que rascar ante tal situación, acepté gustoso. Me explicó brevemente que a continuación nos dirigiríamos hasta el palacio de caza del rey, quedaba a pocos minutos de aquí, en medio de un bosque, ya debían estar esperando su llegada.
Dicho y hecho, montamos en la moto, Edgar fue en cabeza y yo entre los dos gorilas, me tenían bien vigilado, su trabajo era no fiarse de nadie y por lo que parecía lo hacían muy bien.
Tengo que decir, por pura autocomplacencia, que a pesar del fuerte ritmo que Edgar imprimió a su montura, estuve a la altura y no me despegué de su colin en todo el trayecto.
Poco después salimos de la carretera y tomamos un estrecho camino sin señalar, nos metimos de lleno en mitad de la espesura de un frondoso bosque, noté que a pesar de la cordura, el ambiente allí era bastante más fresco, en cualquier caso, merecía la pena pasar un poco de frío solo por la belleza del paisaje.
Salimos a un gran claro, en mitad del cual, se levantaba un pequeño y bonito palacete de dos pisos de aire medieval. Detuvimos las motos frente a la gran puerta de entrada, por la que empezaron a asomar multitud de personal de servicio.
El príncipe se quitó el casco y empezó a saludarlos uno a uno llamándoles por su nombre y bromeando con algunos, la fama de que el pueblo lo quería no debía ser un bulo, observando su comportamiento campechano.
Tras los saludos pidió que me prepararan una estancia y que metieran mis maletas en el palacio, tuve que echar una mano para soltarlas de la moto.
Luego se disculpo, alegando obligaciones inaplazables y se despidió de mí quedando para tomar una copa antes de cenar. Quedé en la entrada, escoltado por uno de los gorilas, aún flotando como en una nube, tras los repentinos acontecimientos ocurridos en tan poco tiempo.

-¿Qué hacemos ahora? - pregunté a mi sombra.
Me hizo un gesto para entrar dentro, no le hice tener que repetírmelo. Fui alojado en una espaciosa habitación, trofeos de caza y pieles de animales decoraban paredes y suelo, el mobiliario clásico de madera quedaba perfecto con el resto de la decoración, las maletas de aluminio de la moto ya estaban allí. Antes de dejarme solo, el gorila me dijo que podría asearme y cambiarme de ropa para la cena, y además me dejó bien claro con un tono duro y con mucho acento alemán, que no se me ocurriese salir de la habitación.
Le prometí que podría estar tranquilo, pero no se por qué, no se creyó mis sinceras palabras.
Aproveche para darme un largo y relajante baño, la verdad es que lo necesitaba, lo disfruté sin prisas.
Luego me afeité y saqué ropa de calle de mi equipaje, daba gusto cambiar la cordura por unos cómodos vaqueros y una buena camisa de pura seda italiana.
Como tenia que esperar a que vinieran a buscarme, abrí una ventana y me fumé un pitillo a gusto, justo acababa de arrojar la colilla por la ventana cuando oí la cerradura, ya podía salir.
Fui escoltado por los pasillos hasta un gran salón, allí si que había bichos disecados por todas partes, iluminada la estancia solamente por las llamas de una inmensa chimenea en el fondo, a uno se le encogía un poco el animo. Me senté como un corderito en un gran sofá, y un poco nervioso esperé, tratando de no mirar mucho a la cara al gorila que se sentó frente a mí.
Gracias a Dios no hube de esperar mucho rato, si por lo menos el gorila me hubiese dado algo de conversación… pero nada, mudo como una roca.
Edgar entró en el salón a grandes pasos, con una sonrisa en la boca y pidiendo a gritos que encendiesen las luces, al verle acercarse, me puse en pie.

-¡pero Otto! – Exclamó - ¿no has sido capaz ni de ofrecerle una copa a nuestro invitado?

Otto puso cara de lamentarlo y yo le excusé alegando que no tenía sed.

-pero ahora tomaremos algo mientras preparan la cena-me sugirió
-será un placer -

No tenía por costumbre empezar a darle al drinkin antes de llenar el estomago, pero esta vez hice una excepción, y me tomé una buena copa de un exquisito y desconocido vodka ruso.

-¿y bien, que te parece mi pequeño país? - me preguntó Edgar rompiendo el hielo.
-pues lo poco que he visto me ha encantado.
-¿Cómo ha conseguido el visado de entrada?- atacó Otto.

El príncipe le lanzó una mirada fulminante y el hombre se calló. Un poco incomodo por la agresividad de aquel tipo, decidí contar la verdad, para evitar suspicacias y dejar bien claras mis inocentes intenciones.
Expliqué como había viajado hasta el consulado en Madrid y lo estupendamente que fui atendido por su personal, haciendo hincapié sobre todo en especial al cónsul, que hasta me había buscado alojamiento en el mejor hotel y me había invitado a acompañarlo a la recepción oficial previa a la coronación.

Al escuchar mis palabras, el príncipe frunció el ceño y su expresión se tornó oscura, aunque no dijo nada, y en cuanto a Otto, la verdad es que tuvo que contenerse para no saltar del sofá.

-¿he dicho algo inconveniente? - pregunté extrañado por su reacción.
-en absoluto - dijo Edgar.

Pero a continuación, dirigió su mirada a Otto y este salió disparado del gran salón.

-aquí esta pasando algo raro… - no pude contenerme.
-nada de lo que debas preocuparte - me aseguró.

No quise insistir, pero una mosca empezó a rondarme tras las orejas. Seguimos charlando como si nada, de nuestro increíble parecido, de nuestros países y costumbres…el príncipe solo conocía la capital e ibiza, y de motos.
Al poco rato regresó Otto en medio de grandes zancadas y plantándose en un santiamén junto a su señor, le habló al oído, yo cada vez estaba más intrigado, aquí había gato encerrado.
Otto volvió a salir casi a la carrera tras intercambiar unas pocas frases en alemán entre ellos. Cuando nos quedamos de nuevo solos, la cara del príncipe tenía una agridulce expresión.

- Quizás debiera abandonar el país…-me ofrecí- creo que mi llegada esta siendo motivo de muchos trastornos.

Edgar lanzó una gran carcajada que me dejó totalmente descolocado.

-mi querido amigo - dijo aún entre risas - me temo que así es.
-¡Explícate!- lo tuteé ya irritado -me temo que no entiendo nada.

Edgar sin dejar de sonreír siguió hablando.

-creo que sin quererlo ni sospecharlo, formas parte de un complot para evitar que yo llegue al trono - dijo como si nada.
-¡no es posible! - protesté irritado poniéndome en pie - ¡yo jamás formaría parte en algo tan sucio y descabellado!

El príncipe me rogó que me calmase y pidió explicarse, me costó bastante tranquilizarme lo suficiente como para volver a tomar asiento.

-no se exactamente que es lo que esta tramando el bueno de mi hermano Rupert pero viendo nuestro increíble parecido creo que trata de suplantarme por ti. Te aseguro que si no estoy en lo cierto, nunca hubieras podrido conseguir un visado de entrada, el cónsul en España es un acolito de mi hermano y yo mismo firme su orden de traslado para sacarlo de aquí, era un hombre muy poderoso dentro del ejercito y no estaba de mi lado, era muy peligroso que tuviera demasiado poder, podría poner gran parte de las fuerzas armadas en mi contra, incluso estallar una guerra civil que de ninguna manera puedo consentir por el bien de mis súbditos.

No cabe duda que Edgar sabia muy bien lo que se decía, pero seguía sin ver que podía pintar yo en medio de aquellas intrigas de poder, así se lo hice saber.

-viniendo del mal nacido de mi hermano cualquier cosa… puede secuestrarme o matarme, y teniéndote a ti, obligarte a salir en publico diciendo que he renunciado la corona a su favor, darías el pego a la perfección, luego tú sufrirías un desgraciado accidente y….

No hizo falta que me explicase lo que me ocurriría a mí una vez logrado su objetivo.

-¡tengo que abandonar el país cuanto antes!-grité asustado.

Edgar asintió.

- en estos momentos Otto esta ocupándose, pronto vendrá un helicóptero a recogerte, te llevará hasta Viena donde te esperará nuestro avión privado que te llevará a España en pocas horas.

Al oír aquello se me alivió una presión en el pecho que poco a poco se me había ido formando.

-no te preocupes por tu moto -zanjó el tema- en cuanto pase el día de la coronación dentro de una semana, serás mi invitado de honor y cuando decidas regresar a casa podrás llevártela.

Lo ultimo que me importaba ahora era largarme de aquí, a la moto la podían dar por el culo.
-tomemos otra copa mientras llega el helicóptero - dijo tranquilamente.


Problemas


Otto nos avisó de la llegada del helicóptero y salimos al claro del bosque, efectivamente, sobre nuestras cabezas, un moderno aparato de líneas estilizadas comenzó a descender lentamente, antes que el ruido de las turbinas lo hiciera imposible, nos despedimos, Edgar me dio un fuerte abrazo y me deseo un agradable vuelo y entonces se desató el pu*o infierno.
El aparato estaba a un metro escaso de tocar el suelo cuando se abrieron sus puertas y comenzaron a saltar del mismo hombres armados vestidos de negro.
“Vaya pedazo despliegue de seguridad” pensé yo, me sentí hasta importante por un segundo, sin embargo, el primero en reaccionar fue Otto, que ante mi estupida mirada y la del príncipe, desenfundo su arma y comenzó a gritarnos que entráramos dentro.
Un instante después las balas llovieron a nuestro alrededor, no se oían, el helicóptero ahogaba las detonaciones, solo los trozos de hierba saltando a nuestros pies y los fogonazos de las bocas de los fusiles de asalto nos hicieron saber que estábamos siendo atacados.
Aquello me resultaba tan increíble que tardé unos preciosos segundos en reaccionar, para cuando mi cerebro ordenó a mis pies empezar a correr para salvar el pellejo, Otto cayó abatido delante del príncipe al protegerlo de las balas.

Luego las armas callaron, no supe porqué hasta que vi la indecisión en los rostros de nuestros atacantes, qué alternaban el cañón de sus armas entre el príncipe y yo.
Esta vez no vacile y eché a correr, Edgar hizo lo mismo y emprendimos la huida haciendo caso omiso a los gritos que supongo nos ordenaban detenernos.
Casi lo logramos, nos faltaban unos pocos metros para entrar en el palacio cuando las balas saltaron de nuevo a nuestros pies, no se porque, pero tuve la seguridad de que iba a morir, fue una sensación extraña y los siguientes instantes pasaron a cámara lenta, Edgar fue alcanzado en el muslo de su pierna izquierda y lo vi caer a mi derecha, mientras mi cerebro me ordenaba detenerme para socorrerlo sentí en un dolor en mi brazo como si alguien me lo estuviese atravesando con un hierro al rojo vivo, tropecé y caí dando volteretas sin control un par de metros.
Con un pequeño mareo y con el brazo prácticamente inmovilizado traté de ponerme en pie y volver junto a Edgar, pero este, herido y sangrando abundantemente de su pierna me gritaba para que huyera.
Incapaz como era de razonar con lucidez, estoy seguro de que me hubiesen abatido en cualquier momento si no llega a ser porque de la puerta de la casa empezaron a responder al fuego tanto el otro escolta del príncipe como el personal de servicio armados con rifles de caza.
Me quedé tendido en el suelo, encogido como un bebé, a la espera de acontecimientos, ahora sí que podía oír las balas silbar, nunca había estado tan aco*onado en la vida, mi pellejo solo dependía de la buena puntería de algún hijo pu*a, empecé a rezar, algo que no hacia desde hacia siglos.
No sé cuanto duró aquello, quizás solo un par de minutos, pero a mí sobre la hierba se me hizo toda una vida, solo sé que de repente me vi rodeado de gente y que un par de fuertes brazos tiraron de mí hacia la casa, justo antes de pasar la puerta por el rabillo del ojo pude ver que los asaltantes estaban haciendo exactamente lo mismo con el príncipe, lo tenían a las puertas del helicóptero cuando salió de mi campo de visión, luego, me desmayé.
Cuando abrí los ojos, tenia a escasos centímetros de mi cara el arrugado rostro de un hombre mayor con cara de malas pulgas, asustado, di un bote y nuestras cabezas chocaron haciendo un sonoro crac.
El tipo, un tipo de unos sesenta, de media estatura y delgado como un palillo empezó a lanzar juramentos en alemán, yo aún asustado y desorientado traté de incorporarme pero un latigazo de dolor insoportable en mi brazo me lo impidió y volví a quedar tumbado con la cabeza dándome vueltas como un tiovivo, tuve que cerrar fuertemente los ojos para controlar el mareo.
Una voz tranquila me susurro en ingles con acento que permaneciese quieto y tranquilo que estaba a salvo.
Entonces recordé la movida del helicóptero, los tiros y demás.

-¿Dónde está el príncipe Edgar? - pregunté visiblemente angustiado.

Nadie me respondió.

Abrí los ojos, y con mucho cuidado y esfuerzo, me incorporé. Me encontraba en la cama de mi habitación, custodiado por el guardaespaldas que no fue abatido, por el viejo de malas pulgas y por un par de hombres del servicio. Enfadado y dolorido repetí la pregunta.

-se lo han llevado - dijo el viejo de mala leche entre dientes.
-¿Quién? – seguí angustiado.
-lo tiene Rupert - su nombre sonó con desprecio.

Hice un esfuerzo por entender la situación, si Edgar estaba en poder de su hermano el trono estaba perdido, en el mejor de los casos.

-¡se jodió! - se escapó de mis labios.

Los rostros de los presentes expresaron el mismo pensamiento, todos salvo uno, el del viejo gruñón, en su cara solo se apreciaba una sobredosis de mala ostia.

-¡y una mi*rda! - se arrancó entonces.

Todos nos quedamos mirándolo boquiabiertos, este comenzó a dar vueltas por la habitación, de un lado a otro, maldiciendo y pensando, a veces se me quedaba mirando y poco después reemprendía su inútil marcha negando con la cabeza, una y otra vez, parecía poseído.
Hasta que se detuvo definitivamente, de nuevo frente a mí, mirándome con descaro, una sonrisa heladora se fue formando poco a poco entre sus apretados labios, se me erizaron todos los pelos, aquel viejo asustaba.
Al momento empezó a lanzar órdenes en alemán, los que las recibieron, sin rechistar y apurados dejaron mi cuarto con rapidez, en unos instantes quedamos solos él, el guardaespaldas y un servidor.

-klaus…- dijo maliciosamente el viejo - te presento a tu nuevo soberano- señalándome.

No se quien de los dos se quedó más alucinado al escucharlo, pero en segundos, empecé a darme cuenta de sus intenciones y empecé a negar con la cabeza.
El viejo asintió con fuerza, protesté con todas mis fuerzas, fue inútil.
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jpbullas
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#2 Re: COMO YA AMENACÉ ...HE VUELTO...

Mensaje por jpbullas »

Muy bueno... He pasado un rato muy entretenido y me he quedado con ganas de más
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SULACO
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#3 Re: COMO YA AMENACÉ ...HE VUELTO...

Mensaje por SULACO »

Como fabricar un rey en 24 horas



Una vez quedó claro mi nuevo e irrenunciable papel en esta historia, me dieron un par de pastillas para el dolor y para sobar y me quedé frito en minutos.
Cuando una dulce voz femenina me despertó, aún creía que seguía soñando. Abrí los ojos tremendamente a gusto bajo las sabanas y volví a cerrarlos, por un instante creí que estaba en mi casa, en España, fue una sensación muy agradable, que duró lo justo para dejarme la miel en los labios cuando empezó a tronar la dura voz de Fritz, el viejo amargado.
Abrí los ojos para ver como aquel grano en mi culo daba órdenes imperiosas a la doncella que me acababa de despertar con suavidad. La joven bajó el rostro y esbozó una débil disculpa, que por los airados gestos de Fritz, pareció no aceptar, aquello ya fue demasiado, me erguí renqueante aún por el brazo y le empecé a llamar de todo menos guapo.

Este dejó de apabullar a la chica y me miró sorprendido.
-vaya… por lo menos tienes algo de carácter -pareció complacido.
Pero duró poco, al instante volvió a la carga, le dio varias órdenes a la doncella y salió de mi cuarto.
-¿Qué te ha dicho?-pregunté inseguro de que pudiese comprenderme.
-que tiene que levantarse, asearse y que le corte el pelo.-respondió en un perfecto ingles.
-vaya con el abuelo.

Aquel puñetero día fue como volver a la escuela, muy largo, muy duro y un gran coñazo, pretendían que me supiera toda la historia reciente del país, que conociese e identificase a un montón de desconocidos en fotos y por si fuera poco que aprendiera alemán, la lengua oficial, aquello fue demasiado.
Solo me daban un respiro cada dos horas, para echarme un pitillo, el príncipe no fumaba, así que cuando llegáramos a la capital ya me podía despedir de uno de mis vicios, al menos en publico.
No se cuantos cafés con calmantes me tomé, pero al caer la tarde me sentía como flotando en una nube de terciopelo con una gran sonrisa idiota en la cara.
Fritz me dejó por imposible a eso de medianoche, no entendía ni papa de lo que chamullaba con sus acólitos, pero no parecía nada satisfecho con mis progresos.
Me dieron de cenar, un bol de sopa y un sándwich de jamón y queso duro y seco como la piedra, lo engullí con avidez y lo regué con un delicioso zumo de naranja natural, después de eso, me escoltaron de nuevo a mi cuarto y me metí en la cama, me dormí al instante.

Los dos siguientes días fueron una copia del primero, solo que esta vez tenia mucho mejor el brazo, fue un tiro limpio sin mayores consecuencias, y pasé de atiborrarme a calmantes, con lo cual estuve mucho más despejado y atento.
Esa misma noche partiríamos a Strelsau, la capital, el ambiente que reinaba ahora era mucho más soportable, hasta el propio Fritz asentía y sonreía con satisfacción cuando respondía adecuadamente a sus preguntas.

Antes de partir me vistieron con la ropa de Edgar, me quedaba como un guante, otro motivo de satisfacción para el viejo cascarrabias, y con mi nuevo corte de pelo calcado al del príncipe daba el pego de lleno.
Como el brazo aún me dolía, me lo pusieron en cabestrillo, el gabinete de prensa aduciría un accidente de moto sin importancia, todos conocían la afición de Edgar a las dos ruedas, y seria una excusa convincente para reducir mis apariciones publicas a las mínimas imprescindibles, Fritz estaba en todo.

Cuando anunciaron que el coche estaba en la puerta esperando, se armó un gran revuelo, y todos menos Fritz desaparecieron del salón, muy ocupados en los preparativos.
Llegó la hora de la verdad, estaba a punto de participar en una gran farsa en la que hasta mi vida corría peligro y me di cuenta que nadie me había pedido ni mi opinión ni mi participación, sin más, ni yo mismo me lo había planteado.
Sentí miedo, ¿Dónde coñ* me había metido?
Fritz pareció percatarse de mi estado de ánimo y se acercó hasta mí, plantándome su manaza amistosa sobre el hombro.
-lo harás bien – dijo convencido.

Sin nada más que rascar allí, salimos juntos a la calle, respiré aquel delicioso aire puro por primera vez en días y me sentí mejor al momento, montamos en un gran Range Rover negro blindado, uno de los cinco que formaban la comitiva, dentro olía a cuero y madera, con un simple gesto del viejo arrancamos.

Al principio permanecí callado, oyendo como rugía el V8 gasolina atravesando puertos de montaña a una velocidad mucho más elevada de lo que la prudencia aconsejaría, a mi lado, Fritz estuvo ocupadísimo largo rato manteniendo varias conversaciones en su idioma por el móvil, cuando pareció terminar y se metió el teléfono en la chaqueta aproveché para conversar con él.

-¿se sabe algo de Edgar?
-sabemos muy poco, tengo un agente en Zenda, pero solo lo ha podido ver un par de veces y de pasada, lo tienen muy bien oculto, sabemos que esta vivo,
Pero convaleciente de su pierna herida, y el maldito Rupert no ha dado señales… a saber lo que estará tramando el muy bribón.
-¿Qué esperas que pase?
Fritz meditó unos instantes antes de responder.
-no lo sé, lo lógico seria que tratar de hacer un trato con nosotros, dudo mucho que ose hacerle daño a su hermano, de todas formas, por si se le ocurriera esa idea, te tenemos a ti, ocuparas su lugar y todo seguirá como estaba previsto, le joderemos su mejor baza, si es necesario tú serás coronado, cualquier cosa antes de que ese mal nacido acaricie el trono.

El tono de sus palabras se fue endureciendo, y la última frase la pronunció con determinación, estaba claro que era capaz de cumplir lo que había dicho, me encogí un poco intimidado en mi asiento y decidí cambiar de tema, le sugerí que hiciéramos un breve repaso de las estancias de palacio, y di gracias a Dios de que el rey y la reina estuvieran de safari en Kenia, volverían pasado mañana, para la recepción previa a la coronación, en dos días podían ocurrir muchas cosas, quizás hasta podría estar ya en casita y todo, no sabia lo equivocado que estaba.

Atravesamos la capital a más de ciento cincuenta por hora, los cruces y semáforos estaban ocupados por patrullas de policía que nos franqueaban el paso, ni me pude fijar en sus calles ni edificios, atravesamos las verjas de palacio sin bajar el ritmo y poco después entramos en el garaje subterráneo.
Cuando se detuvieron los motores, pude ver a un gran comité de recepción, Fritz me hizo un último examen antes de bajar del coche, reconocí a todos los presentes, me señaló a uno de ellos, un tipo seco y estirado, Roland era su nombre, del servicio de protocolo y uno de los hombres de Rupert en palacio.
-mucho ojo con ese -dijo antes de estirar la mano hacia el tirador de la puerta.
En cuanto bajé del Range me vi rodeado por un montón de guardaespaldas que no dejaron ni acercarse a los que nos esperaban, incluso a empujones, me hicieron caminar deprisa hasta las escaleras, pero yo, tal y como me había dicho Fritz, salude a todos con la cabeza y sonriente fui pronunciando los nombres de los que reconocía.

No nos detuvimos hasta llegar al segundo piso, donde se encontraban mis aposentos privados, que resultaron ser como una gran casa dentro del propio palacio, en cuanto se cerró la puerta a nuestra espalda por fin me dejaron respirar tranquilo, caminé hasta un cómodo gran sofá de piel blanca y me dejé caer en él.
-¿Qué tal lo he hecho? -Pregunté a Fritz que se había convertido en mi sombra.
Se limitó a dirigirme un gruñido de aprobación.
-¿y ahora que hacemos?-insistí.
-pediremos algo para cenar y luego a dormir - me trató como a un puñetero crío.
-oye Fritz, no te pases, que bastante estoy haciendo-protesté airado.
Este me ignoró por completo y se fue a dar órdenes a todo el personal de seguridad que llenaba mi estupendo salón.
Minutos después en mis aposentos solo quedábamos un par de gorilas y yo.
Aburrido de mirar sus frías caras decidí explorar mis dominios.
La verdad es que no se lo montaba nada mal mi gemelo, en aquellas estancias no faltaba de nada, un gran dormitorio con decoración ultramoderna llena de cristal y acero, con una pedazo cama de por lo menos dos metros de ancho, un baño con todos los accesorios imaginables, el ya mencionado lujoso salón y lo que más me gusto un cuarto llenito de aparatos electrónicos y de libros, no faltaba de nada, ni una enorme pantalla de plasma y un completo equipo hifi firmado por Bang&oluffsen, todas las consolas del mercado y unos estantes repletos de música cine y juegos y un ordenador, el paraíso.

Encantado con el resultado de mi exploración, regresé al salón, justo cuando llamaron a la puerta para traer la cena.
Disfruté de las delicias culinarias que me ofrecieron y me tomé un estupendo café solo para terminar, a continuación eché mano a mi paquete de tabaco y me dispuse a encenderme un pitillo, al segundo, uno de los gorilas se plantó a mi lado y moviendo su cabezota me dijo que no se podía fumar, ya me había olvidado de que Edgar no lo hacia.
-¿entiendes ingles?-le pregunté.
Asintió sin gracia.
-mira salao, yo después de cenar me fumo un pitillo, aquí y en la china, así que vete diciéndome donde puedo hacerlo, vamos a llevarnos bien…
La verdad es que me pasé de chulería con el tipo, y por la cara que puso, supe que estaba haciendo verdaderos esfuerzos para no darme un puñetazo en los morros.
En lugar de hacerlo, se llevó la mano donde tenia oculto el micrófono y hablo con alguien unos segundos en voz baja.
Cuando terminó me miró con cara de malas pulgas y me señaló una gran puerta que daba acceso a una gran terraza.
Asentí y me fui para allí.
Que pasada, era como tener un gran jardín en un segundo piso, todo lleno de plantas de un verde brillante a la luz de la luna, incluso disponía de una pequeña pérgola bajo la cual se hallaba una mesa y cuatro sillas de jardín, allí que me fui.

La noche era fresca, pero se aguantaba bien en medio de aquella belleza de sitio, miré el reloj, un caro omega de platino, el mismo que usaba Edgar, solo eran las diez menos cuarto, en España aún no habría llegado a casa.
Me fumé un par de cigarrillos súper a gusto, uno de los gorilas estaba en la puerta, bastante lejos para ser una molestia pero presto para actuar si la situación lo requería, dudé en pedirle que me trajera una copa, no quería abusar de mi suerte, mejor entraba y me la preparaba yo, ya había localizado antes el mueble bar.

Justo me acababa de poner en pie cuando oí abajo ruido de motor, curioso me asomé por el barandado, solo pude ver los leds traseros de un A8 negro deteniéndose frente a la entrada de palacio, ¿Quién podría ser?
No tuve que esperar mucho para hallar la respuesta.




Alice



Fritz entró a saco en mis dependencias con cara de verdadero apuro, me pilló poniendo una generosa ración de vodka ruso en un grueso vaso de cristal, iba a saludarle, pero al verle así, me quedé con la palabra en la boca.

-¡problemas!-graznó tenso.
Pensé en lo peor, algo malo le había pasado a Edgar, por un segundo me temblaron las piernas.
-¿Qué ocurre??-pregunté alterado.
-¡esta aquí...!
-¿Quién...?-ya estaba de los nervios.
-¡tú novia!...digo...la novia del príncipe.
-¿Alice Warning esta aquí?-dije con ojos de depredador.
-¡sí!
-de coña -se me escapó.
-¡ni lo pienses!-me amenazó.
Pedí perdón con un gesto, pero por dentro ya me relamía los labios, quizás no podría ni rozarla, pero ya con verla en persona y de cerca ya era una pasada.
-¿Qué vamos a hacer?
-¡no sé! tengo que pensar.
Sabiendo de lo que era capaz ese viejo astuto me podría chafar el tema, rogué al niño Jesús para que se le bloqueara la mente, al menos hasta poder verla.
Tardó demasiado, aún seguía maquinando uno de sus maquiavélicos planes cuando se abrió la puerta y entro aquella preciosidad dando saltitos de alegría y con los brazos abiertos hacia mí, la seguían un par de mayordomos acarreando un montón de equipaje.
El mundo comenzó a ir a cámara lenta, tuve tiempo más que de sobra antes de que se lanzara a mis brazos para observarla a placer.
Vestía unos vaqueros gastados y ajustados a sus largas y perfectas piernas, calzaba unas deportivas blancas sin marca, me gustó aquel detalle, una camiseta y un chaleco negros cubrían su torso, sus pechos se marcaban a través del tejido, perdí unos preciosos segundos siguiendo su balanceo arriba y abajo, hipnotizantes, su largo y liso pelo rubio le caía rebelde por su cara de muñequita, no llevaba maquillaje, creo que estaba mucho más atractiva así que en las fotos maquillada hasta las cejas, y era mía, una gran sonrisa se fue formando en mi cara.
Al ver mi brazo en cabestrillo se detuvo a un paso, y con cuidado de no hacerme daño me besó en los labios, yo lo sentía mucho por Edgar, pero tenia que hacer bien mi papel y le devolví el beso como si de él mismo se tratase, simplemente delicioso, solo por aquel beso ya merecía la pena estar metido en este fregado, miré de reojo a Fritz, que se estaba mordiendo los labios de furia, le guiñe un ojo mientras nuestras lenguas seguían jugueteando.

-¿Qué te ha pasado en el brazo?-dijo la voz más dulce que he oído en la vida.
Abrí la boca para responderla, pero antes de poder articular palabra, Fritz se materializo a mi lado como si hubiese sido tele transportado y colocándose entre los dos le contó la bola de lo del accidente de moto y poco a poco la empezó a hacer retroceder de mi lado, el muy cabron.
-pasa de mi…Fritz- dijo ella apartándolo y volviendo a acercárseme.
La señale el sofá y nos sentamos, la ladilla cojonera intentó ponerse en medio, aquello ya era demasiado, de un bote se lo impedí, me fulminó con la mirada pero pasé de él, ¿pero que se había creído?
Se tuvo que conformar con plantarse delante nuestro vigilando receloso.
Alice mimosa no paraba de darme besitos por la cara y el cuello y pronto me susurró que la apetecía quedarnos a solas… ¡que coñ*, a mí también!
A sabiendas de que me la iba a cargar actué en consecuencia.
Tome aire, y con voz serena y grave me dirigí a Fritz.
-muy bien, eso es todo, ahora podéis dejarnos -y señalando con el dedo la puerta dejé claras mis intenciones.
Fritz se quedó paralizado por un segundo y luego se fue poniendo rojo de furia, vi que estaba a punto de saltar.
-¿Fritz?-pregunté con tono autoritario.
-como deseéis alteza -dijo mordiéndose los labios.
Con un gesto hizo que se retirasen los gorilas y luego permaneció quieto indeciso, se lo puse fácil.
-hasta mañana.
Se dio la vuelta bruscamente y salió a grandes zancadas maldiciendo por lo bajo.
-¿pero que le pasas a este hoy?-dijo Alice.
En vez de responderla la atraje hacia mí y volví a besarla.


Aún no se de donde saqué la fuerza de voluntad necesaria para no acabar haciendo el amor con Alice.
En cuanto nos quedamos solos se abalanzó sobre mí y empezó a toquetearme con lascivia, la seguí el juego y la toqué y bese hasta que supe que un segundo más y no podría resistir la tentación.
A pesar de sus fingidas protestas ante mi negativa de irnos a la cama, alegando un terrible dolor en el brazo, la convencí para que parase.
No sabia casi nada de ella, así que me daba miedo abrir la boca meter la pata, yo mismo me había metido en aquel marrón, y ahora no sabia como actuar para no levantar sus sospechas.
Fue una suerte que en ese momento ella fuera a darse una ducha, ya que no íbamos a acostarnos, le apetecía ponerse más cómoda tras el viaje, en cuanto entró al baño llamé a Fritz.

Entró furioso y al segundo, como si se hubiese quedado justo tras la puerta y creo que así había sido.
Tras echarme una bronca de mil demonios, eso sí en voz muy bajita para que no oyese nada Alice, pude convencerle de que no me había tirado a la novia del príncipe, pareció calmarse un poco y aproveche para pedirle ayuda, necesitaba información fresca sobre ella, su repentina aparición estaba poniendo en serios apuros nuestro plan.
En teoría ella no debía regresar hasta el día anterior a la coronación, esto complicaba nuestros planes mucho más si cabe, dos días para la recepción y otro más para la coronación, demasiado tiempo para mantener una farsa tan gorda.

-no se mucho de ella –reconoció Fritz- Edgar la mantenía lo más lejos posible de todos nosotros que podía, demasiado moderna para una vieja monarquía de costumbres solía decir el príncipe, lo siento pero te las tendrás que apañar tú solo, eso sí, ni se te ocurra follartela o te cortare los huevos con tenazas..-me amenazó seriamente.
-no se lo va a tragar...-dije encogiéndome de hombros.

Fritz sacó unas píldoras del bolsillo de su traje y me las puso en la mano, prepárala una copa y échale dos…y tú también te las puedes echar, dormirás como los Ángeles…

Iba a protestar cuando oímos la puerta del baño, Fritz desapareció por la puerta como por arte de magia y me dejo de nuevo a solas con la tentación.
Alice salió aún mojada cubierta solo con una pequeña toalla que apenas lograba tapar su sexo y parte de sus hermosos pechos, tragué saliva y me dirigí al mueble bar empalmado.
Preparé dos vodkas y eche las píldoras en los dos vasos, sino, me la follo.
Se repantingo en el sofá y la pequeña toalla perdió totalmente la batalla, mis ojos no podían apartarse de la pequeña tira de vello oscuro de entre sus piernas.

¡mi*rda...! Pensaba para mí mismo, ni a Felipe segundo se las ponían así… me va a reventar la po**a.

Le entregué tembloroso el vaso de vodka del que dio un buen trago, y luego mimosa, dio unos golpecitos al sofá para que me sentase a su lado.
Haciendo gala de mi sangre fría, logré hacerlo de forma natural colocando disimuladamente mi vaso entre mis piernas para que no se delatase mi erección.

Empezó a contarme cosas de su trabajo, de su próximo álbum que ya prácticamente acaba de terminar de grabar y de un par de propuestas de holliwood para hacer cine.

Fingí escucharla con atención, poco a poco empecé a tomar de nuevo el control de la situación. Asentía cuando tocaba, sonreía a sus chismes sobre gente que no tenia ni pu*a idea de quien era, mientras por dentro pensaba en cuanto tardarían en hacer efecto los somníferos.
Me comentó con preocupación si era buena idea o no aceptar la oferta de Ron Howard para un thriller policiaco en el que tendría que aparecer desnuda, fingí ofenderme y me levanté del sofá, luego la miré fijamente y con el tono más firme que pude lograr la dije que pronto seria la reina de un país y que no seria buena imagen para la corona ver a su reina desnuda como a una cualquiera.

Ahora fue ella la que se ofendió, se levantó como un muelle, la toalla voló por los aires, mi cabeza dio vueltas por un instante hasta que se plantó a escasos centímetros de mi cara con gesto furioso.

-creía que esto ya lo habíamos hablado…

Una luz de alarma se encendió en mi cabeza.

-al final eres tan rancio como el resto de tu familia… me prometiste que podría hacer lo que me diese la gana con mi carrera aunque nos casáramos…¿o ya lo has olvidado?

Estaba hecho, ya había metido la pata.

- veras Alice…-empecé a hablar- no me malinterpretes, no soy quien para prohibirte nada, solo digo que ahora no es el mejor momento, las cosas en el país andan revueltas, mi hermano anda buscando la menor excusa para evitar mi coronación… te amo con locura…pero en estos momentos me debo al bien de mis súbditos.

Lo bordé, así de simple, en un instante su semblante pasó de la furia a la comprensión, me abrazó y me besó con ternura, me merecía un pu*o oscar.

Disfruté de unos segundos más acariciando la piel desnuda de aquella preciosidad y por un segundo hasta yo mismo me creí príncipe heredero.
De mala gana la solté y la alcancé la toalla del suelo para que se cubriese la desnudez.

-¿seguro que no quieres que hagamos el amor…?-se insinuó por última vez.

Levanté mi brazo herido a modo de disculpa y la prometí compensarla con creces en cuanto estuviese recuperado, ella protestó de nuevo y por primera vez dio un gran bostezo.

-esta bien…tú te lo pierdes- dijo mientras se acariciaba lascivamente y me sacaba la lengua, luego dio media vuelta y me anunció que se iba a dormir. Ese culito respingon alejándose de mí sensualmente jamás se borrará de mi mente.

En cuanto desapreció volvió a entrar Fritz, ese cabron me espiaba lo presentía.

-muy bien chaval, lo has clavao…pero procura alejarte lo más posible de la prometida del príncipe…si pudieses evitar el contacto físico…-dejó caer como si tal cosa.

-escúchame bien hijo de p*a…-me lancé sobre él hasta que nuestras narices se tocaron.
Fritz por primera vez desde que le conocía pareció asustarse un poco y me hizo gestos suplicantes para que bajase la voz señalándome el cuarto donde estaba Alice.
Apreté los puños con fuerza y logré calmarme lo suficiente para señalarle con un gesto la puerta de la terraza, salimos en silencio y cerré la puerta.

Caminamos hasta la mesa donde dejé mi paquete de tabaco, cogí un cigarrillo y lo encendí, Fritz no puso objeción alguna.

Tras exhalar el humo retomamos la conversación.

-me estas espiando… -le acusé.

Este asintió solemne.

-¿como, hay cámaras?- insistí.
-no, los ojos del lobo.
-¿perdona?-dije sorprendido.
-la cabeza disecada del lobo, en la pared del salón, todo el palacio tiene pasadizos secretos, los ojos del lobo permiten ver el salón desde el pasadizo.
Asentí.
-¿donde mas?
-solo en el salón, Edgar también valora su privacidad, se ocupó de ello personalmente.
-esta bien Fritz, juguemos limpio los dos de una vez, tienes que tener en cuenta de que el que esta haciéndote el favor soy yo, así que no vuelvas a joderme de este modo o me largo, ¿estamos?

Asintió poco convencido.
-quiero que me aclares algo, para saber a que atenerme, esa preciosidad de ahí dentro no es tonta, y tu mismo has reconocido que tampoco sabes mucho de ella, así que dime Fritz, cuando se me agoten todas las excusas y ese bombón me pida guerra que coñ* quieres que haga, que me la folle o que descubra toda esta farsa…a mi me la suda, si me pones un coche rápido en la puerta ahora mismo me vuelvo para España…a mi todo esto me viene muy grande...sin olvidar que el bueno de Rupert en estos momentos estará tramando como quitarme del medio…así que dime Fritz…¿como lo hacemos?

El viejo gruñón se quedó pensativo, agarró mi paquete de tabaco y se encendió un cigarrillo, tosió.

-lo deje hace diez años…-me dijo antes de volver a darle otra calada.

Fumamos en silencio, por primera vez supe que me había ganado su respeto.

-te debo una disculpa…-empezó Fritz – llevo toda mi vida velando por que esta maldita familia no se desmande y joda a la gente del pueblo y cada vez me lo ponen más difícil, llevo años tapando su mi*rda sin descanso, mi única esperanza es Edgar, prácticamente lo eduqué yo desde crió, siempre le he llevado por el camino correcto y me ha respondido, se abre un nuevo horizonte para Ruritania tras su coronación, no puedo dejar que Rupert se haga con la corona o todo habrá sido en balde.

Por un segundo vi la imagen de un hombre derrotado, pero solo fue un instante, enseguida recupero la compostura y su mirada fría.

-haré todo lo que sea necesario para que Edgar sea coronado, lo que sea… si ha de correr la sangre de algún inocente cargaré con ello sobre mi conciencia y si te la tienes que Fo**ar pues… ¡disfruta jod*r! Pero será mejor que Edgar nunca se entere o los dos tendremos serios problemas.

-de acuerdo Fritz, eso esta mejor, intentare que no pase, lo prometo, ahora dime, ¿que planes tienes? El tiempo se agota y se que no andas cruzado de brazos, ¿que me tienes reservado viejo bribón?

Sonrió maliciosamente y guardó silencio unos instantes.

-por el momento he anulado todas tus citas hasta la recepción de pasado mañana, lo mejor será que no salgas de tus aposentos privados hasta entonces, ya he comunicado a la prensa lo de tu falso accidente de moto sin importancia, por eso no debemos preocuparnos.

Asentí con la cabeza.

-te mantendremos bien protegido, no te preocupes.
-no estoy preocupado, se que en estos momentos mi pellejo vale como el oro para ti, lo que me preocupa es esa belleza que duerme dentro, debes quitármela de encima el mayor tiempo posible, hoy he metido la pata y se que si estoy mucho tiempo con ella acabará descubriendo el pastel.
-no te preocupes, la mantendré muy ocupada con los preparativos de la recepción y la coronación, mañana temprano te la sacaré de encima para que vaya probándose vestidos de gala.
-tenla bien protegida, puede que Rupert planee algo contra ella…
-ya lo tenia previsto, estará muy bien protegida, te lo aseguro.
-¿y como sacamos a Edgar de Zenda?
-eso va a ser más complicado, he estado pensando y creo que lo mejor será que dejemos que Rupert sea quien dé el primer paso, si no mueve ficha tú serás coronado…
-pero no lo permitirá….
-tampoco puede descubrir sus cartas diciendo que eres un impostor, el es quien tiene secuestrado al verdadero Edgar…
-sabes que solo tiene una posibilidad…tarde o temprano, antes de la coronación, vendrá a por mí…lo sabes ¿no es cierto?
El viejo asintió de nuevo.
-también sabes que tarde o temprano tendrás que tenderle una trampa sirviéndome de carnada para que dé el paso en falso…
Volvió a asentir.
- así me gusta Fritz, si llegas a negarlo te hubiese mandado a la mi*rda, ¿como piensas hacerlo?
-aún no lo sé, sigo en ello.
-tendremos que buscar alguna situación que me exponga a sus garras, se me ocurre algo aunque no se si será demasiado estupido.
-cualquier idea será bien recibida…
-podíamos volver a repetir una salida en moto…
Me miró atónito.
-prénsalo fríamente, sabes que es una locura, pero para los nobles, ricos y poderosos es una simple excentricidad, se que suena raro, pero podíamos fingir que a pesar del accidente me empeño en darme una ultima vuelta en moto antes de la coronación, por gusto, solo yo y dos guardaespaldas, la ocasión perfecta para que Rupert tienda una emboscada, por supuesto tu te ocuparas de que sus planes fracasen y de ser nosotros quienes le tiendan la trampa a él.
Mientras tus hombres pueden asaltar la fortaleza de Zenda y liberar a Edgar, dos pájaros de un tiro… ¿que opinas?
- que estas muy loco chaval…eres tan valiente como inconsciente, pero lo tendré en cuenta, mientras, esperemos que Rupert de un paso en falso…
-¿crees que eso pasará?
-no...-afirmo bastante seguro –a Rupert también le eduqué yo y se que de tonto no tiene ni un pelo…
-esperemos que te equivoques.



Una noche muy larga


Rato después, entré sigilosamente en la habitación, Alice dormía profundamente y a mi empezaron a hacerme efecto los somníferos, me desnudé y me metí junto a ella, noté su cuerpo tibio y suave junto al mío y di gracias a dios de estar a oscuras y no ver nada, aun así de nuevo mi cuerpo volvió a reaccionar poniéndomela tiesa.

Cerré los ojos y traté de dormir, pero al cabo de unos minutos supe que no iba a dar resultado, mi cabeza daba mil vueltas, la locura en que me veía metido sin comerlo ni beberlo, saber que mi cabeza tenia precio, el aroma del cuerpo que dormía a mi lado…ningún somnífero conseguiría hacerme pegar ojo esta noche, era como si hubiera estado a coca toda la noche.

Decidí levantarme y tratar de relajarme escuchando un poco de música, creía recordar haber visto un ipod en el cuarto de al lado, me puse un albornoz de seda granate con el escudo real bordado en el pecho y salí del dormitorio.

Francamente me sentí decepcionado con Edgar cuando escuche el repertorio musical de su ipod, basura, los éxitos pop del momento, los discos de Alice y todos los recopilatorios de dance del mundo mundial…ni una sola canción de rock, este principito debía tener horchata en vez de sangre en las venas.

Tiré el ipod al suelo y rebusqué por su colección de discos y cedes, más de lo mismo, pura bazofia.
Encendí un portátil extrafino y me conecte a la red, en unos minutos ya me tenia descargado el aimp3 y buscaba en el navegador de radio las mejores emisoras de metal de los ochenta, luego enchufé el portátil a la entrad auxiliar del genial equipo de música de Edgar y por un segundo estuve tentado de ver que podían dar de si los increíbles altavoces bang&oluffsen, pero me tuve que cortar no podía poner en peligro toda la tapadera por una chorrada, así que me tuve que conformar con colocarme unos estupendos cascos sennheiser inalámbricos y darle caña a la emisora de metal.
Eso era otra cosa, el mejor hardrock de los ochenta y noventa directamente y a todo volumen en mis oídos, con una calidad que se caga la perra, poison, metallica, firehouse, ac/dc, thunder, van halen, dio, tesla, skid row, guns ´n´ roses…toditos todos…
El buen rollito me envolvió, solo me faltaba un buen copazo de vodka con zumo de naranja, un cigarrito y como dios…empecé a alejarme poco a poco para saber hasta donde llegaba la cobertura de los cascos, al mueble bar sin problemas, el zumo de naranja tuvo que ser de bote, pero estaba bueno, ahora a la terraza…

De coña, me senté en la mesita del café y me encendí un cigarrillo, no tenia ni pu*a idea de como iba a terminar todo esto, pero solo por disfrutar de momentos como este merecía la pena arriesgarse, quizás solo echaba de menos el cuerpo desnudo de Alice junto al mío, pero mejor no, que pensaría de mi aquella estrella del pop si me viera ahora bebiendo, fumando y dando pisotones en el suelo tarareando el crazy nights de Loudness agitando la cabeza arriba y abajo como un friki.

No pude evitar reírme de mi mismo, debía tener unas pintas haciendo el canelo con aquel albornoz puesto…
Lo que no sabía es que no era el único que se reía de mí en ese momento, a mi espalda, cubierta solo con una sabana que se agitaba con la brisa Alice sonreía mientras se decidía si acercarse o no hasta mí.

En ese instante comenzó a sonar love and affection de los leppard, una de las grandes canciones de mi vida y me puse a cantar, durante aquellos cuatro minutos y picos me la sudó el príncipe, la princesa y la pu*a madre que los parió, solo estuvimos los leppard aquella canción y yo…

Cuando terminé de berrear el final de la canción estaba agotado, lo había dado todo…si no se presentaba toda la pu*a guardia real en la terraza iba a ser que no hacían bien su trabajo, pero me sentía como dios.

Esperé unos segundos, y como no pasó nada seguí con la siguiente, life loves a tragedy de los poison.
Un buen rato después, con la garganta irritada de destrozar canciones, decidí que ya me había sobrado de co*ones por esta noche y de mala gana volví al dormitorio, me metí a escondidas en la cama sin hacer ruido y cerré los ojos, Alice se giro y me paso un brazo por el pecho, me agradó la sensación y cerré los ojos, poco después dormía como un bebe.


A la mañana siguiente me desperté con los suaves labios de Alice rozando los míos, por un segundo no supe donde estaba y me asusté, otra vez que me despertaba al lado de una tía desconocida en mi cama, solo fue un instante, enseguida recupere la compostura y volví a mi papel.
-buenos días princesa...-dije cuando su boca se separo un instante de la mía.
-buenos días…rey del rock…- dijo divertida.
Fui lo suficientemente listo para no decir nada, estaba claro que anoche tuve publico.
- creí que solo te gustaban mis canciones…
-hay muchas cosas que no sabes de mí…-y empecé a hacerla cosquillas para que cambiase de tema.
-¿sabes una cosa…?no cantas tan mal…
-muchas gracias princesa mía…tu tampoco.
Por un instante dejo de retorcerse ante mis cosquillas y me miro fijamente.
- no pareces el mismo…
-¿en serio…?-dije haciéndome el interesante…debe ser por mi nueva colonia…
Ella se acercó y me olió, luego negó con la cabeza.
-esta bien no te mentiré, la verdad es que he sido abducido por una nave extraterrestre, me han metido cosas por el culo, me han puesto un bicho en el cerebro y ahora me han devuelto a la tierra con el único fin de dominar el mundo…
Por un segundo siguió mirándome fijamente hasta que una sonrisa se fue dibujando en sus labios.
-eres tonto…o te has vuelto loco…
-estoy loco…pero loco por tus huesos –y me lance sobre ella, nos revolcamos por la cama besándonos y acariciándonos un buen rato pero antes de que se desmadrase la cosa me levanté de un salto y la dije que me iba a la ducha, sin darle tiempo a que pudiese decir nada.

Mientras ella se duchaba después me vestí y salí al salón donde me esperaban Fritz, unas doncellas y un suculento desayuno.
-buenos días Edgar – saludo amablemente.
-lo mismo digo amigo mío…- respondí de buen humor.
-una noche agradable supongo…-dejó caer como si nada
- no estuvo mal…
-creo que debería ser más discreto con sus gustos musicales…es la comidilla del servicio de palacio…
-lo lamento mucho querido Fritz, no me pude contener, ya sabes los nervios por la coronación y esas cosas…
-entiendo…pero debo insistir…
-mensaje recibido, no volverá a suceder…
Iba a seguir regañándome, pero en ese instante entró Alice radiante y sonriente, como agua fresca en un desierto.
Se acercó y me beso delicadamente, luego saludó a Fritz y se sentó a desayunar. Mantuvimos las apariencias durante todo el desayuno, hablando de temas sin relevancia, disfrutando solo de aquellos manjares y de la mutua compañía, lamentablemente en cuanto me terminé el café Fritz se puso en su lugar y nos organizo el día.
Alice se vistió rápidamente y pronto me la arrebataron un par de doncellas, antes de que desapareciese por la puerta me envió un beso y yo me quedé mirando a las babias como un imbéc*l.
Fritz me hizo volver a la realidad con un severo carraspeo.
-no me gusta nada como la miras…recuerda cual es tu posición...-me reprendió.
-no me jodas Fritz, déjame disfrutar estos momentos, mañana igual soy hombre muerto…

Lo dije tan en serio que no le quedó más remedio que encoger los brazos a modo de disculpa y no darme más la chapa.

-¿como va todo?-le interrogue.
-sin novedad, mi hombre en Zenda me ha confirmado que Edgar sigue recuperándose de su herida de bala en el muslo, que sigue fuertemente custodiado y que Rupert esta indeciso y aún no se ha atrevido a dar ningún paso.
-eso es bueno…
-si, pero el tiempo corre, si se le agota el tiempo y no mueve ficha puede que al final solo le quede una opción…
-¿y esa opción es?
-puede dejar que te coronen, matar a Edgar y luego tratar de demostrar que eres un impostor…
-¿crees que será capaz de algo tan retorcido…?
-tratándose de Rupert cualquier cosa es posible.
-entonces igual debemos ser nosotros los que demos el primer paso…
-eso es lo que me ha tenido en vilo toda la noche, pero aún no se me ha ocurrido algo que vea lo suficientemente factible como para ponerlo en practica.
-estoy seguro de que darás con ello –dije apoyando mi mano en su hombro –mientras tanto… ¿que tienes hoy planeado para mí?
SULACO
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#4 Re: COMO YA AMENACÉ ...HE VUELTO...

Mensaje por SULACO »

Aburrido.


Nunca me he aburrido tanto en mi vida como aquel día,
Me pasé toda la mañana en el salón de mis aposentos, custodiado férreamente por Fritz, recibiendo visitas, firmando papeles y repasando una y otra vez entre cita y cita todo lo que tenia que aprender para intentar dar el pego, alguna vez me pude escapar para echar un cigarrito, pero se me hizo largísimo.
Tenia la esperanza de por lo menos poder comer con Alice, pero tampoco pudo ser, la tendrían ocupada hasta bien entrada la tarde, así que me toco comer con mi sombra, el bueno de Fritz, nada que destacar.

Por la tarde me tocó a mi hacerme las pruebas del traje para la coronación, me pasé tres horas subido a un pedestal mientras un montón de pomposos sastres gays se afanaban por ajustarme como un guante el traje de gala militar que luciría para la ocasión, por lo menos durante un buen rato Fritz se largo y me dejo con un par de sus gorilas, que pasaron un poco de vergüenza ante las miraditas calentorras que les lanzaban los sastres de vez en cuando, por lo menos me pude reír un poco de su apuro.

Aguante estoicamente sabiendo que fuera empezaba a anochecer y que dentro de poco Alice estaría de vuelta, esta noche pensaba tener una agradable cena a solas con ella, se pusiera como se pusiera Fritz.

Hablando del diablo… entró por la puerta con gesto serio, con un par de gritos ordenó a todo el mundo dejarnos a solas.

-espera un segundo a que por lo menos me quiten esto...- dije señalándome vestido de gala.

Accedió de mala gana y por lo menos me pude poner unos cómodos vaqueros y una camisa.
Fritz se estaba preparando una copa y le hice un gesto para que me preparase a mi otra, luego le señale la terraza y salimos, los gorilas se quedaron en la puerta.
-me temo que no tienes buenas noticias…-le dije mientras me alcanzaba mi vaso.
-eso me temo…ese maldito Rupert…
-¿que ha hecho?
-nada, sigue sin dar un paso, me tiene muy preocupado, su carácter siempre ha sido muy impulsivo, esperaba que a estas alturas ya hubiese hecho algo precipitado que le pusiera en evidencia… pero nada…debe estar muy bien aconsejado…o se ha vuelto un cobarde…cosa que no creo en absoluto.
-¿quien puede estar moviendo los hilos?
-las cuatro grandes familias propietarias de las concesiones mineras de Wolframio siempre han apoyado el inmovilismo, nunca les ha interesado lo más mínimo el progreso del país, solo llenarse los bolsillos.
-eso pasa en todos los lados…
-claro, además no les veo capaces de encabezar o de orquestar todo esto, en el fondo son todos unos simplones.
-¿alguien de fuera?
-puede ser, pero mi servicio de inteligencia no tiene constancia de ningún movimiento extraño, el mas peligroso sin duda es quien te facilito el visado en Madrid y lo tenemos bien vigilado…
-entonces igual hay que pensar en lo más obvio…que Rupert tiene las manos atadas y que no sabe como reaccionar, quizás deberíamos proponerle una salida honrosa a cambio de la liberación de Edgar…
-no me fío de esa comadreja…
-a las comadrejas, para cazarlas hay que hacerlas salir de su escondite.

Fritz se quedó pensativo unos segundos, y luego empezó a caminar en círculos por la terraza, me encendí un pitillo mientras esperaba su reacción.

-quizás tengas razón…-dijo por fin – me ocuparé de preparar un encuentro.
-a ver si acaba todo cuanto antes…la vida de un príncipe me resulta muy aburrida…-traté de bromear.

Fritz no me respondió, y con un gesto de cabeza se largó como un rayo, me quedé solo, así que me senté y me termine la copa y el pitillo observando la preciosa luna y la silueta de las montañas Ruritanas.

Para cuando por fin regreso Alice yo llevaba tiempo sentado en el sofá del salón ojeando una revista de coches del verdadero Edgar.
Nada más que entro se me ilumino el alma, venia toda excitada con su vestido para la recepción de mañana, me dio un piquito y se tiró a mi lado sin para de describir el dichoso vestidito, no me importó aquella incomprensible retahíla de encajes, brillos y pedrería que me soltó, solo con sentirla a mi lado ya era feliz.

Cuando se hubo explayado a gusto la dije que si quería que cenásemos los dos solos y se mostró encantada, así que tras preguntarla lo que la apetecía cenar y ordenarlo al servicio, se fue a darse un baño y ponerse guapa.

Mientras lo hacia me dirigí a los dos gorilas y les dije que se largaran en cuanto nos trajesen la cena y que no quería interrupción alguna durante la misma y que si me enteraba de que alguien nos observaba por la cabeza del lobo cogería una de las escopetas de caza y dispararía a bocajarro. No se sintieron muy intimidados ante mis amenazas, pero por lo menos se fueron cuando llego el servicio con las viandas.

Disfrutamos de una velada inolvidable, la comida estaba realmente exquisita y los vinos tintos del país no tenían mucho que envidiar a los mejores crianzas riojanos, conversamos, nos reímos, la cosa se empezó a poner interesante a medida que los caldos empezaron a hacernos efecto y para los postres ya nos rozábamos con los pies por debajo de la mesa y en los ojos se notaba deseo.

Tuve un par de meteduras de pata pero pude salir más o menos airoso, Fritz no me pudo preparar adecuadamente con Alice y se notó, pero ella pareció no darle mucha importancia y yo cambié de temas con rapidez.
Le dije que si le apetecía que nos sirviesen el café y copas en la terraza y ella accedió, me moría por probar sus labios y no quería hacerlo delante de la cabeza del lobo, estaba claro que seguían espiándonos.

Una vez que por fin nos quedamos solos en la terraza la atraje hacia mí y la bese con ganas, mis manos se lanzaron a sus curvas y me tuvo que poner freno.

-espera semental…tenemos toda la noche- dijo cuando la dejé respirar.

Yo no lo tenía tan claro, pero me contuve, estaba esperando que de un momento a otro Fritz se presentase y lo jodiese todo.
Tomamos el café en silencio y mis ojos se fueron al paquete de tabaco, me moría por echarme un cigarrillo, pero Edgar no fumaba.

Fue Alice quien sin decir nada se encendió uno, como yo no sabia si ella fumaba o no me callé y me limité a oler el humo del tabaco. Me tuve que conformar con beberme mi copa.

-¿no te apetece uno…?-dijo Alice moviendo el pitillo.

Estuve tentado de recordarla que no fumaba, pero se me encendió una lucecita en mi cabeza, si ayer por la noche me vio durante mi gran interpretación de los clásicos del hard rock seguro que me vio fumando… era claramente una pregunta trampa.

-te debo una disculpa princesa…he empezado a fumar a escondidas…-me encogí de hombros haciéndome la victima – se que es un mal habito, pero llevo una temporada muy alterado con esto de la coronación y no se bien como, he caído en este feo vicio, te prometo que lo dejare en cuanto todo esto acabe.

Por la cara que puso supe que no se había tragado ni una de las palabras que acababa de pronunciar, se me quedó mirando fijamente unos segundos y aplastó el cigarro en el cenicero con fuerza.

-no te reconozco Edgar…- dijo dolida.
-lo siento mucho Alice, ten un poco de paciencia hasta la coronación, te prometo que después todo volverá a ser como antes…- lo dije totalmente en serio.
-¿como antes…? ¿Y que te parece si te digo que no quiero que todo vuelva a ser como antes?

Ahora si que me dejó fuera de juego.

-no te entiendo cariño…
-pues te lo voy a explicar, al principio cuando nos conocimos todo fue como un cuento de hadas, el príncipe y la corista, todo del color de rosas, realmente excitante, pero con el tiempo el hechizo se rompe y la realidad se impone, somos tan distintos…

Aquello no tenia buena pinta, lo mejor seria seguir callado y escuchando.

-tu eres tan serio…tan estricto…solo pensando en tus obligaciones como futuro rey, te digo un secreto, he venido con la intención de romper contigo tras la coronación, no quiero esta vida para mí, es como si me faltase el aire, no me veo pasando mi vida junto a ti en este sitio rodeada de montañas, pero ayer cuando te estuve espiando mientras cantabas y fumabas me pareció que eras otra persona, que realmente eras un hombre con los demás, con tus gustos con tus vicios y defectos…no tan perfecto como te has mostrado ante mí hasta ahora… estoy hecha un lío.

A ver como lo arreglaba yo ahora.
De momento me encendí un cigarrillo y me puse a pensar. La única conclusión a la que llegué era que me estaba enamorando como un imbéc*l de aquella mujer, pero solo la conocía desde ayer, era una pu*a locura, su novio estaba secuestrado, yo era un impostor, no podía poner en mi boca promesas que Edgar no fuese a cumplir después, ni por supuesto revelarla la verdad, por primera vez deseé con todas mis fuerzas que viniese Fritz y me sacase de aquel marrón. En que pu*a hora se me ocurrió venir a Ruritania.

-solo te puedo decir que te amo…-tiré por lo simple – te ruego que me des unos días, te demostraré que soy un tipo tan simple como el resto, aunque en mi cabeza penda una corona… y si tu lo deseas con gusto lo dejaré todo y nos iremos donde quieras, solo quiero estar contigo.

De libro, digno de la mejor novela de danielle steele, si con esto no conseguía el tiempo suficiente para capear el temporal y que luego se las entendieran entre ellos es que no hay justicia en el mundo.

- no sé que pensar, todo esto es muy extraño, te miro y no me pareces tú… será mejor que lo dejemos aquí, estoy cansada y no quiero seguir con esto, mañana hablamos.

Se levantó y se fue, supe que lo mejor era dejarla en paz y no hacer nada, así que me quedé solo. Se jodió el polvo, que se le va a hacer, por lo menos no se había descubierto el pastel, de momento.

Estuve más de una hora bebiendo y fumando, luego entré y dormí en el sofá del salón, no me atreví a enfrentarme de nuevo con las dudas de Alice.


Las cosas se complican.



Me levanté al amanecer, apenas pude dormir esa noche, al principio caí redondo, pero me desperté poco después tras un sueño intranquilo en el que me veía a mi mismo con la cabeza cortada en una guillotina mientras Edgar, Rupert y Alice se partían el culo de mi cuerpo sin cabeza dando tumbos y Fritz jugaba al fútbol con mi cabeza.
Luego ya me fue imposible volver a conciliar el sueño, y me pasé la noche en vela pensando en el lío en el que me había metido, lo curioso de todo era que no me preocupaba demasiado el que mi pellejo estuviese en juego, lo que realmente me traía de cabeza era el pensar que si todo acababa bien yo desaparecería por la puerta de atrás y nunca más volvería a ver a Alice, por un momento deseé que Rupert se cargase a Edgar y quedarme con sus trono y su chica, pero solo fue un instante, realmente estaba colgado de aquella mujer.

No se como, aquel pensamiento retorcido me hizo reaccionar y supe que por una vez en la vida, debía hacer lo correcto aunque me tocase perder.
No tenía ninguna noticia de Fritz y no quería seguir encerrado ni un segundo más en aquellas estancias de palacio, necesitaba tomar el aire, salí a la puerta y allí estaban los dos gorilas, firmes como el acero, les pedí que me trajesen un desayuno rápido y les dije que quería salir un rato, como es lógico me dijeron que el desayuno bien pero de lo de salir que me fuese olvidando, pedí hablar con Fritz, pero me dijeron que
No había vuelto a palacio desde anoche, a saber que estaría tramando aquel viejo bribón.
Insistí y me puse burro y cabezón, mi tono de voz se empezó a elevar tanto que al final, apareció Alice asustada a mi espalda, sin saberlo, era justo lo que necesitaba, los gorilas no podían permitir que levantase la liebre y que Alice se enterase de todo así que mordiéndose los dientes tuvieron que ceder a mis pretensiones, les di las ordenes pertinentes y me quedé con Alice.
-¿que ha pasado?- me preguntó preocupada –nunca te había visto perder el control…
-siento haberte despertado preciosa – dije mientras me acercaba y la besaba – buenos días…

La tuve un buen rato entre mis brazos disfrutando del calor de su cuerpo y del aroma de su piel, me costó soltarla.

-me apetecería salir a rodar un poco con la moto, hoy va a ser un día muy ajetreado y estresante y necesitaba desconectar un rato, pero parece ser que a mi servicio de seguridad no les parece que sea buena idea y pretendían decirme que puedo y que no puedo hacer, a mí, a su futuro rey, realmente me han sacado de mis casillas.

Alice señalo mi brazo, cubierto aún por una venda, más para ocultar la marca del disparo que para otra cosa.

-pero acabas de sufrir un accidente, ¿es que quieres matarte?
-solo fue un pequeño arrastron- mentí – estoy perfectamente.

Una vez más Alice se me quedó mirando de forma extraña.

-no prefieres que nos vayamos a la cama…

Uff… que tentación, una palabra, un gesto y seria mía…

-Alice…-empecé, no sabia como explicarme – realmente necesito salir de aquí…ahora… o me voy a volver loco.

De nuevo una mirada escrutadora por su parte.

-esta bien…- dijo por fin – vete y después hablamos…
Y será mejor que cuando lo hagamos me cuentes de una vez que coñ* te está pasando, sino cojo mis cosas y me largaré.

Intenté darla un abrazo y un beso de agradecimiento, pero ella se apartó y dándose la vuelta regresó a la habitación.

Me quedé con los brazos abiertos como un perfecto idiota, luego los dejé caer y entonces llamaron a la puerta, era el desayuno.

Mientras disfrutaba del mismo, dejé bajando música en el ipod de Edgar, cuando su autentico lo recuperase se llevaría una sorpresa.

Me fumé un cigarrillo a toda ostia y salí por fin de mis aposentos, los gorilas estaban visiblemente enfadados pero me guiaron hasta las cocheras de palacio.

La colección de vehículos de mi “gemelo” era realmente asombrosa, un Ferrari enzo, un aventador, un 911 gt3 rs preparado para circuito… un par de ktm de cross y una flamante rc8r que seria mi compañera esta mañana.

Los gorilas me facilitaron una equitación completa de cuero negro alpinestar, guantes y botas de la misma marca y un shoei con la pantalla tintada de negro.

Me vestí allí mismo en mitad del garaje, antes de ponerme el casco y los guantes me puse los cascos del ipod.

Los gorilas ya estaban preparados para seguirme en los range rover negros, les hice saber que no eran los más discretos posibles , y que seria mejor que usaran unos coches menos llamativos, tras discutir entre ellos tuvieron que darme la razón y tuve que esperar unos minutos a que apareciesen con dos turismos normales.

-quiero una buena dosis de curvas…-les anuncié.


De curvas.

Mientras salíamos por la puerta de servicio de palacio y recorríamos las calles casi vacías de la capital, me fue acostumbrado al traje de cuero y a la posición deportiva de mi nueva amiga, un poco forzada la verdad, pero en absoluto desagradable, disfruté del ronco rugido de su poderoso motor en V perfectamente afinado con una línea completa en titanio firmada por akrapovic, música celestial, la única pega, que mi escolta delantera iba pisando huevos.

No tuve que esperar mucho para salir de la autovia principal y enganchar una carretera secundaria, pronto empezaron las curvas y las subidas, era buen momento para dejar atrás a mi escolta y disfrutar un ratito, calenté un poco los flancos de los neumáticos y busqué en el ipod que llevaba fijado en la muñeca la carpeta donde había descargado la música esta mañana, “beautiful bomb” de reckless love empezó a sonar, subí el volumen ya que el akrapovic se lo comía todo, estiré un poco el cuello para todos los lados, les hice un gesto de despedida a mis escoltas y tras un aceleron que puso a la rc8r mirando al cielo por fin pude disfrutar de lo mío.

Como rozar el cielo con la punta de los dedos, esa puede ser una perfecta manera de describir como me sentía.
La carretera, la moto y la música perfectas, sin mas preocupaciones que la de entrar sin colarme en la siguiente curva, controlando por las bravas una bestia salvaje entre las piernas que pugna por deshacerse de uno a cada instante… las ruedas chillando en cada curva, el rugido de la bestia cuando la apuras hasta el corte…se me ponen los pelos de punta, seria perfecto si Alice estuviese aquí conmigo, pero pensándolo bien, mejor seria tener un par de amigos con sus burras a mi lado y Alice tranquilita en casa, la moto se disfruta mejor solo.


Tras un buen rato dándole al mango, la niebla comenzó a aparecer a medida que ganaba altura, de mala gana tuve que bajar el ritmo y poco después ya tenia de nuevo pegado a mi escolta, que venían apretando sus coches máximo, cuando coroné la cima del puerto ya no había prácticamente visibilidad alguna, habría que empezar a bajar por el otro lado para poder volver a disfrutar, me relajé, disfruté de la música y comencé a descender.

Fue una mañana agradable, paramos a repostar y a tomar un café, la gente reconocía mi rostro y venían a saludarme, pero los gorilas se lo impedían, tras una pequeña charla con ellos se relajaron un poco y pude representar mi papel de príncipe real.

Mientras tomábamos algo traté de mantener una conversación relajada con mis escoltas pero ellos estaban tensos como un muelle a punto de saltar y no paraban de mirar una y otra vez en todas las direcciones, así que me fue imposible, les pregunté si había noticias de Fritz pero no sabían nada, así que empecé a preocuparme un poco.

Poco antes de mediodía emprendimos el camino de regreso, lo hicimos por autovia a buen ritmo y no tardamos mucho en volver a palacio.

De regreso a mis aposentos vi que Alice no estaba, así que me di una relajante ducha caliente y esperé noticias.
No tuve que esperar mucho, al poco rato entró Fritz en tromba con cara de pocos amigos.
Lo primero que hizo antes de que yo pudiese decir ni hola fue echarme una reprimenda por mi escapada matutina, le dejé que se explayase un buen rato.
Cuando se quedó a gusto dio un suspiro y se sirvió un vodka, me ofreció otro pero negué con la cabeza, demasiado pronto para mí.
Por las ojeras en su cara y las arrugas del traje supe que mi viejo amigo había dormido poco esta pasada noche.

-¿y bien…?- intervine tras dejar que le diese un buen trago a su copa.
-traigo novedades…- dijo muy serio - he podido ver a Edgar
-¿esta bien?- pregunté nervioso.
-esta fuera de peligro, pero aún incapacitado, la herida de su pierna cura bien pero no estará en condiciones de estar presente ni en la recepción de esta noche ni en la coronación, deberás ocupar su lugar…
-¿entonces todo arreglado…?-suspiré aliviado.

No me importaba continuar un poco más con esta farsa siempre y cuando mi pellejo ya no estuviese en peligro.

-ya quisiera… -me contradijo Fritz.

Puse cara de póquer.

-ayer Rupert accedió a reunirse conmigo, estuve en el castillo de Zenda toda la noche negociando los términos para alcanzar una salida decorosa para todos, parece que por fin ha entrado en razón y se ha dado cuenta de su metedura de pata.
- ¿así de fácil?- le corté.
-déjame acabar…- se enfadó – no es tan sencillo, sus condiciones son inaceptables, quiere el mando del ejercito y de industria para sus acólitos, con eso se asegura que las familias dueñas de las minas sigan en una posición de poder absoluta y controlando el ejercito queda claras cuales son sus intenciones, un próximo derrocamiento de su hermano…
-¿no se lo habréis concedido?-volví a cortarle.
-por supuesto que sí.- es la única manera de que podamos sacarlo de una pieza del castillo de Zenda, un intento de toma por la fuerza es impensable, es prácticamente inexpugnable, con el suficiente numero de efectivos y equipo no dudo que consiguiéramos tomarlo, pero para cuando lográsemos entrar Edgar ya seria cadáver.
- entiendo…pensáis darle cuerda hasta que Edgar consiga salir de allí y luego le daréis su merecido…
-más o menos ese es el plan, pero como ya te he dicho, no es tan fácil…
-me imagino que Rupert querrá ciertas garantías…
-así es, y hay es donde entras tú, una vez seas coronado, deberás formar tu gobierno de acuerdo a las condiciones del acuerdo, una vez todo esté aprobado, firmado y sea legal, haremos el intercambio en Zenda y tu podrás volver a casa y retomar tu vida…

Le miré a los ojos.

-y vas tú y te lo tragas…

Fritz esbozó una especie de sonrisa traviesa.

-veo que no eres tonto…
-hombre, no me jodas, una vez que consiga lo que quiera y nos tenga en su terreno ¿que le va a impedir mandarnos al infierno a Edgar a ti y a mi…?
- nada…-dijo sincero.
-es una trampa…
- por supuesto que lo es…-volvió a sonreír –por eso no pienso cumplir el trato.
- tú dirás…- le apremie a continuar.
- de momento seguiremos lo acordado, tu serás coronado y una vez en el poder le concederás lo que ha pedido, pero el intercambio no pienso realizarlo en su terreno, lo haremos en un sitio que nos convenga.
-¿y crees que aceptara el cambio de planes…?
-no le quedará más remedio, sino, volveríamos a la situación actual, salvo que tu ya serias rey, un gran punto a nuestro favor… le tendríamos pillado por los huevos…podría deshacerse de Edgar, pero no le serviría de mucho contigo ya en el poder.
-Rupert no es tonto, su mejor carta es intentar acabar conmigo antes de que sea coronado…seguro que lo intenta.
-por eso tengo que mantenerte vivo hasta mañana a mediodía…por eso no me explico como co*ones te has ido a dar una vuelta en moto esta mañana, debes valorar muy poco tu pellejo…
- te aseguro que lo valoro muchísimo…
-entonces harás lo que yo te diga sin rechistar hasta mañana.
-bueno… ya veremos- protesté.
Me lanzó una mirada heladora y luego murmuró algo en alemán.
-de momento prohibido salir a fumar a la terraza, un francotirador certero te dejaría seco desde mil metros de distancia…
-me parece razonable…
-mis hombres estarán contigo en todo momento…
-tus hombres se quedaran fuera…eso es innegociable, seré un niño obediente, pero quiero mi espacio privado.
-no estas en condiciones de negociar…
-no me jodas Fritz, no me jodas…que te estoy haciendo un favor de la ostia…respétame eso por lo menos…
-aun no me fío de dejarte a solas con la prometida de Edgar…
-pues haz un esfuerzo.
-esta bien…- concedió por fin, tendrás lo que pides, pero
Será mejor que no pasé nada entre vosotros.
No me moleste en responderle, eso no era asunto suyo.
Cerrado

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