Mientras circulaba por la ciudad dejé que se pegaran a mí y que sacasen todas las fotos que les diese la gana, no quería tener ningún incidente y no poder continuar mi viaje, una vez que salimos a la circunvalación me dirigí sin prisas al peaje de la autopista, me detuve a recoger el ticket y ellos lo hicieron también justo detrás de mí, les esperé apartándome a la derecha, se pusieron a la par, me levanté la pantalla transparente y le hablé al conductor de la Bmw.
-¿estás seguro que quieres hacer esto?-le dije serio.
-lo siento tío…-me dijo – es mi curro…
Asentí y volví a bajarme la pantalla, metí primer y deje que los ciento sesenta caballos de mi motor tomaran la palabra. No fue una batalla justa, yo iba solo, mi moto era mucho más potente y ligera que aquel mastodonte alemán, pronto desaparecieron de mi retrovisor.
No bajé el ritmo durante veinte minutos y me salí de la autopista en un pequeño peaje, salí a una carretera secundaria y poco después les vi pasar a todo gas justo por encima de mi cabeza, ya sin presión, me detuve en el arcén y aproveché para meter en el GPS la ubicación de Eva y llamé a mis padres para decirles que no me esperasen a cenar esta noche, no les dije dónde iba .conecté el móvil al navegador y puse música, iba a ser un viaje largo.
Paré a comer algo y a repostar en Benavente, con este depósito tenia autonomía suficiente para llegar a mi destino, me zampé un par de sándwich industriales de jamón y queso, un café con leche de máquina y caminé un poco fuera de la gasolinera para estirar las piernas y fumarme un cigarrillo.
Hacia bastante frio, el aire cortaba mi cara, el cielo cada vez se ponía más y más oscuro, se avecinaba una buena, recé para que no me pillase en ruta, preocupado por aquello volví de nuevo a la moto y seguí viaje.
Exprimí la ktm como nunca lo había hecho, no iba a librar, no eran aún ni las cinco y ya iba con las luces de carretera encendidas, el cielo era una enorme nube negra, miré el GPS y me quedaban treinta y seis kilómetros a destino, pero iba a ser duros, ya que me encontraba en una zona de monte, subiendo y bajando pequeñas cimas en medio de un estrecho pasillo negro de asfalto entre pinos gigantescos. Los primeros copos empezaron a caer, gruesos como pequeños trozos de algodón, la moto me avisó de que estaba a menos de tres grados centígrados y había riesgo de hielo, tuve que bajar el ritmo a unos cuarenta por hora.
La cosa fue a peor, el GPS perdió la señal a causa de los árboles y la tormenta, estaba perdido y ahora la nieva caía con furia, ya empezaba a blanquearse el asfalto por las cunetas, pero estaba cerca, en cualquier momento debería aparece el desvío a la granja.
Seguí adelante cada vez más despacio, ya pisaba nieve en vez de asfalto, iba a diez por hora y con las piernas estiradas para apoyarlas si patinaba la moto, cambié a modo “Rain” y apreté los dientes, estaba tan cerca…
Por fin llegué a un cruce, pero del mismo partían dos caminos de hormigón, ¿Cuál era el bueno? No tenían cartel indicador, puse punto muerto e intenté reiniciar el GPS, pero el muy cabron seguía fuera de cobertura de satélites, ¿a cara o cruz? Me lo estaba pensando mientras sonaba la parte más bestial de “heart of Steel” de los manowar a través de mi casco, cuando de un salto un enorme lobo gris aterrizo en medio de la carretera, las luces de la moto hacían que sus ojos fuesen dos puntos reflectantes fijos en mí.
Se me pusieron los pelos de punta dentro del traje de cordura, la visera del casco se empezó a empañar por mis fuertes jadeos, el lobo seguía plantado allí, mirándome inmóvil.
No sabía qué hacer, quedarme quieto…pegar un acelerón a la moto… meter primera y salir de allí como pudiese…ahora empezó a sonar “Warriors of the World United”…las fuertes guitarras me taladraban la cabeza...el lobo me mostró sus dientes y casi me hago cacas allí mismo, luego cerró la boca y se alejó despacio por el camino de la derecha, recé para que siguiese en paz su camino, pero en vez de eso se detuvo y volvió a mírame, no puede ser cierto lo que digo, pero que me muera aquí mismo si aquel lobo no me estaba haciendo gestos con la cabeza, ¿quieres que te sigua?...el lobo seguía moviendo la cabeza, ¡…a la mi*rda! Me dije, metí primera y le seguí.
Desapareció poco después en medio de los árboles, pero yo ya tenía mi decisión tomada y con mil precauciones seguí subiendo, el hormigón era muy basto y tenía mejor agarre que el asfalto, pero aún así la cosa estaba muy mal, quería llegar ya…la cordura aunque no había calado estaba muy pesada, yo estaba hecho polvo, ayer no dormí y hoy llevaba una porrada de kilómetros encima, los últimos más duros si cabe, más me valía haber acertado con el camino correcto.
Las luces de la casa aparecieron tras una curva y no sabéis cuanto me alegré, hubiera acertado o no, por lo menos encontraría refugio para esta noche, era una locura seguir con la moto, ya me había llevado tres sustos de los gordos, delos que te ves ya en el suelo irremediablemente, pero había librado in extremis porque mis piernas hicieron de apoyo, pero ya estaba allí, lo había conseguido de una pieza.
Detuve la moto bajo un farol que iluminaba el nombre del hostal, era aquí, continué hasta dejar la moto bajo un porche de piedra y detuve el motor, suspiré aliviado.
Una puerta se abrió y por ella salieron un hombre y una mujer fornidos, bien abrigados y de unos cincuenta y pico años, me miraban como si me hubiese escapado del manicomio.
Empezaron a hablarme rápidamente en gallego y yo no entendí ni ostias, les hice un gesto con las manos para que se calmaran y me bajé de la moto.
Me quité el casco, me presenté y les dije que tenía una habitación reservada.
-ya creíamos que no venias...carallo-dijo el hombre con fuerte acento, por lo menos le entendí.
La mujer volvió a entrar en la casa, el hombre se quedó conmigo mientras soltaba las maletas.
-por aquí chaval…-me señalo la puerta cuando estuve listo.
Dentro se estaba tan bien…una chimenea caldeaba un pequeño salón-recibidor decorado rústicamente, me empezó a sobrar ropa por todos los lados.
-Eres Fernando ¿verdad?...-preguntó la mujer desde un pequeño mostrador.
Asentí, ese era el nombre falso que había dado para hacer la reserva.
Me entregó una llave de una habitación y me dijo que su marido me acompañaría, no me pidieron ni la documentación ni nada, mejor…
-La cena cuando quiera…es usted el único huésped… o si quiere, puede celebrar la noche vieja en casa con nosotros…
-claro…me encantara…tengo muchas ganas de volver a ver a Sandra…-dije como si tal cosa.
Se quedaron quietos y mudos, mirándose el uno al otro.
-por favor…díganla que soy Roberto, tranquilos, soy un amigo.
Seguían inmóviles como piedras.
-ahora me encantaría poder quitarme la cordura y darme una ducha bien caliente.
y a partir de aquí empieza el final, así que paciencia chic@s...que ya es finde...y este quiero aprovecharlo un poco.
cuando los tenga, no se si seran dos o tres los colgaré seguidos para que decidais cual os gusta más.
espero vuestra colaboracion...