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Que estoy impaciente!!! Venga esos capitulitos....porqué tendrá final, verdad?

V´sss

Cerré la puerta y la señalé la cama para que se sentase, a continuación encendí el equipo y puse música para que mi madre no nos oyera. Luego acerqué mi silla del ordenador hasta la cama y me senté frente a ella.

-¿ya..? -dijo ella divertida por mi paranoia.
-sí pero rapidito, en media hora empieza motogp...
me miró sorprendida...¿ahora prefería ver las carreras que estar con ella...?
pues sí, qué coñ*... ya estaba aburrido de tanta gilipollez, si quería despedirse y largarse para siempre de mi vida esta era su mejor oportunidad.
-venga... -la apremié.
-como quieras... -dijo ella un poco dolida.
se revolvió un poco nerviosa y tomó aire.
-has cambiado la habitación por completo...
se me quedó cara de idiota.
-¿qué...? -dije alucinando.
-tu cuarto... -dijo señalándolo con las manos.
-vale, sí, lo he cambiado... dime...
-antes de nada... ¿no te largaras y me dejarás plantada como ayer...?
-te lo juro... -dije serio.
-está bien... como te dije ayer... quería despedirme de ti.
se quedó esperando a que le preguntara a dónde pensaba irse. No lo hice.
-este trimestre me voy a Canadá.
-guay.. -dije sin inmutarme.
-cuando acabe el curso me iré de casa a vivir con mi novio...
-me parece estupendo... -mentí.
-no quiero que acabemos mal...
-yo tampoco...
-por eso quiero que olvides lo de la otra noche...
ya volvía a sacar el temita.
-lo siento... pero eso no me lo va a quitar nadie de la cabeza... pero tranquila, que no tengo intención de contarle a nadie lo que pasó... tu reputación esta a salvo si tanto te preocupa...
-no es eso... -dijo ella intranquila.
-pues tu me dirás...
-aquello no estuvo bien....
-a mi me pareció estar en el paraíso... y eso que ni me tocaste...
se azoró un poco.
-y por lo que vi... no creo que lo pasaras tan mal... tengo tus gemidos taladrándome la pu*a cabeza todos los putos días...

Ahora estaba roja como un tomate y no paraba de retorcerse las manos, mirando a todos los lados menos a mí.

-¿en qué coñ* estabas pensando...? El que iba pinto en el coche era yo...
creo que estaba siendo demasiado duro con ella, al fin y al cabo, creo que aproveché su único momento de debilidad y podía estarla agradecida por aquel momento.
-bueno... -dije ablandándome- ya está, no pasa nada. Si tú quieres que lo olvide lo olvido y punto... tampoco hicimos nada extraordinario...

No la veía muy convencida, seguía nerviosa y callada.

-en serio... puedes irte a Canadá tranquila... no pasa nada... metimos la pata... como todo el mundo... no es para hacer un jod*d* drama de aquello...
Parecía que ni por esas.
-coñ* Susana... ¿qué más quieres que te diga...? ¿qué puedo hacer para que te vayas tranquila...? ¿te lo pongo por escrito...? -dije ya un pelín desesperado.

Por fin ella pareció reaccionar y se atrevió a hablar.

-sé sincero... nunca lo vas a olvidar, ¿verdad?

mi gesto le dio la respuesta.

-tú me quieres de verdad...

Asentí.

-lo siento... -dejó caer con voz ahogada.
-más lo siento yo...
-sabes que no puede ser....
-para nada... todo es posible...
-tienes que olvidarme y hacer tu vida...
-nunca te voy a olvidar... y no me salgas con lo que conoceré a otras chicas... que esa peli ya la he visto.
-tengo novio... -se excuso.
-le quieres mucho... -repliqué comprensivo.
-claro... respondió segura.
-y por supuesto... a mí no...

No dijo nada.

-no es lo mismo... -empezó a defenderse.
-tranqui... tranqui... que no te estoy pidiendo nada -dejé claro.
-no eres justo...
-de eso podíamos charlar tú yo durante un buen rato preciosa...
-tengo que irme... atajó rápidamente.

La señalé la puerta. Se levantó para irse pero se quedó parada frente a mí.
la miré desde mi silla.

-bueno... fer... adiós... ya nos veremos... -pero seguía inmóvil.

Me levanté de la silla y me puse frente a ella, hasta casi rozarnos.

-vete ya o no voy a poder evitar besarte, tirarte sobre la cama y hacerte de todo... -la susurré al oído.

Salió disparada.

Justo a tiempo, motogp tenia que estar ya en la vuelta de calentamiento, bajé al salón y me volví a tirar sobre el sofá, me acababa de quitar un peso de encima.

Mi vida sin Susana...

Como si todos los días fueran fríos y gris oscuro. A pesar de tratar de autoconvencerme a mí mismo de que todo había terminado como debía,
tenía algo dentro de mí, como un tumor, que me estaba jodiendo vivo.

Simplemente seguía mi rutina habitual, entre semana de casa al curro y del curro a casa, encerrado en mi habitación en el ordenador y con los cascos con la música a tope.

No sé cómo he desarrollado una inquietante adicción por los grupos de chicas, desde hace un par de semanas no para de repetirse en mi mp3 el "love is a killer" de las Vixen.

Los fines de semanas si podía salía a darme una vueltilla con la susi y si no en el sofá.

Éste era el resultado de mi gran apuesta, había centrado tanto mis prioridades en conquistar a Susana que ahora me veía solo y sin amigos, un precio que aceptaba pagar sin remordimientos.

Algún sábado me iba al cine, me veía una de tiros o de miedo y echaba la tarde, otros si me decían, salía con Mónica y Ricardo, pero en muy contadas ocasiones.

Decidí ponerme a sacarme el carnet de coche, por hacer algo, y estuve entretenido un par de meses.

Una vez más llegó la primavera sin anunciarse. En esa época solo me ocurrieron un par de cosas destacables, una buena y una mala, empezaremos por esta última. Mi colega Ricardo, presionado por su chica y demostrando muy poco carisma vendió su r6. Decía que andaba poco y que era demasiada moto para él, y que querían meterse en un piso, así que... mis únicos amigos, poco a poco salieron de mi vida.

La buena es que me compré coche. Tenía claro que pasaba de gastarme pasta en una lata y que solo quería un utilitario para ir a currar, las ruedas de mi susi se gastaban demasiado rápido para mí economía. Así que cuando salía de currar me iba a los desguaces, buscando algún trasto recuperado, lo justo para que me tirara un par de años y luego pillarme uno nuevo.

No había más que basura, tentado estuve de acabar en un concesionario a por uno de segunda mano, pero justo cuando iba a dar el paso, encontré una joya. Oculto bajo una montaña de neumáticos asomaba la desafiante naricilla carbonizada de un maxi turbo, fue verlo y sentir que iba a ser mi coche. Tras pedir permiso al dueño del desguace, un hombre tan viejo y tan lleno de grasa por todos los lados que daba pena verlo, me pasé casi una hora quitándole las ruedas de encima hasta descubrirlo por completo. No tenía buena pinta, no lo negaré. Estaba bastante chamuscado por la parte delantera, las cuatro ruedas pinchadas o deshinchadas, los espejos arrancados, el techo hundido, solo se podía ver la pintura original en su trasera, negro, blanco y amarillo: los colores racing de Renault en la época. El motor estaba bastante sucio y oxidado pero entero, creí que podría rescatarlo de su desgracia.

Luego me las tuve que ver con el abuelo, que de tonto no tenia un pelo, me quería sacar una pasta por aquel trasto. Me decía que era un coche con mucha historia, uno de los últimos del grupo B, que había estado compitiendo en el mundial de rallyes y que lo tenia allí, esperando sacar tiempo para restaurarlo. Tras casi una hora de discusión llegamos a un acuerdo razonable, me vendió el maxiturbo por un precio descaradamente superior a su valor, pero a cambio me dejaría guardarlo allí, además de prestarme sus herramientas y echarme una mano para ponerlo en funcionamiento. No quiero decir el precio porque realmente fue una locura, y tuve que pedir un crédito, pero encontrar algo que me sacar de la rutina y de mis penas no tenia precio.

Por supuesto en casa no dije ni pío de mi compra, mis padres me matan si lo llegan a saber.

Si antes estaba asfixiado de pasta, ahora no tenía ni para tabaco. Mi sueldo se desvanecía íntegramente entre el crédito, la susi y el maxiturbo. Menos mal que vivía con mis padres.

Por supuesto las horas extras en el curro se multiplicaron, y los pocos ratos que me quedaban libres y los fines de semana me los pasaba en el desguace metiéndole mano al coche. Manolo, el dueño, al principio se debió pensar que solo me había encaprichado de aquel trasto y que pronto le pediría que me devolviese la pasta, pero al verme ir y enredar en el cinco todos los días, poco a poco se fue animando y cada vez se pasaba más rato conmigo, casi siempre diciéndome que hacia las cosas como el culo, pero me echaba una mano. Total, tampoco se veía mucho meneo por allí.

Creo que un fin de semana vino Susana a ver a sus padres, ví su coche aparcado frente a su casa, pero no pude verla... sólo su sombra andando por su habitación tras las cortinas cerradas. Volvieron los recuerdos en pequeñas punzadas, pero se iban haciendo soportables. Claro está que si la llego a ver... toda mi lenta recuperación se hubiese ido al traste.

Sin enterarme llegó el verano. Yo mentalmente me sentía cada día mejor, Susana ya solo era un rumor sordo dentro de mi cabeza pero físicamente estaba hecho polvo: las horas extras, el poco sueño y las largas horas en el desguace me estaban pasando factura... me quedé en los huesos, el mono de cuero me colgaba como un pellejo.

Mis padres estaban muy preocupados, me veían cada día más chupado y estaban realmente intrigados con mi nuevo pasatiempo, del cual por supuesto no les dije ni pío.

Mi hermano fue papa por fin, y tuve que pedir una preciosa tarde de sábado sin poder meter mano al coche por una comida familiar para le presentación del recién nacido, que por supuesto era feo de co*ones y no hacia más que llorar, cagarse y dar toda la guerra que podía. Mis padres estaban encantadísimos, mi hermano sí que era un hombre de provecho, y no perdieron ocasión de recordarme que yo no seguía el mismo camino.

Manolo se convirtió en mi nuevo y único amigo, él por lo menos me entendía y no hacia preguntas.

Tras tantas horas juntos, al final nos fuimos cogiendo aprecio. Fui su saco de las penas; me contó su larga y desbaratada vida, que le había llevado de ser un próspero empresario del motor con taller y concesionario propio de la Peugeot a terminar olvidado y pudriéndose en aquel agujero. Cuando me dijo que fue todo por culpa de una mujer me lo creí a pies juntillas. Y como me descuidase yo llevaba el mismo camino.

En una de aquellas largas conversaciones, me dijo algo que se quedó grabado a fuego en la cabeza. Me dijo que su mayor error en la vida había sido casarse con la chica de sus sueños. Intrigado le pedí que me dijese por qué.

-mira chaval... en aquella época mi novia era la mujer más guapa del mundo, todos los hombres la miraban por donde quiera que fuese, yo era uno de ellos y sin saber como ella me eligió a mí entre todos. Me creí el tipo más afortunado del mundo, no me lo podía creer... Ella quería casarse así que tuve que trabajar duro, y vaya si lo hice, poco a poco me fui apartando de mis amigos, bien porque alguno no se comportó como tal o bien por que ella siempre quería hacer las cosas solo conmigo.

Nos casamos... mi mundo era ella... quería darle lo mejor y con mucho esfuerzo llegué a la cima... tuve dos chalets, uno en la sierra y otro en Torremolinos... la vida nos iba de fábula...

Pero nunca tenía suficiente... y yo no daba para más. Me vi con cuarenta y tantos años, con mucho dinero y una mujer florero pero sin vida...

Luego las cosas se torcieron. Ocurrió lo que siempre había temido: ella se aburrió de mí y se buscó a otro imbéc*l como yo... y se ocupó muy bien de dejarme en la ruina en el proceso. Estuve tentado de coger la escopeta y meterla un par de cartuchos en su cara de perra, pero no merecía la pena.
Llegué a tocar fondo, hasta que conocí a Teresa, mi segunda esposa.

Unas lagrimas asomaron por sus ojos al recordarla.

- no supe lo que era disfrutar de la vida hasta que estuve con ella, ¿y sabes lo mejor? Que ni la quería...

Me quedé estupefacto.

-has oído bien... al principio no la quería, simplemente fue mi flotador para no hundirme.

Así que esta vez no cometí los mismo errores, nunca dejé que me absorbiera, mantuve mi vida, mis pocas aficiones, y nunca perdí un domingo de caza por salir con ella a tomar el vermouth... Las cosas que queríamos hacer las hablábamos, nunca dejé que me impusiese su criterio, ni ella el mío... era toda una mujer... esa sí que fue la mujer de mi vida... no el otro zorrón...

-¿moraleja...? -dije divertido cuando terminó.

-pues... búscate una chica normal, no te fijes demasiado en su carne... mantente siempre firme en tus convicciones y no te dejes arroyar por su personalidad... si lo haces igual tienes suerte y puedes llegar a ser feliz como yo lo fui... si no estarás bien jod*d*... te lo digo por experiencia.

Aquella noche no pude dormir recordando las palabras del viejo, no sé cómo pero el cabr*n había dado en el clavo... no tenía más que verme a mí para comprenderlo. Igual lo mejor que me habría podido pasar es que Susana me hubiese rechazado, me puse en el lugar del viejo y tuve que reconocer que yo en su situación hubiera sido incapaz de negarle nada a Susana.

Aquello fue un pequeño gran paso en mi lenta recuperación.

No había forma....el motor del maxiturbo se negaba a arrancar.

Nos fue imposible sacarle algo más que un par de toses y explosiones...vi peligrar mi inversión. Fue frustrante, tras tanto trabajo y progresos y ahora, en lo más importante del proyecto, habíamos fracasado.

Derrotado, tuve que rendirme y pensar en hacerme con un motor más moderno y acoplárselo. Manolo se cabreó mucho cuando se lo dije y amenazó con pegarle fuego antes que permitirme aquel sacrilegio. Me pidió un par de días para hacer unas llamadas.

Pasado el plazo se presentaron en el desguace un par de sesentones con saludable aspecto y prominentes estómagos. Saludaron a Manolo con un respeto que me dejó intrigado y luego fui presentado.

-éste es el chaval que quiere hacer andar vuestro coche.
me miraron con una mezcla entre la condescendencia y la envidia.
-¿qué? ¿nos vais a echar una mano o tengo que echaros a patadas de mi desguace...? -les amenazó Manolo.

Antes de dar una respuesta se dieron un par de vueltas por el cobertizo donde permanecía el maxi y sus piezas sueltas. Les vi cuchichear entre ellos como dos viejas arpías. Me estaba divirtiendo de lo lindo observando a aquella pareja de truhanes. Por fin, muy solemnes, volvieron hasta nosotros.

-está bien...l o haremos... -dijeron sin más.

Manolo lanzó un juramento de júbilo y sin parar de carcajearse como un crío empezó a darme palmadas en la espalda. Tiempo después supe que aquellos dos viejetes en sus años mozos habían corrido en rallyes, y que mi maxiturbo fue su último coche. Pero no fueron famosos, el dinero se acabó y lo tuvieron que dejar. Y aquí llevaba pudriéndose desde el 85.

Se lo tomaron como si les fuera la vida en ello, muchos días nos dieron las tantas de la madrugada bajo un par de portátiles, cubiertos de grasa hasta las cejas, enredando en las tripas de la bestia... hasta que lo arrancaron.

No puedo describir lo que sentí cuando aquella máquina cobró vida tantos años después de sus tiempos de gloria. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, se me pusieron los pelos de punta. Su primer sonido fue un rugido de la más feroz mala ostia que se pueda imaginar, como un león que ruge para marcar su territorio, como un grito de reafirmación.

Un par de buenos acelerones para quitar la carbonilla de los escapes me hicieron suponer que dentro de aquel pequeño motor estaban encerrados muchos caballos pura sangre. El trío de abueletes lo celebró como su última victoria: gritaron, dieron saltos, se abrazaron e incluso algunas lagrimillas se escaparon de sus ojos. Me sentí terriblemente en deuda con aquellos tres mosqueteros.

Seguimos los cuatro juntos hasta que por fin, un día antes de mi cumpleaños, el maxiturbo estuvo completamente restaurado, legalizado y listo para comerse el asfalto.

Aquel día y con los últimos euros de mi cuenta los invité a comer a un buen restaurante para darles las gracias por todo lo que habían hecho por mí. Nos pegamos una gran comilona y nos tomamos unas cuantas copas de sobremesa, recordando sus tiempos de gloria. Caía la tarde cuando por fin un taxi nos dejó en la puerta del desguace. Entramos en el descampado y fuimos hasta el cobertizo. Cuando abrimos las puertas nos quedamos los cuatro unos segundos quietos y sin decir nada, observando nuestra creación. Los ocho focos del coche nos miraban desafiantes. La piel blanca y amarilla del frontal reflejaba los últimos rayos de luz del día.

Manolo, tras el asentimiento de los otros dos hombres, me hizo solemne la entrega de las llaves.

-sácalo a la calle... -me dijo con la voz entrecortada.

Lentamente fui hacia él, abrí la puerta y me colé entre el arco de seguridad hasta caer en el duro asiento Sparco de Alcántara negra. Respiré hondo y metí la llave, la giré y pisé el acelerador. Todo el interior del habitáculo se llenó de un ronco bramido... no me tenía que gastar pasta en ponerle una radio al coche!

Metí primera y lo saqué a la calle, puse punto muerto y lo dejé al ralentí. No sé qué me gustaba más, si sus escandalosamente agrandados pasos de rueda, su pedazo alerón o aquellas inmensas ruedas que habían supuesto mi definitiva ruina...

Tras unos minutos de contemplación extasiada por fin me dieron su aprobación y me dijeron que me fuera de una puñetera vez de allí antes de que se arrepintieran y se lo quedaran. Asentí, pero antes de hacerlo tenía guardada una sorpresa. Era una chorrada pero a aquellos tres vejetes les llegó al corazón. Me saqué de la mano cuatro pequeñas pegatinas con nuestros nombres, nuestro grupo sanguíneo y la bandera de España... les pedí permiso para ponerlas bajo la ventanilla y me lo dieron sin poder contener las lágrimas. Debo reconocer que a mí también se me saltaron unas pocas.

Por fin me fui de allí... feliz pero realmente aconjogado, fue un momento muy intenso, de esos que nunca se te olvidaran.

Poco podíamos imaginar que la restauración del maxiturbo solo fue una semilla. Nadie, ni nosotros mismos, podíamos imaginar que años después aquel desguace acabaría convirtiéndose en un prestigioso taller de restauración de vehículos clásicos férreamente dirigido por aquellos tres viejos y un servidor... pero bueno, eso es otra historia.

Para finales de agosto y tras un buen par de sustos, ya dominaba el pequeño arte de entrar cruzado en las curvas con el maxiturbo.

En mi vida tenia dos amores absorbentes: mi coche y mi moto. Eran los dueños de mis ratos libres y de mi cuenta corriente.

En casa no se lo tomaron mal del todo cuando aparecí en casa con el maxi, gracias a Dios mi padre también fue joven y supo reconocer una joya cuando la vio. Mi madre, la voz de la razón, puso el grito en el cielo pero estaba en minoría. Así que limpiamos y ordenamos los trastos del garaje y entraron un poco apretados los dos coches y mi susi.

Cada día que iba pasando mi autoestima se elevaba en pequeñas dosis. Ya hacía por lo menos tres semanas que había dejado de mirar la ventana de Susana. Parecía algo simple, más aún que ella ya no vivía allí, pero el recuerdo de la ultima vez que la vi allí plantada sigue muy vivo en mi cabeza y a veces pienso que me la voy a encontrar cualquier noche.

Un buen día, sin ninguna intención de hacerlo ligué. Los domingos por la tarde tenia por costumbre coger cualquiera de mis dos máquinas y marcharme a las piscinas de un pueblo cercano, a veinte minutos de casa. Eran pequeñas, no me traían recuerdos y encima había poquita gente. Eso sí, el agua estaba fría de co*ones. La había visto unas cuantas veces, una niñita de mi edad con cuerpo de pecado. Nunca estábamos demasiado lejos por que el espacio de césped era más bien escaso. Iba con un par de amigas, todas ellas compitiendo por quién se ponía el bikini más diminuto, siempre con risitas y cuchicheos entre ellas.

No puedo decir que no me hubiese fijado en ellas, pero también es cierto que no despertaban el mínimo interés en mi cabeza. Aquella tarde, tumbado y leyendo una novela de aventuras de Clive Clusser, y escuchando a los Black Crows en el mp3, una sombra se puso delante de mí. Al levantar la vista vi a la chica plantada delante mío y sonriéndome un poco nerviosa. Al principio pensé que no tenía nada que ver conmigo, así que volví a bajar la vista a la novela. Pero a los pocos segundos al notar que seguía allí plantada volví a mirarla y esta vez vi que sus labios se movieron para decirme algo. Me saqué los cascos y la pedí que me repitiera.

-¿ese coche tan chulo es tuyo? -dijo con voz de niña.
-¿cuál? -pregunté sin muchas ganas.
-ese deportivo amarillo y negro...
asentí cada vez menos interesado.
-me preguntaba si quisieras darme una vuelta en él... -dijo como si nada.
no supe como reaccionar, no estaba preparado para estas cosas.
-¿por qué quieres que te dé una vuelta...?
-me gustan los coches... -respondió mientras empezaba a dar pequeños y nerviosos saltitos.
no me apetecía nada, pero tampoco quería ponerme borde.
-si quieres luego te acercó a casa... -dije poco entusiasmado con la idea.
-¡vale...! -dijo jubilosa.
-pues si te parece, cuando me vaya a marchar te aviso...
-¡perfecto....! Estaré aquí mismo -me señalo su toalla y a sus amigas.
-bien... pues luego te digo.

Ya me jodió la tarde, después de que se volviera con sus amigas ya no estuve tranquilo, las veía cuchichear y reirse entre ellas tapándose la boca con las manos... me sentí como un mono de feria. Así que aguanté una hora más y ya no pude más, me levanté, empecé a recoger mis cosas y con un gesto la indiqué que me piraba.

Ella hizo lo mismo y salimos juntos de las piscinas, no me he sentido más raro en mi vida que en aquellos momentos. Abrí el maxi y me retorcí para meterme dentro, tuve que dejar mi bolsa a los pies del asiento del copiloto, no iba a ir muy cómoda la pobre. Ella entró en el habitáculo como si fuese de goma, cuando estuvo sentada no pude evitar mirar con avidez sus largas, morenas y jóvenes piernas. La ayudé a colocarse el arnés de cinco puntos de anclaje. Fue un poco violento, me tuve que poner casi encima suyo, su piel desprendía un delicioso aroma a bronceador. A continuación me até el mío y estuve listo para llevarla a casa.

-bien, ¿a donde te llevo...?
-vivo aquí mismo, en el pueblo, en la plaza...
la miré extrañado, andando tardaba menos de cinco minutos.
-va a ser una vuelta cortita... -dije sorprendido.
-si quieres podemos dar antes una vuelta por la carretera...
me lo pensé unos segundos, ¿merecia la pena?
-está bien... -dije por fin- ya que estamos...
ella sonrió.

No lo puedo negar, me crecí... al fin y al cabo uno no es de piedra y a quién no le gusta presumir de máquina y de niña guapa al lado. Con mucho más ceremonial del que se precisa, puse el coche en marcha. Al oír el motor ella soltó un ¡¡¡guauu...!! muy expresivo. Salimos despacio del pueblo y llegamos a la carretera, le di un poco de vidilla al maxi pero sin hacer el ostia, que llevaba a una desconocida a mi cargo. De vez en cuando desviaba la vista de la carretera hacia ella, y la verdad es que su cara no dejaba de mostrar una gran sonrisa de satisfacción.

-dale un poco más... -me pidió sin cortarse.

no me apetecía demasiado, pero es que me era imposible negarme. Le apreté un par de minutos a fondo. Acabó gritando de gusto la condenada, me dejó totalmente fuera de juego. Poco después entré en el parking de un bar de carretera para dar la vuelta.

-déjame invitarte a una cerveza.... por el paseo... -dijo simpática.

Lo que iba a ser una vueltita en coche me llevó un par de horas. No me dejaba irme, siempre hablando sin parar y venga a preguntarme cosas sobre mí. Cuando por fin la dejé en su casa me pidió mi numero de móvil y me preguntó si podíamos repetir. No sé por qué respondí con un "claro..." que dejaba todas las puertas abiertas.

Repasando por la noche aquella tarde, fumando en la terraza, llegué a la conclusión de que no había estado del todo mal: una preciosidad estaba interesada en mí, la vida seguía su curso natural... el problema es que yo, sinceramente, no estaba buscando nada con nadie y me la traía floja aquella lolita.

No volví a pensar en ella durante toda la semana, pero el domingo por la mañana, sí, me levanté con mi cabeza dándole vueltas sobre si ir esta tarde o no a las piscinas.

No me hizo falta seguir comiéndome el tarro mucho rato, ya que a eso de las once sonó mi teléfono, era ella.

Me preguntó si nos veríamos esa tarde... así directamente, sin contemplaciones... una señal de alarma se encendió en mi cabeza... no la hice caso...

Como un ultimo acto reflejo por tratar de evitar lo inevitable le dije que esta tarde iría en moto en vez de con el maxi...

-¡...genial... me pirran las motos! ¿tienes dos cascos...?

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Una vez más mi vida había dado un giro sorprendente, los cambios bruscos me marean. Llevo dos meses "saliendo" con Lucia... el otoño se anuncia en las hojas de los árboles.

Sigo sin tener las cosas claras, pero esto cada vez se complica más, el fin de semana pasado libre por los pelos... o mejor dicho, por que es prácticamente imposible Fo**ar en un maxiturbo.

Me acabo de dar cuenta de que los papeles se han cambiado, ahora soy yo el que sin saber cómo, estoy dándole bolilla a una persona enamorada de mí por la que yo ni siquiera sé lo que siento.

Lo único que tengo claro es que no quiero hacer pasar a nadie los malos ratos por los que yo he pasado, así que o corto por lo sano o me dejo arrastrar por la corriente.

Es jod*d* tomar una decisión, cada vez entiendo más la errática conducta de Susana durante nuestra "relación".

Tengo tres días antes del viernes para tomar una decisión, pero de este fin de semana no pasa.

Esta mañana me ha pasado algo alucinante. Estaba en el curro como cualquier otro día, enredado entre cables y conexiones, cuando ha llegado una visita de un cliente importante. Como ya estábamos avisados, la tarde anterior nos la habíamos pasado, ordenando y limpiándolo. Cuando el jefe ha llegado con el tipo hasta mi puesto, tras una breve conversación de trabajo, el desconocido me ha preguntado si el maxiturbo era mío y que si estaría interesado en venderlo. Antes de poder responderle el pavo me ha ofrecido 60.000 euros por él ante la estúpida mirada de sorpresa mía y de mi jefe. Tras un momento de apuro en el cual no sabía dónde meterme le he explicado por encima la historia del coche y le he dicho que no estaba en venta. El tipo no se ha dado por vencido, ha seguido insistiéndome, mi jefe me lanzaba miradas furibundas, "véndeselo cabr*n... que esta forrao y me juego mucha pasta si nos contrata..." parecía decirme con los ojos.

Abrumado por su insistencia, me he tenido que poner en mi sitio y ya con tono cortante le he dicho que se olvide... pero que si realmente estaba interesado igual podía ayudarle a conseguir uno... me ha invitado a comer con él y con mi jefe, que no hace más que mirarme de un modo cada vez más extraño, lo que seguramente hubiera sido una fría comida de negocios se ha convertido en una charla mano a mano sobre coches. Mi jefe está que se sube por las paredes. Tras la comida les he llevado hasta el desguace de mi amigo Manolo. Se ha alegrado muchísimo de verme y hemos charlado un buen rato sin hacer ni pu*o caso de mis acompañantes. Al final y temiendo que a mi jefe le diese un ataque, por fin hemos ido al grano y le he preguntado si podría conseguir otro maxiturbo para el empresario.

-el dinero no es problema... -dijo muy seguro.
tras un guiño de ojos entre nosotros, Manolo se ha hecho de rogar un ratito y luego ha dejado ver que daba su brazo a torcer. Luego les he dejado solos para que concretasen entre ellos y me he tenido que acercar a mi jefe que echaba chispas. Me ha agarrado fuerte del brazo y me ha hecho caminar por el desguace. Tras ponerme la cabeza loca con sus historias me ha dejado muy claro dos cosas... si pierde el negocio puedo considerarme en la pu*a calle, pero si firman... me sube el sueldo.

Mi jefe me ha subido el sueldo, y por cierto, ayer rompí con Lucía... me siento de putísima madre.

Lo mío con ella no tenía futuro, y seguir adelante solo hubiera sido hacer la bola de nieve cada vez más y más grande hasta que un día se rompiese en mil pedazos.

No se lo tomó muy bien, pero bueno, mejor así...

Estoy centrado, por primera vez en mi vida siento que por fin llevo las riendas de mi existencia. Sé que no es exactamente la vida "standard" de un chaval recién cumplidos los veinte pero es mi vida.

He vuelto a juntarme con mis tres viejos colegas y ahora le estamos dando forma al coche del cliente de mi jefe, le han sacado una buena tajada según me han comentado entre risas. Pero lo mejor es que el pavo ha ido hablando por ahí y ya se van presentado otros dos tipos podridos de pasta pretendiendo que les reconstruyeran un par de viejos deportivos, menos mal que no quieren maxiturbos... éste último ha sido prácticamente misión imposible conseguirlo!!!

Los tres mosqueteros andan revolucionados haciendo planes de futuro como si fueran chavales. La cosa parece que va para delante, ganas no les faltan y yo me lo paso de miedo aprendiendo y trabajando con ellos.

Y pasó el tiempo...

Una vez más se presentaron las Navidades, esta vez me las tomé con mejor humor y pudimos tener unas alegres fiestas toda la familia reunida.

Y eso que ella estaba cruzando la calle.

Había venido con su novio a pasar nochebuena y Navidad. Por fin pude ver al capullo que se estaba follando a la chica de mis sueños... bueno, ya no... mejor no miento... seguía siéndolo. Era un tipo modernito, vestía tan a la última moda que me pareció un poco hasta ridículo, claro que yo no era muy imparcial con aquel tipo. Conducía un Passat de los nuevos, azul oscuro y tdi, lo que para mí significaba que tenia horchata en vez de sangre en las venas... soso, sin estilo.

No sé cómo describirla a ella, ya sabéis que era preciosa, pero es que ahora estaba en su plenitud, como para que cualquiera pudiera perder la cabeza por ella.

La vi con vaqueros negros y ajustados, con botas altas y una cazadora de cuero ceñida al talle marcando su cintura y busto, su larga y oscura melena rizada enmarcaba un rostro perfecto. Cuando la vi casualmente al volver del curro, fue como si despertase dentro de mí un mal que había permanecido aletargado. Detuve el maxiturbo frente a la verja del garaje y mientras se abría nos quedamos mirándonos. Me saludó sin sonreír y yo le devolví un simple gesto con la mano, pero el mal ya estaba hecho y por dentro estaba alterado hasta el extremo. Su novio me miró indiferente. Metí el coche en el garaje y me subí a mi cuarto.

Aquella noche no pude evitar permanecer alerta frente a su ventana. Los pude ver entre las sombras de las cortinas, jugueteando como dos tortolitos... la mala ostia se volvió a apoderar de mí una vez más y bajé la persiana.

Estuve fatal hasta que el día de Navidad por la tarde se fueron. Mientras arrancaban ella se quedó mirando a mi ventana desde el coche, mantuvo la vista en mí hasta que desapareció, pero la neutra expresión de su cara no se cambió en ningún momento.

Gracias a Dios las fiestas se pasaron rápidamente y mi vida volvió a su rutina y aunque mejoré, seguía preocupado. Tras unos meses de estabilidad a prueba de bombas, fue solo verla y toda mi personalidad se había vuelto a desmoronar. Deseé no volver a verla nunca más... pero fue con la boca pequeña.

El invierno se me hizo cortísimo, lo único positivo a destacar es que mis finanzas se recuperaron gracias a mi aumento de sueldo y al más que generoso pico que me soltaron mis tres viejos colegas cuando le entregamos el maxiturbo al empresario. Pude cancelar el préstamo de mi coche y comprarme un casco nuevo sin acabar en números rojos. Llevaba tiempo pensando en que igual hice mal en cortar con Lucía, ya estaba hasta el culo de hacerme pajas y el recuerdo del rato en el coche con Susana se me repetía en la mente sin parar, necesitaba desfogarme o iba a reventar. Aparte de ese pequeño detalle, todo seguía estable.

Un sábado me desperté alegre y pletórico de energía, el sol primaveral entraba a raudales por la ventana de mi habitación y hoy libraba en el desguace, aún no nos había llegado el Lancia Stratos que íbamos a empezar a restaurar. Así que tras un delicioso desayuno me tenía que buscar algo en lo que pasar la mañana. Decidí que sería una buena idea lavar la moto, hacía tiempo que no le daba un repaso ni la mimaba un poco.

La saqué al pequeño trozo de hormigón que había a la puerta del garaje y me puse a enchufar la manguera y a mangarle el bote de fairy y el cubo de la fregona. Cuando lo tuve todo dispuesto me puse un pantalón de chándal viejo, una camiseta y los playeros más destrozados de mi armario y tras agarrar el mp3 al vuelo de la mesilla me dispuse a darle a la esponja. Me acababa de bajar la discografía completa de los "Ratt", así que le di al play y a gozar.

Anda que no tenía mi*rda ni nada la pobre susi... menos mal que era negra y no se podía apreciar a simple vista, pero la esponja se frenaba en seco al rozar con la grasa seca del brazo y las llantas. Mientras disfrutaba de temazos como "round and round,it doesn´t matter, o drive me crazy" no paré de enjabonar a mi maquina. Cuando llegó la hora de aclararla, empezó a sonar mi tema favorito "one step away”. Al principio me limité a dar pequeños pisotones en el hormigón al ritmo de la música, pero poco a poco me fui soltando y al final acabé usando el pitorro de la manguera a modo de micro, calándome de agua hasta los gayumbos en el proceso, y terminé girando la manguera sin parar como si fuera un lazo en el solo de guitarra... qué cara de gilipo**as se me quedó cuando al terminar la canción dejé la manguera en el suelo y al hacerlo vi detrás de mí a Susana con la ropa calada.

Me puse tieso como un palo y prácticamente me arranqué los cascos de las orejas.
-cantas de pena... por no mencionar la calidad de tú ingles... -dijo divertida a modo de saludo.
De repente me había quedado mudo.
-mira cómo me has puesto... -dijo señalándose por todo el cuerpo.
una gruesa marca de agua le atravesaba el pecho, tenía el pezón tieso y duro como una piedra. Al posar mi mirada allí mi entrepierna soltó un latigazo.
-lo siento... no te he visto... -dije apartando la vista de aquel manjar.
-no pasa nada... yo podía haberte avisado que estaba aquí -dijo sin importancia.
-¿cuándo has vuelto? -me atreví a preguntarla.
-ayer por la noche... bastante tarde, el tráfico daba asco.
no había visto su coche aparcado esta mañana, igual había venido con su novio. No quise preguntar.
-y... ¿que haces aquí? -dije vacilante.
-¿aquí... donde? -respondió maliciosa.
-en mi casa... -solté por fin.
ella torció el gesto un instante, pero luego volvió su sonrisa.
-hace siglos que no saco la moto... y con el día que hace está como para desaprovechar la ocasión. Al verte lavar la tuya me he preguntado si te apetecería acompañarme esta tarde, estoy superoxidada y no me gustaría salir sola.

Iba a decirle que por qué no salía con su antigua panda, pero me mordí la lengua en el último segundo. Señales de alarma volvían a estallarme en la cabeza.

-¿y bien...? -dijo esperando una respuesta.
-¿tú y yo...?
-¿por qué no...?
¿estaba jugando de nuevo conmigo? ¿iba a ser tan estúpido de volver a caer en el fango?

La parte racional me insistía en poner una excusa o ponerme borde directamente pero mi otro cerebro, el que se ocultaba a duras penas entre mis piernas, quería volver a saborear aquellas tetas y reconozco que soy débil.

-¿a las cuatro...? -se me escapó de los labios.
-en punto -respondió tajante.
-tengo que seguir lavando la moto... -me excuse arrepentido.
-vale, yo iré a ver si aún arranca la mía... si no te llamo...
-vale... -dije rendido.
-chao... -se despidió alegre.

La vi marcharse, ese culito era como el péndulo de un hipnotizador. Aún cuando la perdí de vista lo tenía en mi cabeza.

De lo nervioso que estaba casi no consigo ponerme el mono de cuero, me temblaban las jod*d*s manos como si fuera un pu*o crío asustado... a pesar de que me repetía una y otra vez que mejor no hacerme ilusiones, que luego la caída es aún mas dura. Dentro de mí sentía que no todo estaba perdido y que debería intentarlo hasta el final. Con esos pensamientos dentro de mí, al ponerme el casco se me empañó la visera de lo agitada que era mi respiración.

A las cuatro en punto me estaba esperando, enfundada en su mono superajustado apoyada con soltura sobre su Yamaha. A mí se me caló la moto al detenerme a su lado, dentro del casco estaba rojo como un tomate.

-¿a dónde vamos...? ¡quiero curvas...! -exclamó poniendo cara perversa.
"...y yo quiero montar las tuyas..." me dije.
-sígueme... -logré articular sin babear mucho- sé una zona que te va a encantar.
-iré pegada a tu culo...
¿eso iba con segundas...?

Haciendo un ejercicio de autocontrol de matrícula, logré arrinconar por un rato mis oscuros deseos y me concentré en mi susi, no fuera a ser que con los nervios me tragara una curva y la acabáramos de jod*r.

La llevé por mi ruta favorita, se la veía un poco torpe y no se conocía la carretera, así que sin esfuerzo la iba dejando cada vez más atrás. Pensé que no sería mala idea dejarla tirada y demostrarle que ya no era aquel crío con una 80 trucada... pero inmediatamente sentí temor a que intentara forzar la marcha para no quedarse atrás y pudiera pasarle algo, así que automáticamente mi mano derecha aflojó el gas.

Durante casi una hora curveamos a ritmo sensato hasta que llegamos a un pueblo y nos paramos a tomar algo antes de volver. Nos sentamos en un bar con terraza en la plaza del pueblo y pedimos un par de solos con hielo. Mientras nos sirvieron estuvimos mirándonos como tontos sin prácticamente decir más que cuatro bobadas. Por fin ella dio un largo suspiro y fijando sus ojos en mí, pareció dispuesta a contarme algo más interesante.

-he decidido volver a casa... -dejó caer sin darle importancia.
"bien... la tengo de nuevo al alcance... mal.. si no lo consigo tenerla cerca será una tortura insoportable..."
-¿como así...? -pregunté inocentemente.
-he cortado con fran... -dijo tranquila.
-me alegro... -se me escapó sin querer.
-¿cómo que te alegras...? -elevó el tono.
a ver cómo lo arreglaba yo ahora.
-coñ*, pues que sí que me alegro de que ya no tengas novio...¡que quieres que te diga!, no te voy a mentir a estas alturas...
se quedó pensativa unos segundos.
-oye, que ya no salga con mi novio no significa que vaya o quiera salir contigo...
pensé en responderla con igual brusquedad, pero me contuve.
-tranquila, que yo no he dicho nada...
-¿cómo que no...? acabas de decirme que te alegras de que ya no tenga novio...
-sí, pero creo que no he abierto la boca para pedirte que seas mi chica...¿o me equivoco?
-uff... -suspiró- creo que no ha sido muy buena idea lo de salir juntos.

coñ*, ahora me venía con esas. Yo haciendo esfuerzos por comportarme como una persona normal y en cuanto digo algo que no la gusta ya esta poniendo pegas...

-pensaba que habías tenido tiempo de madurar y que ya podríamos ser amigos como antes...

tomé aire... esto se me iba de las manos... ¿pero de qué coñ* iba esta tía?

-déjame que te explique algo... -comencé visiblemente tenso, me tuve que tomar unos segundos para encenderme un cigarrillo y no explotar- ...siento tener que llevarte la contraria, tú y yo nunca hemos sido amigos. O por lo menos serlo nunca ha sido mi intención. Mira Sú, tú me gustas y punto, y todo lo que he hecho ha sido solo para acercarme a ti y lograr mi objetivo... que fueras mi chica, de lo demás te puedes ir olvidando, y si has vuelto y te has acercado otra vez a mí por que te sientes sola sin tu novio y estas buscando un amigo... yo no soy el mejor candidato ni por el forro...

Se quedó cortada, a pesar de emplear el tono más neutro posible, mis palabras creo que la habían dejado fuera de juego.

No sé, me esperaba una respuesta airada de su parte, que me pusiera a parir o algo así, pero en cambio ella se apuró el café y levantándose de la mesa dijo que era hora de regresar. Como yo ya había dicho todo lo que quería que supiese y no tenia ganas de seguir discutiendo con ella, me levanté también y comencé a equiparme para la vuelta.

La hicimos a toda leche, esta vez me quedé tras ella porque sabía que si salía primero esta vez no la esperaría. Se la notaba furiosa por la forma de llevar la moto, no bajó el ritmo ni cuando se llevó un buen susto cuando nos cruzamos con un trailer que pisaba un trozo de nuestro carril en una curva... por un momento la vi bajo las ruedas del trailer y se me encogió el alma. Afortunadamente quedó solo en un susto y pudimos volver a casa sin más contratiempos, no se paró ni a despedirse. En cuento llegamos a casa abrió la verja automática y ni siquiera me dirigió un gesto. Muy bien, ya se le pasaría.

Aquella noche, para no romper la tradición, volvimos a encontrarnos frente a frente desde nuestras ventanas.

Salí fuera a esos de las doce y media más o menos, con una lata de cocacola, el paquete de tabaco y los "little caesar" sonando por los cascos del mp3. Ella estaba allí, plantada en pie frente a su ventana, mirándome directamente... la saludé levantando la lata de cocacola y me senté en mi silla apoyando los pies en la barandilla.

Mientras disfrutaba de la bestial versión de " I wish it would rain" de los Temptations a todo volumen, me divertí un rato viéndola allí plantada,s in mover un músculo y mirándome, ¿quién se comportaba ahora como una cría?

Luego me fijé mejor y pude disfrutar de su silueta que se transparentaba bajo el camisón largo que llevaba puesto... ya no era tan divertida la cosa. jod*r... un solo gesto suyo y saltaba desde la terraza para meterme en su cama... ya se había convertido en algo psicológico: tenía que Fo**ar con ella como fuese... eso o cualquier día se me cruzaba un cable y cometía un crimen pasional.

Estuve allí sentado casi una hora, hasta que la rasca de la noche me empezó a calar los huesos y empecé a tiritar. Me puse en pie dispuesto a meterme a la cama, a seguir oyendo música, pero calentito. Hoy iba a ser otra de mis numerosas noches en blanco... antes de pisar dentro de mi cuarto me volví y la mandé un beso con un gesto, ella ni se inmutó. Una vez dentro bajé la persiana y me metí entre las mantas, menos mal que mañana empezaba la temporada y había carreras.

Vaya rato mas bueno de lectura me acabo de meter..



Como mola

Acabo de leerlo casi del tiron, y es que engancha....

Pues nada, a esperar....

Vsss....para td@s.

Me levanté cuando ya estaba 125 a media carrera, me había quedado dormido tardísimo con los cascos puestos hasta que la batería del mp3 se murió. Desayuné a todo correr y tomé posesión del sofá del salón. No acababa de meterme en la carrera cuando me sonó el móvil, antes de ver quien era ya me lo suponía, tomé aire y descolgué.

-¿sí..? -dije fríamente.
-siento mucho lo de ayer... -dijo una voz metálica arrepentida.
-no pasa nada... yo tampoco estuve muy fino...
-¿crees que podemos tener una conversación en la que no acabemos tirándonos los trastos el uno al otro?
-no sé... pero podemos volver a intentarlo -dije esperanzado.
-¿te apetece hacer algo esta tarde...? -me propuso.
-¿cine..? -dije al azar.
-¡estupendo...! -exclamó entusiasmada.
-¿a qué hora...?
-cuando te apetezca...
-¿a las cinco y media en la puerta? Iremos en mi coche -dije excitado.
-perfecto... -sentenció ella.
-pues hasta luego... -me despedí nervioso.
-chao -dijo ella antes de cortar.

¡¡ bien... jod*r... bien...!! Esto ya tenia mejor pinta.

Ya no pude disfrutar de las carreras, y eso que llevaba todo el pu*o invierno esperando a que comenzase la temporada de nuevo. En mi cabeza bullían otros pensamientos mucho más interesantes... ahora a ver si no la cagaba y enderezábamos un poco la historia.

En la comida le dije a mi padre que esta tarde necesitaba el coche, últimamente tenía la costumbre de cogerlo los fines de semana y darse una vueltita, solo, ya que mi madre montó solo una vez con él y se bajó escandalizada del ruido del motor y lo mucho que se notaban los baches.
-¿vas a salir...? -me preguntó extrañado.
-voy a ir al cine con Susana... -dije como si nada.
-¿con la hija de los vecinos...? -se extrañó aún más.
-sí... ¿que hay de malo?

Entonces mi padre se quedó pensativo y empezó a atar cabos.

-¡qué cabronazo...! -dijo con malicia.

Ahora mejor me callaba un ratito, mejor dejarlo correr, cualquier cosa que dijera solo lo empeoraría.

-¿pero no vivía fuera con el novio...? -dijo mi madre para echar más leña.
-creo que lo dejaron... -dije como mero dato.
-¡y ahora atacas tú...! -la clavó mi viejo.
-sólo vamos al cine... traté de excusarme.
- pues no esta nada mal la chavala.... ¡menudo tipazo gasta...!

Mi madre le puso las pilas al viejo por el comentario, momento que yo aproveche para subir a mi cuarto a prepararme.

A las cinco y media, con mis padres espiándome tras las cortinas, saqué el maxi a la calle. Susana aún no había salido, así que aparqué justo delante de su verja, cada vez que miraba hacia mi casa las cortinas se cerraban de repente... ¡que bochorno!

Por fin la vi salir... tuve que hacer un esfuerzo para parecer tranquilo. Llevaba un pichi marrón supercorto, con medias negras y botas altas, y un jersey también negro ajustado a sus brazos y de cuello alto... el mundo se puso a cámara lenta... cada paso que ella daba mi cabeza la seguía como si fuese un perro de pega de esos que antes se ponían en la bandeja de los 124. Abrió la puerta y se paró de repente.

-¡vaya cacharro...! -soltó lo primero que se vino a la cabeza.

Por el bien de nuestro posible futuro no dije nada y me limité a sonreírla inclinándome de hombros.
-¿como se mete una aquí...?
-primero mete el culo y déjate caer en el baquet, luego sube las piernas sobre las barras antivuelco y ya esta.
-se me va a ver todo... -dijo escandalizada.
-mejor... -no lo pude evitar.

Divertida, siguió mis instrucciones y entro mucho más fácil de lo que se creía.

-ponté los cintos... -la sugerí una vez acomodada.

Se empezó a liar un poco con los arneses.

-será mejor que me ayudes... -dijo rindiéndose.

Una vez más me acerqué hasta casi quedar sobre ella, mis viejos estarían gozando los muy cabritos. Tuve que hacerlo rápido, ya que estar tan cerca y además oler su perfume me estaba poniendo como una moto. Cuando la aseguré me volví rápidamente a mi asiento y conseguí abrocharme yo a pesar de los temblores que recorrían mis manos.

-suena un poco bruto... -la avisé antes de arrancar.
-¿cómo te has podido comprar esto...? -dijo menospreciando mi tesoro.
-es un clásico... -me limité a responder mordiéndome la lengua.
-ya se nota... ya.

Arranqué y le di un buen pisotón al acelerador para no seguir escuchándola. Metí primera y salí disparado de la urbanización. Durante el trayecto por la nacional, a pesar de que respeté estrictamente los límites, ella no dejó de poner caras raras. Preferí ignorarla y cuando entramos en la ciudad y nos detuvimos en un semáforo no perdió oportunidad de quejarse.

-tengo el trasero destrozado...

"tú dame ideas reina..."

-no es para tanto... tiene supensión dura para agarrarse en las curvas... -defendí mi máquina.
-y el ruido es insoportable....
-no es ruido... es música celestial... estás oyendo el rugido de un auténtico grupo B, de un superviviente.
-¿un grupo qué...?

Menos mal que se puso en verde, así me ahorré una fea respuesta. Cuando nos tuvimos que parar en otro semáforo, esperé de nuevo sus quejas... pero ella pareció darse cuenta de que no me hacia gracia que se quejase de mi coche y se mordió los labios... o eso creía yo... cuando menos me lo esperaba soltó una gran carcajada y se tapó la boca con las manos en un gesto infantil.

-¿y ahora qué? -la pregunté un poco resignado.
-nada... nada... -se hizo la sueca.
-no jodas... dime lo que sea... no pasa nada...

Al final me lo soltó.

-no, nada... -empezó indecisa- ... que me preguntaba yo... que para montárselo en este coche... como que un poco difícil ¿no?

Ahora fui yo el que empezó a reírse... si tú supieras rica... lo que se puede llegar a hacer cuando las ganas de Fo**ar aprietan... Se quedó un poco mosca al verme reaccionar así.

-no lo se... -me tranquilicé- ...eres la primera chica que monto en el coche...-mentí-... pero si quieres podemos probar luego si se puede o no.... yo también tengo curiosidad....
-¡ y tú que te lo has creído....! -dijo ella haciéndose la ofendida.

Fuimos a unos multicines de un centro comercial y llegó la hora de elegir la peli: a mí, esta mañana, me podía haber metido a ver una independiente rusa subtitulada que me hubiese sudado la po**a. Pero ahora, tras sus feos comentarios acerca de mi maxi pues como que no, así que terminamos medio discutiendo sobre qué peli ver... ella quería una comedia y yo una de tripas... esto debía ser tener novia... lo que uno llega a hacer solo para poder meter...
Al final me rendí, pero no por darla el gusto, simplemente para no acabar de destrozar la idea que tenia en la cabeza de mi primera "cita" con ella.

Qué os puedo decir... ¡vaya coñazo...! La típica comedia rosa... con enredos inimaginables que al final se arreglaban en el ultimo minuto y los protas se daban el lote... realmente vomitiva... donde estén las de Alien o Terminator...

Me conformé con disfrutar de ella a mi lado, mis ojos la miraron a ella mucho más que a la peli, pero tenerla allí tan cerquita y no poder soltar la mano... fue toda una prueba de autocontrol. Alguna vez, cuando salía en pantalla algo "gracioso", ella se retorcía de risa y se tiraba en mi hombro riéndose. Qué mal rato tíos... qué mal rato. Cada vez que miraba donde acababa su pichi y se empezaban a juntar sus muslos tenia calambres en ya sabéis dónde... faltó poco para que lo mandara todo a la mi*rda y me abalanzase sobre ella como un depredador... mira esas pelis también estaban de pu*a madre y no aquel bodrio. Cuando terminó y se encendieron las luces me dio miedo ponerme en pie porque estaba empalmado como el palo mayor del buque escuela de la marina. No sé si ella se dio cuenta o nó, pero no dijo nada...

Cuando salimos del cine me propuso ir a comer algo antes de volver a casa, no pude negarme. Acabamos en una franquicia de comida americana, de esas que abundan en las zonas de ocio de los hiper, nos sentamos en una mesa para dos en el fondo del local y pedimos unas hamburguesas con patatas. Tras dar buena cuenta de ellas tomamos un par de cafés mientras charlábamos de la peli y otras bobadas. Me pregunté si ella sacaría nuestro tema o lo dejaría correr, yo por mi parte no tenía ganas de discutir, me conformaba con terminar así el día. Pareció ser que no ya que tras un poco de sobremesa decidimos volver a casa que mañana era día de curro.

Como dentro del coche era casi imposible mantener una conversación normal, no hablamos durante el trayecto Cuando llegamos a casa y aparqué frente a la valla de su casa ella se despidió de mí agradablemente y tras quitarse el arnés se inclinó hacia mí y me besó en la mejilla... fue un beso un poco más largo de lo normal y pude sentir la punta de su lengua en mi piel. Se me pusieron los pelos de punta, pero no me atreví a decir ni hacer nada ya que por el rabillo del ojo observé a mis viejos tras las cortinas.

-luego te llamo... -dijo antes de bajar del coche.

No supe qué responder así que me limité a asentir. Metí el coche en el garaje y me dispuse a aguantar el chaparrón de indirectas y tomaduras de pelo que me aguardaban dentro. Soporté estoicamente durante diez minutos y me excusé diciendo que ya había cenado fuera y que me iba a sobar. Tumbado en la cama viendo una peli de las mías en el ordenador, esperé su llamada.

jejeje... si pudieramos hacer cada uno un retrato de la Susana que imaginamos....

porque yo, leyendo este ultimo trozo, casi podia tocar el pichi marrón, jejejeje

Tuve que esperar mucho, ya se me empezaban a cerrar los ojos cuando empezó a vibrar mi móvil. Miré la hora: doce menos diez...

-¿Sú...? -descolgué nervioso.
-hola... -dijo su voz suave- ...ya sé que es un poco tarde pero no he podido llamar antes.
-no pasa nada... -ahogúe un bostezo.
-¿que hacías...?
-estaba viendo una peli del ordenador... por pasar el rato.

Se hizo el silencio al otro lado de la línea.

-¿Sú..? -pregunté temiendo que se hubiera cortado.
-estoy aquí.... replicó ella enseguida.
-¿qué querías decirme...? -intenté atajar para no perder el tiempo en memeces.
-nada en especial... solo... quería saber qué tal te ha ido este tiempo que no nos hemos visto... te he echado de menos...

Tragué saliva.

-¿me has echado de menos? -quise confirmar.
-pues claro.... ¿te piensas que soy un trozo de hielo o algo parecido?
-no sé... la última vez que hablamos no acabamos muy bien...
-¿tú me has echado de menos...?
-no sabes cuánto... -solté sincero.
-vaya situación... -se quejó amarga.

No dije nada.

-¿qué podemos hacer...? -dejó en el aire.
-podemos intentarlo... -me atreví a susurrar.

Ella guardó silencio.

-eso o será mejor que nunca nos volvamos a ver... yo ya no puedo seguir más tiempo así. Llevo demasiado tiempo llevándote como una losa atada al cuello y creo que ya va siendo hora de tenerte o soltarte de una vez por todas...

Qué a gusto me quedé al decir esto.

-no te puedo dar una respuesta ahora... -por fin tomó la palabra- ...estoy hecha un lío y necesito tiempo, no te puedo negar que eres alguien especial para mí pero de momento no quiero dar pasos de los que luego me arrepienta y tampoco deseo hacerte pasarlo mal...
-tómate el tiempo que necesites.... cuando estés preparada aquí estaré...
-...pero necesito que estés conmigo... quiero poder salir en moto contiguo... ir al cine... que estés a mi lado... no quiero estar sola ahora.

Estaba pidiéndome demasiado.

-¿sabes lo que me pides...? ¿puedes imaginarte lo que tengo que soportar estando a tu lado y no poder ni rozarte...? No sé si podré aguantar mucho tiempo así.
-¿lo intentarás...? -me rogó.
-está bien... -me rendí una vez más a sus deseos.
-te.. -se cortó.
-yo también te quiero... -dije seguro.

Terminé la llamada, por hoy ya era suficiente. Ahora de nuevo a esperar, pero esta vez sentía que las cartas estaban a mi favor... la paciencia nunca había sido una de mis virtudes pero creía que merecía la pena hacer un esfuerzo. El premio, si lo conseguía, sería cumplir mi sueño.

La semana transcurrió sin nada especial que destacar, fui a currar como siempre y al salir me pasaba por el desguace, el martes nos llegó el Stratos, menuda bestia.... por fuera estaba impecable, solo algún pequeño roce y alguna esquinita con un poco de óxido, además venía pintado con los colores de guerra: blanco, verde y rojo con la propaganda de Alitalia y todo, esa parte no nos iba a dar mayores problemas. Lo malo es que venía sin el motor, así que me pasé un montón de horas rastreando la red hasta que encontré en Francia otro Stratos, completo, y gracias al presupuesto del que disponíamos, podíamos permitirnos comprarlo y de dos hacer uno. Mientras nos lo traían, nos metimos a desmontar el que ya teníamos para revisarlo a fondo e ir mirando lo que se necesitaría reponer.

Cuando regresaba a casa, ya muy tarde, cenaba algo y me iba directamente a sobar con el móvil pegado a la oreja por si ella llamaba, pero no sonó hasta el viernes. No fue una conversación a recordar, simplemente quedamos para salir en moto después de comer, nada más.

Y así nos plantamos una vez más a principios de verano.

Éramos una extraña pareja, parecíamos del Opus: salíamos juntos pero de Fo**ar ni hablábamos... íbamos de copas los sábados, al cine los domingos... y cuando volvíamos a casa ni un simple beso en los labios... un sábado que iba un poco más alegre de la cuenta intenté besarla y ella se apartó de mí con brusquedad y se fue dejándome aún con los labios en posición. Tardó dos semanas en volver a llamarme, y eso que la inundé se sms pidiéndola perdón.

Sin quererlo me estaba relegando al papel de perrito faldero, una parte de mí quería seguir aguantando así un poco más pero otra cada vez más fuerte me decía que me plantase de una pu*a vez y dejase de parecer un monigote. El día que entregamos el Stratos a su nuevo y orgulloso propietario, un famoso constructor, decidimos irnos a cenar los cuatro. Como fue sábado le dije a Sú que ese día no podría salir con ella... no le hizo mucha gracia pero no le venía mal llevarse un pequeño toque de atención, para que empezase a aceptar que mi mundo no giraba solo en torno a ella.

La verdad es que lo pasamos genial, una cena de hombres hablando de coches y deportes... sin mencionar a las tías... ya me hacia falta descargar un poco la olla. Además aquel día decidimos formalmente montar un negocio, los cuatro, tanto los dos maxis como el Stratos los habíamos hecho de strangis... pero estábamos moviéndonos en un nivel de pasta demasiado elevado como para andar haciendo trampas. Además, la voz se había corrido como la pólvora y ya teníamos lista de espera. Cualquier día podríamos tener en el desguace una visita de Hacienda y la podíamos cagar.

Yo me asusté un poco, no sabía de dónde iba a sacar pasta para formar una empresa, pero mis nuevos socios me tranquilizaron. Ya lo tenían todo pensado: cambiarían la licencia del desguace por la de un taller de reparaciones de automóvil y entraríamos los otros tres como socios igualitarios. Con la parte que nos tocaba por la restauración del Stratos era más que suficiente para eso y para hacer unas pequeñas reformas en el local, que se estaba cayendo a pedazos. Cuando íbamos por la tercera ronda de copas llegó la hora de ponernos un nombre... tras varias propuestas y votaciones, el nombre vencedor fue:

"Ave Fenix Cars"

Simple y corto, todo el mundo sabe que el ave fenix era el ser mitológico que renació de sus cenizas, tal y como lo hacían los coches que restaurábamos.

Esa noche ni me acordé de ella.