19 de julio 2010
Tenía reservado el ferry Santander – Portsmouth el 21 de julio, así que decidí hacer el viaje hasta Santander en dos etapas y hacer parada en Elizondo (valle de Baztán) para pasar un día con mi hermano y su familia, también para rodar con él por aquel entorno montañoso y lleno de vida. Un digno aperitivo a lo que después descubriría.
21 de julio de 2010
Salí de Elizondo a las 8:00. Llovía. Quedarían atrás por muchos días el sol implacable y el calor húmedo de los dos días anteriores. Quería disfrutar un poco de las carreteras de la zona y evitar en lo posible autovías hasta Bilbao. A las 13:00 ya estaba en el puerto. Seguía lloviendo. Al llegar, sólo había motoristas británicos.
A las 14:30 empezamos a embarcar. La partida se retrasó a las 16:00, porque había que embarcar todos los camiones del puerto. De verdad que me pareció increíble que todos pudieran entrar.
Ya en el ferry parecía que estaba en otro país, todo el mundo hablaba inglés.
Conocí a Simo, un motorista de Londres que me indicó algunos puntos en el mapa que no me podía perder.
22 de julio de 2010
Desayuno inglés para ir entrando en armonía con la tierra que ya estaba cerca.
A las 4 de la tarde hora local salí desbocado por la proa de la embarcación, con el pasaporte entre los dientes dispuesto a comerme las carreteras de esa isla… y cuando llego a la caseta de la aduana ¡¡¡sorpresa!!! Está al otro lado. Casi se me había olvidado que tenía que conducir por la izquierda. Al llegar al primer semáforo tenía que girar a la izquierda. Menos mal que todo estaba plagado de flechas, era difícil equivocarse… luego las flechas desaparecieron y un par de veces en alguna carretera rodando en solitario olvidé que tenía que ir por la izquierda, pero todo quedó en un sustillo.
La primera etapa era Stonehenge. Fue increíble ver aparecer después de un suave cambio de rasante ese imponente conjunto de piedras milenarias en medio de un prado verde. Lástima de la masificación de turistas de la que intenté huir el resto del viaje.
El entorno era evocador, siempre verde, casas inconfundiblemente inglesas y las carreteras flanqueadas casi siempre por setos frondosos que te sumergían dentro de una conducción relajada. Muchas ovejas, todo lo que no eran carreteras o núcleo urbano era campiña llena de ovejas.
Se me iba haciendo tarde, sabía que no podría llegar a Hay-On-Wye. No había mucho tráfico pero era muy tedioso rutear con tantas rotondas invertidas y líneas continuas.
Sin embargo en Merthyr Tydilf encontré la última rotonda de la tarde y por la impresionante A470 atravesé el Parque Nacional de Breacon Breacons hasta Bracon.
Llegué muy tarde para estar en Inglaterra pero encontré B&B a la primera.
Me duché rápido y me fui al primer Pub que pillé. Eran las 10:30 y por supuesto lo cocina estaba cerrada. Las simpáticas camareras del Pub me dieron las indicaciones necesarias para encontrar un establecimiento regentado por pakistaníes donde sólo se podía comer pollo frito o mejor dicho refrito y patatas también refritas. Pero tenía hambre y ya me pareció bien que al menos pudiera cenar in extremis.
Breacon a la mañana siguiente.
23 de julio de 2010.
El objetivo era llegar a Liverpool, con tiempo para poder dar una vuelta por esa emblemática ciudad.
Pero lo rpimero era encontrar un adaptador para los cargadores… lo compré sorprendentemente en un puesto de correos en Carmarthen, un pueblo deliciosamente Inglés donde reposar y descubrir algún rincón especial.
Continué hasta Aberystwyth, un pueblo costero con mucha vida.
De camino a Conwy encontré el lago Tal-Y-Llyn donde comí después de unas divertidas curvas hasta llegar a un hotel con merendero. Comí dos bocadillos que me preparó mi cuñada, uno de jamón ibérico y otro de queso manchego, un lujo!!. Después de una ruta tan larga en moto me pareció un momento muy especial, un descanso relajante en un entorno limpio y fresco. Me entretuve dando de comer a las aves acuáticas el pan que me sobraba y algún que otro trocito de ibérico que seguramente no volverían a probar en su vida.
Al principio la gente en Gran Bretaña puede parecer un poco estirada pero siempre tienen un trato cercano y exquisito, te preguntan de dónde vienes cuánto tiempo te quedas, hasta dónde vas hoy… etc..
Mi próxima parada era Conwy , o más bien su castillo, pero la ruta era intensa por el entorno y por todos los rincones insólitos que me iba encontrando por el camino.
Llegué a Conwy a las 17:30. El castilo ya estaba cerrado a las visitas, algo que desgraciadamente se repetiría en muchos momentos del viaje… qué pronto cierran todo en este país.
Para llegar a Liverpool tome la vía más rápida y el GPS me llevó por un túnel de peaje. Pero como ya me había ocurrido en un puente que atravesé después de Bristol, no tuve que pagar ya que las motos estaban exentas, había un carril para motos y sin barrera, alucinante no podía creer que trataran tan bien a los motoristas en este país.
Llegué al hotel que ya tenía reservado (Hatters Hostel Liverpool – budgestplaces.com). Me costó encontrarlo porque parecía una iglesia, de hecho fue una especie de centro religioso, pero las habitaciones no estaban mal para lo que me encontré en Londres.
Liverpool desde el hotel.
Después de ducharme a toda velocidad salí a dar un paseo. Anochecía tarde pero no había mucho ambiente a las 8 de la tarde salvo, claro está, en los Pub que estaban llenos a rebosar de ingleses poniéndose hasta las cejas de cerveza y otros brebajes.
Después de cenar en un italiano pasé una divertida noche en un Pub con karaoke, pero casi parecía un concierto. Había un speaker que animaba el chiringuito, cantaba genial y cuando no cantaba se daba el lote con su ligue. Fue una noche divertida pero después de la 3ª cerveza decidí que ya era hora de ir a dormir, al día siguiente tenía objetivos tal vez demasiado ambiciosos.
El speaker.
24 de julio de 2010.
Después de un desayuno un tanto decepcionante acostumbrado ya, al abundante desayuno inglés salí rumbo a Kendal. Pero tenía dos objetivos claros visitar el muro de Adriano con calma y buscar alojamiento pasado Glasgow… y cómo no, hacerlo por la ruta más emocionante posible.
Después de llegar a Kendal por autovía paré al lado de una habitual Snack Van a completar el desayuno del hotel. También pararon varios motoristas británicos. Después de comentar nuestras aventuras y confirmar que la ruta que iba a seguir era buena, “no traffic” decían, seguí adelante, a través del Kirkstone Pass, por la espectacular A686 hasta cerca de New Castle, donde ya empecé a vislumbrar el Muro de Adriano.
Entrañables motoristas ingleses orgullosos de su Buell.
The Kirkstone Pass, espectacular.
Circulando por la B 6318 entre New Castle y Carlisle prácticamente vas paralelo al Muro, ves muchos restos Romanos pero paré en Ausesteads Fort. Degusté allí la comida gracias a los dos bocadillos de mi cuñada que aún me quedaban y hasta me pude echar una siesta entre las ruinas del fuerte, un lujo de verdad.
Como era pronto todavía, decidí acercarme a Melrose dónde había una antigua abadía en ruinas. Ya empezaba a cambiar el entorno, mucho menos poblado, más rural. Se ve a que allí recogen a las ovejas a las 4 porque me encontré dos rebaños por el camino, y era curioso porque al pasar a tu lado como hicieras el más mínimo movimiento se iban todas para atrás otra vez aempezar, algún pastor me miró mal pero es que no estoy acostumbrado a tratar con ovejas
Al llegar a Melrose me decepcionó encontrar la abadía cerrada. Intenté saltar la valla que estaba llena de lanzas verticales, pero era impracticable a no ser que quisiera dejarme alguna parte del traje de cordura o de mi cuerpo en el intento así que me conformé con rodearla y admirar los restos desde la distancia.
Pero entonces ya era tarde las 6 de la tarde, hora de buscar B&B, y Melrose estaba completo. Así que decidí buscar alojamiento camino de Glasgow. La Ruta era como trazar una recta campo a través desde Melrose por carreteras prácticamente sin tráfico. Era sábado eran las 6 de la tarde pero se me antojaba que eran las 9. La lluvia que esporádicamente me había acompañado desde que llegué a Gran Bretaña se hizo fría e intensa. De vez en cuando pasaba por algún pueblo prácticamente desierto, este no era territorio B&B. Al fin llegué a un pueblo cerca de Biggar, donde encontré una excelente acogida y una cálida ducha que restauró mis energías.
Era sábado y le dije a mi anfitriona que dónde podía cenar, me indicó la dirección y al ver que estaba dispuesto a ir andando se ofreció a llevarme en coche hasta Biggar que estaba a 3 millas y era el único sitio donde podría ir. Me dijo que la llamara pare venir a recogerme y le pregunté hasta qué hora me podía quedar . Me dijo que no me preocupara que cuando la llamara ella vendría a recogerme, mira que soy español y esto que me había dicho era peligroso pensé…
Después de cenar un entrecot demasiado cocinado me fui a un pub, los pub nunca fallaban siempre pasaban cosas interesantes dentro. Había un Karaoke, de mucha peor calidad interpretativa que el de Liverpool, pero había un grupito de escoceses por supuesto bastante contentos que me invitaron, al ver que era de los pocos que aplaudía a ir al Biggar Farmers’ Club BIGGAR SHOW, que por el día era una especie de mercado agrícola con concursos de ovejas y por la noche una carpa donde todos bebimos y bailamos como Escoceses…
Una de las chicas de la fiesta llamó por mí a la señora del B&B porque ni mi inglés ni mi estado eran adecuados a tal menester, la mujer ya estaba asustada sólo eran la una y estaba a punto de llamar a la policía porque pensaba que me había pasado algo… me excusé diciéndole que en España empezamos a salira la una y se empezó a reír…
25 de Julio de 2010
Me levanté con un poco de resaca por culpa del Whisky del Biggar Show. Desayuné muy bien, la señora me hizo dos sándwich con mucho pan y poco jamón pero se lo agradecía como si hubieran sido lo bocatas de ibérico de mi cuñada porque se había portado muy bien conmigo.
La familia del B&B, hospitalidad y un trato exquisito.
Tenía que llegar a Fort Augustus, las puertas del lago Ness. Me propuse disfrutar de la ruta y tomármelo con calma. Circulé por autovías para dejar atrás Glasgow y retomar la ruta en Dumbarton.
Desde Oban por la A828 la travesía se convirtió en un recorrido entre la tierra y el agua. Hacía tiempo que de las carreteras desaparecieron los setos altos y las rotondas aunque aún seguían los incómodos reflectores, pero era un placer recorrer aquella ruta entre lagos y bosques, por divertidos trazados bien asfaltados.
Me sorprendió la visión del castillo de Stalker ycasi me desagradó aflojar en Fort William a tomar un té. Después hasta Fort Augustus la ruta mejoró aún más, todo era perfecto.
Fort Augustus es un bonito pueblo al borde del lago Ness atravesado por un canal con exclusas. Había muchos B&B, pero encontré uno escondido al borde del lago, y como era de esperar estaba lleno, una pena porque el entorno era insuperable.
Encontré alojamiento para dos noches. La dueña era una tímida aunque muy agradable señora escocesa que se escandalizaba porque me colaba en los castillos
luego os explico.Como llegué pronto después de la obligada ducha me fui a bordear el lago Ness por otra carretera excepcional hasta Urquhart Castle. Pero al igual que ocurrió en la Abadía de Melrose estaba cerrado, pero en esta ocasión sólo me separaba una puerta de madera que no dudé en saltar junto con unos portugueses a los que también les parecía que a las 6 era demasiado pronto para cerrar castillos.
Volví a Fort Augustus y cenando en un Pub conocí a unos malagueños. Cómo me reí comentando todas las anécdotas que les habían pasado por esas tierras.
26 de julio de 2010
Quería conocer la isla de Skye.
Así que seguí los consejos de Simo y decidí tomar el ferry para acceder a la isla. El recorrido hasta Malig, donde debía coger el Ferry estuvo en la tónica del día anterior.
Pero al llegar aún tenía una hora y media hasta embarcar. Decidí explorar un poco el lago Morar e intentar bordearlo.
Pero la carretera se transformó en un carril asfaltado y éste en un camino bastante pedregoso que me llevó a una claro donde había unos cuantos pescadores que me miraban con cara de “y éste que hace por aquí”. Pero me comí el sándwich de mi mentora de Biggar disfrutando de aquella tranquilidad y de la refrescante llovizna que rociaba el ambiente.
Al volver al embarcadero tomándome un caldo de los que me volví adicto en Escocia conocí a Roberto, un motorista italiano en una Moto Guzzi que llevaba tres semanas recorriendo Irlanda y Gran Bretaña. Después de pasar un rato charlando nos hicimos las fotos de rigor para inmortalizar el momento conscientes de que en Skye se repararían nuestros caminos.
Antes de embarcar en el ferry.
Una vez en la isla todo cambió. La llovizna seguía, el sol se filtraba de vez en cuando entre las nubes reflejando en la retina imágenes difíciles de olvidar, era un paseo casi mágico por parajes prácticamente vírgenes. Había pocos bosques pero los ríos, los valles, los montes, la luz y la lluvia creaban entornos difíciles de explicar con palabras.
Y yo como siempre intentando rodear cosas y en busca de un poco de intimidad me metí por una carretera que no sabía muy bien dónde iba. La carretera como empezó a ser habitual en las Higlands era de un solo carril por ser poco transitada. Empezó a llover de verdad, hacía frío y el viento era incómodo. No podría creer que tan sólo 10 minutos antes me pareciera estar en medio de una escena digna de un cuadro impresionista.
La carretera después de unas millas me llevó hasta un camping casi vacío, me refugié en una especie de cabaña que no dejaba de de ser otra cosa que la regencia del camping, tienda y refugio a la vez. Allí conseguí un caldo caliente, de sobre, pero estaba de muerte. Después salío el sol y volví por donde vine, llovió otra vez, más tarde salió el sol el sol de nuevo, y así todo el resto de la tarde.
Seguí bordeando la isla, a veces tenía que parar porque lo que veía era sencillamente un espectáculo.
Crucé el puente de que enlaza con Skye.
No tenía prisa, tenía la habitación una noche más. Pude colarme en el Eilean Donan Castle, una joya.
En la ruta hasta Fort Augustus disfruté como un niño, de la moto, del emocionante trazado por la A87 y del imponente paisaje. No había tráfico, no llovía y la carretera transmitía una confianza muy gratificante para el día lluvioso que había sufrido. Fue un momento inolvidable viajar a través de aquella luz tan especial creada por el largo atardecer de las Higlands.
Y después del embelesamiento de aquel momento llegué al B&B de mi amiga.
Le conté que me había colado en dos castillos cerrados y creo que me dijo que era muy travieso en ese divertido tono escocés, la verdad es que me reí mucho con ella, era una mujer encantadora.
Intenté cenar… pero todas las cocinas estaban cerradas así que me conformé con dos bolsas de patatas fritas. Pero no me importó, lo importante fue el día increíble que había pasado.
27 de julio de 2010
No tenía más pretensiones que disfrutar con calma de la ruta hasta Durness.
Salí pronto de Fort Augustus y después de despedirme de mi anfitriona repetí el recorrido por el lago Ness para despedirme de este misterioso entorno, me dirigí directo a Ullapool. Es un pueblo pesquero muy agradable, hacía sol y hasta cambié el caldo por un helado de plátano.
Seguí adelante para buscar la soledad de Ardvreck Castle, y la encontré. Claro que el clima no acompañaba. Me parecía que no podían haber construido un castillo en una tierra más inóspita al borde del Lago Assynt cuyas aguas negras parecían un abismo, azotado por un desagradable viento y una pertinaz lluvia que juraría que venía del norte. Pero la estampa era irrepetible, recorrí el sendero hasta las ruinas emocionado por poder pasar un momento acompañado de un paraje tan evocador y tan aislado de todo mientras me preguntaba que fortaleza tendría la gente que habitó allí hace siglos para vivir y luchar en lo que en aquel momento se me antojaba el borde del mundo.
Después salió el sol y volvieron los turistas y yo continué desfrutando de la ruta hasta Durness.
Las carreteras eran abiertas y discurrían adaptándose a la orografía de aquella tierra que por momentos parecía ser de otro planeta.
En medio de todo este disfrute me encontré con muchos motoristas. También un accidente de una custom, sin consecuencias personales afortunadamente .
A lo lejos divisé una moto negra, iba lenta y tuve la sensación que era Roberto, mi amigo italiano en Moto Guzzi. Me puse a su altura y allí estaba él, embelesado admirando el paisaje. Le pité para despertarle ya cuando paramos nos saludamos como si hiciera una semana que no nos viésemos. Más fotos de rigor y como buen italiano siempre se acicalaba antes de cada foto, preocupado por qué imagen podría dar al mundo. Como era tan serio antes de cada foto le tenía que decir “smile!!!!” y así se reía y quedaba más satisfecho de sus fotos.
A partir de aquel momento compartimos ruta hasta Durness, lo que me ayudó a aflojar un poco el ritmo al que me invitaban esas divertidas carreteras y disfrutar del paisaje a lo italiano.
Durness en aquel momento nos resultó bastante desapacible, tenía una cierto aire de pueblo fronterizo y como no había B&B libre decidimos avanzar hasta Tongue mucho más acogedor.
La playa de Durness, bonita pero muy fría.
La dueña del B&B era una mujer escocesa muy divertida y chistosa que nos atendió excelentemente.
Después de cenar cuando aún era de día, volvimos al B&B a reponer fuerzas y descansar.
28 de julio de 2010
Desayunamos algo diferente, salmón al estilo escocés, estaba bueno aunque un poco seco para ser pescado, pero allí creo que les gustan las cosas muy hechas.
Después de despedirme de Roberto puesto que él se dirígía al este y yo iniciaba mi regreso al sur, me entretuve por la zona bordeando el fiordo de Tonge para alargar mi estancia en aquella tierra extraña. Seguí al sur por la A836, una ruta de un solo carril salpicada de “passing places” para permitir el paso de dos vehículos.
Me entristeció dejar atrás aquellos paisajes y empezar a vislumbrar el mundo habitado.
Legué pronto a Inverness pero pasé de largo para vistar The Culloden Battlefield, donde los Higlanders perdieron en 1746 una sangrienta batalla que casi acaba con la cultura gaélica.
El museo es una excepcional explicación del contexto histórico y recrea a la perfección lo que ocurrió en aquel paraje donde dicen que desde entonces ya nunca crece el brezo ni cantan los pájaros.
Los miembros de los clanes aún dejan notas y flores en el monumento conmemorativo y en las lápidas de cada uno de los clanes.
Continué por lo que entonces percibía como una anodina carretera. Me encontré con el puente de Harry Potter o eso creía yo porque ya he visto que otro compañero ha encontrado el auténtico.
Encontré alojamiento fácilmente en Aberfeldy. Cené sin problemas y muy a gusto una especie de carne guisada tapada con hojaldre junto con las habituales verduras al dente que ponen como guarnición.
29 de julio de 2010
Desde este momento tenía dos objetivos. Visitar legalmente un castillo escocés y acerarme lo máximo posible a Londres ya que al día siguiente tenía que estar a las 4 en el hotel.
Así que busqué una ruta atractiva hacia Edimburgo que me llevó por algunos pueblos entrañables.
También me llevó al castillo de Doune. Sé que no es el mejor castillo ni el más carismático pero está muy bien conservado y te haces una idea de cómo podía ser la vida dentro de un castillo.
Pasando Edmburgo continué por carreteras secundarias hasta Kendal, otra vez recorrí en sentido contrario el Kirkstone Pass.
En Kendal me costó bastante encontrar B&B, pero cruzando el río y por casualidad casi antes deir buscar en otro pueblo encontré uno al lado de una iglesia. Un poco tétrico… pero es que la iglesia era en realidad una vivienda.
Cené sin querer lo mismo del día anterior y lo curioso es que no aún no sé cómo se llamaba esa comida, claro por eso pedí dos veces lo mismo.
30 de julio de 2010.
Salí pronto para llegar tranquilo a Londres. Había mucho tráfico, muchas obras y una imponente caravana antes de llegar a destino. Llegué a las 3, en parte gracias al GPS que esta vez me llevó por el buen camino. El hotel os lo voy a decir para que no vayáis, “Limegrove Hotel”. Te tratan como ganado, entran en las habitaciones casi sin avisar, da igual tu estado de desnudez y además restringen el agua caliente así que cuando llegué o esperaba hasta las seis para ducharme o me duchaba con agua fría… que al final lo hice.
Ya estaba Elisabeth en Londres que vino desde Noruega para pasar unos días conmigo y enseñarme Londres o lo esencial en tiempo récord. Gracias Elisabeth fue un fin de semana muy especial.
1 de agosto de 2010
Una vez abandonado Londres crucé el canal por el Eurotúnel (78 libras), pero fue rápido. Lo demás fue un agotador trayecto de vuelta por autopistas hasta Barcelona, para dejar la rueda de atrás más plana que una tabla de planchar.
Todo el viaje ha costado 1.600 € aunque no sabría decir ahora exactamente el desglose de esta cantidad. Gastaba más o menos entre 20 y 25 litros al día a 1.15 libras/litro. Un B&B costaba por persona 35 libras/persona como máximo pero a veces los encontré a 25 libras. Los hoteles son bastante más caros y no estaba tan a gusto como en los B&B. Siempre llevaba agua y comida para comer cuando me conviniera, casi siempre y si era posible perdido en medio de la naturaleza. Las cenas sí las cuidaba, en los Pub puedes cenar bien por 15 libras/persona.
No he tenido que contaros anécdotas extremas porque después de leer varias crónicas sobre Escocia sabía que las gasolineras cierran a las 6 de la tarde por el norte de escocia y además hay pocas así que siempre por la mañana llenaba el depósito hasta las cejas. Tampoco me ha tratado la climatología demasiado mal porque el tiempo es muy cambiante y te va dando una de cal y otra de arena. Pero hay que ir preparado con traje de agua, algún forro y guantes de invierno. Allí el verano es especial. Nunca lo hice pero tenía la sensación que si me dejaba el GPS en la moto al volver lo seguiría teniendo allí. Al final imitando a otros motoristas británicos dejaba el casco y la chaqueta encima de la moto y nunca tuve ningún problema, pero ni en Londres ni en Liverpool se me ocurrió hacerlo. Y lo de conducir por la izquierda al final era coser y cantar pero hay que tener mucho cuidado sobre todo en los cruces por allí si no miras primero a la derecha te la juegas.
Y este es mi relato de estos días, a través de estas letras y de las imágenes os he intentado transmitir las sensaciones que he ido experimentando durante un viaje que nunca olvidaré y que ahora recuerdo casi como un viaje interior.
Gracias por aguantar el tocho.
Itzhak
Bueno guapo que a ver cuando nos vemos... un besote 
. 
y espero que nos veamos pronto de nuevo. 
