22 de agosto
Fue una pena que llegáramos a Andorra de noche. No había luna y no se veía nada más allá de las calles y su alumbrado público. En casa de Mamut nos asomamos al balcón y a lo lejos, en altura, se divisaban luces de casas, de pueblos. Evidentemente estaba metido entre montañas. Pero cuando me levanté lo primero que hice fue salir otra vez al balcón. Y contemplé esto:
¡Qué vistas! El lugar es una preciosidad, un sitio para quedarse, de los que se ponen en las postales y en los reclamos publicitarios para que viajemos a tal o cual lugar. No querría caer en el tópico de que "te inunda de paz interior" y cosas así, ¿pero cómo lo expreso, si no?
Salí del coma pasadas las nueve de la mañana, me levanté y vi que Stormbringer ya estaba también levantado. Al momento también lo hizo Hudsin, y convinimos en salir a desayunar. Mamut y Mª Mercè nos dijeron el día anterior que tenían que salir, y como el lugar de peregrinación de los moteros en Andorra es una famosa tienda dedicada a nuestras cosas, allá que planeamos ir, no sin antes avisarle, así como a Sharckblack y Freya.
Sacamos las motos del garaje y nos fuimos a tomar algo. Dimos una vuelta, entramos en un estanco y nos volvimos a recoger a nuestros amigos. No teníamos prisa, el tiempo era nuestro. Estuvimos en casa de Mamut charlando un rato, comentando cosas...
Al rato cogíamos los vehículos y nos fuimos. Yo también peregriné...
Estábamos dentro de la tienda Mamut y yo charlando cuando entró un individuo alto, con casco puesto y gafas oscuras que se dirigió a nosotros, "invadiendo" nuestro espacio. Mamut le dijo "hola" y resultó ser...
¡Yo no tenía ni idea de que había quedado para venir! La verdad es que a veces no me entero de las cosas y si me lo dijeron, no me enteré. ¡Pero fue una muy agradable sorpresa! Cómo no, me hice una foto con sentado en uno de los mitos de este foro, la Pelanduska.
Foto de grupo:
En ese momento ya habían salido todos de la tienda. Yo simplemente di un vistazo, no tenía nada que comprar. Bueno, si me apuras me habría llevado uno de cada, pero tampoco tenía sitio en la moto para llevarme nada. Stormbringer sí que compró algo, y Sharkblack y Freya también. Le comenté a Shark que no nos diferenciamos mucho de las marujas cuando van de tiendas:
- ¿Qué has comprado?
- Pues mira, esto, esto y esto.
- Ah, qué bien, te va a quedar de maravilla. ¿Y a cuánto te ha salido?
- Pues muy bien de precio, x euros.
- ¡No me digaaaas!, espera, que voy a ver si quedan más y me compro otro.
- Bueno, pero no tardeeeees.
Para que luego los hombres critiquemos a nuestras mujeres. Pero pensándolo bien, ¿qué vamos a hacer si no?
Era pasada la una y media cuando conseguimos arrancar. Teníamos hora a las dos para comer en un restaurante reservado por Mamut. Coche y cuatro motos (ToKoTo también, claro) empezamos a subir y a subir por una carretera con eses muy cerradas, la única forma de ascender en poco espacio. Al poco rato llegamos a un hotel y restaurante pre-cio-so, el Coma Bella. Y lo digo una vez más... volveré.
Estuvimos hablando todos con todos y riendo todos con todos, vaya reunión. El sitio inmejorable y la compañía, a la altura. Fueron casi 24 horas en Andorra de lo más agradable y gratificante. Mamut quería que nos quedáramos una noche más y salir al día siguiente, pero el Cat había maquinado ya el siguiente capítulo de este viaje: un almuerzo en Calafell. Además, Hudsin tenía que ver a sus padres al día siguiente. Pero no adelantemos acontecimientos.
Quería en este punto retratar, como vengo haciendo, a Mª Mercè. La he dejado para el final a propósito, por ser algo especial. Tenía la tarjeta de la cámara fotográfica llena y pedí a Mamut si podía pasarme las fotos con un ordenador a una tarjeta de memoria USB que tenía. Me contestó que la especialista era ella, su mujer, así que enseguida atendió mi petición. Estuvimos charlando un rato en otra habitación, donde tienen el ordenador, y quedé encantado con su forma de hablar, de expresarse, y sobre todo su amabilidad desde que llegamos. Ya por la mañana estuvimos hablando, y los detalles te hacen ver la clase de persona que es, y la que tiene. Mª Mercè, Mamut, gracias por vuestras atenciones, no nos faltaron en ningún momento. Os espero por aquí algún día.
Teníamos unos 230 km hasta llegar a Barcelona, así que había que recoger e irnos sin esperar a que fuera ya tarde. No hay un tren que perder, ni un avion que se va, pero es conveniente salir a horas prudentes. Así que serian las seis y media cuando ya estábamos montados en las motos, ToKoTo incluido, para tirar hasta Barcelona. Este último se quedaba por allí con su familia y para no faltar en Calafell cuando se pasara lista.
Despedida emotiva donde las haya... y salimos. Mis tres acompañantes los tienen a un tiro de piedra, pero a mí me cuesta un par de jornadas o una etapa "estilo Toofastjuanito" (tres depósitos) alcanzar estos cortados, estos valles y a las gentes que los habitan.
Mucha gente en la frontera saliendo a esa hora en un viernes de agosto. Esperamos un buen ratito al sol, con lo que nos freímos un poquito. Me ha dicho mucha gente a mi vuelta a casa que estoy muy morenito, no sin sorpresa por mi parte; y es que supongo que será por "quemarme" del aire que sube del asfalto, que no por playa. Bueno, puedo decir, sin remordimientos por haber mentido, que estuve cuatro veces al borde del mar: en Bayona (Pontevedra), en Somo (Cantabria), en Barcelona y en Málaga
Y dos de ellas, playa.
Teníamos poco más de 200 km por delante, un paseíto para nosotros a estas alturas. Teníamos previsto pasar por la Collada de Toses sólo por que yo la conociera, todo un detalle de mis acompañantes. Teníamos muy buena temperatura, por lo que llevaba puestos la chaqueta y guantes de verano, pero fue iniciar la Collada cuando mi sensación estaba al límite de lo agradable.
"Collada de Toses", leí en un cartel, ¡Bien! esta es la famosa ruta donde Albert viene a destrozar gomas, voy a tomar tiempos y se lo digo pasado mañana. Y es que, en una maniobra más (y sin contar con mi opinión), el Cat había programado otro almuerzo de trabajo. Presidiría la mesa el propio Albert, según oí, y es que ostenta el cargo de presidente del Subcomando, creí entender. Si no es así y su cargo es de más categoría, me corregís y pido disculpas.
¡Qué ruta tan bonita! Veía a Hudsin primero, Stormbringer detrás y a ToKo tercero. De vez en cuando adelantábamos algún coche en alguna de las cortas y escasas rectas donde era posible hacerlo (por eso mis tiempos no valieron y no le dije nada a Albert). Ibamos más bien de paseíto, asi que, una vez más, me vi en la necesidad de descargar adrenalina adaptando mi conducción a las circunstancias, apretando un poquito el paso. Ir por la Collada de Toses y no hacerlo es como ir a El Corte Inglés y no pasarte para mirar de reojo a aquella chica tan mona que está siempre en la misma sección, o como leer a Ortega y no a Gasset.
Pasé a ToKoTo como pude (no se dejaba, el tío), a Stormbringer (casi me saca a la pared de la montaña) y a Hudsin (por poco me tira al barranco, a la derecha), pero conseguí despegarme de ellos apurando la mecánica y las gomas. Con grandes descolgadas conseguía no arrastrar hierros para así no perder centésimas de segundo. Los discos respondían bien ante el esfuerzo de frenar en tan poco espacio a mi moto y a mí en esas curvas a derechas tan cerradas de 1ª velocidad. Oía perfectamente el sonido de admisión a partir de 15.000 rpm, y tenía que dosificar muy bien el puño del gas para no levantar rueda incluso en 3ª.
Llevaría unos minutos en solitario cuando me llamó la atención una fugaz luz por un espejo. Cuando pude miré mejor y sí, me seguían. Decidí que no me cogerían fácilmente, por lo que arriesgué más y más en cada curva, en cada tumbada, en cada frenada. En las rectas veía 220 km/h, a veces 240. Llegué a perder la señal del GPS, ni los satélites me pillaban.
La luz se acercaba poco a poco, no lo podía creer. Pensé que podía ser un Mosso en mi persecución o alguien más quemado que yo con una RRRR picado conmigo, no sé. Cuando más empeñado estaba en no dejarme coger (y lo estaba haciendo), vi claramente la figura-tentetieso de Hudsin, maletas incluidas que, sin aspavientos ni esfuerzos, casi tiene que encender a mi cola su intermitente izquierdo.
Opté por ponérselo fácil (y que no arriesgara más), y paré en un espacio que vi a la derecha. Rápidamente me quité un guante y saqué la cámara, para poder decir como pretexto que me había adelantado para hacer unas fotos de ellos al pasar. Como podréis suponer, no pude hacerlo con Hudsin, que paró detrás de mí, pero sí con Stormbringer y ToKoTo:
Como véis, ToKo sí que es rápido, y no otros... Cuando fui a hacerle la foto ya no estaba.
Paramos de nuevo en donde está el hotel (es un hotel, ¿no?). Los nubarrones amenazaban con descargar al otro lado de la sierra, y los coches subían mojados.
Lo mejor era cambiarse para agua. Me quité la chupa de verano y me puse la de invierno, aunque sin forro interno, así como los guantes. Llevaba traje de agua, pero lo tenía muy abajo en la bolsa y no me lo puse, al contrario que Hudsin y Stormbringer. ToKoTo se puso un pantalón de agua. Iniciamos de nuevo la marcha en descenso pero esta vez más tranquilitos: el suelo estaba mojado. En la dirección que llevábamos eran todo nubes negras, y lo que temíamos, se cumplió ¡y cuánto!
Comenzó a llover mansamente, pero según nos íbamos metiendo en la tormenta cada vez arreciaba más. Se veía en el cielo hasta la "B" de los mapas del tiempo, ¡cómo llovía! El casco aguantaba bien, la chaqueta también, las botas, los guantes, pero los pantalones... no. Una manta de agua nos cayó a catalanes y no catalanes, y se oscurecía el cielo por momentos. Poco a poco sentía cómo me iba entrando agua por la entrepierna, los muslos, el trasero, en aquello mismo... Al menos llevaba el cuerpo abrigado con una sudadera, pero por las piernas empecé a sentir frío. "Pues hay que aguantar, tio" -pensé. Y tiré.
No sé si fue al paso por Ripoll donde una corriente de agua al lado de la carretera se desbordó a nuestro paso. Había un palmo de agua por encima de la carretera. Una patrulla de Mossos d'Esquadra estaba cortando el tráfico y dando paso alternativo; en ese momento, Hudsin y yo nos cruzamos con un coche que nos levantó una cortina de agua que nos vistió de limpio. Me acordé de toda su generación, desde Adán y Eva para acá.
Ibamos despacito, claro. Cuando pasamos la borrasca, en una gasolinera, paramos sobre las 20,30 a tomar algo caliente, un cafelito y un cigarrito. Yo a esas horas ya no tomo café, pero con mucho gusto hice una excepción.
Y así andandito llegamos a Barcelona. Ya dentro ToKo y Stormbringer se desviaron (nos veríamos al día siguiente), y Hudsin y yo continuábamos hasta su casa, donde llegábamos sobre las 10 de la noche, creo. Le felicité por estar ya en casa y haber llegado bien, que siempre es motivo de alegría.
A estas alturas ya estaba casi seco. Casi. Subimos las cosas a su casa y fuimos a llevar las motos al garaje. Después nos cambiamos, nos duchamos y salimos a cenar. Por fin, de vuelta, descansamos de un día no muy ajetreado, pero el agua aumenta la tensión de la conducción, porque la que disminuyes por llevar menor velocidad la aumentas en cuidado al circular.
Ahí estábamos viendo una película por la tele, Chacal, que he visto muchas veces pero que me gusta. Además, echaba un poco de menos la sensación de estar tirado en un sofá, por lo que nos dieron las dos y media de la madrugada. Después, un rato de foro, y a descansar.
En casa de Hudsin me sentí... no voy a decir como en mi casa, sino en mi casa. La confianza que me ha transmitido siempre me lo permitió. Jordi, sin más, muchas gracias.
23 de agosto
Hoy añadiría mucha, mucha gente a mi lista de contactados. Pero iré por orden.
Nos levantamos y fuimos a desayunar. Volveríamos para coger las motos y cargarlas para un día, el que íbamos a estar fuera. El objetivo era ir a Sant Pere de Ribes, a la casa de los padres de Hudsin y después a Calafell. Y eso hicimos.
Salimos de Barcelona y nos metimos en las curvas del Garraf, un paraje precioso. Muy de moto... si no hubiera tantos coches. Hudsin no consiguió el permiso para cerrarlo al tráfico para nosotros, lástima.
Sobre las 12,30 llegamos a la urbanización donde tienen una casa sus padres, como dije. No estaban, así que nos limitamos a soltar los bártulos, cambiarnos de ropa (íbamos de moto) y salir de nuevo.
Habíamos quedado en Calafell para comer. No sé quién tuvo la iniciativa, tendré que mirar el hilo. Llegamos al lugar de reunión y empecé a ver V-Strom aparcadas y gente que se venía hacia nosotros: Sharkblack, Freya y sus niños, Templario y su mujer, Angelito y su familia, Brins y su señora, Boolean, Booleana y Booleanita, Emilibrage, STV, ¡y Richi!, que vino desde Huesca... ¿me dejo a alguien? No tengo fotos de esos momentos, entre abrazos a unos y a otros no pude; pero habrán más por ahí.
Nos dirigimos al restaurante a comer, algo común en todos los comandos, ¿no?.
Aquí, algunas fotos del almuerzo:
En un momento dado se levantó Templario y repartió unos detalles que hizo expresamente para todos los asistentes, algo muy simpático. ¡Paco, gracias!
Foto de grupo:
También nos dijo Templario que llegaría alguien por sorpresa, y efectivamente, llegaron:
Me dio mucha alegría verlos. Ya los conocía de la VII Concentración Nacional en Puerto Real (Cádiz), aunque tuve muy poquito contacto con ellos. En esta ocasión pude conocerlos más, en ese momento y luego, por la noche en Sitges, donde iríamos después Hudsin y yo. También vendría Stormbringer.
Cogimos las motos (y algunos los coches) y fuimos a tomar un café a lado de la playa.
Foto de grupo:
Hacía algo de calor, pero en la cafetería se estaba muy bien. Mucha charla, café con hielo, buen ambiente...
Al rato nos íbamos todos. Hudsin había quedado con sus padres, y quería verlos. Fue suficiente argumento para separarnos del grupo y volver a Sant Pere de Ribes, y es que... ¡unos padres son unos padres! Anduvimos para atrás el camino de la mañana y llegamos a su casa al poco rato.
Quiero decir en este punto que me recibieron con una hospitalidad inusual, una confianza y una naturalidad que dice mucho de ellos y, por tanto, de Hudsin. Siempre he tenido la convicción de que ves a un niño, a una persona y ves a sus padres. Salvo excepciones, nos formamos con las vivencias, las experiencias y nuestra personalidad, pero ésta última (carácter innato aparte), está formada y forjada por los padres. Por este motivo creo firmemente en que las personas honran a los padres con el buen comportamiento, buen corazón y buenos sentimientos: es la auténtica herencia que recibimos, la formación como persona; esto lo sabemos bien los padres, los que nos hemos esmerado en formar a un niño, a una niña, en sus pasos en la vida.
Ellos ya lo saben, pero quiero agradecerles que en el tiempo que estuve en su compañía me permitieron entran en el ámbito de lo privado, en su esfera íntima, y además como si fuera un antiguo amigo, de toda la vida. Lluis, Inma, gracias. Lo mismo puedo decir de Lluis, hermano de Hudsin, y de su mujer. ¡Y no me olvido de Roger, hijo de ambos! Este chiquillo es la debilidad de Hudsin, por si no os habíais dado cuenta. Bueno, y de esos abuelos
Eran las fiestas de Sitges, y allá que nos fuimos todos, coche y motos, a ver los pasacalles.
Después daríamos una vuelta por el centro (peligroso, mucha oveja descarriada, ¡con lo guapas que son las chicas!). Stormbringer se nos uniría al grupo, y cenamos todos juntos al aire libre, a la espera de los fuegos artificiales. De éstos dijo Hudsin que habían bajado en calidad, que otros años habían sido más vistosos o artísticos, aunque a mí me parecieron muy espectaculares y bonitos. "La crisis..." -sentenció. Al menos tuvimos suerte de que se pudo ofrecer el espectáculo, porque al poco tiempo comenzaría a llover. Los padres de Hudsin no se quedaban con nosotros.
No he contado que justo cuando salíamos de cenar llegaron HansLeMans y Mysae. No sé si era Stormbringer el que había quedado con ellos; fue una casualidad, pero los vi llegar entre la mucha gente que se arremolinaba en el paseo marítimo para a ver los fuegos. Vi reflejados en el cristal del restaurante unos faros de moto con formas familiares, de una V-Strom y... ¡eran ellos!
Nos sentamos a tomar algo los cinco, y sería alrededor de la una de la madrugada cuando nos despedimos con la alegría de que pronto nos íbamos a ver de nuevo (excepto Hans, pero es que me alegro más de ver a Mysae
), y nos fuimos.
De vuelta me enseñó Hudsin la parte de Sitges de las casas de los indianos, cuyas fachadas -al menos- se han conservado desde la época en que los emigrantes retornados de las Américas las construyeran, allá por mediados y finales del XIX, de estilo modernista. Lástima, no tengo fotos, las vimos al pasar con las motos.
Como véis por las fotos, la tarde estaba muy nublada y la amenaza se cumplió: se puso a llover en el camino de vuelta a Sant Pere de Ribes, donde dormiríamos; aunque nada importante, sólo los zapatos un poco mojados. ¿Y qué importa?