Vídeo y crónica verano 2017: Transilvania-Cárpatos-Transfagarasan
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#76 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Esperando haber que os parece esa carretera. Y muy bueno lo del traductor de google
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#77 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Otro más que os sigue a rueda... Que pasada!!!
usa tu cabeza para salvar tú casco
- Eddyman00
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#78 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Hay alguna aplicacion de movil para espantar osos? Creo que os puede hacer falta.
Yo he sobrevivido al Passo Stelvio. Casi ná!
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#79 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Eddyman00 escribió:Hay alguna aplicacion de movil para espantar osos? Creo que os puede hacer falta.
Paz Y Amor
- pabloski
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#80 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Camino a Rumanía XI
Empezamos el día con secuelas de la noche. Eddyman no ha ido muy desorientado: a eso de las tres de la madrugada, los perros que cuidaban del camping armaron un gran alboroto, nos asomamos a la ventana de la cabaña y ¡no lo podíamos creer!, una familia de osos pardo merodeando en el cubo de la basura.
A día de hoy Rumanía, sobre todo en los Montes Cárpatos, son la mayor reserva del mundo de estos animales y debemos tener claro que los invasores somos nosotros, ellos viven aquí. Respeto y, sobre todo, admiración por estos supervivientes. No lo puedo negar, había puesto demasiadas expectativas en la Transfagarasan. Había leído tanto y confiado en el criterio de supuestos expertos (Jeremy Clarson a la cabeza) sobre esta carretera, que esperaba una especie de Walhala Motero, y no ha sido así. Voy a intentar ser justo, la carretera tiene mal asfalto, el trazado es poco lógico (no sigue un criterio de valles y laderas), pero el lugar merece la pena ser visitado.
No voy a darle ahora a nadie lecciones de historia política, pero hasta hace relativamente poco tiempo Rumanía estuvo gobernada por Nicolae Ciausescu, que tuvo a bien navegar con «bandera de pendejo» por la política internacional: primero representaba el bastión del comunismo más radical y, en sus últimos años, se vendió al dólar y a la libra esterlina, por lo que temía padecer una invasión rusa similar a la que sufrió la República Checa (en aquellos tiempos Checoslovaquia) con los tanques del Ejército Rojo paseando por las calles de Praga. A Ceausescu no se le ocurrió nada mejor que construir una carretera, de norte a sur de los Cárpatos, para proteger a Rumanía. La carretera se inauguró en 1975 y costó la vida de 35 trabajadores (desmontes y pilotajes megalómanos, con uso de miles de toneladas de dinamita). Hoy en día sólo tiene una finalidad turística, ya que su trazado es tan nefasto que, durante nueve meses al año, la carretera está cerrada por problemas meteorológicos. Forma parte de nuestra historia y si puedes debes visitarla, pero no te dejes embelesar por calificativos grandilocuentes, que he recorrido carreteras en los Apeninos y el los Alpes Julianos bastante más bonitas.
Estábamos al norte de los Cárpatos, y, para pasar de nuevo al sur, hemos decidido recorrer la otra carretera histórica de Rumanía, la Transalpina. Debo reconocer que me ha impresionado muy positivamente: son los 100 kilómetros más recomendables para moteros aguerridos. Un trazado excepcional (es un paso natural, utilizado desde tiempos inmemoriales y explanado en el siglo XVIII por mandato de Carlos II), asfalto fantástico, curvas lógicas dibujando el perfil del terreno y un paisajes de ensueño. Si la Transfagarasan no ha cubierto mis expectativas, la Transalpina las ha superado. Como el día ha sido muy duro, con más de 300 kilómetros de carreteras de alta montaña, hemos decidido dormir en una pensión en medio de las montañas.
Mañana intentaremos pasar a Serbia, por lo que lo mismo no tenéis noticias nuestras, ya que en ese país no hay itinerancia de datos gratis y, si no consigo un hotel con wifi, no enriqueceré a ninguna compañía telefónica con mi crónica.
Truco del día
Cuando realizamos rutas de muchas jornadas seguidas y muchos kilómetros por cada etapa, tarde o temprano, acaban apareciendo molestias en la región perineal. La posición sobre el asiento, la temperatura que se acumula en la entrepierna y las vibraciones o impactos recibidos al circular por carreteras con mal firme, no colaboran demasiado en el bienestar de la región pélvica.
Además de hacer tramos de un máximo de dos horas sobre la moto, beber agua suficiente para que la vejiga de la orina siempre tenga líquido y en las paradas hacer estiramientos de las piernas y los glúteos, hay una técnica que todos, hombres y mujeres, deberían practicar, al menos dos veces al día, aunque, cuando tienes práctica, se puede hacer incluso sobre la moto. Se trata de los ejercicios de Kegel.
De manera especial para varones que hayan sufrido prostatitis, es casi imprescindible hacer estos ejercicios.
Os dejo un vídeo donde podéis ver la técnica correcta para realizarlos.
P.D. Yo no soy médico, pero Raquel es fisioterapeuta y es quien me asesora en estas labores.
Empezamos el día con secuelas de la noche. Eddyman no ha ido muy desorientado: a eso de las tres de la madrugada, los perros que cuidaban del camping armaron un gran alboroto, nos asomamos a la ventana de la cabaña y ¡no lo podíamos creer!, una familia de osos pardo merodeando en el cubo de la basura.
A día de hoy Rumanía, sobre todo en los Montes Cárpatos, son la mayor reserva del mundo de estos animales y debemos tener claro que los invasores somos nosotros, ellos viven aquí. Respeto y, sobre todo, admiración por estos supervivientes. No lo puedo negar, había puesto demasiadas expectativas en la Transfagarasan. Había leído tanto y confiado en el criterio de supuestos expertos (Jeremy Clarson a la cabeza) sobre esta carretera, que esperaba una especie de Walhala Motero, y no ha sido así. Voy a intentar ser justo, la carretera tiene mal asfalto, el trazado es poco lógico (no sigue un criterio de valles y laderas), pero el lugar merece la pena ser visitado.
No voy a darle ahora a nadie lecciones de historia política, pero hasta hace relativamente poco tiempo Rumanía estuvo gobernada por Nicolae Ciausescu, que tuvo a bien navegar con «bandera de pendejo» por la política internacional: primero representaba el bastión del comunismo más radical y, en sus últimos años, se vendió al dólar y a la libra esterlina, por lo que temía padecer una invasión rusa similar a la que sufrió la República Checa (en aquellos tiempos Checoslovaquia) con los tanques del Ejército Rojo paseando por las calles de Praga. A Ceausescu no se le ocurrió nada mejor que construir una carretera, de norte a sur de los Cárpatos, para proteger a Rumanía. La carretera se inauguró en 1975 y costó la vida de 35 trabajadores (desmontes y pilotajes megalómanos, con uso de miles de toneladas de dinamita). Hoy en día sólo tiene una finalidad turística, ya que su trazado es tan nefasto que, durante nueve meses al año, la carretera está cerrada por problemas meteorológicos. Forma parte de nuestra historia y si puedes debes visitarla, pero no te dejes embelesar por calificativos grandilocuentes, que he recorrido carreteras en los Apeninos y el los Alpes Julianos bastante más bonitas.
Estábamos al norte de los Cárpatos, y, para pasar de nuevo al sur, hemos decidido recorrer la otra carretera histórica de Rumanía, la Transalpina. Debo reconocer que me ha impresionado muy positivamente: son los 100 kilómetros más recomendables para moteros aguerridos. Un trazado excepcional (es un paso natural, utilizado desde tiempos inmemoriales y explanado en el siglo XVIII por mandato de Carlos II), asfalto fantástico, curvas lógicas dibujando el perfil del terreno y un paisajes de ensueño. Si la Transfagarasan no ha cubierto mis expectativas, la Transalpina las ha superado. Como el día ha sido muy duro, con más de 300 kilómetros de carreteras de alta montaña, hemos decidido dormir en una pensión en medio de las montañas.
Mañana intentaremos pasar a Serbia, por lo que lo mismo no tenéis noticias nuestras, ya que en ese país no hay itinerancia de datos gratis y, si no consigo un hotel con wifi, no enriqueceré a ninguna compañía telefónica con mi crónica.
Truco del día
Cuando realizamos rutas de muchas jornadas seguidas y muchos kilómetros por cada etapa, tarde o temprano, acaban apareciendo molestias en la región perineal. La posición sobre el asiento, la temperatura que se acumula en la entrepierna y las vibraciones o impactos recibidos al circular por carreteras con mal firme, no colaboran demasiado en el bienestar de la región pélvica.
Además de hacer tramos de un máximo de dos horas sobre la moto, beber agua suficiente para que la vejiga de la orina siempre tenga líquido y en las paradas hacer estiramientos de las piernas y los glúteos, hay una técnica que todos, hombres y mujeres, deberían practicar, al menos dos veces al día, aunque, cuando tienes práctica, se puede hacer incluso sobre la moto. Se trata de los ejercicios de Kegel.
De manera especial para varones que hayan sufrido prostatitis, es casi imprescindible hacer estos ejercicios.
Os dejo un vídeo donde podéis ver la técnica correcta para realizarlos.
P.D. Yo no soy médico, pero Raquel es fisioterapeuta y es quien me asesora en estas labores.
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Última edición por pabloski el 18 Sep 2017 20:11, editado 1 vez en total.
- pabloski
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#81 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Camino a Rumanía XII
Después de seis días atravesando Rumanía tocaba cambiar de escenario. Ha sido con un poco morriña; realmente le habíamos cogido cariño a estas tierras y a estás gentes. Las motos arrancaban desde Ranca, a casi 2.000 metros de altitud, cerca de la estación de esquí de Transalpina, y desde ahí hemos descendido hasta Orsova, a orillas del Danubio, en pleno parque natural de Las Puertas de Hierro. Como ya estábamos cerca de la frontera de Serbia hemos decidido llenar las motos de gasolina, una rutina diaria que hay que observar con detalle para pagar lo menos posible y Rumanía ahí se convierte en un buen aliado (hoy hemos conseguido Super 95 por menos de 1 euro el litro). La ruta ha discurrido por la margen derecha del Danubio, durante 134 kilómetros. Merecen la pena los primeros 30 kilómetros, que recorren una espectacular zona de acantilados, pero el resto se hace pesado, ya que se trata de largas rectas por la orilla de un río soso. Para más desesperación, las pocas zonas de aparcamiento que hay, donde se puede descansar y divisar el río, son auténticos basureros: algunos rumanos tienen todavía una asignatura pendiente con la naturaleza. La temperatura ha empezado a subir y el valle del Danubio se ha convertido en un microndas: 37 grados ha llegado a marcar al poco de pasar la aduana de Serbia que, por cierto, es una frontera de verdad, donde te piden el pasaporte y te lo sellan (se puede pasar con DNI, pero nos gusta el método clásico).
De nuevo buscar un cajero para sacar dinares serbios y encontrar alojamiento. La tarde se acababa (aquí ya anochece a las 19:30) y no encontrábamos hotel, hasta que en Pancevo, a 15 kilómetros de Belgrado, hemos visto un hotel bastante apañado y relativamente barato (40€ al cambio). Mañana atravesamos Serbia y entraremos en Bosnia, un país que ya conocemos y al que estábamos deseando regresar.
Control de daños
Ya hemos recorrido más de 4.500 kilómetros, por todo tipo de carreteras, incluyendo muchos kilómetros por pistas de tierra muy bacheadas, y las motos han necesitado algunos cuidados.
Cada 1.000 km engrasamos las cadenas, el cable de embrague de la BMW y los pivotes de la pata de cabra y del caballete. Una vez a la semana miramos la presión de los neumáticos, el nivel de aceite y líquido de frenos. También damos un repaso a los tornillos de los soportes de maletas y baúles, así como de las cúpulas y carenados.
Esa es la rutina, pero hay imprevistos que requieren de más cuidados. La BMW se «echó a dormir» en una maniobra en parado (sin consecuencias para su piloto) y hubo que reparar el cubrepuño derecho y el soporte de la maleta de ese mismo lado.
El anclaje del baúl de la Suzuki perdió dos tornillos y he tenido que improvisar otro anclaje con tornillos de repuesto que llevaba.
Un soporte de GPS (Aliexpress forever) cogió holgura con los baches de las pistas de tierra y hubo que improvisar una fijación con dos anillos de goma de cámaras de moto.
La extensión de la pata de cabra de la Suzuki (me la hice yo) se ha aflojado y ha sido necesario re-apretar los tornillos y ponerles una gota de pegamento para que no vuelva a suceder.
Estas pequeñas averías son normales en cualquier viaje y hay que llevar siempre un número mínimo de herramientas y recambios para poder seguir el viaje sin preocupaciones.
Después de seis días atravesando Rumanía tocaba cambiar de escenario. Ha sido con un poco morriña; realmente le habíamos cogido cariño a estas tierras y a estás gentes. Las motos arrancaban desde Ranca, a casi 2.000 metros de altitud, cerca de la estación de esquí de Transalpina, y desde ahí hemos descendido hasta Orsova, a orillas del Danubio, en pleno parque natural de Las Puertas de Hierro. Como ya estábamos cerca de la frontera de Serbia hemos decidido llenar las motos de gasolina, una rutina diaria que hay que observar con detalle para pagar lo menos posible y Rumanía ahí se convierte en un buen aliado (hoy hemos conseguido Super 95 por menos de 1 euro el litro). La ruta ha discurrido por la margen derecha del Danubio, durante 134 kilómetros. Merecen la pena los primeros 30 kilómetros, que recorren una espectacular zona de acantilados, pero el resto se hace pesado, ya que se trata de largas rectas por la orilla de un río soso. Para más desesperación, las pocas zonas de aparcamiento que hay, donde se puede descansar y divisar el río, son auténticos basureros: algunos rumanos tienen todavía una asignatura pendiente con la naturaleza. La temperatura ha empezado a subir y el valle del Danubio se ha convertido en un microndas: 37 grados ha llegado a marcar al poco de pasar la aduana de Serbia que, por cierto, es una frontera de verdad, donde te piden el pasaporte y te lo sellan (se puede pasar con DNI, pero nos gusta el método clásico).
De nuevo buscar un cajero para sacar dinares serbios y encontrar alojamiento. La tarde se acababa (aquí ya anochece a las 19:30) y no encontrábamos hotel, hasta que en Pancevo, a 15 kilómetros de Belgrado, hemos visto un hotel bastante apañado y relativamente barato (40€ al cambio). Mañana atravesamos Serbia y entraremos en Bosnia, un país que ya conocemos y al que estábamos deseando regresar.
Control de daños
Ya hemos recorrido más de 4.500 kilómetros, por todo tipo de carreteras, incluyendo muchos kilómetros por pistas de tierra muy bacheadas, y las motos han necesitado algunos cuidados.
Cada 1.000 km engrasamos las cadenas, el cable de embrague de la BMW y los pivotes de la pata de cabra y del caballete. Una vez a la semana miramos la presión de los neumáticos, el nivel de aceite y líquido de frenos. También damos un repaso a los tornillos de los soportes de maletas y baúles, así como de las cúpulas y carenados.
Esa es la rutina, pero hay imprevistos que requieren de más cuidados. La BMW se «echó a dormir» en una maniobra en parado (sin consecuencias para su piloto) y hubo que reparar el cubrepuño derecho y el soporte de la maleta de ese mismo lado.
El anclaje del baúl de la Suzuki perdió dos tornillos y he tenido que improvisar otro anclaje con tornillos de repuesto que llevaba.
Un soporte de GPS (Aliexpress forever) cogió holgura con los baches de las pistas de tierra y hubo que improvisar una fijación con dos anillos de goma de cámaras de moto.
La extensión de la pata de cabra de la Suzuki (me la hice yo) se ha aflojado y ha sido necesario re-apretar los tornillos y ponerles una gota de pegamento para que no vuelva a suceder.
Estas pequeñas averías son normales en cualquier viaje y hay que llevar siempre un número mínimo de herramientas y recambios para poder seguir el viaje sin preocupaciones.
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#82 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Muy bien Pablo por tus cronicas y consejos de un viajero incansable
- La Coyote
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#83 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Pablo, sigue contándonos así de bien,con tanto detalle ,cuanto hacéis.
Me parece especialmente interesante todo lo relacionado a las puestas a punto d las máquinas,arreglos d detallitos,ect....
A disfrutar !. Vssss
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La felicidad no es más que una buena salud y una mala memoria.
CORCEGA 2012, BRETAÑA 2013
ALPES VSTROM CLUB 2017
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#84 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Vaya un post completo, hasta con consejos médicos. Deberíamos hacer una colecta en el foro para que no os volváis.
DISFRUTA LA VIDA
- pabloski
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#85 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Eso, eso, un crowdfunding de estos y yo sigo escribiendo lo que queráis, que estoy muy cerca hoy de Bulgaria y desde aquí en un pis p as me planto en Estambulmotón escribió:Vaya un post completo, hasta con consejos médicos. Deberíamos hacer una colecta en el foro para que no os volváis.
- Eddyman00
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#86 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Estambul está muy visto. Hay que inventarse otro camino...
Yo he sobrevivido al Passo Stelvio. Casi ná!
- pabloski
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#87 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Camino a Rumanía XIII
Por suerte se ha pasado toda la noche lloviendo y, justo a las 8 de la mañana, ha parado y ha salido el sol. La temperatura ha bajado mucho y hemos podido conducir hasta salir de Serbia a unos 22 grados de temperatura media, casi 15 grados menos que ayer.
Serbia es un país que apenas tiene autopistas y toda la vida se concentra en torno a las carreteras. Sólo hay dos autopistas de pago y el resto son carreteras de doble sentido de circulación que, además, no circunvalan ningún pueblo. Durante las tres primeras horas del día, esforzándonos mucho, hemos conseguido sacar medidas de 42 km/h.
Al llegar a la frontera de Karacaj nos hemos asustado al ver la cola de vehículos que pretendían entrar a Bosnia-Herzegovina. Los camiones hacían una cola independiente de más de un kilómetro de longitud. Hemos continuado 20 kilómetros hacia el sur y hemos pasado por una frontera solitaria, que cuesta trabado encontrar en los mapas.
Los mensajes de confraternización entre los países que hace tan sólo 20 años libraban una guerra atroz están en la calle, en los medios de comunicación, en los foros internacionales... pero en las fronteras, el serbio putea al bosnio, el bosnio al croata, es croata al montenegrino... Nada subido de tono ni escandaloso, pero, mientras un español tarda 15 segundos en pasar de Serbia a Bosnia, un bosnio se tira unos cuantos minutos, y le abren hasta el maletero del coche, sin acritud, pero el mensaje queda claro. No lo puedo negar: Bosnia es, posiblemente, mi país favorito. Los paisajes son entrañables, las carreteras como sacadas de un cuento y la gente es de lo más pintoresca. Bosnia y Herzegovina es el único país balcánico en el que conviven las tres culturas (ortodoxos, católicos y musulmanes) en un porcentaje similar (treinta por ciento de cada confesión) y la hermandad y el respeto es real, aunque cada territorio étnico agrupa a los practicantes de una religión determinada y hay comportamientos tácitos que impiden el mestizaje de manera casi natural. De todos los Balcanes, Bosnia es el país más humilde, no tiene la Costa Dálmata de Croacia y Montenegro, ni los cultivos y la industria de Serbia, ni la relevancia europeista de Eslovenia, ni la protección de la que ha disfrutado Kosovo (Kfor) desde que terminó la guerra ... Pero demuestran que son capaces de administrar sus recursos con mucha inteligencia, máxime pensando que fue el país que se llevó la peor padre en la guerra de los Balcanes y todavía tiene poblaciones importantes que no se han reconstruido (en Bihac la guerra parece aún viva). Hemos llegado a Sarajevo a primera hora de la tarde, al tiempo que se ha puesto a llover de manera tímida, lo justo para que la temperatura fuera deslucida para pasear por su centro histórico. Me he enamorado de esta cuidad, construida entre colinas, reconstruida con muy poco dinero y mucho esfuerzo tras una reciente guerra fratricida, como todas las guerras estúpidas de la humanidad, y en la que pasear es el mejor deporte. Sólo con sentarse a tomar un té con pastas de almendra en cualquiera de sus callejuelas tienes el espectáculo asegurado: un crisol de personas y personajes desfilan frente a tus ojos.
Por fin una ciudad «visitable» en la que nadie ha prostituido su casco histórico con un Zara, un Pull&Bear y un Bruguer King. Las tiendas son artesanas de verdad, la comida es casera, los olores son auténticos. Pero no hay comodidades para turistas de Lonley Planet en ristre: busca, habla con la gente y descubre este apasionante lugar. Hemos encontrado un pequeño restaurante donde cenar, pero sólo tenía mesas corridas. Al poco de estar ahí se ha sentado, cortésmente, un matrimonio de bosnios con nosotros. El hombre, de unos 60 años, hablaba bastante bien inglés, y se nos ha ido el Santo al cielo charlando. Vivió la guerra, al preguntarle por ella su gesto ha entristecido y ha respondido con un «eso está olvidado», nos ha preguntado por España: su imagen era negativa, pensando que nuestro país es sólo Costa Brava y Marbella, algo que no parecía gustarle demasiado. Le hemos hablado de Toledo, Cáceres, Santander, Lugo... Casi ni recuerdo lo que hemos cenado, momentos como el vivido con esta pareja es lo mejor que uno se puede llevar de un viaje.
Ya estamos descontando kilómetros para la vuelta a casa, las motos ya registran más de 5.000 kilómetros cada una y todavía nos queda atravesar Croacia, Italia... pero el viaje continúa, con la misma ilusión y entusiasmo que el 16 de agosto, cuando nos paramos a desayunar en Agreda al poco de salir de Madrid y tuvimos conciencia por primera vez de que las maletas estaban llenas de aventuras por descubrir.
Truco del día
Ya nos habían advertido al entrar en Polonia, en Marruecos, en Rumanía, en Bosnia... «son unos locos, tened cuidado con los conductores psicópatas».
La mayoría de las personas que nos advertían eran turistas que, al bajarse del avión, coger un coche de alquiler, y meterse en las calles de Varsovia, Bucarest o Sarajevo, se han aco*onado al ver las maniobras de los conductores residentes.
Cuando entres en un país que no conoces con tu moto, observa, no seas agresivo e imita lo que ves. Y, sobre todo, no intentes comprender lo que hacen los demás conductores. Cada país tiene unas normas no escritas que debemos aprender pronto, para no ponernos en peligro en el tráfico cotidiano. Lo que dice la ley es lo mismo en casi todos los países, y los semáforos en rojo y los Stop no hay que saltárselos. Pero lo que hacen los conductores es distinto en cada lugar. A fin de cuentas en todos los países sucede lo mismo: el cien por cien de los conductores van obsesionados buscando los radares escondidos en las cunetas.
Lo que nunca falla es darle paso, con los intermitentes y haciendo gestos con la mano, a ese tipo que ves en el retrovisor con un ataque de nervios por adelantarse: casi siempre nos lo agradecen, con un gesto, con dos toques de claxon o poniendo el warning un par de segundos al rebasarnos. No hay peor peligro en el tráfico que el que provocamos nosotros mismos por no facilitar las maniobras del resto de los vehículos.
Por suerte se ha pasado toda la noche lloviendo y, justo a las 8 de la mañana, ha parado y ha salido el sol. La temperatura ha bajado mucho y hemos podido conducir hasta salir de Serbia a unos 22 grados de temperatura media, casi 15 grados menos que ayer.
Serbia es un país que apenas tiene autopistas y toda la vida se concentra en torno a las carreteras. Sólo hay dos autopistas de pago y el resto son carreteras de doble sentido de circulación que, además, no circunvalan ningún pueblo. Durante las tres primeras horas del día, esforzándonos mucho, hemos conseguido sacar medidas de 42 km/h.
Al llegar a la frontera de Karacaj nos hemos asustado al ver la cola de vehículos que pretendían entrar a Bosnia-Herzegovina. Los camiones hacían una cola independiente de más de un kilómetro de longitud. Hemos continuado 20 kilómetros hacia el sur y hemos pasado por una frontera solitaria, que cuesta trabado encontrar en los mapas.
Los mensajes de confraternización entre los países que hace tan sólo 20 años libraban una guerra atroz están en la calle, en los medios de comunicación, en los foros internacionales... pero en las fronteras, el serbio putea al bosnio, el bosnio al croata, es croata al montenegrino... Nada subido de tono ni escandaloso, pero, mientras un español tarda 15 segundos en pasar de Serbia a Bosnia, un bosnio se tira unos cuantos minutos, y le abren hasta el maletero del coche, sin acritud, pero el mensaje queda claro. No lo puedo negar: Bosnia es, posiblemente, mi país favorito. Los paisajes son entrañables, las carreteras como sacadas de un cuento y la gente es de lo más pintoresca. Bosnia y Herzegovina es el único país balcánico en el que conviven las tres culturas (ortodoxos, católicos y musulmanes) en un porcentaje similar (treinta por ciento de cada confesión) y la hermandad y el respeto es real, aunque cada territorio étnico agrupa a los practicantes de una religión determinada y hay comportamientos tácitos que impiden el mestizaje de manera casi natural. De todos los Balcanes, Bosnia es el país más humilde, no tiene la Costa Dálmata de Croacia y Montenegro, ni los cultivos y la industria de Serbia, ni la relevancia europeista de Eslovenia, ni la protección de la que ha disfrutado Kosovo (Kfor) desde que terminó la guerra ... Pero demuestran que son capaces de administrar sus recursos con mucha inteligencia, máxime pensando que fue el país que se llevó la peor padre en la guerra de los Balcanes y todavía tiene poblaciones importantes que no se han reconstruido (en Bihac la guerra parece aún viva). Hemos llegado a Sarajevo a primera hora de la tarde, al tiempo que se ha puesto a llover de manera tímida, lo justo para que la temperatura fuera deslucida para pasear por su centro histórico. Me he enamorado de esta cuidad, construida entre colinas, reconstruida con muy poco dinero y mucho esfuerzo tras una reciente guerra fratricida, como todas las guerras estúpidas de la humanidad, y en la que pasear es el mejor deporte. Sólo con sentarse a tomar un té con pastas de almendra en cualquiera de sus callejuelas tienes el espectáculo asegurado: un crisol de personas y personajes desfilan frente a tus ojos.
Por fin una ciudad «visitable» en la que nadie ha prostituido su casco histórico con un Zara, un Pull&Bear y un Bruguer King. Las tiendas son artesanas de verdad, la comida es casera, los olores son auténticos. Pero no hay comodidades para turistas de Lonley Planet en ristre: busca, habla con la gente y descubre este apasionante lugar. Hemos encontrado un pequeño restaurante donde cenar, pero sólo tenía mesas corridas. Al poco de estar ahí se ha sentado, cortésmente, un matrimonio de bosnios con nosotros. El hombre, de unos 60 años, hablaba bastante bien inglés, y se nos ha ido el Santo al cielo charlando. Vivió la guerra, al preguntarle por ella su gesto ha entristecido y ha respondido con un «eso está olvidado», nos ha preguntado por España: su imagen era negativa, pensando que nuestro país es sólo Costa Brava y Marbella, algo que no parecía gustarle demasiado. Le hemos hablado de Toledo, Cáceres, Santander, Lugo... Casi ni recuerdo lo que hemos cenado, momentos como el vivido con esta pareja es lo mejor que uno se puede llevar de un viaje.
Ya estamos descontando kilómetros para la vuelta a casa, las motos ya registran más de 5.000 kilómetros cada una y todavía nos queda atravesar Croacia, Italia... pero el viaje continúa, con la misma ilusión y entusiasmo que el 16 de agosto, cuando nos paramos a desayunar en Agreda al poco de salir de Madrid y tuvimos conciencia por primera vez de que las maletas estaban llenas de aventuras por descubrir.
Truco del día
Ya nos habían advertido al entrar en Polonia, en Marruecos, en Rumanía, en Bosnia... «son unos locos, tened cuidado con los conductores psicópatas».
La mayoría de las personas que nos advertían eran turistas que, al bajarse del avión, coger un coche de alquiler, y meterse en las calles de Varsovia, Bucarest o Sarajevo, se han aco*onado al ver las maniobras de los conductores residentes.
Cuando entres en un país que no conoces con tu moto, observa, no seas agresivo e imita lo que ves. Y, sobre todo, no intentes comprender lo que hacen los demás conductores. Cada país tiene unas normas no escritas que debemos aprender pronto, para no ponernos en peligro en el tráfico cotidiano. Lo que dice la ley es lo mismo en casi todos los países, y los semáforos en rojo y los Stop no hay que saltárselos. Pero lo que hacen los conductores es distinto en cada lugar. A fin de cuentas en todos los países sucede lo mismo: el cien por cien de los conductores van obsesionados buscando los radares escondidos en las cunetas.
Lo que nunca falla es darle paso, con los intermitentes y haciendo gestos con la mano, a ese tipo que ves en el retrovisor con un ataque de nervios por adelantarse: casi siempre nos lo agradecen, con un gesto, con dos toques de claxon o poniendo el warning un par de segundos al rebasarnos. No hay peor peligro en el tráfico que el que provocamos nosotros mismos por no facilitar las maniobras del resto de los vehículos.
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#88 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Gracias Pablo.
Seguimos disfrutando de la crónica. Podíais crear la guía del VStromero viajero.
Gran viaje, sin duda.
A cuidarse y que siga esa gran ruta.
Un abrazo.
Seguimos disfrutando de la crónica. Podíais crear la guía del VStromero viajero.
Gran viaje, sin duda.
A cuidarse y que siga esa gran ruta.
Un abrazo.
BMW GS1250 Triple Black
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#89 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Pablo que bien sienta leer tu crónica por la mañana temprano para coger con fuerzas el día.
Que sigáis disfrutando del viaje.
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#90 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Ole y ole, vaya crónica más completa. .me quito el sombrero compañeros
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#91 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Raquel, Pablo, no tengo palabras para deciros lo que siento al leeros, muchas gracias por hacernos participes de vuestra aventura
Paz Y Amor
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#92 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Camino a Rumanía XIV
Qué trabajo cuesta irse de un sito donde estás a gusto. Sarajevo ha amanecido tristón, ha llovido toda la noche y se desperezaba con el cielo gris plomizo. Tras un buen desayuno en el hotel, que conseguimos en el centro de la ciudad antigua (a veces es bueno recurrir a Booking, pero hay que evitarlo en la medida de lo posible), hemos cargado las motos y emprendido camino hacia el norte de Bosnia. Han sido menos de 400 kilómetros hasta Bihac, zona fronteriza con Croacia.
La ruta ha sido fantástica, atravesando varios parques naturales bosnios, por unas carreteras perfectamente conservadas, con el mínimo tráfico (salvo en el paso de las poblaciones, ya que ninguna está circunvalada) y disfrutando de paisajes más propios de nuestra querida Galicia que de un país balcánico.
Al entrar en la última reserva natural antes de la frontera, el Parque Natural de Una, nos hemos vuelto a encontrar con los carteles que hace tres años nos hicieron retroceder cuando intentábamos llegar a Zagreb por una pista de tierra: ¡Zona de Minas! De todas las posturas incomprensibles de una guerra, la más cobarde es enterrar explosivos para sorprender al contrincante. Las minas no discriminan, y afectan tanto a niños, como a ancianos o a militares.
Actualmente se calcula que en Bosnia hay más de 80.000 minas enterradas, difícilmente localizadas ya que las colocaron guerrilleros y paramilitares mercenarios que no rendían cuentas a ningún mando organizando. La superficie minada es de casi un 3% del territorio total de Bosnia y se han localizado casi todos estos explosivos en regiones fronterizas. Los expertos de la OTAN calculan que hasta 2025 no se podrán eliminar todas estas minas del territorio de este país balcánico. Otro estúpido legado que dejó la guerra al país más humilde de la antigua Yugoslavia. Hemos cruzado la frontera de Croacia casi sin detenernos y la ruta ha terminado en el Parque Natural de Plitvicka Jezera, donde hemos encontrado una casa particular (aquí se identifican con el cartel «Sobe») a unos 200 metros de la entrada del parque.
Mañana no haremos ruta en moto, toca senderismo, revisar las motos (los miles de kilómetros se acumulan muy rápido) y descansar.
Truco del día
En este viaje hemos tenido que cambiar cinco veces de moneda. Intentamos pagar todo con tarjeta, pero en las poblaciones interiores de Rumanía, Serbia, Bosnia y Croacia es imposible: aquí no existe infraestructura bancaria (afortunadamente para ellos). Solemos sacar divisas de los cajeros y afinamos todo lo que podemos para que no sobre dinero en metálico, aún así es muy difícil y siempre sobran algunos billetes y monedas. Los billetes los puedes cambiar en países fronterizos (ojo, que hay divisas como los Leí rumanos que no se cambian fuera de ese país) pero las monedas no te las cogen en las casas de cambio. Antes de salir del país intentamos echar gasolina con el dinero suelto y, si aún sobran monedas, compramos pegatinas con escudos del país en alguna gasolinera, lavamos las motos o compramos frutos secos, galletas o bebidas (alimentos que no se estropean) en la última gasolinera del país del que salimos.
Qué trabajo cuesta irse de un sito donde estás a gusto. Sarajevo ha amanecido tristón, ha llovido toda la noche y se desperezaba con el cielo gris plomizo. Tras un buen desayuno en el hotel, que conseguimos en el centro de la ciudad antigua (a veces es bueno recurrir a Booking, pero hay que evitarlo en la medida de lo posible), hemos cargado las motos y emprendido camino hacia el norte de Bosnia. Han sido menos de 400 kilómetros hasta Bihac, zona fronteriza con Croacia.
La ruta ha sido fantástica, atravesando varios parques naturales bosnios, por unas carreteras perfectamente conservadas, con el mínimo tráfico (salvo en el paso de las poblaciones, ya que ninguna está circunvalada) y disfrutando de paisajes más propios de nuestra querida Galicia que de un país balcánico.
Al entrar en la última reserva natural antes de la frontera, el Parque Natural de Una, nos hemos vuelto a encontrar con los carteles que hace tres años nos hicieron retroceder cuando intentábamos llegar a Zagreb por una pista de tierra: ¡Zona de Minas! De todas las posturas incomprensibles de una guerra, la más cobarde es enterrar explosivos para sorprender al contrincante. Las minas no discriminan, y afectan tanto a niños, como a ancianos o a militares.
Actualmente se calcula que en Bosnia hay más de 80.000 minas enterradas, difícilmente localizadas ya que las colocaron guerrilleros y paramilitares mercenarios que no rendían cuentas a ningún mando organizando. La superficie minada es de casi un 3% del territorio total de Bosnia y se han localizado casi todos estos explosivos en regiones fronterizas. Los expertos de la OTAN calculan que hasta 2025 no se podrán eliminar todas estas minas del territorio de este país balcánico. Otro estúpido legado que dejó la guerra al país más humilde de la antigua Yugoslavia. Hemos cruzado la frontera de Croacia casi sin detenernos y la ruta ha terminado en el Parque Natural de Plitvicka Jezera, donde hemos encontrado una casa particular (aquí se identifican con el cartel «Sobe») a unos 200 metros de la entrada del parque.
Mañana no haremos ruta en moto, toca senderismo, revisar las motos (los miles de kilómetros se acumulan muy rápido) y descansar.
Truco del día
En este viaje hemos tenido que cambiar cinco veces de moneda. Intentamos pagar todo con tarjeta, pero en las poblaciones interiores de Rumanía, Serbia, Bosnia y Croacia es imposible: aquí no existe infraestructura bancaria (afortunadamente para ellos). Solemos sacar divisas de los cajeros y afinamos todo lo que podemos para que no sobre dinero en metálico, aún así es muy difícil y siempre sobran algunos billetes y monedas. Los billetes los puedes cambiar en países fronterizos (ojo, que hay divisas como los Leí rumanos que no se cambian fuera de ese país) pero las monedas no te las cogen en las casas de cambio. Antes de salir del país intentamos echar gasolina con el dinero suelto y, si aún sobran monedas, compramos pegatinas con escudos del país en alguna gasolinera, lavamos las motos o compramos frutos secos, galletas o bebidas (alimentos que no se estropean) en la última gasolinera del país del que salimos.
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Última edición por pabloski el 30 Ago 2017 18:52, editado 1 vez en total.
- menduca
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#93 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Por fin he podido leer toda la crónica enteritaaaa y sólo os puedo decir, gracias por hacernos soñar con vuestra aventuraaaa...
Gracie mileeeee
Seguir así parejaaaa....
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#94 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Día de descanso
En un viaje que dure más de una semana creo que es importante reservar al menos un día por cada siete para descansar, hacer cuentas, olvidarse la moto y, en la medida de lo posible, realizar otra actividad, como vistas turísticas o culturales. En nuestro caso, vamos justos de tiempo y, hasta hoy, no hemos podido descansar, y lo hacemos con casi 6.000 kilómetros en el cuerpo. Ya tocaba, y el cuerpo lo ha agradecido.
Como habíamos llegado hasta el parque natural de Plitvicka Jezera hemos aprovechado para hacer un día de senderismo. Este es el mayor parque natural de Croacia y el más visitado, por lo que hemos madrugado bastante para recorrer los senderos que rodean los mil lagos y cascadas de este parque sin el agobio de los turistas. Si en algún momento has pensado en visitar Croacia, olvídate por un día de la pintoresca Costa Dálmata y dedícalo a ver este lugar, no te arrepentirás. Luego ha tocado revisión de motos: todo perfecto, se están portando de maravilla. La BMW F700 de Raquel, que ya va a por los 70.000 kilómetros, sólo ha necesitado un engrase de cadena y unas gotas de aceite en una cerradura de una maleta. La V-Strom 1000, que ha pasado de largo los 15.000 kilómetros en 11 meses, se ha conformado con un poco de aceite de teflón en la cadena.
Es el primer viaje tan largo que hago con esta Suzuki, después de haber tenido dos V-Strom 650, y me está sorprendiendo por los consumos, mantenidos en torno a los 4,3-4,5 litros con los que se está conformando cada 100 kilómetros en uso fuera de autopista y a buen ritmo. También me está gustando el comportamiento de los Continental TKC 70, que puse para ir a Marruecos y ya tienen más de 15.000 kilómetros, casi como la moto. Ya están muy planos y no se si aguantarán los 3.000 kilómetros que quedan de viaje, lo mismo toca una parada a medio camino para cambiarlos (en Andorra, por ejemplo). Mañana intentaremos dormir ya en Italia, preocupados por las previsiones meteorológicas, ya que la borrasca que ha barrido España los últimos días pasará por el norte de Italia en breve.
Truco del día
Hoy os cuento seis cosas sin las que nunca salgo de viaje y, a juzgar por el uso que les doy, son bastante necesarias:
1. Anillos de goma, cortados de cámaras de moto y bici. Sirven para mil cosas, desde sujetar los ovillos de cable de los cargadores cuando los enrollamos, hasta para sujetar el soporte del GPS al manillar si el suyo falla.
2. Trapos de microfibra. Son los que limpian todo, los lavo cada pocos días y lo mismo valen para limpiar la visera del casco, que para lavar la moto entera.
3. Tartera grande de silicona. Se pliega y coloca en cualquier bolsa de equipaje y la podemos utilizar para preparar una ensalada para 4 personas o para lavar la ropa dentro.
4. Cuerda de 10 metros y pinzas sujeta papeles. Es una cuerda de persiana fina y siempre la coloco de lado a lado de la habitación del hotel, o en el camping, entre dos árboles, para colgar todo lo que no quieras que se quede en el suelo.
5. Locktite y bicarbonato. Además de para combatir la acidez de estómago, al mezclar el «pegamento de la gota» con bicarbonato, se produce una reacción química que como resultado se obtiene una especie de pasta de plástico, para reparar lo mismo unas gafas de sol, un intermitente o faro de la moto o una uña que se ha roto.
6. Bolsas de plástico con cierre Zip de varios tamaños. Las compro en almacenes de plásticos o en algunas tiendas de chinos y las utilizo para meter el pasaporte, el móvil, la documentación de la moto, jabón en polvo, Nesquick... Nunca sabes lo que puede pasar si te pilla una buena trinca de agua en moto. No siempre las maletas y las chaquetas de «pichitex» son tan impermeables como debieran.
En un viaje que dure más de una semana creo que es importante reservar al menos un día por cada siete para descansar, hacer cuentas, olvidarse la moto y, en la medida de lo posible, realizar otra actividad, como vistas turísticas o culturales. En nuestro caso, vamos justos de tiempo y, hasta hoy, no hemos podido descansar, y lo hacemos con casi 6.000 kilómetros en el cuerpo. Ya tocaba, y el cuerpo lo ha agradecido.
Como habíamos llegado hasta el parque natural de Plitvicka Jezera hemos aprovechado para hacer un día de senderismo. Este es el mayor parque natural de Croacia y el más visitado, por lo que hemos madrugado bastante para recorrer los senderos que rodean los mil lagos y cascadas de este parque sin el agobio de los turistas. Si en algún momento has pensado en visitar Croacia, olvídate por un día de la pintoresca Costa Dálmata y dedícalo a ver este lugar, no te arrepentirás. Luego ha tocado revisión de motos: todo perfecto, se están portando de maravilla. La BMW F700 de Raquel, que ya va a por los 70.000 kilómetros, sólo ha necesitado un engrase de cadena y unas gotas de aceite en una cerradura de una maleta. La V-Strom 1000, que ha pasado de largo los 15.000 kilómetros en 11 meses, se ha conformado con un poco de aceite de teflón en la cadena.
Es el primer viaje tan largo que hago con esta Suzuki, después de haber tenido dos V-Strom 650, y me está sorprendiendo por los consumos, mantenidos en torno a los 4,3-4,5 litros con los que se está conformando cada 100 kilómetros en uso fuera de autopista y a buen ritmo. También me está gustando el comportamiento de los Continental TKC 70, que puse para ir a Marruecos y ya tienen más de 15.000 kilómetros, casi como la moto. Ya están muy planos y no se si aguantarán los 3.000 kilómetros que quedan de viaje, lo mismo toca una parada a medio camino para cambiarlos (en Andorra, por ejemplo). Mañana intentaremos dormir ya en Italia, preocupados por las previsiones meteorológicas, ya que la borrasca que ha barrido España los últimos días pasará por el norte de Italia en breve.
Truco del día
Hoy os cuento seis cosas sin las que nunca salgo de viaje y, a juzgar por el uso que les doy, son bastante necesarias:
1. Anillos de goma, cortados de cámaras de moto y bici. Sirven para mil cosas, desde sujetar los ovillos de cable de los cargadores cuando los enrollamos, hasta para sujetar el soporte del GPS al manillar si el suyo falla.
2. Trapos de microfibra. Son los que limpian todo, los lavo cada pocos días y lo mismo valen para limpiar la visera del casco, que para lavar la moto entera.
3. Tartera grande de silicona. Se pliega y coloca en cualquier bolsa de equipaje y la podemos utilizar para preparar una ensalada para 4 personas o para lavar la ropa dentro.
4. Cuerda de 10 metros y pinzas sujeta papeles. Es una cuerda de persiana fina y siempre la coloco de lado a lado de la habitación del hotel, o en el camping, entre dos árboles, para colgar todo lo que no quieras que se quede en el suelo.
5. Locktite y bicarbonato. Además de para combatir la acidez de estómago, al mezclar el «pegamento de la gota» con bicarbonato, se produce una reacción química que como resultado se obtiene una especie de pasta de plástico, para reparar lo mismo unas gafas de sol, un intermitente o faro de la moto o una uña que se ha roto.
6. Bolsas de plástico con cierre Zip de varios tamaños. Las compro en almacenes de plásticos o en algunas tiendas de chinos y las utilizo para meter el pasaporte, el móvil, la documentación de la moto, jabón en polvo, Nesquick... Nunca sabes lo que puede pasar si te pilla una buena trinca de agua en moto. No siempre las maletas y las chaquetas de «pichitex» son tan impermeables como debieran.
No tienes los permisos requeridos para ver los archivos adjuntos a este mensaje.
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#95 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Muy bien Pablo anotado los consejos tan buenos que das.Mañana más
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#96 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Buenísima crónica que continúo siguiendo con interés
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#97 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Además de los consumos, los cuales realmente son buenos, aprecio 19ºC de temperatura y con ese agua de fondo..el paraíso!!
A seguir disfrutando. Seguimos las crónicas.
Ojalá tengamos también vídeo al final del viaje.
Un abrazo.
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#98 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Mon, creo que va ha tener que hacer un pase de videos-fotos.porque el viaje que se están haciendo no tiene desperdicio por donde lo mires
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#99 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Conociendo al ínclito, no albergo dudas, YolanYolan63 escribió:Mon, creo que va ha tener que hacer un pase de videos-fotos.porque el viaje que se están haciendo no tiene desperdicio por donde lo mires
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- pabloski
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#100 Re: Proyecto (crónica) verano 2017: Transilvania-Cárpatos
Habrá vídeo, muy seleccionado, pero lo habrá, pero tardará, porque es difícil seleccionar los cortes de tanto material que llevamos. Vamos grabando con 3 cámaras a la vez