Bueno pues mientras nuestro amigo suelta la tercera parte y ya que va de ciencia ficcion, ahi va una tonteria que escribi hace poco, es decir, que voy a hacer de telonero,,,,,,,,,,,,,,,,,
PASADO, O FUTURO??
Aquella tarde el calor apretaba de lo lindo y el centinela apenas podía divisar el río allá a lo lejos. Del suelo parecían salir columnas de aire más denso que le impedía la visión más allá del pequeño bosque. Estaba en la parte de la muralla orientada hacia el sur lo que hacia que gruesas gotas de sudor le cayeran por la nuca y la cara. A la espalda llevaba colgado en bandolera su arco hecho por el mismo unos meses atrás, el roce con el a cada paso le infundía una seguridad que distaba mucho de sentir. Intuía algo malo. Sus dedos pasaban una y otra vez por las plumas de oca de la parte trasera de las flechas, le gustaba su tacto. Debajo de aquella pesada malla de metal su cuerpo ardía pero sin embargo de sus labios no salía una queja, no era para menos, aquel día el conde estaba dentro del castillo. Se paseaba de un lado para otro con aquellos ropajes comprados en Francia y que levantaban la envidia de los menos pudientes. Al dar la vuelta del final de la ronda creyó divisar a lo lejos una nube de polvo. Sus expertos ojos escudriñaron el horizonte pero no pudieron ver cosa alguna más que aquel humo que se iba acercando a buena velocidad. Se acerco a grandes zancadas a la campana, si quien se acercaba era enemigo tendría tiempo de hacerla sonar para dar la alarma antes de disparar sus flechas, siempre había al menos veinte guardianes el cuerpo de guardia preparados por si algún loco osaba atacar la fortaleza. Se dio cuenta de que sus compañeros de vigilancia, cuatro en total también habían visto aquello que se acercaba. Se puso la mano plana en las cejas para no deslumbrarse y diviso una especie de carruaje con techo que no había visto en su vida. No llevaba caballos y se movía como por arte de magia. Daba saltos entre las colinas y a la columna marrón de polvo del camino se le sumaba otra de humo negro y espeso. Toco la campana con todas sus fuerzas, no porque sintiera miedo si no por que no sabía que demonios era aquello. Veinte arqueros vistiendo igual que el subieron rápidamente por las escaleras hacia las almenas mientras iban calándose el yelmo. Se descolgó el arco y puso una flecha con la muesca encajada en la cuerda hecha de tripa de cerdo. Aun no lo tenso porque se quedaría sin fuerza antes de tirar la primera flecha. Esta, como la de sus compañeros de armas eran de cedro con la punta de hierro capaz de atravesar a corta distancia la armadura de cualquier caballero que se acercara. Mientras los soldados tomaban posiciones, la guardia del conde subió aprisa el puente levadizo dejando el castillo rodeado de agua por todas partes. Los arqueros estaban curtidos en mil batallas contra las tropas italianas y no se asustaban fácilmente hasta que vieron aquel monstruo marrón y negro acercarse mas y mas hasta que se detuvo frente al foso entre una polvareda inmensa. Cuando el viento se llevó ésta pudieron verlo al completo. Llevaba seis extrañas ruedas pero no como las del carretero del condado, eran negras y grandes. Todo era silencio y pudieron oír con claridad la respiración de aquel dragón que sin duda les había enviado Dios o Satanás para castigarlos. Los arqueros, acostumbrados a obedecer, colocaron sus flechas en el arco a una señal del mayor mientras que con la mano que lo sujetaba aferraban también otra flecha. Eran capaces de disparar una cada seis segundos. De pronto un costado de aquel dragón se abrió y apareció un hombre salido del mismo infierno. Todos retrocedieron unos centímetros, pero la curiosidad les pudo más que el miedo. Iba vestido como el dragón, con una túnica ajustada marrón y negra, con un pesado calzado, y no tenia pies ni manos, o al menos, no se le veían, la cabeza, embutida en un yelmo también negro le tapaba la cara donde había un extraño artefacto sin duda obra de Satanás pues no se le distinguía si era un hombre o un diablo. Dejo un extraño arco en el suelo, recto y con una recia correa. Sus gestos eran suaves y con las manos parecía pedirles calma. El mayor pensó que sin duda era una estratagema para poder embrujarlos pues sus soldados no parecían estar en tensión y apunto con cuidado al centro del diablo. Tenso el arco hasta que sus brazos no pudieron más y soltó la flecha. Esta rasgó el aire y atravesó la distancia que le separaba de aquella aparición silbando con furia. Se clavo más de quince centímetros entre el yelmo y aquella cosa negra que tapaba la cara. El diablo marrón y negro no pareció sentir la flecha durante un segundo, el mayor ya se preparaba para poner la segunda en la cuerda cuando un chorro de sangre broto de aquel extraño y tras dar dos pasos hacia atrás tambaleando cayo pesadamente. Aquello pareció despertar a sus hombres y una lluvia de flechas se estrellaron en la dura piel del dragón rompiéndose como si disparan a un muro. Dentro del animal oyeron voces extrañas, sin duda el idioma del demonio y la abertura donde había salido aquel ser se cerró. Un rugido les hizo taparse los oídos y el animal satánico retrocedió unos metros. Levantaron los brazos celebrando la victoria pero callaron al ver que se detenía. Quedaron todos expectantes, el tiempo pareció detenerse, los caballos abajo en el patio relinchaban como queriendo presagiar algo, cuando de pronto, el mismísimo infierno estallo. Del dragón salieron dos, tres, cuatro chorros de humo blanco que al tocar la muralla no solo no se rompieron, si no que con un sonido atronador que nunca antes habían oído destrozaron la muralla y el portón haciendo saltar por los aires a los hombres entre chillidos de dolor. Lejos de parar ahí, el monstruo avanzo echando fuego por las fauces. Fuego que en vez de quemar rompía todo lo que tocaba, se introdujo en el foso nadando y entro dentro del castillo por la puerta destrozada, ni una astilla sobrevivió, solo los goznes retorcidos daban prueba de que había existido una portón indestructible. Dentro del patio dio vueltas sobre si mismo y siguió echando fuego del infierno sobre todo y sobre todos, El conde y dos o tres soldados protegiéndole fue engullido por aquel diablo que les paso por encima matándolos con horribles mutilaciones. Cuando parte de la torre del homenaje se derrumbo el dragón pareció sentirse satisfecho. Dio dos o tres vueltas al patio lentamente, aquello era un revoltijo de cuerpos destrozados. Luego con suavidad se metió de nuevo en el foso y paro al lado del cuerpo sin vida vestido de marrón y negro. Salieron dos diablos más y le introdujeron dentro del monstruo. El mayor agonizando pudo ver la parte trasera de aquel ser diabólico y pudo ver unas letras blancas grabadas en su piel oscura debajo de una estrella blanca de cinco puntas. Pensó que antes de morir escribiría en una piedra de la muralla derruida aquellos extraños signos del diablo para advertir a quien descubriera aquella matanza y así lo hizo segundos antes de que un vomito de sangre le hiciera cerrar los ojos.
Días después una larga hilera de soldados y caballeros entro en el castillo y descubrieron a todos sus habitantes, incluido el conde, muertos horriblemente, todos se arremolinaron ante el cadáver del mayor que aun tenia una mano sobre una piedra, donde con su propia sangre había escrito :
U.S. ARMY.