CIUDADES DE LA ANTIGUEDAD
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#1 CIUDADES DE LA ANTIGUEDAD
PETRA
Patrimonio de la Humanidad - UNESCO
Petra es un importante enclave arqueológico en Jordania, y la capital del antiguo reino nabateo. El nombre de Petra significa piedra en griego.
El sitio de Petra se localiza en un valle angosto, al este del valle de la Aravá, a unos 80 kilómetros al sur del Mar Muerto. Los restos más célebres de Petra son sin duda sus construcciones labradas en la misma roca del valle; en particular, los edificios conocidos como la Tesorería y el Templo de los leones alados.
El 6 de diciembre de 1985, Petra fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Desde el 7 de julio de 2007, Petra forma parte de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.
La Tesorería, el edificio más conocido de Petra
Antecedentes
La región donde se encuentra Petra fue habitada alrededor del año 1200 adC por la tribu de los edomitas, recibiendo el nombre de Edom. La región sufrió numerosas incursiones por parte de las tribus israelitas, pero permaneció bajo el control de los edomitas al menos hasta la anexión del territorio edomita al Imperio persa. Importante ruta comercial entre la península arábica y Damasco (Siria) durante el siglo VI adC, el sitio fue colonizado por los nabateos, una de las tribus árabes, lo que forzó a los edomitas a asentarse al sur de la Palestina.
Fundación
Se acepta el año 312 adC como el año en el que los nabateos se asientan en el actual sitio de Petra y deciden hacerla su capital. Durante el período de influencia helenístico de los reyes seléucidas y ptolemaicos, Petra y su región de influencia florecieron material y culturalmente, debido al incremento en el comercio por la fundación de nuevas ciudades como Rabbath 'Ammon (la moderna Ammán) y Gerasa.
Debido a los conflictos entre los seléucidas y ptolemaicos, los nabateos ganaron el control de las rutas de comercio entre Arabia y Siria. Bajo el dominio nabateo, Petra se convirtió en eje del comercio de especias, sirviendo de punto de paso entre las caravanas provenientes de Arabia y Aquaba, y las de ciudades como Damasco y Palmira, en Siria. El estilo arquitectónico de los nabateos refleja la naturaleza activa y cosmopolita de sus ciudades, mostrando influencias grecorromanas y orientales.
Época romana
Entre los años 64 y 63 adC, los territorios nabateos fueron conquistados por el general Pompeyo y anexados al Imperio Romano, en su campaña para reconquistar las ciudades tomadas por los hebreos. Sin embargo, después de la victoria, el imperio otorgó a Petra y a los nabateos una relativa autonomía, con la obligación principal de pagar impuestos y de proteger las fronteras de las tribus del desierto.
Pero la relativa autonomía sería de corta duración, pues en 106 el emperador Trajano convirtió Petra y Nabatea en una provincia bajo el control directo de Roma, que recibió el nombre de Arabia Petraea. Adriano, el sucesor de Trajano, rebautizó la provincia "Hadriana Petrae" en honor a sí mismo. Esta región dio al imperio a lo menos un emperador Filipo, apodado "El Árabe".
Época bizantina
En 325, la cristiandad se convirtió en una de las religiones estatales del imperio, lo que influyó también en la provincia y en Petra. En 330, el emperador Constantino creó el Imperio romano de oriente, con su capital en Constantinopla. Petra y su provincia pasaron a ser parte de dicho imperio.
Petra continuó incrementando su prosperidad bajo el dominio romano y bizantino hasta el año de 363, cuando un terremoto destruyó casi la mitad de la ciudad. Sin embargo, ésta continuó existiendo durante varios siglos más, y llegó incluso a ser sede de un arzobispado bizantino. Durante esta época muchos de los antiguos edificios fueron derribados y reutilizados para construir otros nuevos, en particular iglesias y edificios públicos.
En 551, un segundo terremoto, más grave que el anterior, destruyó la ciudad casi por completo. De esta catástrofe Petra ya no pudo recuperarse, pues los cambios en las rutas comerciales habían disminuido también el interés estratégico del enclave.
En la época romana sufrió un desgaste en las construcciones.
Redescubrimiento de Petra
Las ruinas de Petra fueron objeto de curiosidad durante la Edad Media, atrayendo algunos visitantes que dejaron alguna constancia de su visita, como los sultanes Bibares de Egipto a principios el siglo XIII. El primer europeo en describir las ruinas de Petra fue Johann Ludwig Burckhardt en 1812 (y para poder entrar en la ciudad tuvo que disfrazarse de musulmán), aunque el primer estudio arqueológico formal fue el emprendido por Ernst Brünnow y Alfred von Domaszewski, publicado en su obra Die Provincia Arabia (1904), y que todavía es una de las referencias mayores en lo que concierne a la ciudad. Este estudio minucioso de las tumbas y edificios fue seguido por otros más, estudios que prosiguen hasta el día de hoy.
Vista de la ciudad de Petra.
Patrimonio de la Humanidad - UNESCO
Petra es un importante enclave arqueológico en Jordania, y la capital del antiguo reino nabateo. El nombre de Petra significa piedra en griego.
El sitio de Petra se localiza en un valle angosto, al este del valle de la Aravá, a unos 80 kilómetros al sur del Mar Muerto. Los restos más célebres de Petra son sin duda sus construcciones labradas en la misma roca del valle; en particular, los edificios conocidos como la Tesorería y el Templo de los leones alados.
El 6 de diciembre de 1985, Petra fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Desde el 7 de julio de 2007, Petra forma parte de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.
La Tesorería, el edificio más conocido de Petra
Antecedentes
La región donde se encuentra Petra fue habitada alrededor del año 1200 adC por la tribu de los edomitas, recibiendo el nombre de Edom. La región sufrió numerosas incursiones por parte de las tribus israelitas, pero permaneció bajo el control de los edomitas al menos hasta la anexión del territorio edomita al Imperio persa. Importante ruta comercial entre la península arábica y Damasco (Siria) durante el siglo VI adC, el sitio fue colonizado por los nabateos, una de las tribus árabes, lo que forzó a los edomitas a asentarse al sur de la Palestina.
Fundación
Se acepta el año 312 adC como el año en el que los nabateos se asientan en el actual sitio de Petra y deciden hacerla su capital. Durante el período de influencia helenístico de los reyes seléucidas y ptolemaicos, Petra y su región de influencia florecieron material y culturalmente, debido al incremento en el comercio por la fundación de nuevas ciudades como Rabbath 'Ammon (la moderna Ammán) y Gerasa.
Debido a los conflictos entre los seléucidas y ptolemaicos, los nabateos ganaron el control de las rutas de comercio entre Arabia y Siria. Bajo el dominio nabateo, Petra se convirtió en eje del comercio de especias, sirviendo de punto de paso entre las caravanas provenientes de Arabia y Aquaba, y las de ciudades como Damasco y Palmira, en Siria. El estilo arquitectónico de los nabateos refleja la naturaleza activa y cosmopolita de sus ciudades, mostrando influencias grecorromanas y orientales.
Época romana
Entre los años 64 y 63 adC, los territorios nabateos fueron conquistados por el general Pompeyo y anexados al Imperio Romano, en su campaña para reconquistar las ciudades tomadas por los hebreos. Sin embargo, después de la victoria, el imperio otorgó a Petra y a los nabateos una relativa autonomía, con la obligación principal de pagar impuestos y de proteger las fronteras de las tribus del desierto.
Pero la relativa autonomía sería de corta duración, pues en 106 el emperador Trajano convirtió Petra y Nabatea en una provincia bajo el control directo de Roma, que recibió el nombre de Arabia Petraea. Adriano, el sucesor de Trajano, rebautizó la provincia "Hadriana Petrae" en honor a sí mismo. Esta región dio al imperio a lo menos un emperador Filipo, apodado "El Árabe".
Época bizantina
En 325, la cristiandad se convirtió en una de las religiones estatales del imperio, lo que influyó también en la provincia y en Petra. En 330, el emperador Constantino creó el Imperio romano de oriente, con su capital en Constantinopla. Petra y su provincia pasaron a ser parte de dicho imperio.
Petra continuó incrementando su prosperidad bajo el dominio romano y bizantino hasta el año de 363, cuando un terremoto destruyó casi la mitad de la ciudad. Sin embargo, ésta continuó existiendo durante varios siglos más, y llegó incluso a ser sede de un arzobispado bizantino. Durante esta época muchos de los antiguos edificios fueron derribados y reutilizados para construir otros nuevos, en particular iglesias y edificios públicos.
En 551, un segundo terremoto, más grave que el anterior, destruyó la ciudad casi por completo. De esta catástrofe Petra ya no pudo recuperarse, pues los cambios en las rutas comerciales habían disminuido también el interés estratégico del enclave.
En la época romana sufrió un desgaste en las construcciones.
Redescubrimiento de Petra
Las ruinas de Petra fueron objeto de curiosidad durante la Edad Media, atrayendo algunos visitantes que dejaron alguna constancia de su visita, como los sultanes Bibares de Egipto a principios el siglo XIII. El primer europeo en describir las ruinas de Petra fue Johann Ludwig Burckhardt en 1812 (y para poder entrar en la ciudad tuvo que disfrazarse de musulmán), aunque el primer estudio arqueológico formal fue el emprendido por Ernst Brünnow y Alfred von Domaszewski, publicado en su obra Die Provincia Arabia (1904), y que todavía es una de las referencias mayores en lo que concierne a la ciudad. Este estudio minucioso de las tumbas y edificios fue seguido por otros más, estudios que prosiguen hasta el día de hoy.
Vista de la ciudad de Petra.
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#4
ToKoTo escribió:Cuando llegues a la semana sangrienta de Barcelona de 1907 me das un toque...
OK. :-:;Z40
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#5
Curioso no shemos quedado mas o menos por la misma fecha...lo mio es la primera Guerra Mundial !!
Saludos
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#6
ALEJANDRIA
Alejandría (Griego: Αλεξάνδρεια, Copto: Ⲣⲁⲕⲟⲧⲉ Rakotə, Árabe: الإسكندرية Al-ʼIskandariya, Árabe Egipcio: Iskindireyya), es una ciudad del norte de Egipto, situada en el delta del río Nilo, sobre una loma que separa el lago Mareotis del mar Mediterráneo. Es también la capital de la gobernación del mismo nombre, y el principal puerto del país.
Fue fundada por Alejandro Magno en el año 332 adC, en una fertil región, on una estratégica situación portuaria, convirtiéndose pocos años después en el centro cultural del mundo antiguo.
Alejandría en la Antigüedad
En el año 332 adC Egipto estaba bajo el dominio persa. Ese mismo año, Alejandro Magno entró triunfalmente como vencedor del rey persa Darío III y los egipcios lo aceptaron y lo aclamaron como a un libertador. Hay que tener en cuenta además, que en Egipto había desde mucho tiempo atrás gran cantidad de colonias griegas y que por lo tanto no eran gentes consideradas como extranjeras.
Al año siguiente, en el 331 adC, fundó la ciudad que llevaría su nombre en un lugar del delta del Nilo, sobre un poblado llamado Rakotis habitado por un puñado de pescadores. La elección del emplazamiento fue muy afortunada pues estaba al abrigo de las variaciones que pudiera tener el río Nilo, y por otro lado, lo suficientemente cerca de su curso como para que pudiesen llegar a través de sus aguas las mercancías destinadas al puerto, a través de un canal que unía el río con el lago Mareotis y el puerto.
El lugar estaba frente a una isla llamada Faros, que con el tiempo y las múltiples mejoras que se harían quedaría unida por un largo dique a la ciudad de Alejandro. El arquitecto que realizó esta obra se llamaba Dinocrates de Rodas. El dique tenía una longitud de siete estadios (185 m cada estadio), por lo que se le llamó Heptastadio (επτασταδιoσ). La construcción del dique conformó dos puertos, a ambos lados: el Gran puerto, hacia el este, el más importante; el Puerto del buen regreso (Ευνoστoσ), al oeste, que es el que continúa utilizándose en la actualidad.
En los amplios muelles del gran puerto atracaban barcos que habían surcado el Mediterráneo y el Atlántico. Traían mercancías que se apilaban en los muelles: lingotes de bronce de España, barras de estaño de Bretaña, algodón de las Indias, sedas de China. El famoso faro construido en la isla de Faros por Sostral de Cnido, en 280 adC, dispuso en su cúspide un fuego permanentemente alimentado que guiaba a los navegantes, hasta 1340, cuando fue destruida la edificación.
El arquitecto Dinocrates se ocupó también del trazado de la ciudad y lo hizo según un plan hipodámico, sistema que se venía utilizando desde el siglo V adC: una gran plaza, una calle mayor de treinta metros de anchura y seis kilómetros de largo que atravesaba la ciudad, con calles paralelas y perpendiculares, cruzándose siempre en ángulo recto. Se construyeron barrios, semejantes a los que levantaron los españoles en las ciudades hispanoamericanas, las llamadas cuadras. Las calles tenían conducciones de agua por cañerías. Administrativamente se dividió en cinco distritos, cada uno de los cuales llevó como primer apelativo una de las cinco primeras letras del alfabeto griego. Cuando Alejandro se marchó de Egipto para continuar sus luchas contra los persas dejó como administrador de Alejandría a Cleomenes de Naucratis.
Fue una ciudad opulenta. Los Ptolomeos construyeron un palacio de mármol con un gran jardín en el que había fuentes y estatuas. Al otro lado de ese jardín se levantaba otro edificio construido en mármol al que llamaban Museo (μυσειoν). Fue una innovación del rey Ptolomeo I Sóter y en él se reunía todo el saber de la época. El museo tenía una gran biblioteca. Cerca de este edificio se levantaba el templo de Serapis, el nuevo dios greco-egipcio. En el centro de la ciudad se hallaba la Asamblea, las plazas, los mercados, las basílicas, los baños, los gimnasios, los estadios y demás edificios públicos y necesarios para las costumbres de estos siglos.
Los habitantes de esta magnífica ciudad eran en su mayoría griegos de todas las procedencias. También había una colonia judía y un barrio egipcio, de pescadores, el más pobre y abandonado de la gran urbe.
Alejandría se convirtió pronto en el centro de la cultura griega en la época helenística y contribuyó a helenizar al resto del país de tal manera que cuando llegaron los romanos todo Egipto era bilingüe. El arte y la arquitectura era lo único que se mantenía propiamente egipcio. Tan importante llegó a ser y tan grandiosa que la llamaron Alejandría ad Aegyptum, es decir, "Alejandría que está cerca de Egipto", perdiendo importancia el resto del país.
Recreación pictórica del Faro de Alejandría.
El sueño de Alejandro
El escritor griego Plutarco (c. 46-125) que escribió la biografía de Alejandro Magno, cuenta cómo éste se inspiró para tomar la determinación de fundar la ciudad en este sitio. Según parece, tuvo un sueño en el que se le apareció un anciano de cabellos muy blancos y que le recitaba insistentemente cierto pasaje de la Odisea: "Hay a continuación una isla en el mar turbulento, delante de Egipto, que llaman Faros (φαρoσ)". Cuando se levantó quiso ir a la isla y se dio cuenta de su situación privilegiada y más aún si, por medio de un dique se la unía a la costa. Entonces mandó traer harina para marcar él mismo el enclave de la futura Alejandría (pues no se disponía del yeso con que solía hacerse) y él mismo dibujó el círculo en forma de manto macedonio. No bien hubo terminado cuando empezaron a llegar desde el río y desde el mar unos pajarotes grandes y diversos que se dedicaron a comer toda la harina esparcida. Cuando vio lo que estaba ocurriendo, Alejandro se turbó muy preocupado pensando que se trataba de un mal augurio. Pero los adivinos supieron salir al paso y dijeron que su interpretación era de buen augurio y que el proceder de los pájaros pronosticaba que la ciudad sería tan rica y próspera que podría nutrir a todos los hombres de todas las razas.
El Museo
Ptolomeo I mandó construir el gran palacio que serviría de alojamiento a toda la dinastía Ptolemaica. Su hijo, Ptolomeo II Filadelfos fue el impulsor y creador del edificio levantado al otro lado del jardín y conocido desde el principio con el nombre de museo. Le llamaron así por respeto a la sabiduría, porque lo consideraron como un santuario consagrado a las Musas, que eran las diosas de las artes y de las ciencias. Se considera como el establecimiento científico más antiguo del mundo, con una Universidad de enseñanza superior.
El edificio constaba de varios apartados dedicados al saber, que con el tiempo fueron ampliándose y tomando gran importancia. Uno de esos apartados se dedicó a biblioteca y fue quizás el que más creció y el que más fama adquirió en el mundo de la Antigüedad. Había también un jardín botánico con plantas de todos los países conocidos, una colección zoológica, un observatorio astronómico y una sala de anatomía donde se hacía la vivisección en cuerpos de criminales y donde, durante algún tiempo, se llegaron a disecar cadáveres.
Contenía habitaciones a modo de residencia para sabios, gramáticos y médicos y todos los gastos corrían por cuenta de los reyes que estaban orgullosos de esta institución y comían muchas veces allí en su compañía. Los sabios además de investigar y estudiar, daban conferencias y lecciones a los jóvenes que quisieran aprender. En Alejandría llegó a haber hasta 14.000 estudiantes. Allí vivieron los famosos gramáticos alejandrinos que determinaron las leyes de la retórica y la gramática, los famosos geógrafos que diseñaron mapas del mundo y los famosos filósofos cuyo grupo acabó fundando una especie de religión.
Entre los grupos de sabios se encontraban personajes tan famosos en la Historia como Arquímedes (ciudadano de Siracusa), Euclides que desarrolló allí su Geometría, Hiparco, que explicó a todos la Trigonometría, y defendió la visión geocéntrica del Universo; enseñó que las estrellas tienen vida, que nacen y después se van desplazando a lo largo de los siglos y finalmente, mueren; Aristarco, que defendió todo lo contrario, es decir, el sistema heliocéntrico (movimiento de la Tierra y los planetas alrededor del sol), Eratóstenes, que escribió una Geografía y compuso un mapa bastante exacto del mundo conocido, Herófilo de Calcedonia, un fisiólogo que llegó a la conclusión de que la inteligencia está en el cerebro y no en el corazón, Apolonio de Pérgamo, gran matemático, Herón de Alejandría, un inventor de cajas de engranajes y también de unos aparatos de vapor asombrosos; es el autor de la obra Autómata, la primera obra que conocemos en el mundo sobre los robots. Y más tarde, ya en el siglo II, allí mismo trabajó y estudió el astrónomo y geógrafo Claudio Ptolomeo y también Galeno que escribió bastantes obras sobre el arte de la curación y sobre la anatomía; sus enseñanzas y sus teorías fueron seguidas hasta muy entrado el Renacimiento. La última persona insigne del Museo fue una mujer: Hipatia de Alejandría, gran matemática y astrónoma, que tuvo una muerte trágica.
En el siglo III adC nació en este templo del saber una nueva ciencia: la Alquimia, basada en la sabiduría y conocimientos de los egipcios sobre las sustancias materiales y en las teorías griegas sobre los elementos. Esta ciencia fue el embrión de lo que siglos más tarde sería la Química cuyas bases como ciencia experimental las sentó Antoine Laurent Lavoisier.
Escuela de Alejandría
La denominación Escuela de Alejandría, de filosofía antigua, se emplea en dos sentidos:
Se da este nombre a la filosofía judaica de Filón, quien vivió en Alejandría en el siglo I, e interpretó la Biblia aplicando los métodos del platonismo estoico. Es la escuela filosófica de los pensadores cristianos alejandrinos, o vinculados a esta ciudad, de los siglos II y III, cuyas ideas tienen una poderosa influencia en toda la teología del cristianismo primitivo. Los principales representantes fueron Clemente de Alejandría (filósofo cristiano griego) y Orígenes (Padre de la Iglesia, alejandrino).
En un sentido más amplio, también reciben el nombre de escuelas de Alejandría a las escuelas filosóficas y científicas que surgieron en la ciudad durante los primeros siglos adC e influyeron en otras ciudades con ideas eclécticas y del neopitagorismo pagano. Destacaron Aristarco de Samos (astrónomo y matemático griego), Hiparco de Nicea (astrónomo, geógrafo y matemático griego), Claudio Ptolomeo (geógrafo y matemático greco-egipcio), Diofanto (matemático greco-egipcio), Eratóstenes (matemático, astrónomo y geógrafo griego), Ammonio Saccas (fundador del neoplatonismo), y Filón de Alejandría (filósofo judío greco-egipcio).
Alejandría romana
Julio César tomó la ciudad en el 46 adC, para zanjar la guerra dinástica entre Cleopatra y su hermano y corregente Ptolomeo XIII y durante la batalla en el mar se produjo el incendio de Alejandría, en el cual ardió parte de la Biblioteca. Después de asegurar a Cleopatra en el trono egipcio y casarla con el que fue Ptolomeo XIV (su hermano menor), Julio César regresó a Roma. Durante la guerra que se desató tras la muerte de César, Marco Antonio viajó a Egipto para convencer a la reina de apoyarle. La entrada de Egipto en la guerra supuso la toma de la ciudad en el año 30 por Augusto, que la convirtió en la capital de la nueva provincia romana de Egipto, acabando así con la independencia del país.
Los romanos convirtieron al país en el granero del imperio, con lo que aumentó la importancia de la ciudad, en cuyos almacenes debía depositarse toda la cosecha: cada año, debía enviarse a Roma una cantidad de trigo que era el equivalente a la tercera parte de su abastecimiento, cantidad y precio que se fijaba en la bolsa de Alejandría por la annona egipcia. Para mantener aislado al país, se prohibió el uso de la moneda romana, que debía cambiarse por la local de Alejandría. Todos estas disposiciones convirtieron a la ciudad en una próspera metrópolis con varios cientos de miles de habitantes, cosmopolita ycentro financiero de la zona.
Julio César, aunque lo ocultó en su Bellum Civile, fue el responsable del incendio de la Biblioteca durante el asedio a la ciudad. Domiciano (81-96) mandó reconstruir las bibliotecas del Imperio, entre ellas la de Alejandría, pero la ciudad sería destruida dos veces por Caracalla (211-217) y Valeriano (253); y otra más, cuando en el 269 se dio la desastrosa conquista de la ciudad por Zenobia, reina de Palmira; y en el 273, cuando Aureliano saqueó y destruyó completamente el Bruchión, desastre al que no pudieron sobrevivir ni el Museo ni la Biblioteca.
Teatro romano
Los judíos de Alejandría
Los papiros de Elefantina nos dan información acerca de la vida de la comunidad judía asentada en Alejandría tras la toma de Jerusalen en 586 adC por Nabucodonosor II, aunque existen datos de asentamientos en época de Manasés.
Desde los reyes lágidas, los judíos de la Diáspora se establecieron en la ciudad atraídos por el Museo, protegidos por la tolerancia del mundo pagano en materia de diversidad religiosa, y crearon un activo foco intelectual con un centro de estudios hebraicos.
Los judíos gozaban de todos los derechos civiles, como cualquier ciudadano griego, pero mantenían las prerrogativas concedidas por los reyes persas, y constituían una comunidad política independiente y autónoma, limitada sólo por la subordinación a los Ptolomeos primero y a los romanos después. A su frente tenían los cargos de las comunidades de la diáspora: arcontes, que regían los asuntos administrativos y judiciales, y el archisinagogo a quien correspondía todo lo referente al culto, además de un etnarca con grandes poderes civiles que le permitían tratar con los funcionarios de Egipto o del Imperio romano. Constituyeron así un grupo étnico apartado de la población de Alejandría, con un aislamiento lingüístico, económico y cultural que les permitió conservar su raza y religión, fieles a la ley y a las tradiciones ancestrales.
Los romanos, que antes del Imperio habían sido aliados de los judíos, les otorgaron algunos privilegios más, como la celebración del shabat. Sin embargo, el sentimiento antijudío fue alentado por los escritores griegos alejandrinos, que les acusaban de exclusivismo, grosería y deslealtad.
Probablemente a los egipcios los irritaba la tolerancia que el imperio había otorgado a los judíos, y no faltaba entre ellos el descontento por la dominación foránea, primero griega y luego romana. Ese resentimiento se tradujo en una xenofobia que terminó por descargarse contra el pueblo hebreo. Esto, más la envidia social frente al florecimiento de esa colectividad, fue caldo de cultivo para las primeras agresiones escritas, como las de Apión, iniciador de las agitaciones antijudías que el año 38 provocaron que decenas de miles de judíos fueran asesinados. Dos personajes se enfrentaron a Apión: Flavio Josefo, que tituló una de sus obras Contra Apión, y el filósofo Filón de Alejandría, que encabezó una delegación para entrevistarse con Calígula, intentando acabar con la violencia en la ciudad.
La negativa judía a practicar el culto oficial al Emperador, junto a las dos revueltas judías, provocó la hostilidad romana y diezmó la población judía en Alejandría (al igual que en Jerusalén), que constituía un 40% de la ciudad hasta el siglo II ddC. Las relaciones entre judíos y griegos siguieron siendo tensas y Alejandría se convirtió paulatinamente en un foco de antisemitismo. El mismo Lisímaco, director de la Biblioteca de Alejandría, fue uno de los instigadores de desórdenes contra los judíos. Aunque en los siglos siguientes Egipto fue casi siempre un lugar relativamente seguro para los judíos, Alejandría conservó su tradición antisemita y se producían brotes esporádicos antijudíos.
Escuela judía de Alejandría
Helenizados en la época macedónica, tuvieron una gran influencia sobre sus correligionarios en la época de los seleúcidas y asmoneos. Tradujeron al griego la Biblia, la llamada versión de los setenta o Septuaginta en los siglos III y II adC, además de producir una abundante literatura hebrea en lengua griega: epopeyas, dramas, obras moralizantes. Las más conocidas son la Carta de Aristea, los Oráculos sibilinos, el Libro de la Sabiduría de Salomón. Entre los autores conocidos, se puede citar a Eupolemo, Artipon Demetrio, Aristeo y Filón.
La que se llamó escuela judía de Alejandría está fuertemente influenciada por la filosofía griega. Al estudiar esta filosofía encuentran conceptos espirituales y morales que desean conciliar con la Ley mosaica, considerando esta ley como fuente en la que se inspiraron aquellos filósofos, especialmente Platón. El método para demostrar esta identidad fue la interpretación alegórica, ya conocido por los judíos de Palestina y muy estimado en los ambientes griegos.
El primer representante conocido es Aristóbulo, del que sólo se sabe que era vecino de Alejandría en tiempos de Ptolomeo VI Filometer. Explica alegóricamente los pasajes bíblicos, limando las dificultades que presentan la Biblia y los mitos griegos. Filón, contemporáneo de Jesucristo, dedica su obra a unir sistemáticamente las ideas judías y griegas, y es el predecesor del neoplatonismo de Plotino y de gran parte de las ideas de los Padres de la Iglesia.
La Escuela exegética de Alejandría, que intenta hermanar la filosofía griega y el cristianismo, se considera sucesora de la judía.
La persecución contra las religiones monoteístas emprendida por los emperadores romanos acabó con esta actividad literaria.
Los judíos en la Alejandría del siglo XX
A principios de la década de 1940, tras siglos de convivencia relativamente pacífica como dhimmíes, los judíos comenzaron a sufrir persecuciones y atentados en todo Egipto, instigados por el líder palestino filonazi Amin al-Husayni. Tras la independencia de Israel y la subsiguiente guerra árabe-israelí de 1948, y tal y como sucedió en el resto de países árabes, los cerca de cien mil judíos egipcios quedaron bajo sospecha y la hostilidad contra ellos fue en aumento. La situación se agravó aún más tras la crisis de Suez: cerca de 25.000 judíos fueron expulsados y sus bienes y tierras confiscados. La mayor parte se refugiaron en la vecina Israel, aunque otros emigraron a Francia y a América. En solo unos años se extinguió la presencia milenaria de judíos en Egipto, incluidas comunidades judías antiquísimas como la de Alejandría, muy anteriores a la arabización e islamización de esas tierras.
El cristianismo
Una tradición muy antigua asegura que el primer cristiano que llegó a Alejandría para predicar la nueva religión fue San Marcos. Esto sucedía en el año 61 de nuestra era. La misma tradición cuenta que el primer cristiano convertido fue Aniano, de oficio, zapatero. San Marcos le curó la herida de una mano y al mismo tiempo le habló del significado del cristianismo. Desde esos tiempos de predicación, los cristianos de Alejandría y del resto de Egipto mantuvieron una gran tradición evangélica. San Marcos fue perseguido bajo el mandato del emperador Nerón y en el año 62 fue martirizado y muerto. Desde entonces hasta la época del emperador Trajano (comienzos del siglo II), los cristianos tuvieron que ocultar sus creencias, amenazados por las persecuciones. A partir de este momento se les permitió con tolerancia extenderse por toda la ciudad de Alejandría y poco a poco, a lo largo de todo el valle del Nilo.
En el siglo III, Clemente de Alejandría y su discípulo Orígenes establecieron en esta ciudad un verdadero semillero de teólogos, hasta tal punto que el resto de la cristiandad les miraba con cierto recelo. Al llegar al siglo IV, con el emperador Constantino I el Grande, existían graves disensiones cristianas en el norte de África y en Alejandría. Las tensiones con el resto de la comunidad cristiana condujeron al cisma con la aparición además del presbítero Arrio y su doctrina el arrianismo. Por esta razón, el emperador convocó el concilio de Nicea, donde se establecieron las bases del credo (declaración resumida de la fe cristiana).
Por otra parte, se desencadenó una abierta rivalidad entre las dos ciudades más importantes del momento: Constantinopla y Alejandría. Esta rivalidad afectó bastante a los eternos debates teológicos sobre la naturaleza o naturalezas de Cristo. Era la “guerra” entre los monofisitas y los ortodoxos de Calcedonia.
Pero las luchas y disputas entre cristianos continuaron sin remedio y ya en el siglo VI, en el año 553, en el segundo concilio de Constantinopla, con el emperador de Roma Justiniano al frente, fue declarada herética la ortodoxia de los cristianos de Alejandría que seguían enfrentados a los cristianos de Calcedonia. En los últimos años de mandato de este emperador, los monofisitas de Siria empezaron a organizar su iglesia separada del resto de los cristianos, con una estructura propia.
Cuando el pueblo árabe musulmán llegó en plan de conquista a Egipto en el 641 dieron el nombre de qubt al cristiano de Alejandría. Esta es la palabra que nosotros conocemos como copto. El símbolo de la cruz de Cristo se empezó a emplear en Alejandría, entre los cristianos coptos, fue una costumbre que nació allí; se sabe que no existía en las catacumbas ni en el lábaro de Constantino que llevaba un crismón.
El incendio de la pequeña Biblioteca, donde se habían guardado todos los rollos de papiro salvados de los incendios anteriores, se llevó a cabo a instancias del patriarca monofisita Teófilo, a finales del siglo IV, cuando hubo una gran revuelta de los cristianos en contra de todo lo que fuera pagano. Una leyenda asegura que muchos papiros, y el sarcófago de Alejandro Magno, fueron salvados y escondidos en el desierto.
El Islam
Los árabes tomaron la ciudad en 645, y se destruyó parte durante el asedio. Aunque durante años se publicó que los árabes la habían destruido cuando conquistaron la ciudad, nunca pudieron incendiar la Gran Biblioteca, ni siquiera la Pequeña, porque cuando las tropas de Amru llegaron a la ciudad en el 641, ya hacía cientos de años que no existían.
Lo que encontraron los árabes fue una ciudad dividida, arruinada y exhausta por siglos de luchas civiles. El escritor árabe musulmán Ibn al-Kifti fue quien difundió en su libro “La crónica de los sabios” la leyenda sobre la relación que pudo haber entre esta conquista y el incendio de Alejandría y su gran biblioteca, que investigaciones posteriores han descartado.
Durante un intervalo, entre 811 y 827, la ciudad estuvo en manos de aventureros españoles, antecedentes de los almogávares, para retornar a manos árabes.
En la Edad Media Alejandría vivió un periodo floreciente gracias al comercio, con convenios con los aragoneses, genoveses y venecianos que distribuían los productos llegados de oriente a través del Mar Rojo. En los siglos XIV y XV, Venecia eliminó a la competencia y su almacén alejandrino se convirtió en el centro de la distribución de especias hasta que los portugueses abrieron la ruta del Cabo en 1498, fecha que marca el declive comercial, agravado por la invasión turca. Cuando Napoleón entró en la ciudad, era un pueblo medio arruinado de sólo 7.000 habitantes. Mehemet Alí la reconstruyó en el siglo XIX, pero la flota británica la bombardeó y arrasó en año 1882.
Mezquita de Attarina
Alejandría en 1681
Alejandría (Griego: Αλεξάνδρεια, Copto: Ⲣⲁⲕⲟⲧⲉ Rakotə, Árabe: الإسكندرية Al-ʼIskandariya, Árabe Egipcio: Iskindireyya), es una ciudad del norte de Egipto, situada en el delta del río Nilo, sobre una loma que separa el lago Mareotis del mar Mediterráneo. Es también la capital de la gobernación del mismo nombre, y el principal puerto del país.
Fue fundada por Alejandro Magno en el año 332 adC, en una fertil región, on una estratégica situación portuaria, convirtiéndose pocos años después en el centro cultural del mundo antiguo.
Alejandría en la Antigüedad
En el año 332 adC Egipto estaba bajo el dominio persa. Ese mismo año, Alejandro Magno entró triunfalmente como vencedor del rey persa Darío III y los egipcios lo aceptaron y lo aclamaron como a un libertador. Hay que tener en cuenta además, que en Egipto había desde mucho tiempo atrás gran cantidad de colonias griegas y que por lo tanto no eran gentes consideradas como extranjeras.
Al año siguiente, en el 331 adC, fundó la ciudad que llevaría su nombre en un lugar del delta del Nilo, sobre un poblado llamado Rakotis habitado por un puñado de pescadores. La elección del emplazamiento fue muy afortunada pues estaba al abrigo de las variaciones que pudiera tener el río Nilo, y por otro lado, lo suficientemente cerca de su curso como para que pudiesen llegar a través de sus aguas las mercancías destinadas al puerto, a través de un canal que unía el río con el lago Mareotis y el puerto.
El lugar estaba frente a una isla llamada Faros, que con el tiempo y las múltiples mejoras que se harían quedaría unida por un largo dique a la ciudad de Alejandro. El arquitecto que realizó esta obra se llamaba Dinocrates de Rodas. El dique tenía una longitud de siete estadios (185 m cada estadio), por lo que se le llamó Heptastadio (επτασταδιoσ). La construcción del dique conformó dos puertos, a ambos lados: el Gran puerto, hacia el este, el más importante; el Puerto del buen regreso (Ευνoστoσ), al oeste, que es el que continúa utilizándose en la actualidad.
En los amplios muelles del gran puerto atracaban barcos que habían surcado el Mediterráneo y el Atlántico. Traían mercancías que se apilaban en los muelles: lingotes de bronce de España, barras de estaño de Bretaña, algodón de las Indias, sedas de China. El famoso faro construido en la isla de Faros por Sostral de Cnido, en 280 adC, dispuso en su cúspide un fuego permanentemente alimentado que guiaba a los navegantes, hasta 1340, cuando fue destruida la edificación.
El arquitecto Dinocrates se ocupó también del trazado de la ciudad y lo hizo según un plan hipodámico, sistema que se venía utilizando desde el siglo V adC: una gran plaza, una calle mayor de treinta metros de anchura y seis kilómetros de largo que atravesaba la ciudad, con calles paralelas y perpendiculares, cruzándose siempre en ángulo recto. Se construyeron barrios, semejantes a los que levantaron los españoles en las ciudades hispanoamericanas, las llamadas cuadras. Las calles tenían conducciones de agua por cañerías. Administrativamente se dividió en cinco distritos, cada uno de los cuales llevó como primer apelativo una de las cinco primeras letras del alfabeto griego. Cuando Alejandro se marchó de Egipto para continuar sus luchas contra los persas dejó como administrador de Alejandría a Cleomenes de Naucratis.
Fue una ciudad opulenta. Los Ptolomeos construyeron un palacio de mármol con un gran jardín en el que había fuentes y estatuas. Al otro lado de ese jardín se levantaba otro edificio construido en mármol al que llamaban Museo (μυσειoν). Fue una innovación del rey Ptolomeo I Sóter y en él se reunía todo el saber de la época. El museo tenía una gran biblioteca. Cerca de este edificio se levantaba el templo de Serapis, el nuevo dios greco-egipcio. En el centro de la ciudad se hallaba la Asamblea, las plazas, los mercados, las basílicas, los baños, los gimnasios, los estadios y demás edificios públicos y necesarios para las costumbres de estos siglos.
Los habitantes de esta magnífica ciudad eran en su mayoría griegos de todas las procedencias. También había una colonia judía y un barrio egipcio, de pescadores, el más pobre y abandonado de la gran urbe.
Alejandría se convirtió pronto en el centro de la cultura griega en la época helenística y contribuyó a helenizar al resto del país de tal manera que cuando llegaron los romanos todo Egipto era bilingüe. El arte y la arquitectura era lo único que se mantenía propiamente egipcio. Tan importante llegó a ser y tan grandiosa que la llamaron Alejandría ad Aegyptum, es decir, "Alejandría que está cerca de Egipto", perdiendo importancia el resto del país.
Recreación pictórica del Faro de Alejandría.
El sueño de Alejandro
El escritor griego Plutarco (c. 46-125) que escribió la biografía de Alejandro Magno, cuenta cómo éste se inspiró para tomar la determinación de fundar la ciudad en este sitio. Según parece, tuvo un sueño en el que se le apareció un anciano de cabellos muy blancos y que le recitaba insistentemente cierto pasaje de la Odisea: "Hay a continuación una isla en el mar turbulento, delante de Egipto, que llaman Faros (φαρoσ)". Cuando se levantó quiso ir a la isla y se dio cuenta de su situación privilegiada y más aún si, por medio de un dique se la unía a la costa. Entonces mandó traer harina para marcar él mismo el enclave de la futura Alejandría (pues no se disponía del yeso con que solía hacerse) y él mismo dibujó el círculo en forma de manto macedonio. No bien hubo terminado cuando empezaron a llegar desde el río y desde el mar unos pajarotes grandes y diversos que se dedicaron a comer toda la harina esparcida. Cuando vio lo que estaba ocurriendo, Alejandro se turbó muy preocupado pensando que se trataba de un mal augurio. Pero los adivinos supieron salir al paso y dijeron que su interpretación era de buen augurio y que el proceder de los pájaros pronosticaba que la ciudad sería tan rica y próspera que podría nutrir a todos los hombres de todas las razas.
El Museo
Ptolomeo I mandó construir el gran palacio que serviría de alojamiento a toda la dinastía Ptolemaica. Su hijo, Ptolomeo II Filadelfos fue el impulsor y creador del edificio levantado al otro lado del jardín y conocido desde el principio con el nombre de museo. Le llamaron así por respeto a la sabiduría, porque lo consideraron como un santuario consagrado a las Musas, que eran las diosas de las artes y de las ciencias. Se considera como el establecimiento científico más antiguo del mundo, con una Universidad de enseñanza superior.
El edificio constaba de varios apartados dedicados al saber, que con el tiempo fueron ampliándose y tomando gran importancia. Uno de esos apartados se dedicó a biblioteca y fue quizás el que más creció y el que más fama adquirió en el mundo de la Antigüedad. Había también un jardín botánico con plantas de todos los países conocidos, una colección zoológica, un observatorio astronómico y una sala de anatomía donde se hacía la vivisección en cuerpos de criminales y donde, durante algún tiempo, se llegaron a disecar cadáveres.
Contenía habitaciones a modo de residencia para sabios, gramáticos y médicos y todos los gastos corrían por cuenta de los reyes que estaban orgullosos de esta institución y comían muchas veces allí en su compañía. Los sabios además de investigar y estudiar, daban conferencias y lecciones a los jóvenes que quisieran aprender. En Alejandría llegó a haber hasta 14.000 estudiantes. Allí vivieron los famosos gramáticos alejandrinos que determinaron las leyes de la retórica y la gramática, los famosos geógrafos que diseñaron mapas del mundo y los famosos filósofos cuyo grupo acabó fundando una especie de religión.
Entre los grupos de sabios se encontraban personajes tan famosos en la Historia como Arquímedes (ciudadano de Siracusa), Euclides que desarrolló allí su Geometría, Hiparco, que explicó a todos la Trigonometría, y defendió la visión geocéntrica del Universo; enseñó que las estrellas tienen vida, que nacen y después se van desplazando a lo largo de los siglos y finalmente, mueren; Aristarco, que defendió todo lo contrario, es decir, el sistema heliocéntrico (movimiento de la Tierra y los planetas alrededor del sol), Eratóstenes, que escribió una Geografía y compuso un mapa bastante exacto del mundo conocido, Herófilo de Calcedonia, un fisiólogo que llegó a la conclusión de que la inteligencia está en el cerebro y no en el corazón, Apolonio de Pérgamo, gran matemático, Herón de Alejandría, un inventor de cajas de engranajes y también de unos aparatos de vapor asombrosos; es el autor de la obra Autómata, la primera obra que conocemos en el mundo sobre los robots. Y más tarde, ya en el siglo II, allí mismo trabajó y estudió el astrónomo y geógrafo Claudio Ptolomeo y también Galeno que escribió bastantes obras sobre el arte de la curación y sobre la anatomía; sus enseñanzas y sus teorías fueron seguidas hasta muy entrado el Renacimiento. La última persona insigne del Museo fue una mujer: Hipatia de Alejandría, gran matemática y astrónoma, que tuvo una muerte trágica.
En el siglo III adC nació en este templo del saber una nueva ciencia: la Alquimia, basada en la sabiduría y conocimientos de los egipcios sobre las sustancias materiales y en las teorías griegas sobre los elementos. Esta ciencia fue el embrión de lo que siglos más tarde sería la Química cuyas bases como ciencia experimental las sentó Antoine Laurent Lavoisier.
Escuela de Alejandría
La denominación Escuela de Alejandría, de filosofía antigua, se emplea en dos sentidos:
Se da este nombre a la filosofía judaica de Filón, quien vivió en Alejandría en el siglo I, e interpretó la Biblia aplicando los métodos del platonismo estoico. Es la escuela filosófica de los pensadores cristianos alejandrinos, o vinculados a esta ciudad, de los siglos II y III, cuyas ideas tienen una poderosa influencia en toda la teología del cristianismo primitivo. Los principales representantes fueron Clemente de Alejandría (filósofo cristiano griego) y Orígenes (Padre de la Iglesia, alejandrino).
En un sentido más amplio, también reciben el nombre de escuelas de Alejandría a las escuelas filosóficas y científicas que surgieron en la ciudad durante los primeros siglos adC e influyeron en otras ciudades con ideas eclécticas y del neopitagorismo pagano. Destacaron Aristarco de Samos (astrónomo y matemático griego), Hiparco de Nicea (astrónomo, geógrafo y matemático griego), Claudio Ptolomeo (geógrafo y matemático greco-egipcio), Diofanto (matemático greco-egipcio), Eratóstenes (matemático, astrónomo y geógrafo griego), Ammonio Saccas (fundador del neoplatonismo), y Filón de Alejandría (filósofo judío greco-egipcio).
Alejandría romana
Julio César tomó la ciudad en el 46 adC, para zanjar la guerra dinástica entre Cleopatra y su hermano y corregente Ptolomeo XIII y durante la batalla en el mar se produjo el incendio de Alejandría, en el cual ardió parte de la Biblioteca. Después de asegurar a Cleopatra en el trono egipcio y casarla con el que fue Ptolomeo XIV (su hermano menor), Julio César regresó a Roma. Durante la guerra que se desató tras la muerte de César, Marco Antonio viajó a Egipto para convencer a la reina de apoyarle. La entrada de Egipto en la guerra supuso la toma de la ciudad en el año 30 por Augusto, que la convirtió en la capital de la nueva provincia romana de Egipto, acabando así con la independencia del país.
Los romanos convirtieron al país en el granero del imperio, con lo que aumentó la importancia de la ciudad, en cuyos almacenes debía depositarse toda la cosecha: cada año, debía enviarse a Roma una cantidad de trigo que era el equivalente a la tercera parte de su abastecimiento, cantidad y precio que se fijaba en la bolsa de Alejandría por la annona egipcia. Para mantener aislado al país, se prohibió el uso de la moneda romana, que debía cambiarse por la local de Alejandría. Todos estas disposiciones convirtieron a la ciudad en una próspera metrópolis con varios cientos de miles de habitantes, cosmopolita ycentro financiero de la zona.
Julio César, aunque lo ocultó en su Bellum Civile, fue el responsable del incendio de la Biblioteca durante el asedio a la ciudad. Domiciano (81-96) mandó reconstruir las bibliotecas del Imperio, entre ellas la de Alejandría, pero la ciudad sería destruida dos veces por Caracalla (211-217) y Valeriano (253); y otra más, cuando en el 269 se dio la desastrosa conquista de la ciudad por Zenobia, reina de Palmira; y en el 273, cuando Aureliano saqueó y destruyó completamente el Bruchión, desastre al que no pudieron sobrevivir ni el Museo ni la Biblioteca.
Teatro romano
Los judíos de Alejandría
Los papiros de Elefantina nos dan información acerca de la vida de la comunidad judía asentada en Alejandría tras la toma de Jerusalen en 586 adC por Nabucodonosor II, aunque existen datos de asentamientos en época de Manasés.
Desde los reyes lágidas, los judíos de la Diáspora se establecieron en la ciudad atraídos por el Museo, protegidos por la tolerancia del mundo pagano en materia de diversidad religiosa, y crearon un activo foco intelectual con un centro de estudios hebraicos.
Los judíos gozaban de todos los derechos civiles, como cualquier ciudadano griego, pero mantenían las prerrogativas concedidas por los reyes persas, y constituían una comunidad política independiente y autónoma, limitada sólo por la subordinación a los Ptolomeos primero y a los romanos después. A su frente tenían los cargos de las comunidades de la diáspora: arcontes, que regían los asuntos administrativos y judiciales, y el archisinagogo a quien correspondía todo lo referente al culto, además de un etnarca con grandes poderes civiles que le permitían tratar con los funcionarios de Egipto o del Imperio romano. Constituyeron así un grupo étnico apartado de la población de Alejandría, con un aislamiento lingüístico, económico y cultural que les permitió conservar su raza y religión, fieles a la ley y a las tradiciones ancestrales.
Los romanos, que antes del Imperio habían sido aliados de los judíos, les otorgaron algunos privilegios más, como la celebración del shabat. Sin embargo, el sentimiento antijudío fue alentado por los escritores griegos alejandrinos, que les acusaban de exclusivismo, grosería y deslealtad.
Probablemente a los egipcios los irritaba la tolerancia que el imperio había otorgado a los judíos, y no faltaba entre ellos el descontento por la dominación foránea, primero griega y luego romana. Ese resentimiento se tradujo en una xenofobia que terminó por descargarse contra el pueblo hebreo. Esto, más la envidia social frente al florecimiento de esa colectividad, fue caldo de cultivo para las primeras agresiones escritas, como las de Apión, iniciador de las agitaciones antijudías que el año 38 provocaron que decenas de miles de judíos fueran asesinados. Dos personajes se enfrentaron a Apión: Flavio Josefo, que tituló una de sus obras Contra Apión, y el filósofo Filón de Alejandría, que encabezó una delegación para entrevistarse con Calígula, intentando acabar con la violencia en la ciudad.
La negativa judía a practicar el culto oficial al Emperador, junto a las dos revueltas judías, provocó la hostilidad romana y diezmó la población judía en Alejandría (al igual que en Jerusalén), que constituía un 40% de la ciudad hasta el siglo II ddC. Las relaciones entre judíos y griegos siguieron siendo tensas y Alejandría se convirtió paulatinamente en un foco de antisemitismo. El mismo Lisímaco, director de la Biblioteca de Alejandría, fue uno de los instigadores de desórdenes contra los judíos. Aunque en los siglos siguientes Egipto fue casi siempre un lugar relativamente seguro para los judíos, Alejandría conservó su tradición antisemita y se producían brotes esporádicos antijudíos.
Escuela judía de Alejandría
Helenizados en la época macedónica, tuvieron una gran influencia sobre sus correligionarios en la época de los seleúcidas y asmoneos. Tradujeron al griego la Biblia, la llamada versión de los setenta o Septuaginta en los siglos III y II adC, además de producir una abundante literatura hebrea en lengua griega: epopeyas, dramas, obras moralizantes. Las más conocidas son la Carta de Aristea, los Oráculos sibilinos, el Libro de la Sabiduría de Salomón. Entre los autores conocidos, se puede citar a Eupolemo, Artipon Demetrio, Aristeo y Filón.
La que se llamó escuela judía de Alejandría está fuertemente influenciada por la filosofía griega. Al estudiar esta filosofía encuentran conceptos espirituales y morales que desean conciliar con la Ley mosaica, considerando esta ley como fuente en la que se inspiraron aquellos filósofos, especialmente Platón. El método para demostrar esta identidad fue la interpretación alegórica, ya conocido por los judíos de Palestina y muy estimado en los ambientes griegos.
El primer representante conocido es Aristóbulo, del que sólo se sabe que era vecino de Alejandría en tiempos de Ptolomeo VI Filometer. Explica alegóricamente los pasajes bíblicos, limando las dificultades que presentan la Biblia y los mitos griegos. Filón, contemporáneo de Jesucristo, dedica su obra a unir sistemáticamente las ideas judías y griegas, y es el predecesor del neoplatonismo de Plotino y de gran parte de las ideas de los Padres de la Iglesia.
La Escuela exegética de Alejandría, que intenta hermanar la filosofía griega y el cristianismo, se considera sucesora de la judía.
La persecución contra las religiones monoteístas emprendida por los emperadores romanos acabó con esta actividad literaria.
Los judíos en la Alejandría del siglo XX
A principios de la década de 1940, tras siglos de convivencia relativamente pacífica como dhimmíes, los judíos comenzaron a sufrir persecuciones y atentados en todo Egipto, instigados por el líder palestino filonazi Amin al-Husayni. Tras la independencia de Israel y la subsiguiente guerra árabe-israelí de 1948, y tal y como sucedió en el resto de países árabes, los cerca de cien mil judíos egipcios quedaron bajo sospecha y la hostilidad contra ellos fue en aumento. La situación se agravó aún más tras la crisis de Suez: cerca de 25.000 judíos fueron expulsados y sus bienes y tierras confiscados. La mayor parte se refugiaron en la vecina Israel, aunque otros emigraron a Francia y a América. En solo unos años se extinguió la presencia milenaria de judíos en Egipto, incluidas comunidades judías antiquísimas como la de Alejandría, muy anteriores a la arabización e islamización de esas tierras.
El cristianismo
Una tradición muy antigua asegura que el primer cristiano que llegó a Alejandría para predicar la nueva religión fue San Marcos. Esto sucedía en el año 61 de nuestra era. La misma tradición cuenta que el primer cristiano convertido fue Aniano, de oficio, zapatero. San Marcos le curó la herida de una mano y al mismo tiempo le habló del significado del cristianismo. Desde esos tiempos de predicación, los cristianos de Alejandría y del resto de Egipto mantuvieron una gran tradición evangélica. San Marcos fue perseguido bajo el mandato del emperador Nerón y en el año 62 fue martirizado y muerto. Desde entonces hasta la época del emperador Trajano (comienzos del siglo II), los cristianos tuvieron que ocultar sus creencias, amenazados por las persecuciones. A partir de este momento se les permitió con tolerancia extenderse por toda la ciudad de Alejandría y poco a poco, a lo largo de todo el valle del Nilo.
En el siglo III, Clemente de Alejandría y su discípulo Orígenes establecieron en esta ciudad un verdadero semillero de teólogos, hasta tal punto que el resto de la cristiandad les miraba con cierto recelo. Al llegar al siglo IV, con el emperador Constantino I el Grande, existían graves disensiones cristianas en el norte de África y en Alejandría. Las tensiones con el resto de la comunidad cristiana condujeron al cisma con la aparición además del presbítero Arrio y su doctrina el arrianismo. Por esta razón, el emperador convocó el concilio de Nicea, donde se establecieron las bases del credo (declaración resumida de la fe cristiana).
Por otra parte, se desencadenó una abierta rivalidad entre las dos ciudades más importantes del momento: Constantinopla y Alejandría. Esta rivalidad afectó bastante a los eternos debates teológicos sobre la naturaleza o naturalezas de Cristo. Era la “guerra” entre los monofisitas y los ortodoxos de Calcedonia.
Pero las luchas y disputas entre cristianos continuaron sin remedio y ya en el siglo VI, en el año 553, en el segundo concilio de Constantinopla, con el emperador de Roma Justiniano al frente, fue declarada herética la ortodoxia de los cristianos de Alejandría que seguían enfrentados a los cristianos de Calcedonia. En los últimos años de mandato de este emperador, los monofisitas de Siria empezaron a organizar su iglesia separada del resto de los cristianos, con una estructura propia.
Cuando el pueblo árabe musulmán llegó en plan de conquista a Egipto en el 641 dieron el nombre de qubt al cristiano de Alejandría. Esta es la palabra que nosotros conocemos como copto. El símbolo de la cruz de Cristo se empezó a emplear en Alejandría, entre los cristianos coptos, fue una costumbre que nació allí; se sabe que no existía en las catacumbas ni en el lábaro de Constantino que llevaba un crismón.
El incendio de la pequeña Biblioteca, donde se habían guardado todos los rollos de papiro salvados de los incendios anteriores, se llevó a cabo a instancias del patriarca monofisita Teófilo, a finales del siglo IV, cuando hubo una gran revuelta de los cristianos en contra de todo lo que fuera pagano. Una leyenda asegura que muchos papiros, y el sarcófago de Alejandro Magno, fueron salvados y escondidos en el desierto.
El Islam
Los árabes tomaron la ciudad en 645, y se destruyó parte durante el asedio. Aunque durante años se publicó que los árabes la habían destruido cuando conquistaron la ciudad, nunca pudieron incendiar la Gran Biblioteca, ni siquiera la Pequeña, porque cuando las tropas de Amru llegaron a la ciudad en el 641, ya hacía cientos de años que no existían.
Lo que encontraron los árabes fue una ciudad dividida, arruinada y exhausta por siglos de luchas civiles. El escritor árabe musulmán Ibn al-Kifti fue quien difundió en su libro “La crónica de los sabios” la leyenda sobre la relación que pudo haber entre esta conquista y el incendio de Alejandría y su gran biblioteca, que investigaciones posteriores han descartado.
Durante un intervalo, entre 811 y 827, la ciudad estuvo en manos de aventureros españoles, antecedentes de los almogávares, para retornar a manos árabes.
En la Edad Media Alejandría vivió un periodo floreciente gracias al comercio, con convenios con los aragoneses, genoveses y venecianos que distribuían los productos llegados de oriente a través del Mar Rojo. En los siglos XIV y XV, Venecia eliminó a la competencia y su almacén alejandrino se convirtió en el centro de la distribución de especias hasta que los portugueses abrieron la ruta del Cabo en 1498, fecha que marca el declive comercial, agravado por la invasión turca. Cuando Napoleón entró en la ciudad, era un pueblo medio arruinado de sólo 7.000 habitantes. Mehemet Alí la reconstruyó en el siglo XIX, pero la flota británica la bombardeó y arrasó en año 1882.
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#8
Indiana Jones y .........no me acuerdo.PapaToni escribió:Sobre Petra, allí rodaron una famosa película...
Sí, la de:
Na-na-na-naa na na-ra-naáá,
na-na-na-naa na na-ra-naáá.....
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Salut! :ch) :ch)
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#9
Jodo con el Libro Gordo de Petete que nos ha salido con STV. DE buen rollo, que yo este tema en particular lo disfruto.
A ver si me vienen a la cabeza algunas ciudades de la antigua civilización no tan famosas popularmente pero que sí lo fueron en su día y que STV haga el resto (je, je)
A ver si me vienen a la cabeza algunas ciudades de la antigua civilización no tan famosas popularmente pero que sí lo fueron en su día y que STV haga el resto (je, je)
Soy responsable de lo que digo, no de lo que tú entiendas