WILLOW, te juro que ayer me recordaste mucho a una pesona que conozco contando batallitas... ESO SI, LA POBRE TERE YA NO SABIA DISTINGUIR QUE ERA VERDAD Y QUE MENTIRA.cóndor escribió: Lobo de aire.... que te zurzan,..... Marian....... cuídalo que ya no está para muchos trotes..... se está convirtiendo en un chismoso de hogar de pensionista .
Por cierto... quieres saber quien era Pepe Leches???
A leer:
La historiografía relacionada con los temas de Optica ha sido muy parca -casi inexistente- al estudiar la relación de las dificultades de una visión imperfecta con los dichos populares que la significan.
Las frases "ver menos que un gato de yeso", "que un pez por el c... " o que cierto miembro masculino "liado en una toquilla" contienen en su expresividad conceptual el realismo de las cosas fácilmente comprobables. No ocurre así con el llamado "Pepe Leches", personaje famoso por su pobreza visual, que todo el mundo menciona por inercia y sin un conocimiento exacto de su circunstancia existencial.
Interesado por la extensión de su fama, inquirí de los más doctos historiadores costumbristas el origen de "Pepe Leches", encontrándome con la más absoluta ignorancia acerca del tema.
Consulté el "lndice de Personajes Populares", de Julio Ontañón; el "Tratado de Frases Castizas", de Cortázar, y "Personajes Curiosos Españoles", de Fernández de Hinestrosa. No hallé la menor referencia al nombre que nos ocupa, hasta encontrar en una vieja librería de la Cuesta de Moyano un folleto de ocho páginas con el título "No hay prenda como la vista", editado en 1903, y de autor anónimo, que junto a una serie de consejos higiénicos relata la sucinta historia de "Pepe Leches", trasladándonos a mediados del pasado siglo, pocos años después de fundarse la Guardia Civil.
José Fernández Albusac, hijo de José y Crescencia, natural de Leganés y de profesión guardia municipal del Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid, es descrito como varón de estatura media y carácter avinagrado. Parece que tenía la mano ruda a la hora de dirimir confrontaciones callejeras, lo que le proporcionó el sobrenombre de "Pepe Leches", pues así denominaban las bofetadas las clases bajas de aquel tiempo. Su salud era buena si se exceptúa una afección de la vista conocida por "ojos tiernos", que enrojecía los párpados y hacía lagrimear los suyos, por otro lado, tremendamente miopes, no corregidos con lentes para no deshonrar el uniforme. Cuando "soltaba una leche", en expresión barriobajera, no había seguridad de que la recibiese el culpable, pero, como él decía, "ninguno es totalmente inocente cuando dos se pelean". El guardia Fernández - "Pepe Leches" -sentía cierta inclinación a lo agropecuario, que unida a las sospechas sobre la relación de su esposa con el cabo a cuyas órdenes estaba, le indujeron a ingresar en la Guardia Civil recién creada, en la seguridad de que iría destinado a un pueblo, donde sería alguien respetado, podría criar cerdos y gallinas y estaría lejos del cabo seductor. La mundología y penetración en las altas esferas que proporciona el ejercer de guardia municipal en la Corte le aconsejaron ir directamente a la cabeza de la Benemérita y, así, aprovechando la presencia del duque de Ahumada en una fiesta benéfica donde le habían enviado para dar servicio, quiso mostrarse en toda su arrogancia, en la seguridad de que unas simples palabritas le ahorrarían los enojosos trámites requeridos para el ingreso en tan prestigioso Cuerpo. Orientado hacia el grupo en que se hallaba el duque, se acercó lanzando una ardiente soflama sobre su espíritu justiciero y abnegación patriótica, pero su escasa visión hizo que el discurso se lo dirigiera a una niña vestida de gitana, hija de los anfitriones, a quien confundió con Ahumada, que con gran regocijo presenció la escena y convenció a Fernández, con el mayor tacto, acerca de la imposibilidad de aceptarle en la Guardia Civil, que requeriría vista de lince. El guardia Fernández - "Pepe Leches" - murió años después atropellado por una carroza fúnebre cuando creía topar con su sobrina, según dedujeron los testigos del accidente, que le oyeron exclamar: "¡Pero qué bestia eres, Manuela!". En el duelo, su áspera condición se tradujo en la más absoluta falta de las alabanzas acostumbradas en tales casos. Unicamente el cabo de quien tanto sospechó se atrevió a decir: "Pobre Fernández, con la letra tan buena que tenía".
Los científicos experimentados conocemos la coincidencia en el tiempo de distintos resultados respecto a la investigación emprendida. Al poco de encontrar el folleto con la vida de Fernández recibo noticia de otro "Pepe Leches", natural de Granada y fallecido durante la guerra civil al intentar ordeñar a un toro semental de la ganadería Frías Hermanos. Por ser corto de vista desde muy niño, aprendió a desarrollar sus otros sentidos y en 1932 lo encontramos de de catador de piononos en La Flor de Pinos-Puente próspera confitería de esa ciudad que durante la República disputó la fama del pionono a los clásicos de Santa Fe (quizá debamos aclarar para los legos en tal materia que el pionono, famoso dulce granadino, consta de una capa de bizcocho con crema, enrollado y posteriormente bañado - según modalidades - en almíbar, que se deja cristalizar). El apodo de "Pepe Leches" le sobrevino como consecuencia de las caídas que sufría por no querer usar gafas y el hecho de que las capas menos cultas de la sociedad andaluza llamen "darse una leche" al golpe que se recibe tras perder el equilibrio.