Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
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#26 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Llegó a su piso, se quitó la ropa y se recostó en la cama con las piernas cruzadas, rasgó el sobre, sentía los latidos de su corazón a gran velocidad. Dentro, otro sobre más, ¡vaya sorpresita!. Volvió a abrirlo. Eran algo así como diez hojas, todas manuscritas, con una letra muy cuidada, una caligrafía de manual.
Comenzó a leer:
“Hola Melina
Nunca hasta ahora has sospechado que todos tus pasos estaban cubiertos por mi presencia, desde pequeña he estado pendiente tanto de ti como de tu madre, para que nada os faltase. Financié tus estudios, tu salida de la isla, tu carrera como modelo, luego he velado porque tu independencia se hiciera más notable cuando decidiste dedicarte a ser una mujer de compañía..”
-¡Bah!, ¿de dónde ha salido éste ahora?, ¿qué me va a decir?, ¿que es mi padre?, siguió leyendo…
“...te preguntarás que por qué hasta ahora no he aparecido en tu vida, la razón no era otra que era mucho mejor que no supieses realmente quien eras, te aportaría más cosas negativas que positivas, además he dejado que siguieras tu camino, que hicieras aquello que más te gustaba en cada momento, que vivieses la vida que no hubieras podido tener..”
“… efectivamente, como te estás preguntando a estas alturas soy tu padre”.
Dejó de golpe la carta encima de la cama, no entendía nada, se levantó y se dirigió a la cocina, cogió un gran vaso, lo llenó de agua fría y se lo bebió casi sin respirar, tan rápido que casi se queda sin respiración, comenzó a toser y a vez a llorar, llorar de furia…, ella tantos años creyendo que su padre la había abandonado y ahora resulta que siempre había estado siguiendo sus pasos. ¿Por qué no le preguntó qué pensaba ella?.
Volvió al dormitorio, se volvió a sentar en la cama, inspiró fuerte y retomó la carta para seguir leyéndola.
“… no espero que entiendas el proceder que he tenido contigo a lo largo de toda tu vida, uno improvisa sobre la marcha, hace lo que le gustaría que hubiesen hecho con él, corres el riesgo de equivocarte, pero así son las cosas, sólo viviendo, tomando decisiones es como se aprende. ¿Por qué ahora?, eso es mejor que te lo explique en persona, cuando decidas que es el momento oportuno, llama a mi asistente, la misma que te entregará esta carta y te facilitará todo lo necesario para que puedas venir…”
-¡Y pensará este que ahora quiero yo conocerlo a é!, ¿dónde estuvo todo el tiempo que mi madre estuvo sola conmigo?, ¿que me ha mantenido? ¡ja!, ¿por qué mi madre se rompió las manos trabajando en casas de otros?. Se saltó varias hojas para llegar al párrafo final…
“… aquí queda ya todo explicado, o al menos todo lo que se debe explicar de esta forma, cuando llegue el momento, tómate el tiempo que necesites, ven a conocerme en persona, luego decidirás si te interesa lo que te propondré. Por otra parte también entendería que no quisieras venir, a partir de este momento eres totalmente libre, harás todo por tu cuenta, sin tenerme detrás de ti, tienes mi palabra”.
-¡No esperará que vaya a verlo por el simple hecho de que me lo diga!…, tengo que hablar con mi madre.
Llamó a su agencia de viajes, reservó un vuelo para su casa, tenía que hablar con ella, preparó rápidamente una bolsa de viaje, no le hacían falta muchas cosas, allí tenía de todo, llamó a un taxi y cogió el primer vuelo disponible.
Comenzó a leer:
“Hola Melina
Nunca hasta ahora has sospechado que todos tus pasos estaban cubiertos por mi presencia, desde pequeña he estado pendiente tanto de ti como de tu madre, para que nada os faltase. Financié tus estudios, tu salida de la isla, tu carrera como modelo, luego he velado porque tu independencia se hiciera más notable cuando decidiste dedicarte a ser una mujer de compañía..”
-¡Bah!, ¿de dónde ha salido éste ahora?, ¿qué me va a decir?, ¿que es mi padre?, siguió leyendo…
“...te preguntarás que por qué hasta ahora no he aparecido en tu vida, la razón no era otra que era mucho mejor que no supieses realmente quien eras, te aportaría más cosas negativas que positivas, además he dejado que siguieras tu camino, que hicieras aquello que más te gustaba en cada momento, que vivieses la vida que no hubieras podido tener..”
“… efectivamente, como te estás preguntando a estas alturas soy tu padre”.
Dejó de golpe la carta encima de la cama, no entendía nada, se levantó y se dirigió a la cocina, cogió un gran vaso, lo llenó de agua fría y se lo bebió casi sin respirar, tan rápido que casi se queda sin respiración, comenzó a toser y a vez a llorar, llorar de furia…, ella tantos años creyendo que su padre la había abandonado y ahora resulta que siempre había estado siguiendo sus pasos. ¿Por qué no le preguntó qué pensaba ella?.
Volvió al dormitorio, se volvió a sentar en la cama, inspiró fuerte y retomó la carta para seguir leyéndola.
“… no espero que entiendas el proceder que he tenido contigo a lo largo de toda tu vida, uno improvisa sobre la marcha, hace lo que le gustaría que hubiesen hecho con él, corres el riesgo de equivocarte, pero así son las cosas, sólo viviendo, tomando decisiones es como se aprende. ¿Por qué ahora?, eso es mejor que te lo explique en persona, cuando decidas que es el momento oportuno, llama a mi asistente, la misma que te entregará esta carta y te facilitará todo lo necesario para que puedas venir…”
-¡Y pensará este que ahora quiero yo conocerlo a é!, ¿dónde estuvo todo el tiempo que mi madre estuvo sola conmigo?, ¿que me ha mantenido? ¡ja!, ¿por qué mi madre se rompió las manos trabajando en casas de otros?. Se saltó varias hojas para llegar al párrafo final…
“… aquí queda ya todo explicado, o al menos todo lo que se debe explicar de esta forma, cuando llegue el momento, tómate el tiempo que necesites, ven a conocerme en persona, luego decidirás si te interesa lo que te propondré. Por otra parte también entendería que no quisieras venir, a partir de este momento eres totalmente libre, harás todo por tu cuenta, sin tenerme detrás de ti, tienes mi palabra”.
-¡No esperará que vaya a verlo por el simple hecho de que me lo diga!…, tengo que hablar con mi madre.
Llamó a su agencia de viajes, reservó un vuelo para su casa, tenía que hablar con ella, preparó rápidamente una bolsa de viaje, no le hacían falta muchas cosas, allí tenía de todo, llamó a un taxi y cogió el primer vuelo disponible.
- Nala
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#27 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
cuanto más leo más me gusta....
espero impaciente la siguiente entrega.
"Si quieres ser feliz, haz feliz a quienes te rodean". G. Lluelles
"No hay cosa más facil que dar consejo ni más dificil que saberlo tomar". Lope de Vega.
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#28 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
-Cogí un pequeño barco, con los conocimientos de navegación creí que me bastaría para hacer todo lo que pensaba, los días que pasé a bordo, mis pensamientos, mis deseos más íntimos…, lo distinto de lo que habían planeado para mi vida….
En ese momento se echó para atrás, meditó sobre lo que había dicho, guardó silencio mirando hacia el infinito, como disfrutando de algo que no estaba allí.
-Como suele ocurrir en muchos momentos de la vida, de una desgracia surgió el flash, la luz…, un temporal cuando llevaba dos días navegando por el Caribe casi me mata, la marea me acercó a una isla. Allí llegué exhausto, agotado físicamente, pero mentalmente satisfecho de la aventura que estaba viviendo. Me dieron malas noticias en el pequeño varadero, el barco necesitaba piezas que allí no había, además valían mucho más de lo que yo llevaba en ese momento para la manutención y el combustible. Pensé que era un designio del destino, algo me empujaba a quedarme allí. Si guardaba silencio, con suerte pensarían que estaba muerto y podría comenzar a vivir la vida que realmente quería tener y no otra. Me llevaron a un pequeño sanatorio, me curaron las manos y alguna herida que me había hecho en las piernas y en la espalda por el golpeo de los palos del velamen. Me convertí lo más parecido a una atracción de feria que allí habían tenido, el más alto del lugar en ese momento era de al menos veinte centímetros menor que yo, además de ser todos de tez negra o mulatos, casi ningún blanco y los que lo eran pasaban por aquellos.
Tomó un botellín de refresco y en un vaso lo volcó de un golpe, añadió tres cubitos de hielo y le dio un sorbo.
-No recuerdo mucho de la primera semana, me la debí pasar durmiendo en una extraña vigilia que me exigía estar acostado y con los ojos cerrados. De pronto un día, alguien me golpeó en el hombro diciéndome: ¡Señor ahora mismo se va a levantar, ha salido el sol y está esperándole a saludarle!..., era la criatura más bonita que jamás mis ojos habían visto, una mulata, con una camisa de flores que le llegaba hasta por debajo de las rodillas, con unos tobillos contorneados y una manos fuertes, pero delicadas a la vez. Me la quedé mirando fijamente, supongo que el estar tantos días dormido me hizo pensar que estaba en una ensoñación.
Comenzó a reírse, de nuevo se le puso esa misma mirada lejana, calló de nuevo…., en un momento se le notó como se le sonrojó el rostro, debía estar recordando algo, Francisco suponía a qué se podía deber, pero evidentemente no se atrevió a abrir la boca.
-Pero esa ensoñación me dio un empujón que me hizo llegar a la puerta del sanatorio de golpe, abriendo la puerta con mi cabeza, y viendo ahí el amanecer en ese espléndido lugar. Eese momento lo recrearía muy a menudo, ya en brazos de Melina, recordando entre risas nuestro primer encuentro. Y como ella me decía que había estado afeitándome durante todos los días y que yo no recordaba hasta que se cansó de afeitarme y de verme como un holgazán y se dispuso a despertarme de una vez…..
En ese momento se echó para atrás, meditó sobre lo que había dicho, guardó silencio mirando hacia el infinito, como disfrutando de algo que no estaba allí.
-Como suele ocurrir en muchos momentos de la vida, de una desgracia surgió el flash, la luz…, un temporal cuando llevaba dos días navegando por el Caribe casi me mata, la marea me acercó a una isla. Allí llegué exhausto, agotado físicamente, pero mentalmente satisfecho de la aventura que estaba viviendo. Me dieron malas noticias en el pequeño varadero, el barco necesitaba piezas que allí no había, además valían mucho más de lo que yo llevaba en ese momento para la manutención y el combustible. Pensé que era un designio del destino, algo me empujaba a quedarme allí. Si guardaba silencio, con suerte pensarían que estaba muerto y podría comenzar a vivir la vida que realmente quería tener y no otra. Me llevaron a un pequeño sanatorio, me curaron las manos y alguna herida que me había hecho en las piernas y en la espalda por el golpeo de los palos del velamen. Me convertí lo más parecido a una atracción de feria que allí habían tenido, el más alto del lugar en ese momento era de al menos veinte centímetros menor que yo, además de ser todos de tez negra o mulatos, casi ningún blanco y los que lo eran pasaban por aquellos.
Tomó un botellín de refresco y en un vaso lo volcó de un golpe, añadió tres cubitos de hielo y le dio un sorbo.
-No recuerdo mucho de la primera semana, me la debí pasar durmiendo en una extraña vigilia que me exigía estar acostado y con los ojos cerrados. De pronto un día, alguien me golpeó en el hombro diciéndome: ¡Señor ahora mismo se va a levantar, ha salido el sol y está esperándole a saludarle!..., era la criatura más bonita que jamás mis ojos habían visto, una mulata, con una camisa de flores que le llegaba hasta por debajo de las rodillas, con unos tobillos contorneados y una manos fuertes, pero delicadas a la vez. Me la quedé mirando fijamente, supongo que el estar tantos días dormido me hizo pensar que estaba en una ensoñación.
Comenzó a reírse, de nuevo se le puso esa misma mirada lejana, calló de nuevo…., en un momento se le notó como se le sonrojó el rostro, debía estar recordando algo, Francisco suponía a qué se podía deber, pero evidentemente no se atrevió a abrir la boca.
-Pero esa ensoñación me dio un empujón que me hizo llegar a la puerta del sanatorio de golpe, abriendo la puerta con mi cabeza, y viendo ahí el amanecer en ese espléndido lugar. Eese momento lo recrearía muy a menudo, ya en brazos de Melina, recordando entre risas nuestro primer encuentro. Y como ella me decía que había estado afeitándome durante todos los días y que yo no recordaba hasta que se cansó de afeitarme y de verme como un holgazán y se dispuso a despertarme de una vez…..
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#29 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
No era la mejor situación en la que podía encontrarse una persona, hacía calor, y debía llevar el aire acondicionado del coche apagado, otra de tantos conductores a los que este chisme le seca la garganta, la nariz y al final termina con un resfriado provocado por ese frío artificial. A él también le solía pasar, prefería sudar algo o ir intercalando momentos de encencido/apagado a tener un resfriado en el inicio del verano y luego no soltarlo hasta septiembre.
Al bajarse del auto, asomó la pierna izquierda, unas zapatillas blancas, un pantalón corto rosa y una blusa naranja, anudada a la cintura.
Se subieron en la acera y comenzaron las explicaciones, de pronto se dio cuenta que lo estaba mirando y supuso que no le estaba haciendo ningún caso, así que se calló durante un instante…, efectivamente le había dejado de escuchar, seguía con la misma cara mirándolo y ahora no hablaba.
-Perdón, dijo, es que por un momento me he quedado mirándote y te he dejado de escuchar, ¿sabes?, las explicaciones que das son muy precisas, pero prefiero que me acompañes, luego te dejo donde me digas y ya está.
Él estaba sudado del paseo, tanto o más que ella. Dudó un momento, ¿qué haría ella si la situación fuese al revés?, seguramente diría que no, en eso sí que se distinguen generalmente los hombres de las mujeres, se decía.
-Bueno verás, yo ya casi he terminado mi circuito y creo que no es conveniente subirme al coche de una desconocida, aunque no parezca que tengas el perfil de hacerme daño.
-No y yo tampoco hago esto de forma habitual, tú tampoco tienes ese perfil, trato con mucha gente habitualmente por mi trabajo y no suelo equivocarme con la primera impresión. Entiendo lo extraño de la propuesta, pero ha sido un impulso.
-Bueno, vale te acompaño, te dejo cuando estés franca a coger el último desvío. Luego seguiré a pie.
-De acuerdo entonces.
Se subieron al coche y echaron a andar.
-… ¿para cuantos días vienes?.
-Será variable, en principio está previsto que en tres semanas esté todo terminado. Puede acortarse o alargarse algo en función de las cuestiones que me vaya encontrando y de las soluciones que encontremos. Yo he estado varias veces aquí, pero siempre la intensidad del trabajo me ha impedido conocerla, he visto lo típico, pero en esta ocasión me gustaría ver algo más.
-Pues vas a tener suerte, hay varias empresas que organizan visitas guiadas por circuitos, en una semana o así puedes ver mucho, por no decir todo.
Mientras iba dándole indicaciones de los cruces, las salidas adecuadas.
-Bueno, para ahí a la derecha, ¿ves ese cartel?. Es el que está al revés, tómalo en la dirección contraria a la que indica y llegarás.
-No quiero despedirme de ti así, me parece descortés, sé que es raro, acompáñame y nos tomamos un refresco para agradecerte lo el favor que me has hecho.
-Esta situación me incomoda, es algo rara. Todo parece como una broma de esas de cámara oculta.
-Dame la oportunidad de invitarte a ese refresco y comprobarás que, siendo rara, no hay nada de broma en la invitación, simplemente agradecerte lo amable que has sido y un rato de charla.
-Bueno, mira, vamos a hacer otra cosa. No estamos en la mejor situación para charlar ni para tomarnos un refresco de una forma cómoda. ¿Te parece que nos veamos más tarde los dos ya más cómodos en un lugar y haces efectiva esa invitación?.
-Ahora la que me parece que esto es raro soy yo. Pero bueno, rara por raro. ¡Acepto!.
-¿Sabrías llegar al mismo sitio donde me has recogido?.
-Jajajaja, por supuesto, he pasado varias veces por ahí.
-Nos vemos a las 22:00. Hasta luego.
Se bajó el coche y echó a andar para su coche. Por un momento se le pasó por la cabeza que ella no estaría ahí a la hora que le había indicado, quizás era lo mejor. Desde luego, se repetía, que a las mujeres no las entiendo, ¡al final va a resultar que Águeda tiene razón!.
Casi no se dio cuenta del tramo que había desde allí hasta su coche, cuando llegó a casa, sólo tuvo tiempo de darse una ducha, ver que ropa se ponía, tomar algo de fruta y salir porque ya casi era la hora. El tiempo pasó llegó a las 21:55… 22:15, 22:20, 22:25, 22:30…
-¡Me voy!, creo que lo debía haber hecho a y cinco, he perdido aquí como un pasmarote media hora.
Se dio media vuelta y se fue para el coche, apretó el mando para abrir las puertas, dejó en el asiento del acompañante la cazadora de entretiempo que llevaba en la mano, por las noches a veces refresca, giró sobre el coche y se dirigió hacia la de conductor.
De pronto una pitada a lo lejos, era ella que se aproximaba haciendo ráfagas con las largas…
Al bajarse del auto, asomó la pierna izquierda, unas zapatillas blancas, un pantalón corto rosa y una blusa naranja, anudada a la cintura.
Se subieron en la acera y comenzaron las explicaciones, de pronto se dio cuenta que lo estaba mirando y supuso que no le estaba haciendo ningún caso, así que se calló durante un instante…, efectivamente le había dejado de escuchar, seguía con la misma cara mirándolo y ahora no hablaba.
-Perdón, dijo, es que por un momento me he quedado mirándote y te he dejado de escuchar, ¿sabes?, las explicaciones que das son muy precisas, pero prefiero que me acompañes, luego te dejo donde me digas y ya está.
Él estaba sudado del paseo, tanto o más que ella. Dudó un momento, ¿qué haría ella si la situación fuese al revés?, seguramente diría que no, en eso sí que se distinguen generalmente los hombres de las mujeres, se decía.
-Bueno verás, yo ya casi he terminado mi circuito y creo que no es conveniente subirme al coche de una desconocida, aunque no parezca que tengas el perfil de hacerme daño.
-No y yo tampoco hago esto de forma habitual, tú tampoco tienes ese perfil, trato con mucha gente habitualmente por mi trabajo y no suelo equivocarme con la primera impresión. Entiendo lo extraño de la propuesta, pero ha sido un impulso.
-Bueno, vale te acompaño, te dejo cuando estés franca a coger el último desvío. Luego seguiré a pie.
-De acuerdo entonces.
Se subieron al coche y echaron a andar.
-… ¿para cuantos días vienes?.
-Será variable, en principio está previsto que en tres semanas esté todo terminado. Puede acortarse o alargarse algo en función de las cuestiones que me vaya encontrando y de las soluciones que encontremos. Yo he estado varias veces aquí, pero siempre la intensidad del trabajo me ha impedido conocerla, he visto lo típico, pero en esta ocasión me gustaría ver algo más.
-Pues vas a tener suerte, hay varias empresas que organizan visitas guiadas por circuitos, en una semana o así puedes ver mucho, por no decir todo.
Mientras iba dándole indicaciones de los cruces, las salidas adecuadas.
-Bueno, para ahí a la derecha, ¿ves ese cartel?. Es el que está al revés, tómalo en la dirección contraria a la que indica y llegarás.
-No quiero despedirme de ti así, me parece descortés, sé que es raro, acompáñame y nos tomamos un refresco para agradecerte lo el favor que me has hecho.
-Esta situación me incomoda, es algo rara. Todo parece como una broma de esas de cámara oculta.
-Dame la oportunidad de invitarte a ese refresco y comprobarás que, siendo rara, no hay nada de broma en la invitación, simplemente agradecerte lo amable que has sido y un rato de charla.
-Bueno, mira, vamos a hacer otra cosa. No estamos en la mejor situación para charlar ni para tomarnos un refresco de una forma cómoda. ¿Te parece que nos veamos más tarde los dos ya más cómodos en un lugar y haces efectiva esa invitación?.
-Ahora la que me parece que esto es raro soy yo. Pero bueno, rara por raro. ¡Acepto!.
-¿Sabrías llegar al mismo sitio donde me has recogido?.
-Jajajaja, por supuesto, he pasado varias veces por ahí.
-Nos vemos a las 22:00. Hasta luego.
Se bajó el coche y echó a andar para su coche. Por un momento se le pasó por la cabeza que ella no estaría ahí a la hora que le había indicado, quizás era lo mejor. Desde luego, se repetía, que a las mujeres no las entiendo, ¡al final va a resultar que Águeda tiene razón!.
Casi no se dio cuenta del tramo que había desde allí hasta su coche, cuando llegó a casa, sólo tuvo tiempo de darse una ducha, ver que ropa se ponía, tomar algo de fruta y salir porque ya casi era la hora. El tiempo pasó llegó a las 21:55… 22:15, 22:20, 22:25, 22:30…
-¡Me voy!, creo que lo debía haber hecho a y cinco, he perdido aquí como un pasmarote media hora.
Se dio media vuelta y se fue para el coche, apretó el mando para abrir las puertas, dejó en el asiento del acompañante la cazadora de entretiempo que llevaba en la mano, por las noches a veces refresca, giró sobre el coche y se dirigió hacia la de conductor.
De pronto una pitada a lo lejos, era ella que se aproximaba haciendo ráfagas con las largas…
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#30 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
El vuelo de retorno fue una auténtica tortura, tuvo que ir a una isla cercana y de allí un barco la acercó a casa. El pequeño aeródromo de la suya había quedado inutilizado por los efectos de la última andanada de ciclones que asolaron varias pequeñas aldeas, carreteras y el puerto pesquero.
Cuando llegó le dio un beso en la frente a su madre y se fue a dormir, la madre no sabía lo que había ocurrido, sólo aparecía por allí cuando había tenido algún incendio en su vida, pocos, pero alguno hubo.
Se levantó con los ojos hinchados de tanto dormir, era la hora de la merienda, pero le dijo a su madre que tenía hambre, que le hiciese eso que a ella le gustaba. No pasó mucho tiempo y la madre se presentó con una fuente llena de carne, patatas y un bol lleno de frutas. Se sentó junto a su hija, mirándola a la vez que la acariciaba echándole el pelo que le caía por un lateral hacia atrás, sonreía al verla tan mayor.
-¿Qué te trajo esta vez por aquí?.
-Pues es éste, y sacó la foto que guardaba de ella con su padre.
La madre, asintió.
-Suponía que algún día podía pasar.
-Es que me ha escrito una carta y no sé por qué, me cuenta cosas de que se ha ocupado de nosotras, que ha estado cerca de mí… En fin una serie de mentiras, se piensa que se lo está contando a una tercera persona, y en realidad se lo cuenta a una de las dos protagonistas.
-Pues es que verás hija, es cierto eso de que se ha estado ocupando de ti…., o eso piensa él. Todos los meses desde que se fue ha estado llegando dinero a casa, dinero que yo nunca he querido utilizar, es difícil explicar los motivos que me llevaron a tomar esa decisión.
Siguió explicándole a la hija que el dinero estaba en una cuenta a su nombre, en una sucursal de otra isla para no levantar sospechas entre los vecinos. Nunca utilizó un solo céntimo de esos envíos. Ella se enamoró perdidamente de un desconocido, casi un mendigo y cuando supo quien era se sintió traicionada, pensaba que había sido utilizada. Pero no quiso rechazar el dinero, en definitiva era para su hija y por eso fue guardándolo durante todos los años en los que había llegado. Nunca había contestado a las múltiples cartas, emisarios y comunicaciones que le habían llegado de Wolfgang. No esperaba de su hija lo entendiera, ya que eso era una decisión suya y sobre eso no había que discutir.
Se levantó y volvió con una caja de color azul, sacó una serie de documentos, libretas de ahorros, comunicaciones de bancos, le enseñó el último balance que le había mandado en gestor que administraba todo el patrimonio. Era mucho dinero.
A continuación rompió a llorar, pidiéndole perdón a su hija, el haberla hecho llevar una vida rozando la pobreza, cuando en realidad podría haber llevado desde el principio las mejores ropas, asistir a colegios en el extranjero.
La hija se quedó mirando a su madre. No podía articular palabra, se levantó y se marchó a su habitación. Ya en su alcoba rompió a llorar. Llorar no de rabia, no de rencor, lloraba de la suerte de tener una madre así, con el coraje suficiente como para poder rechazar una auténtica fortuna y seguir con su plan de vida como si aquello que hizo que ella estuviese en este mundo no hubiese pasado. Se quedó un rato mirando el pequeño ventilador que removía el aire cálido de su habitación, pero que le refrescaba la cara.
Cayó de nuevo dormida, hasta que unos golpeteos en la puerta de su habitación la despertó súbitamente.
Cuando llegó le dio un beso en la frente a su madre y se fue a dormir, la madre no sabía lo que había ocurrido, sólo aparecía por allí cuando había tenido algún incendio en su vida, pocos, pero alguno hubo.
Se levantó con los ojos hinchados de tanto dormir, era la hora de la merienda, pero le dijo a su madre que tenía hambre, que le hiciese eso que a ella le gustaba. No pasó mucho tiempo y la madre se presentó con una fuente llena de carne, patatas y un bol lleno de frutas. Se sentó junto a su hija, mirándola a la vez que la acariciaba echándole el pelo que le caía por un lateral hacia atrás, sonreía al verla tan mayor.
-¿Qué te trajo esta vez por aquí?.
-Pues es éste, y sacó la foto que guardaba de ella con su padre.
La madre, asintió.
-Suponía que algún día podía pasar.
-Es que me ha escrito una carta y no sé por qué, me cuenta cosas de que se ha ocupado de nosotras, que ha estado cerca de mí… En fin una serie de mentiras, se piensa que se lo está contando a una tercera persona, y en realidad se lo cuenta a una de las dos protagonistas.
-Pues es que verás hija, es cierto eso de que se ha estado ocupando de ti…., o eso piensa él. Todos los meses desde que se fue ha estado llegando dinero a casa, dinero que yo nunca he querido utilizar, es difícil explicar los motivos que me llevaron a tomar esa decisión.
Siguió explicándole a la hija que el dinero estaba en una cuenta a su nombre, en una sucursal de otra isla para no levantar sospechas entre los vecinos. Nunca utilizó un solo céntimo de esos envíos. Ella se enamoró perdidamente de un desconocido, casi un mendigo y cuando supo quien era se sintió traicionada, pensaba que había sido utilizada. Pero no quiso rechazar el dinero, en definitiva era para su hija y por eso fue guardándolo durante todos los años en los que había llegado. Nunca había contestado a las múltiples cartas, emisarios y comunicaciones que le habían llegado de Wolfgang. No esperaba de su hija lo entendiera, ya que eso era una decisión suya y sobre eso no había que discutir.
Se levantó y volvió con una caja de color azul, sacó una serie de documentos, libretas de ahorros, comunicaciones de bancos, le enseñó el último balance que le había mandado en gestor que administraba todo el patrimonio. Era mucho dinero.
A continuación rompió a llorar, pidiéndole perdón a su hija, el haberla hecho llevar una vida rozando la pobreza, cuando en realidad podría haber llevado desde el principio las mejores ropas, asistir a colegios en el extranjero.
La hija se quedó mirando a su madre. No podía articular palabra, se levantó y se marchó a su habitación. Ya en su alcoba rompió a llorar. Llorar no de rabia, no de rencor, lloraba de la suerte de tener una madre así, con el coraje suficiente como para poder rechazar una auténtica fortuna y seguir con su plan de vida como si aquello que hizo que ella estuviese en este mundo no hubiese pasado. Se quedó un rato mirando el pequeño ventilador que removía el aire cálido de su habitación, pero que le refrescaba la cara.
Cayó de nuevo dormida, hasta que unos golpeteos en la puerta de su habitación la despertó súbitamente.
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#31 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
-No fue muy delicada, estas caribeñas son muy tiernas cuando te conocen, pero cuando no…, bueno, el caso es que si estaba en coma, o en un estado similar, salí de él mientras me caía de la cama.
En ese momento los dos comenzaron a reír. Francisco conocía bien la actitud de la hija, habían estado conviviendo y sabía bien de su ardor en la cama, de su temperamento radical cuando se enfadaba, todo en ella era extremo: la felicidad, la ira, el amor, el odio…. Su madre debía ser un caso parecido, no había duda.
-El caso es que no tardamos mucho en enamorarnos, yo había tenido experiencias anteriores en el internado, en la academia, en la universidad…, pero aquello… aquello era distinto, su hubiera de definirlo habría que decir que era pólvora. Una entrega sin fisuras, una exigencia en igual medida. En muchas ocasiones era agotador, sólo en ese lugar se podrían dar esos extremos. Cuando uno es feliz, entrega sin medida…, cuando haces feliz, recibes sin límite. El tiempo pasó volando, sin darnos cuenta teníamos una hija, todo era de color de rosa, me dedicaba a lo que salía, si había recolección.., pues al campo, si había pesca, pues me enrolaba. Nunca sobró el dinero, pero tampoco faltaba nada, puesto que hacía falta poco para salir adelante.
Justo en ese momento, la puerta del despacho se abrió, su asistente, con una cara seria, distinta a la que había tenido hasta ese momento se dirigió a su jefe. Éste no cambió el gesto, sabía que debía ser una cosa de extrema gravedad, confiaba plenamente en sus asistentes personales.
Cuando se alejó, posó sus dos manos sobre las rodillas de un golpe:
-Lo siento, Francisco, una asunto personal requiere mi atención inmediata. No puedo retenerte más, debes irte ya para tu nuevo puesto. En dos meses más o menos iré allí, terminaremos esta conversación, si todavía es necesario aclarar algo. Es probable que no lo sea. Cualquier cosa que tenga que comentarte, siempre lo haré a través de uno de mis asistentes, no utilizaré ni el teléfono, ni el correo electrónico.
La noticia que le habían comunicado era que su mujer había tenido un infarto. Practicaba a menudo paddle, tenía un affaire con su entrenador, los esfuerzos en la pista y en la habitación del hotel después del entrenamiento le habían comenzado a pasar factura de un tiempo a esta parte. De salud fuerte en su juventud, la falta de preocupaciones, el aburrimiento, la soledad le hicieron ya en la madurez caer cada vez con más frecuencia en jóvenes, que buscaban el dinero fácil de una mujer, de buen ver, pero ya entrada en años. La unidad sanitaria desplazada al hotel trató el tema con la discreción que se puede pagar con dinero. Ingresó muy grave en el hospital, directamente en la unidad de cuidados intensivos.
Cuando llegó ya estaban allí sus hijos, no eran muy ceremoniales que digamos. La mano y un beso de la hija y un saludo frío de los demás. Los dejó y se dirigió al despacho del jefe del servicio para hablar con él, para recibir el estado de su mujer de primera mano.
En ese momento los dos comenzaron a reír. Francisco conocía bien la actitud de la hija, habían estado conviviendo y sabía bien de su ardor en la cama, de su temperamento radical cuando se enfadaba, todo en ella era extremo: la felicidad, la ira, el amor, el odio…. Su madre debía ser un caso parecido, no había duda.
-El caso es que no tardamos mucho en enamorarnos, yo había tenido experiencias anteriores en el internado, en la academia, en la universidad…, pero aquello… aquello era distinto, su hubiera de definirlo habría que decir que era pólvora. Una entrega sin fisuras, una exigencia en igual medida. En muchas ocasiones era agotador, sólo en ese lugar se podrían dar esos extremos. Cuando uno es feliz, entrega sin medida…, cuando haces feliz, recibes sin límite. El tiempo pasó volando, sin darnos cuenta teníamos una hija, todo era de color de rosa, me dedicaba a lo que salía, si había recolección.., pues al campo, si había pesca, pues me enrolaba. Nunca sobró el dinero, pero tampoco faltaba nada, puesto que hacía falta poco para salir adelante.
Justo en ese momento, la puerta del despacho se abrió, su asistente, con una cara seria, distinta a la que había tenido hasta ese momento se dirigió a su jefe. Éste no cambió el gesto, sabía que debía ser una cosa de extrema gravedad, confiaba plenamente en sus asistentes personales.
Cuando se alejó, posó sus dos manos sobre las rodillas de un golpe:
-Lo siento, Francisco, una asunto personal requiere mi atención inmediata. No puedo retenerte más, debes irte ya para tu nuevo puesto. En dos meses más o menos iré allí, terminaremos esta conversación, si todavía es necesario aclarar algo. Es probable que no lo sea. Cualquier cosa que tenga que comentarte, siempre lo haré a través de uno de mis asistentes, no utilizaré ni el teléfono, ni el correo electrónico.
La noticia que le habían comunicado era que su mujer había tenido un infarto. Practicaba a menudo paddle, tenía un affaire con su entrenador, los esfuerzos en la pista y en la habitación del hotel después del entrenamiento le habían comenzado a pasar factura de un tiempo a esta parte. De salud fuerte en su juventud, la falta de preocupaciones, el aburrimiento, la soledad le hicieron ya en la madurez caer cada vez con más frecuencia en jóvenes, que buscaban el dinero fácil de una mujer, de buen ver, pero ya entrada en años. La unidad sanitaria desplazada al hotel trató el tema con la discreción que se puede pagar con dinero. Ingresó muy grave en el hospital, directamente en la unidad de cuidados intensivos.
Cuando llegó ya estaban allí sus hijos, no eran muy ceremoniales que digamos. La mano y un beso de la hija y un saludo frío de los demás. Los dejó y se dirigió al despacho del jefe del servicio para hablar con él, para recibir el estado de su mujer de primera mano.
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#32 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Puso el intermitente hacia la derecha, pero viendo que los coches se le paraban detrás, ya que había una bocacalle más abajo, optó por poner los de emergencias, se le veía algo nerviosa.
-Disculpa, he tenido una llamada muy larga con mi contacto en la ciudad y al final se me fue el tiempo, ¿te subes?.
Cerró de nuevo su coche, olvidándose la chaqueta, abrió la puerta y se introdujo casi de un salto. Olía bien en el coche, evidentemente era ella. No había cambiado de estilo, pero adivinó un gran escote oculto por un pequeño jersey o rebeca que llevaba al hombro.
-¿Dónde se puede ir en esta ciudad a tomar una copa?
-Tira para adelante, aquí todavía no se puede tomar nada a esta hora, sólo algunos kioskos en los jardines dan algún refresco, pero poco más.
-Vale, me parece bien ir a un sitio de esos.
La condujo hacia una piscina pública, que tenía un gran espacio de césped, con alguna palmera que daba una escasa pero suficiente sombra.
-¿Qué se puede pedir que esté sitio?
-No le hizo mucho caso, pidió por los dos directamente.
Ella soltó una carcajada, le hacía gracia esa actitud, no era prepotente, simplemente no le hizo ningún caso a la pregunta, la miró de reojo y con la mano en alto con el índice y el corazón ya le indicaba al camarero que le pusiera dos de lo que se suponía que habitualmente tomaba allí.
-¿Vienes mucho a este sitio?
-Sí, a diario, me suelo hacer unos largos en la piscina, escucho algo de música, leo un poco la prensa y para refrescarme me pido uno de estos que nos van a poner ahora, ya me contarás.
-Me gustan las sorpresas. Por cierto, todavía no nos hemos presentado, ¿cómo te llamas? Yo me lla…
-Él la interrumpió poniéndole su dedo pulgar sobre sus labios, no, no quiero saber tu nombre. Simplemente quiero saber ¿quién eres tú?, los nombres son etiquetas, odio cada vez más las etiquetas. Nadie elige cómo se llama ¿te lo has preguntado alguna vez?, sin embargo nadie nos dice cómo debemos ser, como somos, ya nacemos de una forma, nadie elige eso por nosotros.
Ese razonamiento, la dejó un poco extrañada, retiró su mirada y se quedó mirando hacia un punto fijo de la grada que había al otro lado de la piscina. Recordó algo del enfado que hubo en su familia a la hora de nominarla a ella, su padre le gustaba uno, a su madre otro, a los abuelos otro…, al final no se puso ninguno, un acuerdo de consenso, ¡vaya estupidez!.
-¿Sabes qué te digo?, apoyo tu propuesta, nada hay nombres, sólo tú y yo. Dos extraños, dos seres humanos, vale, de acuerdo.
Durante el rato que ella anduvo mirando fijamente hacia el frente, él aprovecho para mirarla. Tenía un perfil aporcelanado, pecosa, con el pelo rizado, muy rizado. Tenía unos pendientes cada uno de un color, ni muy grandes ni muy pequeños eran una figura de esas indescriptibles mitad figura y mitad letra. Por fin se había quitado la rebeca de los hombros y pudo ver el canalillo que formaban sus pechos…., nunca había estado en Arizona, pero sin duda era lo más parecido al gran Cañón del Colorado que había visto.
Cuando ella giró su cabeza lo pilló mirándole el escote. Lejos de cortarse, lo que hizo fue ajustarse la blusa, extendió su brazo y poniendo su mano bajo su mentón lo empujó para arriba para que la mirase a la cara.
-¿Y de que hablamos?
Sin dudarlo ni un momento y con una rapidez que casi la asusta:
-De mujeres, jajajajaja.
-Creo que más que hablar quieres que te de mi opinón sobre nosotras, ¿no?
-Disculpa, he tenido una llamada muy larga con mi contacto en la ciudad y al final se me fue el tiempo, ¿te subes?.
Cerró de nuevo su coche, olvidándose la chaqueta, abrió la puerta y se introdujo casi de un salto. Olía bien en el coche, evidentemente era ella. No había cambiado de estilo, pero adivinó un gran escote oculto por un pequeño jersey o rebeca que llevaba al hombro.
-¿Dónde se puede ir en esta ciudad a tomar una copa?
-Tira para adelante, aquí todavía no se puede tomar nada a esta hora, sólo algunos kioskos en los jardines dan algún refresco, pero poco más.
-Vale, me parece bien ir a un sitio de esos.
La condujo hacia una piscina pública, que tenía un gran espacio de césped, con alguna palmera que daba una escasa pero suficiente sombra.
-¿Qué se puede pedir que esté sitio?
-No le hizo mucho caso, pidió por los dos directamente.
Ella soltó una carcajada, le hacía gracia esa actitud, no era prepotente, simplemente no le hizo ningún caso a la pregunta, la miró de reojo y con la mano en alto con el índice y el corazón ya le indicaba al camarero que le pusiera dos de lo que se suponía que habitualmente tomaba allí.
-¿Vienes mucho a este sitio?
-Sí, a diario, me suelo hacer unos largos en la piscina, escucho algo de música, leo un poco la prensa y para refrescarme me pido uno de estos que nos van a poner ahora, ya me contarás.
-Me gustan las sorpresas. Por cierto, todavía no nos hemos presentado, ¿cómo te llamas? Yo me lla…
-Él la interrumpió poniéndole su dedo pulgar sobre sus labios, no, no quiero saber tu nombre. Simplemente quiero saber ¿quién eres tú?, los nombres son etiquetas, odio cada vez más las etiquetas. Nadie elige cómo se llama ¿te lo has preguntado alguna vez?, sin embargo nadie nos dice cómo debemos ser, como somos, ya nacemos de una forma, nadie elige eso por nosotros.
Ese razonamiento, la dejó un poco extrañada, retiró su mirada y se quedó mirando hacia un punto fijo de la grada que había al otro lado de la piscina. Recordó algo del enfado que hubo en su familia a la hora de nominarla a ella, su padre le gustaba uno, a su madre otro, a los abuelos otro…, al final no se puso ninguno, un acuerdo de consenso, ¡vaya estupidez!.
-¿Sabes qué te digo?, apoyo tu propuesta, nada hay nombres, sólo tú y yo. Dos extraños, dos seres humanos, vale, de acuerdo.
Durante el rato que ella anduvo mirando fijamente hacia el frente, él aprovecho para mirarla. Tenía un perfil aporcelanado, pecosa, con el pelo rizado, muy rizado. Tenía unos pendientes cada uno de un color, ni muy grandes ni muy pequeños eran una figura de esas indescriptibles mitad figura y mitad letra. Por fin se había quitado la rebeca de los hombros y pudo ver el canalillo que formaban sus pechos…., nunca había estado en Arizona, pero sin duda era lo más parecido al gran Cañón del Colorado que había visto.
Cuando ella giró su cabeza lo pilló mirándole el escote. Lejos de cortarse, lo que hizo fue ajustarse la blusa, extendió su brazo y poniendo su mano bajo su mentón lo empujó para arriba para que la mirase a la cara.
-¿Y de que hablamos?
Sin dudarlo ni un momento y con una rapidez que casi la asusta:
-De mujeres, jajajajaja.
-Creo que más que hablar quieres que te de mi opinón sobre nosotras, ¿no?
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#33 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Cuando abrió la puerta un negro, grande con el pelo rizado, grandes ojos, una boca perfecta y una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Qué quieres?, le espetó.
Trataba así a los hombres que no conocía, por su profesión sabía que no tenía que andarse con miramientos.
Dio un portazo y se dio la vuelta, la madre corriendo hacia ella:
-Pero hija, ¿qué has hecho?, es Fred, Alfredito, que ha venido también a ver su familia y al enterarse de que estabas aquí.
-Vaya, he metido la pata.
Abrió la puerta, y en el umbral, con la cara un poco dolorida del empujón de la puerta estaba Alfredo. Un niño con el que ella había compartido muchos primeros: su primer beso, su primer amor, su primera experiencia sexual, su primera relación, sus primeros cigarrillos. Se podría decir que fue el pistoletazo para ambos. Él era de una familia un poco mejor posicionada económicamente, tenía un espíritu aventurero que le hizo no dedicarse nunca a lo que su familia le había sugerido. Cuando tenía dieciséis se embarcó en un mercante, quería conocer mundo, luego en el ejército, luego se hizo mercenario…, y ahí le perdió la pista.
La madre le acarició la cara, le tenía mucho cariño, siempre había sido buena con su hija y con ella, cada vez que las vio mal, sacó a hurtadillas algo de comida o de sal, bacalao, café, entregándoselo a ellas a cambio de que le hiciera el plato preferido de su amiga.
-Pasa, no te quedes ahí, todavía queda algo de la comida que tanto te gustaba ¿quieres?.
-Si por favor, mamita, póngame un poco.
En esto que ella lo miraba atentamente. Comenzó a sonreírse con un gesto picarón. Le recordaba desnudo frente a ella, diciéndole que ahora le tocaba a ella que él ya había hecho su parte... y cómo echó a correr, arrastrando sus ropas alrededor de la laguna. O aquella vez, que le robaron tres cigarrillos al abuelo para fumárselos en la buhardilla y que casi incendian toda la ropa de cama que había guardada para la próxima temporada.
-¿A qué te dedicas ahora Fredito?.
-Soy comercial.
-¿Comercial?, ¿de qué?.
-Pues es mejor que no lo sepas, quédate sólo con lo que te he dicho.
Ella sabía bien que debía ser algo rozando la ilegalidad aquello a lo que se dedicaba Fred. Su familia se lo había comentado. Después de andar pegando tiros en varias guerras como mercenario, había entrado a formar parte de una agencia de inteligencia, para la que trabajaba de freelance y que se dedicaba sobre todo a cosas relacionadas con información de las empresas de alto secreto, vamos, armamento. El cómo sabía esto su familia para ella era una incógnita, siempre creyó que era un mal espía el que iba andando contando sus cosas por ahí. Pero bueno, esa familia era muy peculiar, funcionaban como un clan para algunas cosas, y lo peor es que luego esas cosas las contaban a terceros, como era el caso.
-¿Y dónde has estado últimamente?
-He estado viajando, sobre todo en la zona de Asia-Pacífico. Ahí ahora mismo hay mucho trabajo. Un grupo de varias naciones están ganando mucho dinero con sus exportaciones, y cuando se tiene mucho dinero, no siempre se hace lo más adecuado, se dedican sobre todo a comprar ejércitos.
-¿Te gusta lo que haces?.
-Sí, mucho. Por cierto, que sé qué es lo que te ha traido aquí. ¿Ya lo sabe mamita?.
-La madre, asintió con un gesto.
-¡Vaya al final va a resultar que la única que no sabía el tema en cuestión era yo?
Fred y la madre, se miraron y comenzaron a reírse, cómplices en lo desconocido puesto que nunca habían hablado de ese tema y tampoco ella sabía cómo y por qué medios Fred había sabido esa historia. Suponía que era parte por su actividad actual.
-¿Qué quieres?, le espetó.
Trataba así a los hombres que no conocía, por su profesión sabía que no tenía que andarse con miramientos.
Dio un portazo y se dio la vuelta, la madre corriendo hacia ella:
-Pero hija, ¿qué has hecho?, es Fred, Alfredito, que ha venido también a ver su familia y al enterarse de que estabas aquí.
-Vaya, he metido la pata.
Abrió la puerta, y en el umbral, con la cara un poco dolorida del empujón de la puerta estaba Alfredo. Un niño con el que ella había compartido muchos primeros: su primer beso, su primer amor, su primera experiencia sexual, su primera relación, sus primeros cigarrillos. Se podría decir que fue el pistoletazo para ambos. Él era de una familia un poco mejor posicionada económicamente, tenía un espíritu aventurero que le hizo no dedicarse nunca a lo que su familia le había sugerido. Cuando tenía dieciséis se embarcó en un mercante, quería conocer mundo, luego en el ejército, luego se hizo mercenario…, y ahí le perdió la pista.
La madre le acarició la cara, le tenía mucho cariño, siempre había sido buena con su hija y con ella, cada vez que las vio mal, sacó a hurtadillas algo de comida o de sal, bacalao, café, entregándoselo a ellas a cambio de que le hiciera el plato preferido de su amiga.
-Pasa, no te quedes ahí, todavía queda algo de la comida que tanto te gustaba ¿quieres?.
-Si por favor, mamita, póngame un poco.
En esto que ella lo miraba atentamente. Comenzó a sonreírse con un gesto picarón. Le recordaba desnudo frente a ella, diciéndole que ahora le tocaba a ella que él ya había hecho su parte... y cómo echó a correr, arrastrando sus ropas alrededor de la laguna. O aquella vez, que le robaron tres cigarrillos al abuelo para fumárselos en la buhardilla y que casi incendian toda la ropa de cama que había guardada para la próxima temporada.
-¿A qué te dedicas ahora Fredito?.
-Soy comercial.
-¿Comercial?, ¿de qué?.
-Pues es mejor que no lo sepas, quédate sólo con lo que te he dicho.
Ella sabía bien que debía ser algo rozando la ilegalidad aquello a lo que se dedicaba Fred. Su familia se lo había comentado. Después de andar pegando tiros en varias guerras como mercenario, había entrado a formar parte de una agencia de inteligencia, para la que trabajaba de freelance y que se dedicaba sobre todo a cosas relacionadas con información de las empresas de alto secreto, vamos, armamento. El cómo sabía esto su familia para ella era una incógnita, siempre creyó que era un mal espía el que iba andando contando sus cosas por ahí. Pero bueno, esa familia era muy peculiar, funcionaban como un clan para algunas cosas, y lo peor es que luego esas cosas las contaban a terceros, como era el caso.
-¿Y dónde has estado últimamente?
-He estado viajando, sobre todo en la zona de Asia-Pacífico. Ahí ahora mismo hay mucho trabajo. Un grupo de varias naciones están ganando mucho dinero con sus exportaciones, y cuando se tiene mucho dinero, no siempre se hace lo más adecuado, se dedican sobre todo a comprar ejércitos.
-¿Te gusta lo que haces?.
-Sí, mucho. Por cierto, que sé qué es lo que te ha traido aquí. ¿Ya lo sabe mamita?.
-La madre, asintió con un gesto.
-¡Vaya al final va a resultar que la única que no sabía el tema en cuestión era yo?
Fred y la madre, se miraron y comenzaron a reírse, cómplices en lo desconocido puesto que nunca habían hablado de ese tema y tampoco ella sabía cómo y por qué medios Fred había sabido esa historia. Suponía que era parte por su actividad actual.
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#34 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Aunque no diga na, sigo el hilo con mucho interes, menudo escritor que estas hecho
Eso si, como me dejes a medio la historia voy pa ya y la lio
Vss
Eso si, como me dejes a medio la historia voy pa ya y la lio
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#35 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
El médico, que había recibo muchas asignaciones económicas para investigaciones de todo tipo le fue directo:
-Su salud es frágil, pero aún lo es más su estado anímico, la primera se puede tratar, pero la segunda no es cosa nuestra.
-Gracias.
Lo cierto es que dentro del desamor que existe en los matrimonios convencionales por dinero, por el mantenimiento de grandes industrias, el suyo no había sido algo distinto. Se conocían de pequeños, pero no habían entrado en contacto hasta que las dos empresas decidieron, para afrontar con más garantías la incorporación de nuevos países a la Comunidad Económica Europea fusionarse, o mejor dicho que la más débil fuese absorbida por la más grande, y como sellado del pacto, el matrimonio de los dos primogénitos.
La idea a ella, le repugnaba:
-Sinceramente padre, no sé como te atreves siquiera a planteármelo. Mi felicidad está por encima de tus negocios.
Al final claudicó, los intereses de tantos empleados le empezaron a quitar el sueño, eso y el que le atraía el díscolo hijo de la otra familia, ese que se quitó de la circulación sin ningún reparo durante un par de años. Es lo que a ella, si hubiera reunido el valor suficiente, le rondaba continuamente la cabeza, falta de valor, suponía.
Como toda transacción, la boda fue un acto protocolario. Amor, lo que se dice amor, no sabía ella muy bien qué significaba. Se encontraba bien cuando su marido estaba cerca, y cuando no. Muy pronto comenzaron a dormir en habitaciones separadas. Era mejor, pensaba ella, era muy grande y no le gustaba que se le echasen encima en plena noche, cuando se encontraba en un narcotizado sueño.
Sus hijos, esos extraños repelentes, contestatarios y mal criados, pronto desaparecieron de casa. Tenía, pues, mucho tiempo libre, que repartió entre gente del servicio, convenientemente seleccionado por ella, profesores de toda índole: equitación, relajación y algún que otro deporte al que se dedicaba con igual pasión que desinterés si el tutor no merecía la pena.
De lo que hacía por su parte su marido no tenía ni idea, hablaban más en las fiestas de la empresa, en algún ágape con motivo de algún cumpleaños, que en casa. Su contacto personal se redujo a la procreación de unos herederos para el guisado empresarial. Además que supo muy pronto que su marido no había olvidado a la aldeana con la que pasó los años en los que anduvo perdido.
Algunas veces, reía para sí, cuando sus hijos comenzaron a crecer y ver que ninguno de ellos podría hacerse cargo. El mayor, preocupado por la pintura y la equitación. La mediana por la última colonia y el modelito presentado en N.Y., y el pequeño, el más rebelde, peleado con todo el mundo sin saber muy bien por qué. ¡Vaya tropa!, se decía.
Conforme fue cumpliendo años, la vida se le fue haciendo más cuesta arriba, como si sintiese que no le había merecido la pena estar aquí, como si todo se le hubiese puesto de espaldas. A partir de ese momento comenzó su depresión. Eso aceleró su envejecimiento exterior, su muerte interior ya existía, su familia era propensa a los infartos, varios familiares directos estuvieron abonados y ella estaba convencida que en el reparto de guiones, le había tocado ese casi con toda seguridad.
No le extrañó por lo tanto, que un día, después de una leve sesión de paddle, tras mantener un contacto íntimo con su monitor, comenzase a notar un hormigueo en el brazo izquierdo, un frío intenso le recorría el brazo y falta de aire. Agarró a su compañero y le dijo que no se demorase en llamar a la oficina de su marido, ellos sabrían que hacer en ese caso.
-Su salud es frágil, pero aún lo es más su estado anímico, la primera se puede tratar, pero la segunda no es cosa nuestra.
-Gracias.
Lo cierto es que dentro del desamor que existe en los matrimonios convencionales por dinero, por el mantenimiento de grandes industrias, el suyo no había sido algo distinto. Se conocían de pequeños, pero no habían entrado en contacto hasta que las dos empresas decidieron, para afrontar con más garantías la incorporación de nuevos países a la Comunidad Económica Europea fusionarse, o mejor dicho que la más débil fuese absorbida por la más grande, y como sellado del pacto, el matrimonio de los dos primogénitos.
La idea a ella, le repugnaba:
-Sinceramente padre, no sé como te atreves siquiera a planteármelo. Mi felicidad está por encima de tus negocios.
Al final claudicó, los intereses de tantos empleados le empezaron a quitar el sueño, eso y el que le atraía el díscolo hijo de la otra familia, ese que se quitó de la circulación sin ningún reparo durante un par de años. Es lo que a ella, si hubiera reunido el valor suficiente, le rondaba continuamente la cabeza, falta de valor, suponía.
Como toda transacción, la boda fue un acto protocolario. Amor, lo que se dice amor, no sabía ella muy bien qué significaba. Se encontraba bien cuando su marido estaba cerca, y cuando no. Muy pronto comenzaron a dormir en habitaciones separadas. Era mejor, pensaba ella, era muy grande y no le gustaba que se le echasen encima en plena noche, cuando se encontraba en un narcotizado sueño.
Sus hijos, esos extraños repelentes, contestatarios y mal criados, pronto desaparecieron de casa. Tenía, pues, mucho tiempo libre, que repartió entre gente del servicio, convenientemente seleccionado por ella, profesores de toda índole: equitación, relajación y algún que otro deporte al que se dedicaba con igual pasión que desinterés si el tutor no merecía la pena.
De lo que hacía por su parte su marido no tenía ni idea, hablaban más en las fiestas de la empresa, en algún ágape con motivo de algún cumpleaños, que en casa. Su contacto personal se redujo a la procreación de unos herederos para el guisado empresarial. Además que supo muy pronto que su marido no había olvidado a la aldeana con la que pasó los años en los que anduvo perdido.
Algunas veces, reía para sí, cuando sus hijos comenzaron a crecer y ver que ninguno de ellos podría hacerse cargo. El mayor, preocupado por la pintura y la equitación. La mediana por la última colonia y el modelito presentado en N.Y., y el pequeño, el más rebelde, peleado con todo el mundo sin saber muy bien por qué. ¡Vaya tropa!, se decía.
Conforme fue cumpliendo años, la vida se le fue haciendo más cuesta arriba, como si sintiese que no le había merecido la pena estar aquí, como si todo se le hubiese puesto de espaldas. A partir de ese momento comenzó su depresión. Eso aceleró su envejecimiento exterior, su muerte interior ya existía, su familia era propensa a los infartos, varios familiares directos estuvieron abonados y ella estaba convencida que en el reparto de guiones, le había tocado ese casi con toda seguridad.
No le extrañó por lo tanto, que un día, después de una leve sesión de paddle, tras mantener un contacto íntimo con su monitor, comenzase a notar un hormigueo en el brazo izquierdo, un frío intenso le recorría el brazo y falta de aire. Agarró a su compañero y le dijo que no se demorase en llamar a la oficina de su marido, ellos sabrían que hacer en ese caso.
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#36 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Este post está genial, seria interesante tb hacer un relato entre todos, es decir, uno comienza una historia y cada uno puede ir añadiendo su aportación a la historia.
[color=#FF0080]La vida no se mide por las veces que respiras....sino por los momentos que te dejan sin aliento
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#37 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
-La opinión sobre vosotras, sé que no me la vas a dar, puesto que tú también entrarías ahí.
-A las mujeres no hay que entenderlas, hay….
La interrumpío con un gesto de desdén, algo así como ¡ya está ésta también con la cantinela!. Ella ante ese gesto se calló inmediatamente y se lo quedó mirando, se extrañó del ademán.
-¿Por qué haces ese gesto?.
-Tengo un amiga que siempre me recuerda eso mismo que tú ibas a decir.
-¿Y qué iba a decir?.
-Pues que hay que quereros.
-Prejuzgas, no me gusta eso. Deja hablar y luego opinas. No es así. La frase correcta es, a las mujeres no hay que entenderlas, hay que escucharlas.
Él se quedó perplejo, siempre había discutido la otra versión, la que situaba al hombre en un segundo plano, muy incómodo, era algo así como una inversión de papeles. Su opinión es que no era posible querer a quien no comprendía. Pero así cambiaba mucho, en realidad, todo.
-¡Vaya!, eso sí que me gusta, aseveró. Escuchar, quizás más que hablar es una cualidad no sólo deseable y en desuso. Andamos demasiado pagados de nosotros mismos y no nos paramos a escuchar qué nos dice quien tenemos delante.
-Claro, y tú por lo que acabas de demostrar, entras en ese perfil de forma total.
-Sí. Tienes razón, te he cortado la frase sin dejar que la terminaras. Mis perjuicios me han podido. Lo siento.
-Escuchar, por mi experiencia personal, es algo que los hombres no soleis hacer con las mujeres. Por lo común nos cuesta hablar, y es que hay poco que hablar con vosotros. Vuestra vehemencia, esa testosterona que os sale por las orejas…., no sé. Sois muy cortitos.
-¡Eh!, ¡creo que ese comentario sobra!. Ahora la que prejuzgas eres tú. Cuando se generaliza siempre se miente.
-Mi experiencia personal ha sido así. Cuando quieras hacemos la prueba. ¿Crees que si nuestro encuentro hubiera sido al revés ahora mismo estaríamos aquí sentados?.
-No entiendo a qué te refieres.
-Me refiero a que si hubieses sito tú el visitante y yo la lugareña, piensas que yo hubiese aceptado subirme a tu coche.
-¿Dices, entonces, que yo me he subido a tu coche porque eres una mujer muy agradable de ver?.
-Algo así.
-Me parece que acabas de prejuzgarme por segunda vez. Así que me parece que en cuanto acabe esta copa me marcho.
La verdad es que no le apetecía, se encontraba realmente a gusto allí. Y verdaderamente, él también pensaba como ella. Simplemente lo que le pasaba era que la verdad, como suele suceder, duele. Y sobre todo porque él era un convencido radical de la simpleza del mecanismo mental de los hombres, muy distinto, por lo general del de la mujer.
-Bueno hombre, no quiero decir que contigo sea así. Tampoco pretendía molestarte con mi comentario, simplemente que hombres y mujeres, por lo general coincidiendo con el objetivo, nos movemos en la vida por intereses distintos.
-Creo que en la misma situación, si hubiese sido un hombre, hubiera hecho lo mismo.
-¿Habrías quedado para más tarde con él?.
-Jajajajaja, desde luego como eres. Me refiero…
-¡Ya!, lo interrumpió ella. En definitiva el ser amable y educado no tiene que ver con el sexo de la persona, sino más bien con reglas de cortesía que en la actualidad se han olvidado.
Las copas se repitieron durante las horas que estuvieron allí sentados, bebidas que conforme fue cayendo el sol incrementaron su grado alcohólico. Era costumbre en ese lugar que así fuera, siempre evidentemente, con conocimiento de quien bebía, y ellos dos asintieron a la propuesta del camarero.
Tras esa pequeña crisis, la conversación se centró en algo de la vida de ambos, muy superficialmente tocada, no era la ocasión y tampoco importaba demasiado. También se comentó algo de la actividad profesional, ahí es donde él supo que el contacto de ella era precisamente el exnovio de Águeda, ya que era su empresa la que había demandado sus servicios, una construcción, de no sabía bien qué en China era la que exigía la concesión del certificado que iban a obtener con la participación de esta pelirroja peligrosa que tenía delante….., y que ciertamente le intrigaba, no sólo por su apariencia externa sino también por su forma de desenvolverse ante él.
-A las mujeres no hay que entenderlas, hay….
La interrumpío con un gesto de desdén, algo así como ¡ya está ésta también con la cantinela!. Ella ante ese gesto se calló inmediatamente y se lo quedó mirando, se extrañó del ademán.
-¿Por qué haces ese gesto?.
-Tengo un amiga que siempre me recuerda eso mismo que tú ibas a decir.
-¿Y qué iba a decir?.
-Pues que hay que quereros.
-Prejuzgas, no me gusta eso. Deja hablar y luego opinas. No es así. La frase correcta es, a las mujeres no hay que entenderlas, hay que escucharlas.
Él se quedó perplejo, siempre había discutido la otra versión, la que situaba al hombre en un segundo plano, muy incómodo, era algo así como una inversión de papeles. Su opinión es que no era posible querer a quien no comprendía. Pero así cambiaba mucho, en realidad, todo.
-¡Vaya!, eso sí que me gusta, aseveró. Escuchar, quizás más que hablar es una cualidad no sólo deseable y en desuso. Andamos demasiado pagados de nosotros mismos y no nos paramos a escuchar qué nos dice quien tenemos delante.
-Claro, y tú por lo que acabas de demostrar, entras en ese perfil de forma total.
-Sí. Tienes razón, te he cortado la frase sin dejar que la terminaras. Mis perjuicios me han podido. Lo siento.
-Escuchar, por mi experiencia personal, es algo que los hombres no soleis hacer con las mujeres. Por lo común nos cuesta hablar, y es que hay poco que hablar con vosotros. Vuestra vehemencia, esa testosterona que os sale por las orejas…., no sé. Sois muy cortitos.
-¡Eh!, ¡creo que ese comentario sobra!. Ahora la que prejuzgas eres tú. Cuando se generaliza siempre se miente.
-Mi experiencia personal ha sido así. Cuando quieras hacemos la prueba. ¿Crees que si nuestro encuentro hubiera sido al revés ahora mismo estaríamos aquí sentados?.
-No entiendo a qué te refieres.
-Me refiero a que si hubieses sito tú el visitante y yo la lugareña, piensas que yo hubiese aceptado subirme a tu coche.
-¿Dices, entonces, que yo me he subido a tu coche porque eres una mujer muy agradable de ver?.
-Algo así.
-Me parece que acabas de prejuzgarme por segunda vez. Así que me parece que en cuanto acabe esta copa me marcho.
La verdad es que no le apetecía, se encontraba realmente a gusto allí. Y verdaderamente, él también pensaba como ella. Simplemente lo que le pasaba era que la verdad, como suele suceder, duele. Y sobre todo porque él era un convencido radical de la simpleza del mecanismo mental de los hombres, muy distinto, por lo general del de la mujer.
-Bueno hombre, no quiero decir que contigo sea así. Tampoco pretendía molestarte con mi comentario, simplemente que hombres y mujeres, por lo general coincidiendo con el objetivo, nos movemos en la vida por intereses distintos.
-Creo que en la misma situación, si hubiese sido un hombre, hubiera hecho lo mismo.
-¿Habrías quedado para más tarde con él?.
-Jajajajaja, desde luego como eres. Me refiero…
-¡Ya!, lo interrumpió ella. En definitiva el ser amable y educado no tiene que ver con el sexo de la persona, sino más bien con reglas de cortesía que en la actualidad se han olvidado.
Las copas se repitieron durante las horas que estuvieron allí sentados, bebidas que conforme fue cayendo el sol incrementaron su grado alcohólico. Era costumbre en ese lugar que así fuera, siempre evidentemente, con conocimiento de quien bebía, y ellos dos asintieron a la propuesta del camarero.
Tras esa pequeña crisis, la conversación se centró en algo de la vida de ambos, muy superficialmente tocada, no era la ocasión y tampoco importaba demasiado. También se comentó algo de la actividad profesional, ahí es donde él supo que el contacto de ella era precisamente el exnovio de Águeda, ya que era su empresa la que había demandado sus servicios, una construcción, de no sabía bien qué en China era la que exigía la concesión del certificado que iban a obtener con la participación de esta pelirroja peligrosa que tenía delante….., y que ciertamente le intrigaba, no sólo por su apariencia externa sino también por su forma de desenvolverse ante él.
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#38 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
-Tienes suerte mi lunarcito, seguramente la próxima vez que nos veamos no nos podamos ni siquiera dirigir la palabra.
-¿Que no voy a poder hablarte?, desde luego Fredito que tanto viajar para terminar volviéndote tonto del todo.
-Me gustaría pensar que la vida no nos va a llevar por caminos divergentes, que no nos va a enfrentar en una lucha, que permitirá que sigamos siendo lo que en un momento fuimos.
Dejó de mirarla a la cara y alzó los ojos por encima de la cabeza de Melina, tenía muchos datos de ella, de Wolfgang, del finolis español que iba a hacerse cargo de la empresa en China. De cómo hábilmente se habían posicionado, y desde cero, en ese difícil país. Pagando, sí, no había otra forma de hacer esas cosas, pero también recibiendo mucho más que otras empresas que llevaban años en el sector.
Personalmente no le afectaba, pensaba que el dinero era sólo un medio para vivir bien, lo mejor posible, y si no lo ganaba uno, lo ganaba otro. Las multinacionales sólo miran para su ombligo, para el del consejo de administración, el del presidente ejecutivo y sus secuaces. Hablaban a menudo de rentabilidad de los inversionistas, ¡ja!, a ver quiénes eran los que gozaban de viajes “full pay”, pensiones millonarias, propiedades en las mejores zonas de montaña, playa, ciudad…..
Lo que si le hería como un hierro al rojo era que gente que pertenecía a su vida pasase al enemigo, aunque fuese de forma circunstancial.
-¡Desde luego que cómo sois!. Ya he tenido bastante con la carta del amigo de mi madre, para que ahora vengas tú también con cosas raras, venga negro vámonos al pueblo a tomar algo. ¡Vamos a matar de envidia a nuestros paisanos!. Pero sólo un poquitito, que en el fondo son nuestra gente.
-¡Venga!, me parece bien, pero antes déjame que pruebe la comida que me estará poniendo tu madre en la mesa.
-Te acompaño, me quedé con hambre.
En previsión la madre había colocado un cuenco grande, a modo de ensaladera en medio de la mesa, había dispuesto a cada esquina unos cucharones grandes. Unos grandes vasos de agua repletos de gaseosa con algo de limón y cubitos de hielo.
La mesa era pequeña, casi no cabía todo lo que había. Con miradas de complicidad, algo de gula y una sonrisa fueron comiendo casi sin descanso toda la fuente. Esa carne deshecha por el fuego del carbón, esas patatas enteras pero tiernas….
Cuando acabaron se cogieron de la mano como hacían cuando eran niños y se fueron caminando hacia el centro, a hacer la típica ronda del pueblo: ahora el casino, ahora la tienda de comestibles, ahora al frutero, ahora a la mercería. No compraban nada, simplemente entraban en el comercio, saludaban a los que allí se encontraban que los miraban con una mezcla de curiosidad y distancia. Ellos cada vez se reían más, recordaban cuando entraban en esas tiendas a pedir algo, un paquete abierto de golosinas, una pera picada, cordel de restos para la caña de pescar….
Cuando hubieron acabado se dirigieron a la zona en la que estaban los bares, zonas en las que a esas horas sólo había adolescentes que los veían como viejos...., ellos siguieron riendo. Era lo mismo que habían pensado ellos algunos años antes de otros. Tomaron alguna bebida, se hicieron varias confidencias, pero sobre todo se divirtieron sin pensar en qué pasaría al día siguiente, porque lo único que existía en ese momento eran ellos dos.
Cuando ya la noche hizo su aparición Fred rodeó con su brazo la cintura de Melina, la besó en la mejilla y le dijo:
-¡Vamos!, ¡vamos al lago!.
-¿Que no voy a poder hablarte?, desde luego Fredito que tanto viajar para terminar volviéndote tonto del todo.
-Me gustaría pensar que la vida no nos va a llevar por caminos divergentes, que no nos va a enfrentar en una lucha, que permitirá que sigamos siendo lo que en un momento fuimos.
Dejó de mirarla a la cara y alzó los ojos por encima de la cabeza de Melina, tenía muchos datos de ella, de Wolfgang, del finolis español que iba a hacerse cargo de la empresa en China. De cómo hábilmente se habían posicionado, y desde cero, en ese difícil país. Pagando, sí, no había otra forma de hacer esas cosas, pero también recibiendo mucho más que otras empresas que llevaban años en el sector.
Personalmente no le afectaba, pensaba que el dinero era sólo un medio para vivir bien, lo mejor posible, y si no lo ganaba uno, lo ganaba otro. Las multinacionales sólo miran para su ombligo, para el del consejo de administración, el del presidente ejecutivo y sus secuaces. Hablaban a menudo de rentabilidad de los inversionistas, ¡ja!, a ver quiénes eran los que gozaban de viajes “full pay”, pensiones millonarias, propiedades en las mejores zonas de montaña, playa, ciudad…..
Lo que si le hería como un hierro al rojo era que gente que pertenecía a su vida pasase al enemigo, aunque fuese de forma circunstancial.
-¡Desde luego que cómo sois!. Ya he tenido bastante con la carta del amigo de mi madre, para que ahora vengas tú también con cosas raras, venga negro vámonos al pueblo a tomar algo. ¡Vamos a matar de envidia a nuestros paisanos!. Pero sólo un poquitito, que en el fondo son nuestra gente.
-¡Venga!, me parece bien, pero antes déjame que pruebe la comida que me estará poniendo tu madre en la mesa.
-Te acompaño, me quedé con hambre.
En previsión la madre había colocado un cuenco grande, a modo de ensaladera en medio de la mesa, había dispuesto a cada esquina unos cucharones grandes. Unos grandes vasos de agua repletos de gaseosa con algo de limón y cubitos de hielo.
La mesa era pequeña, casi no cabía todo lo que había. Con miradas de complicidad, algo de gula y una sonrisa fueron comiendo casi sin descanso toda la fuente. Esa carne deshecha por el fuego del carbón, esas patatas enteras pero tiernas….
Cuando acabaron se cogieron de la mano como hacían cuando eran niños y se fueron caminando hacia el centro, a hacer la típica ronda del pueblo: ahora el casino, ahora la tienda de comestibles, ahora al frutero, ahora a la mercería. No compraban nada, simplemente entraban en el comercio, saludaban a los que allí se encontraban que los miraban con una mezcla de curiosidad y distancia. Ellos cada vez se reían más, recordaban cuando entraban en esas tiendas a pedir algo, un paquete abierto de golosinas, una pera picada, cordel de restos para la caña de pescar….
Cuando hubieron acabado se dirigieron a la zona en la que estaban los bares, zonas en las que a esas horas sólo había adolescentes que los veían como viejos...., ellos siguieron riendo. Era lo mismo que habían pensado ellos algunos años antes de otros. Tomaron alguna bebida, se hicieron varias confidencias, pero sobre todo se divirtieron sin pensar en qué pasaría al día siguiente, porque lo único que existía en ese momento eran ellos dos.
Cuando ya la noche hizo su aparición Fred rodeó con su brazo la cintura de Melina, la besó en la mejilla y le dijo:
-¡Vamos!, ¡vamos al lago!.
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#39 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
EL FRANCES.
jod*r Carlos, déjame que te lo cuente. No aguanto más. Escúchame. De verdad que aquella noche vi algo increíble, recuerdo cada momento de la escena como si lo estuviera viviendo de nuevo. Me persigue la imagen del Francés cada segundo. A veces ya no sé, si fue real, si lo soñé…no sé si lo que siento es ansiedad, miedo o si me estoy volviendo loco, pero no he vuelto a dormir desde el martes.
La tormenta se cerró sobre la vieja casona de los Pérez. Junto al camino del pozo. No había luna y no pude identificar bien los rostros de aquellos tipos. La tenue luz del farol mugriento mecido por el viento, apenas alumbraba unos metros y sólo la voz del Francés superaba el murmullo de los demás sujetos siniestros que allí se dieron cita. El jardín abandonado olía a tierra mojada y a mugre. Creí reconocer unas seis o siete almas, mas la mía, que pensé que se me escapaba del cuerpo cuando el Francés empezó a repartir leña.
Dirigiéndose al más alto de los siniestros, le dijo: “ Tienes algo que me pertenece” . No tengo ni idea de que hacia el Francés allí, que objeto reclamaba, ni quiénes eran los demás. Pero supe desde el principio que allí iba a haber algo más que palabras.
Una negativa, un trueno sobrenatural. El cielo se rompe y descarga sobre el viejo jardín, todo el agua del planeta. Nunca vi llover así. Los relámpagos iluminaban la cara del Frances, como un foco intermitente que alumbra un artista macabro en el escenario del fin de los tiempos. Primer golpe. Chasquidos de huesos rotos y gritos desgarrados de dolor ponen música a la noche. Comienza el baile. Vi como el francés atravesaba con sus manos el abdomen de uno de aquellos tipos. jod*r, le sacó las tripas con una mano!! Lo vi todo desde la reja del camino. No estoy loco, lo vi todo, Carlos.
Alguien disparó. Recuerdo el brazo del Francés sangrando a la altura del codo. Créeme Carlos, pero ese tipo le arrancó la cabeza de un puñetazo al desgraciado de la pipa, con el mismo brazo en el que había recibido el balazo decimas de segundo antes. Vi la cabeza rodar hasta quedar inerte bajo el viejo farol. En apenas unos segundos, acabó con todos sin más arma que sus manos. Cada golpe, un muerto. Era tan rápido que casi no daba tiempo a ver sus letales movimientos. Ese tío no es de Francia, no es de este mundo. Te lo juro Carlos. Vi las sombras de los cadáveres y los trozos de aquellos tipos esparcidos por el suelo, entre la hierba y los charcos. Si en lugar de seis, hubieran sido sesenta hombres, habrían tenido idéntico final. Después un silencio perfecto. No volví a ver al Francés o lo que fuera aquel tipo. Corrí camino abajo, tan rápido como pude, sin volver la vista atrás.
coñ*, Javier, me estas acojonando. Le dije. Mira, hago un café y damos una vuelta por la casona de los Perez. Si lo que cuentas ocurrió en realidad, quedará alguna evidencia allí. No dudo de tus palabras, pero ayer mismo estuve con el Frances, y te puedo garantizar, que no tenia ningún balazo en ningún sitio. Estaba bebiendo en la taberna del puerto, como siempre. Debes tranquilizarte, Javier., y coge ya el pu*o móvil, que me está poniendo nervioso a mi también, jod*r.
Javier descolgó su viejo telefono celular y escuchó una voz grave que decía: “ Tienes algo que me pertenece”…
jod*r Carlos, déjame que te lo cuente. No aguanto más. Escúchame. De verdad que aquella noche vi algo increíble, recuerdo cada momento de la escena como si lo estuviera viviendo de nuevo. Me persigue la imagen del Francés cada segundo. A veces ya no sé, si fue real, si lo soñé…no sé si lo que siento es ansiedad, miedo o si me estoy volviendo loco, pero no he vuelto a dormir desde el martes.
La tormenta se cerró sobre la vieja casona de los Pérez. Junto al camino del pozo. No había luna y no pude identificar bien los rostros de aquellos tipos. La tenue luz del farol mugriento mecido por el viento, apenas alumbraba unos metros y sólo la voz del Francés superaba el murmullo de los demás sujetos siniestros que allí se dieron cita. El jardín abandonado olía a tierra mojada y a mugre. Creí reconocer unas seis o siete almas, mas la mía, que pensé que se me escapaba del cuerpo cuando el Francés empezó a repartir leña.
Dirigiéndose al más alto de los siniestros, le dijo: “ Tienes algo que me pertenece” . No tengo ni idea de que hacia el Francés allí, que objeto reclamaba, ni quiénes eran los demás. Pero supe desde el principio que allí iba a haber algo más que palabras.
Una negativa, un trueno sobrenatural. El cielo se rompe y descarga sobre el viejo jardín, todo el agua del planeta. Nunca vi llover así. Los relámpagos iluminaban la cara del Frances, como un foco intermitente que alumbra un artista macabro en el escenario del fin de los tiempos. Primer golpe. Chasquidos de huesos rotos y gritos desgarrados de dolor ponen música a la noche. Comienza el baile. Vi como el francés atravesaba con sus manos el abdomen de uno de aquellos tipos. jod*r, le sacó las tripas con una mano!! Lo vi todo desde la reja del camino. No estoy loco, lo vi todo, Carlos.
Alguien disparó. Recuerdo el brazo del Francés sangrando a la altura del codo. Créeme Carlos, pero ese tipo le arrancó la cabeza de un puñetazo al desgraciado de la pipa, con el mismo brazo en el que había recibido el balazo decimas de segundo antes. Vi la cabeza rodar hasta quedar inerte bajo el viejo farol. En apenas unos segundos, acabó con todos sin más arma que sus manos. Cada golpe, un muerto. Era tan rápido que casi no daba tiempo a ver sus letales movimientos. Ese tío no es de Francia, no es de este mundo. Te lo juro Carlos. Vi las sombras de los cadáveres y los trozos de aquellos tipos esparcidos por el suelo, entre la hierba y los charcos. Si en lugar de seis, hubieran sido sesenta hombres, habrían tenido idéntico final. Después un silencio perfecto. No volví a ver al Francés o lo que fuera aquel tipo. Corrí camino abajo, tan rápido como pude, sin volver la vista atrás.
coñ*, Javier, me estas acojonando. Le dije. Mira, hago un café y damos una vuelta por la casona de los Perez. Si lo que cuentas ocurrió en realidad, quedará alguna evidencia allí. No dudo de tus palabras, pero ayer mismo estuve con el Frances, y te puedo garantizar, que no tenia ningún balazo en ningún sitio. Estaba bebiendo en la taberna del puerto, como siempre. Debes tranquilizarte, Javier., y coge ya el pu*o móvil, que me está poniendo nervioso a mi también, jod*r.
Javier descolgó su viejo telefono celular y escuchó una voz grave que decía: “ Tienes algo que me pertenece”…
- BLASFEMAN
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#40 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Que tio mas chungo
Vss
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#41 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Y allí se terminó encontrando, prostrada en una cama de cuidados intensivos, con bip-bip-bip sonando de una forma incómodamente repetitiva. Se le acercó uno de los médicos de guardia esa noche, le hizo una serie de preguntas para ver si seguía consciente, miró las pantallas que tenía justo encima de ella.
Le ajustó uno de los goteros abriéndolo. Notó como un líquido frío entraba por su brazo izquierdo, le recorría el hombro, pasaba hacia el corazón, una sensación extraña. Ahí le perdió la pista, pero justo en ese momento se paró el tiempo, veía como le costaba mantener abiertos los ojos, sentía una presencia cerca, pero no podía adivinar ahora quien era, sólo que desprendía un agradable olor, fresco, intentó hacer una muesca a la manera de leve sonrisa, pero no le importó demasiado no terminar de reírse, sí ese era Wolfgang.
Había estado pensando en su vida, teniéndolo todo, en realidad se encontraba vacía, debía poner remedio a eso, pero en otro momento, ahora no podía pensar con claridad, entró en un profundo sueño, hacía rato que no sentía los brazos, la cabeza le levitaba y las piernas estaban demasiado lejos de su cuerpo como para preocuparse por ellas ahora.
Un trasiego de bandejas, a alguien se le había caído una máquina al suelo debido a que tropezó con un saliente que habían formado dos losetas que se despegaron al hacer pasar la última camilla.
Su máquina de bips se agitó de pronto, ¿qué hace este cacharro?, se preguntaba, ¿es que tiene vida propia?, ¡si me encuentro mejor que nunca!. Ya no me duelen ni la cabeza, ni los brazos, ¿y los pies?, los sigo sin sentir.
-¡Ah mira!, ahí están mis hijos. La verdad es que no he sido una madre de verdad. Pero creo que tendré que poner remedio. Pero, pero, ¿por qué lloran?, ¿por qué me miran?, ¿no me ven?. ¡Ehhhh!.
Un médico les estaba dando el parte de noche, su madre no superó la repetición del último infarto, los masajes cardíacos, las descargas…, todo fue en vano. Les dijo que todos ellos debían someterse a un reconocimiento médico, el tipo de infarto tenía un componente hereditario y sólo era para descartar problemas futuros.
No lloraron cuando recibieron esa noticia, la verdad es que sólo tenían afecto por esa extraña a la que sólo veían brevemente en las fiestas, con la que no habían compartido ni siquiera sus propios cumpleaños. Tampoco recordaban un gesto de cariño, una palabra amable. Cubrían el protocolo, era su madre y debían estar, pero querían más a alguna de las mujeres de servicio que cuidaron cuando se pusieron enfermos, que les corregían las tareas escolares, que les dieron todo el cariño que habían podido encontrar mientras estuvieron en casa.
Entró Wolfgang y se colocó delante de ella, posó su mano sobre su cabeza y le dijo unas palabras que ella no entendió, no oía nada, le pidió que gritara, pero tampoco él la escuchó. Vio brotar una lágrima de los ojos de su marido, no recordaba tal evento. Algo debía estar pasando.
-Pero, pero qué es esto, ¿por qué me han quitado todos los aparatos?. ¿Por qué no me han tomado la tensión?, ¡qué raro!.
Entraron unos celadores, la coloraron en una cama dura y comenzaron a ponerle un sudario.
-¿Qué raro?, ¿sigo sin sentir nada todavía?.
Cuando hubieron acabado, la sacaron de esa unidad y la trasladaron a una unidad intermedia antes de llevarla al Tanatorio.
-¿Por qué no me llevan a casa?.
-Creo que esto ya sé por qué me lo están haciendo. Me parece que ya sé porque no siento nada.
-¡Eh chicos!, ¡eh Wolfgang!, estoy bien, muy bien. Os espero, he sido un ser humano más, ¡ vivid la vida!, hacer todo lo que podáis y la enriquezca.
Le ajustó uno de los goteros abriéndolo. Notó como un líquido frío entraba por su brazo izquierdo, le recorría el hombro, pasaba hacia el corazón, una sensación extraña. Ahí le perdió la pista, pero justo en ese momento se paró el tiempo, veía como le costaba mantener abiertos los ojos, sentía una presencia cerca, pero no podía adivinar ahora quien era, sólo que desprendía un agradable olor, fresco, intentó hacer una muesca a la manera de leve sonrisa, pero no le importó demasiado no terminar de reírse, sí ese era Wolfgang.
Había estado pensando en su vida, teniéndolo todo, en realidad se encontraba vacía, debía poner remedio a eso, pero en otro momento, ahora no podía pensar con claridad, entró en un profundo sueño, hacía rato que no sentía los brazos, la cabeza le levitaba y las piernas estaban demasiado lejos de su cuerpo como para preocuparse por ellas ahora.
Un trasiego de bandejas, a alguien se le había caído una máquina al suelo debido a que tropezó con un saliente que habían formado dos losetas que se despegaron al hacer pasar la última camilla.
Su máquina de bips se agitó de pronto, ¿qué hace este cacharro?, se preguntaba, ¿es que tiene vida propia?, ¡si me encuentro mejor que nunca!. Ya no me duelen ni la cabeza, ni los brazos, ¿y los pies?, los sigo sin sentir.
-¡Ah mira!, ahí están mis hijos. La verdad es que no he sido una madre de verdad. Pero creo que tendré que poner remedio. Pero, pero, ¿por qué lloran?, ¿por qué me miran?, ¿no me ven?. ¡Ehhhh!.
Un médico les estaba dando el parte de noche, su madre no superó la repetición del último infarto, los masajes cardíacos, las descargas…, todo fue en vano. Les dijo que todos ellos debían someterse a un reconocimiento médico, el tipo de infarto tenía un componente hereditario y sólo era para descartar problemas futuros.
No lloraron cuando recibieron esa noticia, la verdad es que sólo tenían afecto por esa extraña a la que sólo veían brevemente en las fiestas, con la que no habían compartido ni siquiera sus propios cumpleaños. Tampoco recordaban un gesto de cariño, una palabra amable. Cubrían el protocolo, era su madre y debían estar, pero querían más a alguna de las mujeres de servicio que cuidaron cuando se pusieron enfermos, que les corregían las tareas escolares, que les dieron todo el cariño que habían podido encontrar mientras estuvieron en casa.
Entró Wolfgang y se colocó delante de ella, posó su mano sobre su cabeza y le dijo unas palabras que ella no entendió, no oía nada, le pidió que gritara, pero tampoco él la escuchó. Vio brotar una lágrima de los ojos de su marido, no recordaba tal evento. Algo debía estar pasando.
-Pero, pero qué es esto, ¿por qué me han quitado todos los aparatos?. ¿Por qué no me han tomado la tensión?, ¡qué raro!.
Entraron unos celadores, la coloraron en una cama dura y comenzaron a ponerle un sudario.
-¿Qué raro?, ¿sigo sin sentir nada todavía?.
Cuando hubieron acabado, la sacaron de esa unidad y la trasladaron a una unidad intermedia antes de llevarla al Tanatorio.
-¿Por qué no me llevan a casa?.
-Creo que esto ya sé por qué me lo están haciendo. Me parece que ya sé porque no siento nada.
-¡Eh chicos!, ¡eh Wolfgang!, estoy bien, muy bien. Os espero, he sido un ser humano más, ¡ vivid la vida!, hacer todo lo que podáis y la enriquezca.
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#42 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Recuerdo aquella pieza de cuero. No valía mucho. Es más. Desgastado y oscurecido tras años de vida miserable, entre los bolsillos de mis pantalones, cada vez presentabas un aspecto mas mugriento y decadente. Oh ...cómo te echo de menos, pequeño objeto insensible. Si tu supieras, lo que te añoro...Nunca un trozo de piel , pudo entender semejante sentimiento tan alto y profundo. ¿dónde estas viejo amigo? ¿donde quedaron aquellas noches infinitas...los viajes por los paises perdidos>?...pedazo de cabr*n, llavero de mi*rda...¿me puedes explicar que te he hecho yo, para estar en la pu*a calle en pelotas? Cuando te coja, te vas a enterar...
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#43 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
El bombo de la lavadora gira sin parar. Es el unico bombo de casa. De hecho, ese giro robótico e hipnótico, ya nunca será lo mismo. Por más que lo intento, no puedo dejar de asociar el ronroneo de la maquina lavadora, contigo. No puedo olvidar como vibraba tu cuerpo al son del programa de algodon...el centrifugado.
Ohhh el centrifugado fue algo ascetico, mistico, poético...nunca nadie centrifugó de tal manera. Los vecinos aun lo recuerdan. No se habla de otra cosa en el barrio. Mi lavadora está sola ahora. Toda mi ropa está sucia, todo mi cuerpo esta tan sucio como mi mente y la ropa...cuando te coja te vas a enterar.
Ohhh el centrifugado fue algo ascetico, mistico, poético...nunca nadie centrifugó de tal manera. Los vecinos aun lo recuerdan. No se habla de otra cosa en el barrio. Mi lavadora está sola ahora. Toda mi ropa está sucia, todo mi cuerpo esta tan sucio como mi mente y la ropa...cuando te coja te vas a enterar.
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#44 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Salí de la peluquería. No era una peluquería normal, no. Treinta pavos me sacaron. Te juro que mereció la pena. No me habia sentido tan guapo desde que me sentaron con la gorda aquella en la comunión de juanito. Aquel dia, no tuvo mérito. Hoy sí. Estoy de bueno que te cagas... Pensé tras analizar y comparar con lo que en aquella calle, yo ví. Fue el viento, el que a lo largo de aquella jornada de agosto, fué desdibujando mi cabello, hasta hacerme parecer un hippie anacrónico, payaso y ridículo. No me di cuenta, del efecto que en mis cabellos, el viento produjo.
Asi que, allí estaba yo, frente a la guapa oficial, con mi pelo a lo afro, cual pardillo trasnochado. Ella me miraba y sonreía...sentía cierta curiosifdad, y debo decir que no perdí todos mis encantos, a pesar de tan incómoda tesitura...de repente, alguien llamó a Pilar desde el salon. Fué entonces, cuando vi mi imagen reflejada en los espejos de la puerta de acceso. Creedme, lo pensé de verdad...retorné al balcon. Mire al viento, y le dije...cuando te coja te vas a enterar.
Asi que, allí estaba yo, frente a la guapa oficial, con mi pelo a lo afro, cual pardillo trasnochado. Ella me miraba y sonreía...sentía cierta curiosifdad, y debo decir que no perdí todos mis encantos, a pesar de tan incómoda tesitura...de repente, alguien llamó a Pilar desde el salon. Fué entonces, cuando vi mi imagen reflejada en los espejos de la puerta de acceso. Creedme, lo pensé de verdad...retorné al balcon. Mire al viento, y le dije...cuando te coja te vas a enterar.
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#46 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
Pasaron las horas, todas las que median entre la apertura y el cierre de todos los negocios. De eso fueron completamente conscientes cuando uno de los camareros mirándolos puso, una encima de otra, las cuatro sillas de la mesa de al lado.
-Creo que nos están echando, dijo él soltando una carcajada.
-Bueno, lo que veo es que no van a dejar entrar a nadie más, pero los que estamos dentro, nosotros y esa pareja de allí, nos dejarán a que por lo menos nos terminemos la copa que tenemos en la mesa.
No dio tiempo a terminar de decir la frase cuando el encargado del establecimiento se acercó a la primera pareja y, señalando con el índice el reloj, les dijo que fueran terminando ya que la instalación había que cerrarla. No era solamente por el horario de los empleados, sino que la ordenanza así lo indicaba. Lo mismo hizo con ellos, que se levantaron en ese preciso instante dejando la bebida a la mitad.
Se dirigieron hacia el coche y viendo que no estaban en el mejor estado para conducir decidieron dar un paseo por los alrededores, la noche estaba agradable, la humedad que provocaba un pequeño arroyo que pasaba por allí, el olor de las flores nocturnas…., y los grados de alcohol.
-¡Me gusta todo esto!. Tienes suerte de vivir por aquí. No en todos los sitios se puede dar un paseo a estas horas, además es casi todo llano, no hay cuestas, eso facilita la conversación.
Cuando llevaban andado un buen rato, vieron un banco de piedra con forma de media luna que estaba estratégicamente colocado, pensó ella, desde ahí puedes tener una vista del arroyuelo y sin embargo no te ve nadie. Lo invitó a sentarse con la excusa de descansar un poco.
-Sí, pero seguro que está mojado, espera un poco que lo seco.
Sacó uno de un paquete sin estrenar que llevaba en un bolsillo y lo pasó, primero por un lado y luego por el otro. Se mojó tanto que necesitó otro.
-Me gusta que seas tan observador. Yo me hubiera sentado y así me hubiera puesto perdida.
-Bueno, paso por aquí muy temprano y a veces también me he sentado cuando tengo días libres, nadie te ve si lo haces y el ruido del agua me relaja mucho.
-¡Es verdad!, ¡desde aquí nadie nos ve!.
Se sentaron y ella se agarró a su brazo izquierdo, lo hizo como abrazándolo realmente a él. Eso no se lo esperaba y se quedó un poco rígido. Ella notó su gesto, pero no dejó de apretar. Cuando hubo pasado un rato, ya relajado se dejó caer contra el respaldo del asiento e inmediatamente poniendo el pie derecho encima del banco se apoyó contra ella.
-¿Estás incómoda?
-Un poco, me gustaría que pasases este brazo por encima de mí, necesito sentirte ahora mismo más cerca.
Y eso hizo, volvió a dejar su pierna en el suelo, se incorporó un poco y soltándole sus brazos posó su mano en su hombro, la asió. Ella se acurrucó bajo él, apoyando sus manos cerradas en su torso en un primer momento, para seguidamente abrirlas y abrazarlo a la altura de la cintura.
Así estuvieron unos minutos, sin decir nada. No les apetecía romper ese momento con ninguna frase. Era uno de esos instantes en los que los actos mandan y la verborrea pasa a un segundo plano. Al rato ella se soltó y separó:
-Se me están quedando dormidas las manos, creo que ya es hora de irse de aquí, ¿no te parece?.
-Sí, mañana hay que madrugar. Llévame a la calle donde dejé mi coche, te seguiré para dejarte en el hotel.
-¡No hace falta!, respondió ella con algo de seriedad, no esforzándose en que él se diera cuenta de ello.
-Pareces algo molesta, ¿te he dicho algo para ello?.
-No, ¡venga!, vámonos, tengo frío.
Esa frase le extrañó, no sólo no hacía frío, sino que más bien le parecía que lo que hacía era algo de calor. Casi no hablaron en el trecho que los separaba de su coche, no entendía muy bien, pero parecía que aquello se había estropeado. Comenzó a bajarse del coche, posó la pierna derecha en la calzada mientras se mantenía agarrado el tirador de la puerta. Cuando hizo ademán de salir ella lo cogió del brazo izquierdo:
-Desde luego, que no podías ser más tonto. ¿No te has dado cuenta?.
-¿Cuenta de qué?.
-Exhaló aire, mientras movía de un lado a otro, para reafirmar su afirmación anterior.
-Creo que nos están echando, dijo él soltando una carcajada.
-Bueno, lo que veo es que no van a dejar entrar a nadie más, pero los que estamos dentro, nosotros y esa pareja de allí, nos dejarán a que por lo menos nos terminemos la copa que tenemos en la mesa.
No dio tiempo a terminar de decir la frase cuando el encargado del establecimiento se acercó a la primera pareja y, señalando con el índice el reloj, les dijo que fueran terminando ya que la instalación había que cerrarla. No era solamente por el horario de los empleados, sino que la ordenanza así lo indicaba. Lo mismo hizo con ellos, que se levantaron en ese preciso instante dejando la bebida a la mitad.
Se dirigieron hacia el coche y viendo que no estaban en el mejor estado para conducir decidieron dar un paseo por los alrededores, la noche estaba agradable, la humedad que provocaba un pequeño arroyo que pasaba por allí, el olor de las flores nocturnas…., y los grados de alcohol.
-¡Me gusta todo esto!. Tienes suerte de vivir por aquí. No en todos los sitios se puede dar un paseo a estas horas, además es casi todo llano, no hay cuestas, eso facilita la conversación.
Cuando llevaban andado un buen rato, vieron un banco de piedra con forma de media luna que estaba estratégicamente colocado, pensó ella, desde ahí puedes tener una vista del arroyuelo y sin embargo no te ve nadie. Lo invitó a sentarse con la excusa de descansar un poco.
-Sí, pero seguro que está mojado, espera un poco que lo seco.
Sacó uno de un paquete sin estrenar que llevaba en un bolsillo y lo pasó, primero por un lado y luego por el otro. Se mojó tanto que necesitó otro.
-Me gusta que seas tan observador. Yo me hubiera sentado y así me hubiera puesto perdida.
-Bueno, paso por aquí muy temprano y a veces también me he sentado cuando tengo días libres, nadie te ve si lo haces y el ruido del agua me relaja mucho.
-¡Es verdad!, ¡desde aquí nadie nos ve!.
Se sentaron y ella se agarró a su brazo izquierdo, lo hizo como abrazándolo realmente a él. Eso no se lo esperaba y se quedó un poco rígido. Ella notó su gesto, pero no dejó de apretar. Cuando hubo pasado un rato, ya relajado se dejó caer contra el respaldo del asiento e inmediatamente poniendo el pie derecho encima del banco se apoyó contra ella.
-¿Estás incómoda?
-Un poco, me gustaría que pasases este brazo por encima de mí, necesito sentirte ahora mismo más cerca.
Y eso hizo, volvió a dejar su pierna en el suelo, se incorporó un poco y soltándole sus brazos posó su mano en su hombro, la asió. Ella se acurrucó bajo él, apoyando sus manos cerradas en su torso en un primer momento, para seguidamente abrirlas y abrazarlo a la altura de la cintura.
Así estuvieron unos minutos, sin decir nada. No les apetecía romper ese momento con ninguna frase. Era uno de esos instantes en los que los actos mandan y la verborrea pasa a un segundo plano. Al rato ella se soltó y separó:
-Se me están quedando dormidas las manos, creo que ya es hora de irse de aquí, ¿no te parece?.
-Sí, mañana hay que madrugar. Llévame a la calle donde dejé mi coche, te seguiré para dejarte en el hotel.
-¡No hace falta!, respondió ella con algo de seriedad, no esforzándose en que él se diera cuenta de ello.
-Pareces algo molesta, ¿te he dicho algo para ello?.
-No, ¡venga!, vámonos, tengo frío.
Esa frase le extrañó, no sólo no hacía frío, sino que más bien le parecía que lo que hacía era algo de calor. Casi no hablaron en el trecho que los separaba de su coche, no entendía muy bien, pero parecía que aquello se había estropeado. Comenzó a bajarse del coche, posó la pierna derecha en la calzada mientras se mantenía agarrado el tirador de la puerta. Cuando hizo ademán de salir ella lo cogió del brazo izquierdo:
-Desde luego, que no podías ser más tonto. ¿No te has dado cuenta?.
-¿Cuenta de qué?.
-Exhaló aire, mientras movía de un lado a otro, para reafirmar su afirmación anterior.
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#47 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
El camino al lago fue intenso, tanto Fred como Melina tenían recuerdos juveniles de lo que hacían allí todas las parejas que merodeaban por sus alrededores cuando caía la tarde. Aquello se llenaba de enamorados, aspirantes a pareja y algún que otro voayeur que solía salir descalabrado cuando era descubierto.
A veces el paso se aceleraba, otras se contenía, era un deseo el llegar pero a la vez un gozo del seguir el camino que les dirigía a la meta. Sólo ese trecho, que a los más cortos de edad se les hacía interminable, ya merecía la pena de ser recorrido.
Fred tenía el pulso acelerado, se encontraba algo deshabituado a ese sentimiento, había hecho cosas que cualquiera tacharía sin duda cuando menos de reprobables. Melina, en su faceta, también las hizo, menos sancionables, pero igualmente criticables.
Esa ruta, esa senda, les serviría durante esos minutos para ir despojándose de todo lo negativo de sus personas, todas esas capas ciertas de egoísmo, de seguridad ganada a base de sobreponerse a los deseos de los demás, del “aquí se hace esto porque yo lo digo”. Melina a ratos, a impulso apretaba fuerte y firmemente la mano de Fred, él notaba lo mismo que ella…., hablaban si decir palabra.
El camino se acababa, lo conocían bien, sólo quedaba la vuelta al precipicio desde donde algún amante se despeñó por no ser correspondido por alguna mujer comprometida. Cuando giraron y fueron conscientes de que ya llegaban se pararon de golpe. El sol ya comenzaba a dejar protagonismo a la luna y regalaba a los ojos de quien lo mirase esos tenues rayos rosáceos del crepúsculo.
Por primera vez desde que la había visto, Fred identificó en el rostro de Melina a esa niña, feliz pero algo melancólica, sin saber muy bien de dónde le venía. Se le desarboló todo el orgullo que mostraba ya de adolescente, esa autosuficiencia en la que convirtió su carácter producto de creer que se había hecho mujer a sí misma sin ayuda de un padre que le diese esa impronta que todos los hijos necesitan.
Sin soltarse de la mano la miró:
-Ha sido largo el camino, ¿verdad lunarcito?, cuando éramos niños nos creíamos que todo iba a ser siempre de la misma forma, que la vida era lineal, que íbamos a ser felices sin esfuerzo.
En ese momento Fred, tiró de la mano de Melina para hacer que ella se girara, intuía que había comenzado a sentir de la misma forma que él, y que muy probablemente estaba llorando ya que no se movía, ni siquiera fue capaz de articular palabra, su pelo le tapaba la cara.
No se resistió mucho, cuando se volvió hacia él, efectivamente estaba llorando, pero a la vez sonreía. No sabía si había descubierto en ese preciso instante la verdad de su vida, si se le había mostrado el por qué estaba en ese mundo.
-¿Sabes Fred?, ha merecido la pena vivir hasta el día de hoy, sólo por estar aquí y ahora contigo.
A veces el paso se aceleraba, otras se contenía, era un deseo el llegar pero a la vez un gozo del seguir el camino que les dirigía a la meta. Sólo ese trecho, que a los más cortos de edad se les hacía interminable, ya merecía la pena de ser recorrido.
Fred tenía el pulso acelerado, se encontraba algo deshabituado a ese sentimiento, había hecho cosas que cualquiera tacharía sin duda cuando menos de reprobables. Melina, en su faceta, también las hizo, menos sancionables, pero igualmente criticables.
Esa ruta, esa senda, les serviría durante esos minutos para ir despojándose de todo lo negativo de sus personas, todas esas capas ciertas de egoísmo, de seguridad ganada a base de sobreponerse a los deseos de los demás, del “aquí se hace esto porque yo lo digo”. Melina a ratos, a impulso apretaba fuerte y firmemente la mano de Fred, él notaba lo mismo que ella…., hablaban si decir palabra.
El camino se acababa, lo conocían bien, sólo quedaba la vuelta al precipicio desde donde algún amante se despeñó por no ser correspondido por alguna mujer comprometida. Cuando giraron y fueron conscientes de que ya llegaban se pararon de golpe. El sol ya comenzaba a dejar protagonismo a la luna y regalaba a los ojos de quien lo mirase esos tenues rayos rosáceos del crepúsculo.
Por primera vez desde que la había visto, Fred identificó en el rostro de Melina a esa niña, feliz pero algo melancólica, sin saber muy bien de dónde le venía. Se le desarboló todo el orgullo que mostraba ya de adolescente, esa autosuficiencia en la que convirtió su carácter producto de creer que se había hecho mujer a sí misma sin ayuda de un padre que le diese esa impronta que todos los hijos necesitan.
Sin soltarse de la mano la miró:
-Ha sido largo el camino, ¿verdad lunarcito?, cuando éramos niños nos creíamos que todo iba a ser siempre de la misma forma, que la vida era lineal, que íbamos a ser felices sin esfuerzo.
En ese momento Fred, tiró de la mano de Melina para hacer que ella se girara, intuía que había comenzado a sentir de la misma forma que él, y que muy probablemente estaba llorando ya que no se movía, ni siquiera fue capaz de articular palabra, su pelo le tapaba la cara.
No se resistió mucho, cuando se volvió hacia él, efectivamente estaba llorando, pero a la vez sonreía. No sabía si había descubierto en ese preciso instante la verdad de su vida, si se le había mostrado el por qué estaba en ese mundo.
-¿Sabes Fred?, ha merecido la pena vivir hasta el día de hoy, sólo por estar aquí y ahora contigo.
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#48 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
El duelo fue un acto protocolario, bastante frío, nada anormal, solían ser así. Después de la incineración el ágape de agradecimiento a los familiares y amigos, donde a menudo se charlaba de cosas que nada tenían que ver con la difunta, ni siquiera con la familia.
En un receso Wolfang se acercó a una de sus asistentes y le encomendó la tarea de hacer que el profesor de paddle, que andaba por allí, hiciese las maletas y se fuese lo más lejos posible de la ciudad, cuanto más se resistiese más lejos debía acabar.
No lo hacía por despecho, hacía meses que sabía de la aventura de su mujer con este joven; es más, ella misma se lo había dicho cuando le pidió que usara su influencia para que lo descargasen de tareas en el club y así no estuviera tan cansado cuando ella se presentaba a tomar sus clases. La razón era que si no se iba de allí iba a terminar haciendo comentarios acerca de su amante que no iban más que a insuflar los corrillos de cotillas que hay en esos lugares. No había, por otra parte, necesidad de que su “destierro” fuese para peor, se le iba a proveer un trabajo, dinero para comenzar una nueva vida; pero con la advertencia de que no se volviese más por allí.
Casi al final uno de sus hijos se le acercó, iba comisionado por sus hermanos para hablar del futuro de la empresa, con un gesto le hizo saber que no era ni el momento ni el lugar para esos temas, ya habría ocasión a lo largo de la semana entrante.
Le extrañó que tomasen la iniciativa en un asunto que quedaba pendiente en el seno de la familia, él sabía que ninguno estaba, no sólo preparado, sino interesado en seguir los pasos de las generaciones precedentes y llevaba tiempo trabajando en el asunto. Pero quería escuchar lo que le tenían que decir, de hecho casi le gustó que hiciesen por hablar.
Los llamó uno a uno y les dijo que hablarían la tarde del día siguiente, en casa, que despejasen todos sus compromisos. Él hizo lo mismo, dijo en la oficina que se tomaba el día libre, a su secretaria casi le da algo, en los muchos años que había estado trabajando con su jefe, jamás había faltado un solo día, ni siquiera gripes, únicamente un par de ingresos hospitalarios le impidieron estar de cuerpo presente, pero la oficina se trasladó a la habitación en la que permaneció sólo el tiempo imprescindible.
Ese día desayunó a la misma hora que solía hacerlo, pero lo hizo en la terraza de su habitación, escuchando algo de música, la que sonaba en ese momento por la radio, le parecía cursi levantarse y ponerse a escuchar clásica, ópera y aún peor que alguien dijera que lo hacía, alguna vez soltó una carcajada cuando en un receso de un consejo de administración uno de sus directivos hizo alusión al caso. Se imaginaba a cierta jovencita actriz americana en la película “Pretty woman” y le venía la risa. Ésa era la única concesión al asueto que se concedía de vez en cuando, ir al cine a ver alguna película. Lo demás lo hacía más por negocios que por placer.
Después de una ducha, se calzó unas deportivas y algo de ropa cómoda y se fue a dar un paseo por los alrededores, a observar a la gente, se encontraba extraño, no conocía nada de lo que rodeaba a su vivienda, si no fuera porque hizo que su chófer lo siguiera se hubiera perdido….., y eso que sólo había andado poco más de una hora. Observó cómo los ejecutivos iban con paso firme y decidido, con sus carteras negras, igual que su vestimenta. También cayó en la cuenta de alguna mujer, vestida de igual forma y pensó que si no hubiera estado mejor algo de color en ese “uniforme”, ¡bueno allá cada cual!, la verdad es que tampoco él se alejaba de ese arquetipo.
En un receso Wolfang se acercó a una de sus asistentes y le encomendó la tarea de hacer que el profesor de paddle, que andaba por allí, hiciese las maletas y se fuese lo más lejos posible de la ciudad, cuanto más se resistiese más lejos debía acabar.
No lo hacía por despecho, hacía meses que sabía de la aventura de su mujer con este joven; es más, ella misma se lo había dicho cuando le pidió que usara su influencia para que lo descargasen de tareas en el club y así no estuviera tan cansado cuando ella se presentaba a tomar sus clases. La razón era que si no se iba de allí iba a terminar haciendo comentarios acerca de su amante que no iban más que a insuflar los corrillos de cotillas que hay en esos lugares. No había, por otra parte, necesidad de que su “destierro” fuese para peor, se le iba a proveer un trabajo, dinero para comenzar una nueva vida; pero con la advertencia de que no se volviese más por allí.
Casi al final uno de sus hijos se le acercó, iba comisionado por sus hermanos para hablar del futuro de la empresa, con un gesto le hizo saber que no era ni el momento ni el lugar para esos temas, ya habría ocasión a lo largo de la semana entrante.
Le extrañó que tomasen la iniciativa en un asunto que quedaba pendiente en el seno de la familia, él sabía que ninguno estaba, no sólo preparado, sino interesado en seguir los pasos de las generaciones precedentes y llevaba tiempo trabajando en el asunto. Pero quería escuchar lo que le tenían que decir, de hecho casi le gustó que hiciesen por hablar.
Los llamó uno a uno y les dijo que hablarían la tarde del día siguiente, en casa, que despejasen todos sus compromisos. Él hizo lo mismo, dijo en la oficina que se tomaba el día libre, a su secretaria casi le da algo, en los muchos años que había estado trabajando con su jefe, jamás había faltado un solo día, ni siquiera gripes, únicamente un par de ingresos hospitalarios le impidieron estar de cuerpo presente, pero la oficina se trasladó a la habitación en la que permaneció sólo el tiempo imprescindible.
Ese día desayunó a la misma hora que solía hacerlo, pero lo hizo en la terraza de su habitación, escuchando algo de música, la que sonaba en ese momento por la radio, le parecía cursi levantarse y ponerse a escuchar clásica, ópera y aún peor que alguien dijera que lo hacía, alguna vez soltó una carcajada cuando en un receso de un consejo de administración uno de sus directivos hizo alusión al caso. Se imaginaba a cierta jovencita actriz americana en la película “Pretty woman” y le venía la risa. Ésa era la única concesión al asueto que se concedía de vez en cuando, ir al cine a ver alguna película. Lo demás lo hacía más por negocios que por placer.
Después de una ducha, se calzó unas deportivas y algo de ropa cómoda y se fue a dar un paseo por los alrededores, a observar a la gente, se encontraba extraño, no conocía nada de lo que rodeaba a su vivienda, si no fuera porque hizo que su chófer lo siguiera se hubiera perdido….., y eso que sólo había andado poco más de una hora. Observó cómo los ejecutivos iban con paso firme y decidido, con sus carteras negras, igual que su vestimenta. También cayó en la cuenta de alguna mujer, vestida de igual forma y pensó que si no hubiera estado mejor algo de color en ese “uniforme”, ¡bueno allá cada cual!, la verdad es que tampoco él se alejaba de ese arquetipo.
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#49 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
José Luís:
qué difícil es conocer a la gente...
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#50 Re: Escritos originales, relatos, cuentos... (II hilo)
-¿Qué pasa ahora?, ¿no estabas enfadada?.
-¿Cómo no voy a estarlo, si pareces tonto o es que no te enteras de nada?.
-Pues deben ser las dos cosas,además de la hora…, no sé me lo estaba pasando tan bien y de pronto te pones de morros y dices que ya es el momento de irnos. Si me quieres decir algo, hazlo, porque la verdad yo siempre suelo decir aquello que se me viene a la cabeza y me cuesta trabajo pensar que los demás no lo hagan, interpretar qué me quieren decir sin decírmelo para mi es algo que no se me da bien y por eso no entro a valorar más sentimientos que los míos.
En ese momento ella se dio cuenta de que en parte tenía razón, eran casi desconocidos, no se habían visto jamás y sin embargo allí estaban, hablando como si fuesen amigos de siempre, con una sinceridad que ella no estaba acostumbrada a tener, no sólo con ningún hombre, sino con casi nadie.
Se echó hacia atrás en el asiento de coche, se quedó algo confundida con la afirmación que le hizo. Conforme se fue sucediendo la noche, para ella era evidente que iba a haber algo más, pero a juzgar por la actitud de él no.
-Me vas a tener que disculpar, estoy cansada, ha sido un día muy intenso. No estoy acostumbrada a conducir y aunque no han sido muchos kilómetros me duele algo la espalda, la verdad es que he pasado una tarde muy bonita a tu lado, me has hecho sentir distinta.
-Sólo puedo corroborar esas palabras tuyas. Lo cierto es que creo que no he tenido que hacer un gran esfuerzo para hacerte sentir distinta, ya lo eres.
Esas palabras le provocaron un pequeño escalofrío, hizo un movimiento brusco. Y aunque no lo exageró, él se dio cuenta de que la había conmovido y siguió hablándole.
-¿Te apetece una última copa en tu hotel?. Creo que es lo único que vamos a encontrar abierto y que además no esté saturado del humo de tabaco.
-Bueno, vale, pero como ya te he dicho estoy cansada y mañana me espera un día muy largo.
-Entonces mejor dejarlo, ¿cómo nos vamos a volver a ver?.
-El azar nos ha encontrado, dejemos que sea él, el que nos vuelva a reencontrar, ¿te parece?.
-Bueno, pero por si acaso suelo pasar por este sitio, todos los días que salgo, a la misma hora a eso de las nueve y cuarto.
-Jajajajajaja, ¡eso es trampa!.
-Bueno si el azar no es suficiente, habrá que ayudarlo, ¿no te parece?.
-Si, ¡vaya ayudita!. ¿y sales todos los días?.
- No, en eso soy poco previsible, voy a rachas, algunas veces salgo muy a menudo y otras estoy alguna temporada en que no me apetece.
-Eso ya me gusta más, ¡aquí el azar sí que tiene el terreno abonado!. ¿Vamos a seguir sin decirnos los nombres?, me resulta curioso.
-Si hay segunda vez, ya sería conveniente de que nos llamemos por nuestro nombre, de momento, serás la pelirroja perdida.
-Bueno, esta situación me gustó. ¡Dejémoslo así!. ¡Hasta pronto!.
-¡Hasta otra!.
Ella dejó el coche en segunda velocidad, estaba cuesta abajo, lo dejó ir y con un leve acelerón se alejó mirando por el retrovisor, en su fuero interno esperaba que él la siguiese, que entrase en el coche, arrancase y se marchase a su encuentro de nuevo.
Para desesperación suya, a él se le cayó la llave del coche y no la veía, se le fue a meter debajo y cuando fue a cogerla, le dio una patada y fue a parar al que había delante, estuvo a punto de colarlas en un registro de agua pluvial, para colmo era un coche muy bajo, un coupe, y no podía meter bien la mano…
¿Qué le pasa al tío este?. Desde luego que vaya con los que me encuentro….
-¿Cómo no voy a estarlo, si pareces tonto o es que no te enteras de nada?.
-Pues deben ser las dos cosas,además de la hora…, no sé me lo estaba pasando tan bien y de pronto te pones de morros y dices que ya es el momento de irnos. Si me quieres decir algo, hazlo, porque la verdad yo siempre suelo decir aquello que se me viene a la cabeza y me cuesta trabajo pensar que los demás no lo hagan, interpretar qué me quieren decir sin decírmelo para mi es algo que no se me da bien y por eso no entro a valorar más sentimientos que los míos.
En ese momento ella se dio cuenta de que en parte tenía razón, eran casi desconocidos, no se habían visto jamás y sin embargo allí estaban, hablando como si fuesen amigos de siempre, con una sinceridad que ella no estaba acostumbrada a tener, no sólo con ningún hombre, sino con casi nadie.
Se echó hacia atrás en el asiento de coche, se quedó algo confundida con la afirmación que le hizo. Conforme se fue sucediendo la noche, para ella era evidente que iba a haber algo más, pero a juzgar por la actitud de él no.
-Me vas a tener que disculpar, estoy cansada, ha sido un día muy intenso. No estoy acostumbrada a conducir y aunque no han sido muchos kilómetros me duele algo la espalda, la verdad es que he pasado una tarde muy bonita a tu lado, me has hecho sentir distinta.
-Sólo puedo corroborar esas palabras tuyas. Lo cierto es que creo que no he tenido que hacer un gran esfuerzo para hacerte sentir distinta, ya lo eres.
Esas palabras le provocaron un pequeño escalofrío, hizo un movimiento brusco. Y aunque no lo exageró, él se dio cuenta de que la había conmovido y siguió hablándole.
-¿Te apetece una última copa en tu hotel?. Creo que es lo único que vamos a encontrar abierto y que además no esté saturado del humo de tabaco.
-Bueno, vale, pero como ya te he dicho estoy cansada y mañana me espera un día muy largo.
-Entonces mejor dejarlo, ¿cómo nos vamos a volver a ver?.
-El azar nos ha encontrado, dejemos que sea él, el que nos vuelva a reencontrar, ¿te parece?.
-Bueno, pero por si acaso suelo pasar por este sitio, todos los días que salgo, a la misma hora a eso de las nueve y cuarto.
-Jajajajajaja, ¡eso es trampa!.
-Bueno si el azar no es suficiente, habrá que ayudarlo, ¿no te parece?.
-Si, ¡vaya ayudita!. ¿y sales todos los días?.
- No, en eso soy poco previsible, voy a rachas, algunas veces salgo muy a menudo y otras estoy alguna temporada en que no me apetece.
-Eso ya me gusta más, ¡aquí el azar sí que tiene el terreno abonado!. ¿Vamos a seguir sin decirnos los nombres?, me resulta curioso.
-Si hay segunda vez, ya sería conveniente de que nos llamemos por nuestro nombre, de momento, serás la pelirroja perdida.
-Bueno, esta situación me gustó. ¡Dejémoslo así!. ¡Hasta pronto!.
-¡Hasta otra!.
Ella dejó el coche en segunda velocidad, estaba cuesta abajo, lo dejó ir y con un leve acelerón se alejó mirando por el retrovisor, en su fuero interno esperaba que él la siguiese, que entrase en el coche, arrancase y se marchase a su encuentro de nuevo.
Para desesperación suya, a él se le cayó la llave del coche y no la veía, se le fue a meter debajo y cuando fue a cogerla, le dio una patada y fue a parar al que había delante, estuvo a punto de colarlas en un registro de agua pluvial, para colmo era un coche muy bajo, un coupe, y no podía meter bien la mano…
¿Qué le pasa al tío este?. Desde luego que vaya con los que me encuentro….