primera vista destaca el rojo que tiñe la estructura del chasis, el basculante y el buje de las ruedas, imponiendo un toque muy especial acompañado por otros elementos como la careta con el número 7 - un detalle indispensable, presente en el frontal y los costados del colín - o la inscripción Racer con un número de serie en la tija superior.
Luce unos amortiguadores con botella de gas separada y las salidas de escape varían su posición, más vertical en otro claro guiño a su espíritu deportivo. Pero hay algo que no casa del todo con todas este despliegue “racing vintage” y es la potencia de su motor. Pues son llega a los 50 CV y se antoja algo escaso para poder decir que estamos ante una deportiva, aunque sea de época. Y ése seguramente es su punto más débil para atraer a los entusiastas de la motos deportivas con sabor clásico.



No es mi tipo, pero es una chulada.
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