La vida es bella. Hoy no trabajo, dormí la mañana, y me dispongo a pasar unos días de pasón.
Montamos todos los bártulos y, en un santiamén, estamos dispuestos para el viaje.
Como la primera meta es el Puerto de Somiedo, cogemos la carretera vieja de Oviedo, apuntando ya hacia el sur. Disfrutamos del viaje que nos tomamos con calma, vamos disfrutando del paisaje, y hacemos una paradilla en Grado, donde nos tomamos unos reconstituyentes.
Cuando salimos, vemos que los paisanos que pasan por delante de la moto ponen cara de pasmo. Se preguntarán si llegó el circo y no se enteraron... juas.
Volvemos a lomos de nuestro motorizado corcel y, al llegar a Cornellana, cogemos el desvío hacia el corredor del Narcea, para nuevamente desviarnos hacia el Puerto de Somiedo.
Disfrutamos una vez más de esas angostas carreteras que entre bosques y ríos nos acercan a uno de los últimos refugios del amigo Ursus Arctos. Pasamos el Puente San Martín, Selviella, Belmonte de Miranda, Almurfe, La Riera... para hacer nuestra próxima parada en la Central de La Malva, una auténtica joya de la Arqueología Industrial asturiana.
Allí nos adentramos, aunque un cartel anunciaba la prohibición de entrada a personas ajenas a la central. Y al momento un amable caballero nos viene a recibir, y en vez de la esperada regañina por entrar, este caballero muy amablemente resolvió todas las dudas que sobre la marcha le iba haciendo acerca del nacimiento de la central hidráulica, funcionamiento, historia... incluso me permitió echar un vistazo al interior, explicándome el funcionamiento de las máquinas y el proceso desde que el agua cae del cielo hasta que ilumina el monitor de tu PC ahora.
Curiosamente, este joven caballero español, también se llama Chus y es motero. ¿Qué más se puede pedir?
Tras esta inesperada y agradable sorpresa, seguimos camino al puerto, haciendo una parada antes en Pola para refrescar el gaznate. Hace mucho calor, y los atuendos moteros poco ayudan a refrescarse...
Ya estamos cerca de la primera meta... en apenas una docena de kilómetros nos plantamos en uno de nuestros lugares favoritos:
En un periquete quitamos los bultos de la moto, y montamos el chiringo. Empieza la gloria: el auténtico disfrute que ha de darse alguno de vez en cuando, de hacer nada.
Tras un rato de relax, Eva se dispone a tomar el sol junto al río y remojarse un poco, mientras yo me dedico a disfrutar de la moto.
Estas fotos pueden causar salivaciones incontroladas, y más aún si se están viendo un dia laboral desde el lugar de trabajo (que hay mucho escaqueao, que lo se yo... jur jur)
Tras un rato de subida por una pista bastante pedregosa, decido salirme a hacer off-road, pues la ocasión la pitan calva. Tras un rato de bajada, veo que la cosa se complica: para seguir bajando hay dos posibilidades:
A.- Zona con pozos (más bien fosos), hay una cornisa de unos 20 - 30 cm que la atraviesa. Si te sales de ella, galleta asegurada.
B.- Ladera inclinada por la que hay que atravesar escobales.
Al final, opté por la opción B y con mucho cuidadín, empecé a pasar; en ocasiones perdía la rueda trasera y el culo (de la moto) se me caía. Por lo menos no rayé la moto con las escobas.
Fue una pena no haber llevado la cámara de fotos conmigo para enseñaros por los jardines en los que me metí.
Después de esto, doy por temoinada la jornada trailera. Con los brazos doloridos y la boca seca, pero con una gran satisfacción encima, voy a reunirme con Eva.
Estas son unas vistas de nuestro campamento. No me digais que no es una pasada...
Nos vamos de compras y paseillos a pueblos de la Babia leonesa. En concreto, Piedrafita y Vega de los Viejos, donde a la sombra de su iglesia parroquial, del siglo XVIII, hacemos un improvisado pic-nic. Luego vamos a refrescarnos en una de sus fuentes, la cual tenía también unos 300 años a sus espaldas...
Y luego bajamos otra vez a Pola de Somiedo a tomaros algo, pasear y seguir haciendo el oso.
En una agradable terracilla, recibimos la visita de un personaje oriundo, en un avanzado estado de intoxicación etílica, quien con voz pastosa y titubeante nos "deleita" con sus cuitas con el resto de vecinos y su ex-mujer... "LA VIRGEN, MENUDA BRASA", nos leemos en nuestras mentes. Como ya llevábamos allí un rato y no nos apetecía seguir oyendo historias, nos piramos.
Volvemos al puerto. Hacemos nuestra última parada "golfa", nos tomamos unos algos mientras recordamos historias y aventuras de otros viajes. Lo pasamos muy bien. Y de paso vemos que la niebla se va cerrando.
Al salir, no se ve ni pa cantar. Así que nos dirigimos a nuestro campamento muy despacín, y trabajo nos dio encontrar el punto en el que habíamos abandonado el asfalto para llegar a la tienda.
Una vez llegamos, nos hacemos algo para cenar, y tomamos una birra. La niebla abajo no es tan espesa, y seguimos disfrutando de lo lindo.
Hasta aprovechamos para hacer propaganda, que hay que aprovechar todas las oportunidades...
En pleno apogeo de gozo, oimos ruidos de motores y vemos luces a lo lejos. ¿quién coñ* será a estas horas???? Ya es la 01:30! Me temía lo peor, vestido de uniforme.
Nos acercamos y no salimos de nuestro asombro cuando vemos que varias fregonetas paran a unos 20 metros de donde estamos. Y salen de su interior varios señores de raza calé, con los que intercambiamos unas palabras durante varios minutos. No los vimos, pero oíamos también niños, con lo que creo eran familias numerosas. Al marchar, nos preguntan si fumamos petas (aún no sé si era para invitarnos o para pedirmos una china).
Ellos trabajan duro para montar sus "tiendas". Más bien aquello parecía el Circo Prize.
Terminamos la cervecilla que nos estábamos tomando, echamos un cirgarro, y p'a la cama. Y yo que me creía amo y señor de los altos somedanos.
Se acabó lo que se daba.
[size=x-large]Sábado 22[/size]
Despertamos a eso de las 9. Tras las habituales labores de aseo y desayuno, empezamos a desmontar el chiringuito y recogemos.
Nos despedimos de nuestros inesperados vecinos, y dirigimos nuestras ruedas a otros lugares.
Al poco de coger el asfalto, me entra un gran mosqueo porque la rueda delantera vibra mogollón y el manillar va meneándose. Ruego al cielo para que sea barro que haya quedado adherido a la cubierta y desequilibrase la rueda (esto me pasaba en mi época 4x4, por eso lo intuía). Y afortunadamente así es. En unos pocos km acaba desapareciendo el molesto vibrar del tren delantero.
Nos adentramos en la provincia de León, aún sin saber a ciencia cierta dónde terminaremos durmiendo.
Vamos recorriendo otra vez el valle de Babia; nuca me cansaré de recorrerlo, a través de sus pueblos: Cabrillanes, San Félix, Torre de Babia, Huergas, Riolago, Villasecino, Truébano... son, junto a otros, pueblos por los que vamos pasando, y son de los que te van dejando un no sé qué... algo por lo que es muy difícil olvidarte de ellos.
Pasamos a la comarca de Luna, también muy bella, y cuando nos damos cuenta pasamos La Robla, y vamos hasta la Vecilla. Seguimos hasta Boñar, donde vamos de compras.
Y seguimos dando gusto al cuerpo en forma de kilómteros y paisajes.
Desde La Vecilla, a la que retrocedemos, cogemos la carretera que a través de pueblos como Nocedo de Curueño, Tolibia y Cerulleda, nos lleva al puerto de Vegarada (1.560 m). La venta está en obras (cerrada). Traileamos un poco a través de las pistas de la zona, ya en vertiente asturiana. No encontramos sitio en la zona que cumpla nuestras expectativas para acampar.
Así va discurriendo el dia, y vamos haciendo kilómetros. Paramos a descansar y engullir algo, que las horas pasan.
Esto es cerca de Redipuertas.
Aunque no encontramos un sitio que nos guste para acampar, los lugares por los que pasamos son de una belleza como esta:
Seguimos ruta. Volvemos a La Vecilla para coger desde Matallana, la carretera que nos lleva a Cármenes, pues desde allí cerca tenemos otras dos opciones que pueden servir de campamento.
Matallana de Torío, Vegacervera (con sus hermosas hoces)
Y llegamos a Felmin. Aquí cogemos un desvío hasta el Rodillazo, parando a mitad de camino a descansar y otear el horizonte.
Llegamos a El Rodillazo. Vistosísimo y cuidado pueblo.
Desde aquí, un colega me había contado hace mucho que subía una pista hacia una pradería muy molona, con fuente incluída. Aproveché la ocasióon para explorar la zona y, quien sabe, tal vez encontremos allí donde dormir...
Desde unas empinadísimas y estrechas casas buscamos la pista que nos habría de llevar a las alturas.
Preguntamos a una mujer que vimos (parecía un pueblo fantasma) y nos indicó. Visto el panorama que me temía, y cómo vamos en la moto, le pregunto si la pista está transitable, a lo que nos contesta que podemos subir sin problemas.
Tiramos adelante y después de un tramo de pista sin mayor complicación, las cosas cambian, y empliezan a aparecer piedras sueltas y escalones.
Eva se baja a mirar cómo sigue, porque la cosa se está poniendo chunga para ir de dos y con equipaje...
Como la cosa no va a mejor, precisamente, doy la vuelta (mi trabajo me costó, y me acordé de qué pasaría si fuese con la Africota...).
Eva aprovecha para sacarme alguna fotilla
Después de sufrir como un perro, volvemos a bajar a Felmin y pasamos de seguir hasta el puerto de Piedrafita, como era nuestra intención.
Paramos en un restaurante a descansar y tomarnos unas claras...
Y como ya estamos bien de aventura por hoy, nos tiramos a lo fácil...
Tras montar el tinglado, y refrescarnos, nos vamos al pueblo (Boñar) a tomar algo y luego ir de raciones, poniéndonos moraos en El Cordobín, lugar habitual en nuestras correrías cazurras. Esta vez el menú consistió en ensalada, pimientos rellenos, manos de cerdo, y lengua curada (de impresión, oiga). Tras esto, los consabidos orujos, y a disfrutar de la noche.
Afortunadamente, ya refrescó algo.
De vuelta al camping, nos encontramos con unos colegas de Gijón, Viti y Merche, que a la postre son también vecinos del barrio. Lo que son las cosas...
Nos echamos unas risas en el camping, y vamos a la piltra.
ZZZZZZZZZZZzzzzzzz......
[size=x-large]Domingo 23[/size]
Nos levantamos a eso de las 9, recogemos rápido, antes de que el sol empiece a picar y vamos a despedirnos de nuestros amigos.
Allí nos invitan a café, y charlamos con ellos un rato.
Por cierto, no os dije antes que también son moteros?
Viti, con su moto
Y los otros colegas en breve disfrutarán de una Varadero 125, que pronto imagino será cambiada por una XL1000, pues su piloto viene de una CBR600...
Aprovechamos la coyuntura para probar las maletas de la V-Strom de Viti en la Freewind, siendo este el resultado:
Y el resultado colateral es que ya están pedidas unas iguales para mi Freewind. Me gustan más como quedan las Zega en la Africota, pero de momento...
Sacamos una foto "de familia"
Y nos despedimos
A través de Cistierna y Sabero llegamos a la carretera que ha de llevarnos a Riaño.
Atrás dejé un desvío que años atrás tomé para trailear y me dio una gran alegría, en breve habrá que repetirlo. A través de bellos pueblos de montaña, llegas a una pista que te va a dejar con la boca abierta tras dar una curva y ver el pedazo de monasterio que te encentras de frente... pero esa es otra historia.
En Riaño siempre me acuerdo del pueblo sumergido, de la historia del pueblo y sus gentes, y me encanta el monumento que está erigido en memoria de esos pueblos que mueren para dar vida al nuevo Riaño. Está hecho con las campanas de las iglesias que ahora nadan entre la oscuridad y el silencio de las aguas del pantano.
Allí sacamos fotos como estas
Y seguimos camino hacia el puerto del Pontón. Vegacerneja y Oseja son las últimas poblaciones de entidad antes de llegar a "la frontera".
He de decir que se me hizo especialmente dura una parte del trayecto debido a la cantidad de curvas, estrechez de la carretera y lo cargada que llevaba la moto. A menudo durante este fin de semana, me acordaba de la nada agradable sensación en la rueda delantera que me comentaba el amigo Yacob (Baradal) cuando viaja en su V con Virginia y las maletas...
Volvemos a entrar en nuestra querida Asturias.
Ya pasado el puerto, nos encontramos a la puerta del desfiladero de los Beyos (si fuese "de los Bellos" creería que ese nombre es en nuestro honor, juasssss)
Pasamos ante los ponguetos pueblos de Casielles, San Ignacio, Cuevas... para visitar Vega de Cien, ya en Amieva.
Y desde allí cerca nos acercamos a uno de mis paisajes favoritos, el cual voy a tener a bien de dejar en el anonimato.
A este lugar se accede a través de una estrecha pista, hoy hormigonada, con grandes rampas y que al principio te hace ganar altura con rapidez para de pronto bajarte al valle en un santiamén.
Como decía antes, este es uno de mis lugares favoritos para patear y sentirte en armonía con el mundo paseando por sus bosques, escuchando la naturaleza y respirando ese aire fresco y húmedo que el otoño nos regala. Una pasada.
Aquí volvimos a para un rato a descansar y disfrutar de lo que queda del fin de semana. Y a hacer otro pic-nic, que no sólo de moto vive el hombre.
Tenía intención de sacar mi kit de cocinillas campestre y hacer algo rico para jalar, pero el tiempo se nos echaba encima... una pena.
Aquí estoy yo disfrutando como si me acabase de encontrar al Busgosu...
Así que volvimos a subirnos en el caballo mecánico, que rápidamente nos ponía rumbo a casa.
Esta es la última foto que saqué (la nº 300). Se agotó en este momento la memoria de la cámara. No me extraña.
Y como os decía, a partir de este momento, la alegría que nos acompañó durante todo el fin de semana iba disminuyendo a medida que nos acercábamos a casa...
Atravesamos Cangas de Onís, la primera capital que tuvo Asturias, y nos dirigimos hasta Llovio para allí coger la autopista que nos llevaría directamente a Gijón, parando a echar gasolina en la nueva estación de servicio que hay a la altura de Colunga, y donde tuve que esperar 10 minutos en la cola para pagar (algo inaudito para mi).
Al final del día, cansados pero alegres por los momentos vividos, entramos en el garaje, demontamos los bártulos de la moto, y nos preparamos para entrar otra vez en la vida real...
Y aquí terminan, queridos amigos, nuestras aventuras y desventuras de un fin de semana largo para traileros.
Espero que os haya gustado la crónica y las fotos, al menos la mitad de lo que a mi me ilusionó el hacerlo.
Un saludo de Chus y Eva y hasta la próxima.
P.D.: Creo que voy a tardar en volver a hacer una crónica como esta.
! Ha estado genial y me la he leído con calma y enterita. Yo no conzoco la zona por la que te desenvuelves tan bien, pero gracias a las fotos colgadas y a tus explicaciones, me lo anoto como asignatura pendiente.
